Sufrió la Pasión por amor a Jesús y a los pecadores. Nació en 1878. Sufrió grandemente por su precaria salud y el desprecio de quienes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros fenómenos. Vivió para Jesús, Su Santísima Madre y para rescatar a los pecadores. Tuvo periódicamente los estigmas de la Pasión y las llagas de la flagelación en todo su cuerpo.
Padeció ataques físicos del demonio y tuberculosis en la espina dorsal. Las pruebas no pudieron separarla de su comunión con Nuestro Señor, sino que más bien la fortalecieron. Queriendo ser pasionista, no se le permitió por su delicada salud. Murió en Lucca, ciudad donde vivió casi toda su vida. Era un Sábado Santo del año 1903. Tenía sólo 25 años. Fue beatificada en el año 1933 y canonizada en 1940 como santa pasionista.
Furiosa guerra infernal
Jesús dijo cierto día a Gemma:
"Prepárate, pues el demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar"
Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio detestaba a Gemma; le daba golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de impedir que comulgase e incluso llegó a aparecérsele bajo la apariencia del mismo Jesús. Por todos los medios trataba de privarla de dirección espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose pasar por ellos. Era una guerra constante y continua que duró hasta su misma muerte. Era de esperar esta guerra de parte del demonio, ya que serían muchas las almas que se beneficiarían de los sufrimientos y oraciones de Santa Gemma, y más aún, ella sólo quería conformarse con la voluntad de Dios para su vida. Ésto hacía que el demonio se revolcara de rabia, porque no podía vencerla.
Tanta era la rabia que sentía hacia la pureza de Santa Gemma que un día la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir de él, hizo la señal de la Cruz y se arrojó en un pozo de agua helada en el jardín. Su ángel la sacó y la felicitó por su gran amor a la pureza, por su valentía y por su triunfo.
En otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán, escribía su vida: 'dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer (el libro de su vida), se lo robó gritando:
"¡Guerra, guerra a tu Padre!, tu escrito está en mis manos"
Y se relamía y se revolcaba en el suelo de la satisfacción'.
El P. Germán, enterado por una carta de Gemma, se fue al sepulcro de San Gabriel de la Dolorosa y allí, leyó los exorcismos, ordenando al demonio que volviese el manuscrito a su lugar. El demonio lo devolvió todo chamuscado, aunque perfectamente legible, como se conserva todavía hoy en el Convento de los Pasionistas de Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo ven.
Escribe la santa:
"El demonio me hace sufrir mucho, pero siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el ángel o San Pablo de la Cruz o el hermano Gabriel; siempre son estos tres. ¡Si viera cómo escapa tan luego como se presenta alguno de ellos!..."
Oración compuesta por Santa Gemma
Aquí me tenéis postrada a vuestros Pies Santísimos,
mi querido Jesús, para manifestaros en cada instante
mi reconocimiento y gratitud por tantos y tan continuos
favores como me habéis otorgado y que todavía queréis concederme.
Cuántas veces os he invocado, ¡oh Jesús!,
me habéis dejado siempre satisfecha;
he recurrido a menudo a Vos,
y siempre me habéis consolado.
¿Cómo podré expresaros mis sentimientos amado Jesús?
Os doy gracias... pero otra gracia quiero de Vos.
¡Oh Dios mio!, si es de vuestro agrado...
(Aquí se manifiesta la gracia que se desea conseguir).
Si no fuérais Todopoderoso no os haría esta súplica.
¡Oh Jesús!, tened piedad de mí.
Hágase en todo vuestra santísima Voluntad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
(Con licencia eclesiástica)
Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: