San Ildefonso - Arzobispo de Toledo (Año 667) |
Milagro del encuentro con la Virgen
Una noche de diciembre, él, junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Éstos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba María, La Inmaculada Concepción, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María le hizo seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, Ella fijó sus ojos sobre él y dijo:
"Tú eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería".Habiendo dicho ésto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor. Esta aparición y la casulla, fueron pruebas tan claras, que el Concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición. En la catedral los peregrinos pueden aún observar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso. En los cuadros antiguos se pinta a San Ildefonso, recibiendo el ornamento de manos de la Santísima Virgen. San Ildefonso ha sido llamado "Doctor de la Virginidad de María". Si tú haces algo por la Virgen María, la Virgen María hará mucho más por ti.
Oración a María
de San Ildefonso de Toledo
(Del Libro de la Perpetua Virginidad de Santa María)
A Ti acudo, única Virgen y Madre de Dios.
Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro.
Me humillo ante la única que es Madre de mi Señor.
Te ruego que por ser la Esclava de Tu Hijo
me permitas consagrarme a Ti y a Dios,
ser tu esclavo y esclavo de Tu Hijo,
servirte a Ti y a Tu Señor.
A Él, sin embargo, como a mi Creador
y a Ti como Madre de nuestro Creador;
a Él como Señor de las virtudes
y a Ti como Esclava del Señor de todas las cosas;
a Él como a Dios y a Ti como a Madre de Dios.
Yo soy tu siervo, porque mi Señor es Tu Hijo.
Tú eres mi Señora, porque eres Esclava de mi Señor.
Concédeme, por tanto, ésto, ¡Oh Jesús Dios, Hijo del hombre!
creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe
en Tu Encarnación; hablar de la maternidad virginal
aquello que llene mis labios de tus alabanzas;
amar en Tu Madre aquello que Tu llenes en mi con tu amor;
servir a Tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a Ti;
vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando
y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella
que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.
¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios,
consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre
por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente!
Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen;
los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo,
y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios
como Hijo de Ella, tampoco glorificáis como Dios a mi Señor.
No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis
bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar
así por todas las naciones; los que no rendís honor
a la Madre del Señor con la excusa de honrar a Dios su Hijo.
Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo,
deseo que Ella sea mi Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo,
quiero servirle a Ella; para probar que soy siervo de Dios,
busco el testimonio del dominio sobre mi de Su Madre;
para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,
deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre.
Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor;
lo que se da a la Madre redunda en el Hijo;
lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido,
y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey.
Por eso me gozo en mi Señora,
canto mi alegría a la Madre del Señor,
exulto con la Sierva de su Hijo,
que ha sido hecha Madre de mi Creador
y disfruto con Aquella en la que el Verbo se ha hecho carne.
Porque gracias a la Virgen yo confío en la muerte de este Hijo de Dios
y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios
siempre y sin mengua, ahora, desde ahora
y en todo tiempo y en toda edad por los siglos de los siglos.
Amén.
Fuente - Texto tomado de EWTN:
Fuente - Texto tomado de CATOLICO.ORG: