Nació en Corinaldo (Italia en 1890), de una familia humilde. Su niñez, bastante dura, transcurrió en Nettuno (cerca de Roma), y durante ella se ocupó en ayudar a su madre en las tareas domésticas. Era piadosa y asidua en la oración. El 6 de julio de 1902, a los once años de edad, fue amenazada con un punzón por Alessandro Serenelli, un joven que trató de abusar de ella. Ella prefirió morir antes que pecar. Durante su agonía perdonó a su atacante, quien, tras años de cárcel, se convirtió.
Pío XII, que la canonizó el 24 de junio de 1950, la definió "pequeña y dulce mártir de la pureza".
JUAN PABLO II: MARÍA GORETTI, UN EJEMPLO PARA ADOLESCENTES Y JÓVENES
Intervención antes de rezar la oración mariana del «Angelus»
CIUDAD DEL VATICANO, 7 julio 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II consagró su intervención de este domingo, antes de rezar la oración mariana del «Angelus», a recordar el ejemplo de amor dejado por santa María Goretti, al cumplirse el centenario de su fallecimiento. Estas fueron sus palabras.
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¡Queridos hermanos y hermanas!1. Hace cien años, el 6 de julio de 1902, moría Maria Goretti, gravemente herida el día anterior por la ciega violencia que le había agredido. Mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pío XII, la proclamó santa en 1950, proponiéndola a todos como modelo de valiente fidelidad a la vocación cristiana hasta el supremo sacrificio de la vida.
He querido recordar esta importante fecha con un mensaje especial dirigido al obispo de Albano, subrayando la actualidad de esta mártir de la pureza, deseando que sea más conocida por los adolescentes y los jóvenes.
Santa María Goretti es un ejemplo para las nuevas generaciones, amenazadas por una mentalidad de falta de compromiso, a la que les cuesta comprender la importancia de los valores sobre los que no es lícito llegar a compromisos.
2. Si bien tenía poca instrucción escolar, María, que no había cumplido todavía los doce años, poseía una personalidad fuerte y madura, formada por la educación religiosa recibida en su familia. De este modo, fue capaz no sólo de defender su propia persona con castidad heroica sino incluso perdonar a su asesino.
Su martirio recuerda que el ser humano no se realiza siguiendo sus impulsos de placer, sino viviendo su propia vida en el amor y la responsabilidad.
Sé muy bien, queridos jóvenes, que sois sumamente sensibles a estos ideales. En espera de encontrarme con vosotros dentro de dos semanas en Toronto, quisiera repetiros hoy: ¡no dejéis que la cultura del tener y del placer adormezca vuestras conciencias! Sed «centinelas» despiertos y vigilantes para ser auténticos protagonistas de una nueva humanidad.
3. Dirijámonos ahora a la Virgen, de quien santa María Goretti lleva el nombre. Que la criatura más pura ayude a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, en especial a los jóvenes, a redescubrir el valor de la castidad y a vivir las relaciones interpersonales en el respeto recíproco y en el amor sincero.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
La castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo. Por lo tanto, no es una negación de la sexualidad. Es un fruto del Espíritu Santo.
Santa María Goretti (Mártir)
Percibió que la pureza está íntimamente ligada a la dignidad del cuerpo humano. Era consciente de que la Iglesia enseñaba que el cuerpo debía resucitar glorioso. En unión con la Iglesia profesaba todos los domingos: "Creo en la resurrección de la carne (del cuerpo)". Ella dio testimonio de este misterio: que la Encarnación y Resurrección de Jesús constituyen las verdaderas leyes de la naturaleza, de la carne y del físico.
Diversos regímenes de la castidad
Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha "revestido de Cristo" (Ga 3,27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.
La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios sólo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes". Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.
Muchos quieren liberarse de la moral católica que consideran represiva, y lo que hacen es caer en la esclavitud del pecado que degrada al hombre. El yugo de Cristo es suave y ligero, si se lleva con amor y voluntad corredentora. Cf. Mateo, 11,28ss.
Si no vigilas tu imaginación y tus pensamientos, es imposible que guardes castidad. El apetito sexual es sobre todo psíquico. Si no se arrancan las raíces de la imaginación es imposible contener las consecuencias en la carne. Por eso es necesario saber dominar la imaginación y los deseos. El apetito sexual aumenta según la atención que se le preste. Como los perros que ladran cuando se les mira, y se callan si no se les hace caso.
La pureza no puede guardarse sin la mortificación de los sentidos. Quien no quiere renunciar a los incentivos de la sensual vida moderna, que exaltan la concupiscencia, es natural que sea víctima de tentaciones perturbadoras, y que la caída es inevitable.
La pureza no se puede guardar a medias. Con nuestras solas fuerzas, tampoco; pero con el auxilio de Dios, sí. Quien -con la ayuda de Dios- se decide a luchar con todas sus fuerzas, vence seguro. No es que muera la inclinación, sino que será gobernada por las riendas de la razón.
Textos tomados de Zenit - Corazones.org:
http://www.zenit.org/article-6151?l=spanish