Nació en Lisboa (Portugal), el 15 de agosto de 1195, con el nombre de Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo, y murió en Padua el 13 de junio de 1231. Pero adquirió el apellido por el que lo conoce el mundo, de la ciudad italiana de Padua, donde murió y aún todavía se veneran sus reliquias. Fue canonizado en 1232 por el Papa Gregorio IX. Proclamado Doctor de la Iglesia el 16 de enero de 1946 por el Papa Pío XII.
Milagros de San Antonio de Padua
El sermón a los peces
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Si los hombres, a pesar de ser inteligentes, despreciaban su predicación, Dios intervenía para mostrarla digna de veneración, cumpliendo señales y prodigios por medio de animales sin razón. Una vez en que algunos herejes, cerca de Padua, despreciaban y se burlaban de sus sermones, el Santo se dirigió a la orilla de un río, que corría por allí cerca, y dijo a los herejes para que toda la multitud lo oyera:
"A partir del momento en que vosotros demostráis ser indignos de la palabra de Dios, aquí estoy, dirigiéndome a los peces, para confundir más abiertamente vuestra incredulidad".
Y con fervor de espíritu empezó a predicar a los peces, enumerándoles todos los dones concedidos por Dios:
- Cómo los había creado.
- Cómo les había asignado la pureza de las aguas y cuánta libertad les había concedido.
- Cómo los alimentaba sin que tuvieran que trabajar.
Mientras hablaba, los peces empezaron a unirse y a acercarse a él, elevando sobre la superficie del agua la parte superior de su cuerpo y mirándolo atentamente, con la boca abierta. Mientras el santo les habló, lo estuvieron escuchando muy atentos, como si fueran seres dotados de razón.
No se alejaron del lugar hasta que recibieron su bendición.
La visión
Una vez que el beato Antonio se encontraba en una ciudad para predicar, fue hospedado por una persona del lugar. Éste le asignó una habitación separada, para que pudiera entregarse tranquilo al estudio y a la contemplación. Mientras rezaba, solo, en la habitación, el propietario multiplicaba sus idas y venidas por su casa.
Mientras observaba con atención y devoción la habitación donde rezaba San Antonio solo, ojeando a escondidas a través de una ventana, vio entre los brazos del beato Antonio a un niño hermoso y alegre. El Santo lo abrazaba y lo besaba, contemplando su rostro incesantemente. Aquel hombre, asombrado y extasiado por la belleza del niño, pensaba por sus adentros de dónde habría venido un niño tan gracioso.
Aquel niño era el Señor Jesús.
Y fue el mismo Niño Jesús quien reveló al beato Antonio que el huésped los estaba observando. Después de una larga oración, acabada la visión, el Santo llamó al propietario y le prohibió que revelara a nadie, mientras él viviera, lo que había visto.
Fuentes:
Textos tomados de Wikipedia - corazones.org - sanantoniodepadua.org