JUNIO 6 DE 2010
JESUCRISTO A NUESTRA ESPERA
"Sabed que Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo". (Mt. 28, 20)
Jesús está presente en cada Misa y en la Hostia consagrada, de modo milagroso en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad ininterrumpidamente, durante el día y también por la noche, cuando, a excepción de las instituciones de Adoración Perpetua, solamente los ángeles y santos del Cielo le dirigen fervorosas oraciones.
La Importancia de la Misa
"El Señor Jesús, en la noche en que fue entregado" (1 Cor. 11, 23), instituyó el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y Sangre. Las palabras del apóstol Pablo nos recuerdan las circunstancias dramáticas en que nació la Eucaristía. En ella está indeleblemente inscrita la pasión y muerte del Señor. No es sólo su evocación, sino la presencia sacramental. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa a través de los siglos.
Cuando oímos la recitación de la Pasión de Cristo, no es extraño pensar: "¡Si yo hubiese estado al pie de la Cruz, cerca de la Santísima Virgen, con qué amor no habría abrazado, como la Magdalena, los pies del Salvador. Ver a Jesús sacrificarse, morir y darse por nosotros, qué gracia inestimable!" Y no pensamos que podemos asistir todos los días a la renovación incruenta de lo que pasó en el Monte Calvario, en la celebración de la Santa Misa.
Consideremos esto y, en la medida de lo posible, dirijámonos a la iglesia más próxima de nuestra casa o de nuestro trabajo y recojamos, para el bien de nuestra alma, los frutos de la misa. San Gregorio, en el libro de los Diálogos, dice que quien asiste a la Misa se verá libre de peligros y males imprevistos. Y San Jerónimo dice: "Sin duda, el Señor nos concede todas las gracias que le pidamos durante la Misa con la condición de que nos sean convenientes. Y más aún: algunas veces nos concede incluso lo que no pedimos y, sin embargo, necesitamos".
El Sacramento del Amor
Sor Josefa Menéndez recibió revelaciones durante su corta vida sobre el amor misericordioso de Jesús. En su libro: "El Camino del Amor Divino" leemos el siguiente llamamiento a la devoción eucarística:
"Dile a los hombres que en la hora de la Santa Cena, no pudiendo contener el fuego que Me consume, inventé esa maravilla del Amor que es la Eucaristía. ¡Porque la Eucaristía es la invención del Amor!
Es por causa del amor a las almas que estoy Prisionero en la Eucaristía. Allí permanezco para que puedan venir con todas sus amarguras a consolarse con el más tierno y mejor de los padres y del Amigo que nunca las abandona. Y ese amor que nunca se agota y se consume por el bien de las almas, ¡no encuentra correspondencia...!
¡Ah, pobres pecadores, no os apartéis de Mí! Noche y día, os espero en el Sagrario... No os reprenderé por los crímenes que habéis cometido, no os los echaré en cara.
¡No os dejéis arrastrar por mil preocupaciones inútiles y reservad un momento para visitar y recibir al Prisionero de Amor!
Cuando vuestro cuerpo está débil o enfermo, ¿no encontráis tiempo para ir al médico que os ha de curar? ¡Venid, pues, en busca de Aquél que puede dar fuerza y salud a vuestra alma y dadle una limosna de amor a este Prisionero Divino que os espera, llama y desea! Habito entre los pecadores para serles Salvación y Vida; Médico y Medicina a la misma vez en todas las enfermedades generadas por la naturaleza corrompida. Como pago, ellos ¡se alejan, me ultrajan y me desprecian!
Y sin embargo, estoy en el Sagrario todo el día esperando. Deseo ardientemente que vengan a recibirme, que me pidan consejo y me soliciten las gracias que necesitan.
Oh, vosotras, almas queridas, ¿por qué sois tan frías e indiferentes a mi Amor? ¿No tendréis un momento, un instante para darme alguna prueba de amor y gratitud?
¡Tengo sed ardiente de ser amado por los hombres en el Santísimo Sacramento, y no encuentro a casi nadie que se esfuerce por satisfacer ese deseo y que retribuya ese amor!"
Jesús dirige constantemente estas palabras a cada uno de nosotros: ¿No tienes un minuto al día para venir a visitarme?
Fuente:
Texto tomado del libro Jesucristo con nosotros en la Eucaristía - Caballeros de la Virgen