En Pentecostés (o Domingo de Pentecostés) se celebra el descenso del Espíritu Santo y el inicio de la actividad de la Iglesia, por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo.
La Fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico, en donde los cristianos tienen la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, Su Ascensión y la Venida del Espíritu Santo.
Siete semanas son 50 días, de ahí el nombre de "PENTECOSTÉS" que recibió más tarde. La Fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua.
En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, 50 días después de la salida de Egipto.
En el calendario cristiano con Pentecostés termina el tiempo pascual de los 50 días. Los 50 días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un sólo y único misterio.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio.
Los Siete Dones del Espíritu Santo
- SABIDURÍA: Gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios. El primero y mayor de los siete dones.
- ENTENDIMIENTO: Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas.
- CONSEJO: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, lo que conviene más al alma.
- FORTALEZA: Fuerza sobrenatural que sostiene la virtud moral de la fortaleza. Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida. Para resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente. Supera la timidez y la agresividad.
- CIENCIA: Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador.
- PIEDAD: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre.
- TEMOR DE DIOS: Espíritu contrito ante Dios, conscientes de las culpas y del castigo divino, pero dentro de la fe en la misericordia divina. Temor a ofender a Dios, humildemente reconociendo nuestra debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor de Dios: el alma se preocupa de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de "permanecer" y de crecer en la caridad.
El Espíritu Santo asiste a la Iglesia
Como lo había prometido Jesús antes de marcharse de nuevo al cielo, desde allá nos envía, junto con su Padre, al Paráclito. Es San Lucas quien nos relata su venida:
"Llegado el día de Pentecostés estaban todos reunidos en un lugar, cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como de viento impetuoso, que llenó toda la casa. Y aparecieron unas como lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos fueron llenos del Espíritu Santo". (Hechos 2, 1-5).
El Espíritu Santo
- Iluminó el entendimiento de los Apóstoles en las verdades de la fe, y los transformó de ignorantes, en sabios.
- Fortificó su voluntad, y de cobardes los transformó en valerosos defensores de la doctrina de Cristo, que todos sellaron con su sangre.
El Espíritu Santo no descendió sólo para los Apóstoles, sino para toda la Iglesia, a la cual enseña, defiende, gobierna y santifica.
- Enseña: Ilustrándola e impidiéndole que se equivoque (Por eso Cristo lo llamó "Espíritu de Verdad" (Juan 16, 13).
- La Defiende: Librándola de las asechanzas de sus enemigos.
- La Gobierna: Inspirándole lo que debe obrar y decir.
- La Santifica: Con su gracia y sus virtudes.
Es muy significativo que los Apóstoles, en el primer Concilio, en Jerusalén, invocaron la autoridad del Espíritu Santo como fundamento de sus decisiones: "Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros". (Hechos 15, 28).
Ejemplos prácticos de esta asistencia del Espíritu Santo
a la Iglesia hay muchos:
- Ningún Pontífice Romano ha errado en sus decisiones dogmáticas.
- Siempre se han desencadenado contra ella graves males, pero entonces suscita eminentes varones que los contrarresten.
- Los perseguidores de la Iglesia nunca han podido hacer daños irreparables, y han tenido un fin desastroso.
- Nunca han faltado cristianos de eminente santidad.
- Su acción en la Iglesia es permanente: "Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros eternamente" (Juan 14, 16). Tal fue la promesa de Cristo.
Fuente - Texto tomado de Coleccionable - Magazine El Católico - Evangelización de la Fundación Social Juan Pablo II - Edición N° 114 (Marzo, Abril y Mayo de 2012).
Fuente - Texto tomado de ENCUENTRA.COM: