
Transcripción de YouTube
¿Lo has sentido?
Algo raro pasa en el ambiente.
Sales a la calle y lo notas.
Las caras se ven más tensas, las sonrisas más escasas, las palabras más duras.
En el tránsito, la mínima distracción desata insultos, bocinazos, agresiones.
En el supermercado, un simple malentendido puede terminar en pelea.
Y no son casos aislados.
Es como si hubiera un clima distinto, más pesado.
¿Te ha pasado que saludas a alguien y no responde? ¿O que ayudas en algo y ni siquiera recibes un gracias?
Hace unas décadas eso era normal, pero ahora parece la excepción.
Hoy quiero contarte el cambio que está sufriendo la humanidad.
¿Por qué es y a dónde nos conduce?
Los datos lo confirman.
Un informe de la OMS 2023 señaló que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, y la ansiedad a más de 260 millones y subraya que estas cifras han aumentado un 20% ó 25%. Solo en la última década y sobre todo entre los jóvenes.
La violencia cotidiana también se multiplica en América Latina. Los reportes de agresiones en el tránsito subieron entre un 20% y un 40% en la última década.
El consumo de ansiolíticos y antidepresivos alcanzó cifras récord.
La violencia juvenil es cada vez más brutal y lo más grave es que cada vez más gente disfruta de la desgracia ajena.
En videos virales se aplaude la caída de alguien, se ríen de tragedias, se celebran fracasos.
Un video de un accidente puede acumular miles de comentarios llenos de burlas, donde la tragedia se convierte en entretenimiento.
Eso es profundamente antinatural, porque el ser humano está diseñado para la compasión.
Y si aún parece exagerado, basta mirar la vida cotidiana. Las redes sociales que nacieron como herramientas de conexión, hoy son trincheras de odio. Una opinión distinta basta para desencadenar insultos, amenazas, cancelaciones.
La cortesía desapareció.
Abrir una puerta, ceder un asiento, dar las gracias. Antes era normal, pero hoy sorprende.
Y aunque podamos culpar al estrés, a la vida moderna o a la tecnología, lo cierto es que la humanidad misma está cambiando en su manera de relacionarse.
El amor se enfría, la empatía se debilita, la paciencia se agota y lo que antes era un gesto común de bondad, hoy es casi noticia.
Todo esto apunta a lo mismo. El amor se está enfriando y no es solo una impresión subjetiva. La frialdad se mide ya en estadísticas.
Y la Biblia había anticipado este cambio. San Pablo lo escribió con una precisión sorprendente en 2 Timoteo 3. Dice, "Debes saber que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, traidores, imprudentes, engreídos, más amigos del placer que de Dios".
¡Qué panorama!, ¿no?
Y Jesús lo había advertido en Mateo 24:12, "por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará".
San Pablo en 2 Tesalonicenses 2 habló de una apostasía, un abandono masivo de la fe como paso previo a la aparición del hombre de la iniquidad.
Y Jesús comparó los últimos tiempos con los días de Noé.
"Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y no entendieron hasta que vino el diluvio". Mateo 24:37.
Esto es un retrato de nuestra generación: entretenida, distraída, incapaz de percibir que el juicio se acerca.
Y lo que vemos hoy no es casualidad, es la profecía cumpliéndose al pie de la letra. Y sin embargo, muchos católicos, incluidos sacerdotes y obispos, no ven nada raro en esta época.
Muchos piensan que estos cambios son frutos de la política, de la crisis económica o de las redes sociales.
Y claro que esto influye, pero no toca el fondo del problema. Lo que vemos, hostilidad, frialdad, división, es apenas la superficie.
El verdadero conflicto es espiritual
El padre Fortea advertía que la acción extraordinaria del demonio se ha hecho más frecuente y el padre Ripperger hablaba de una verdadera opresión cultural, que afecta a millones de personas al mismo tiempo.
Esto explica por qué tantas veces sentimos que la agresividad colectiva no es normal, que responde a un ambiente espiritual denso que nos envuelve.
La confusión no es solo político - social, es un ambiente espiritual cargado que presiona a las personas y las hace más agresivas, más irritables, más divididas.
Pero la Biblia lo explica más detalladamente:
No solo habla del enfriamiento del amor, dice también que antes del regreso de Cristo, el enemigo levantará un reino de imitación al suyo. En Apocalipsis 13 se describe a la bestia que engaña a las naciones, imponiendo un sistema falso de adoración y control. Ese reino falso se construye sobre pilares que ya vemos hoy. El culto al placer, la obsesión por el dinero, la mentira aceptada como verdad, la violencia normalizada.
En la cultura popular esto se refleja en series que glorifican la crueldad, música que promueve la agresividad, discursos políticos que llaman bien al mal y mal al bien.
Y esto luego se nota en la ideología de género que confunde la identidad humana, en la cultura del descarte, donde la vida débil o anciana ya no vale. Y en el transhumanismo que pretende reemplazar al hombre con la máquina.
Y todo esto, ¿a dónde nos lleva?
El proceso es claro. Primero viene la crisis que genera miedo. Después el miedo lleva a la gente a aceptar un poder autoritario y finalmente ese poder se convierte en un sistema de control.
La gente cede su libertad a cambio de una promesa de seguridad.
San Juan lo describió en 1 Juan 2:18. ¿Habéis oído que viene el anticristo?
Pues bien, muchos anticristos han aparecido ya.
Antes del gran impostor surgen líderes y sistemas que lo anticipan, preparando la humanidad para su llegada. Las profecías marianas lo señalan.
De modo que este cambio negativo en la gente no es el final, sino la antesala de una gran purificación, un tiempo donde se verá claramente quién permanece en la luz y quién se entrega a la oscuridad.
Por lo tanto, lo que vemos hoy no es casual, sino parte de un plan mayor.
El cielo lo ha dicho con antelación para que sepamos que cuando todo parezca perdido, la victoria de Dios está cerca.
Entonces, efectivamente, la gente está cambiando.
El amor de muchos se enfría, pero eso no es el final, es la señal de que la historia avanza hacia su desenlace.
Y en este panorama hay dos tentaciones: endurecernos como los demás o escondernos con miedo.
Pero la fe propone otra respuesta. Jesús dijo en Mateo 10:16, "Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas".
Eso significa ver la realidad sin ingenuidad, pero sin perder la bondad.
Si el mundo se enfría, eso no significa que todos debamos enfriarnos.
Jesús no dijo que el amor de todos se apagaría, sino de muchos. Eso significa que habrá un resto fiel, gente que mantendrá la llama viva.
Y la Biblia habla del resto fiel, un pequeño grupo que no dobla rodilla ante los ídolos cuando todos los demás se rinden.
Y la historia lo confirma.
En los tiempos más oscuros siempre hubo santos, mártires y creyentes comunes que brillaron como luces.
Ese resto existe hoy. Son familias que rezan juntas, jóvenes que viven la fe a contracorriente, comunidades que ayudan al pobre.
No son muchos, pero son suficientes para que el fuego no se apague.
¿Y qué significa para cada uno de nosotros?
Que quienes mantengan el corazón encendido serán los que sostendrán al mundo entero.
¿Y cómo se mantiene el corazón encendido?
Practicando la caridad con pequeños gestos que contradigan la frialdad del ambiente.
Rezando en familia para que la fe no se diluya en el hogar.
Creando comunidades de apoyo donde la gente se siente acompañada.
Reforzando la vida sacramental con confesión, eucaristía, adoración.
Me gustaría preguntarte: ¿sientes que esas imágenes de la frialdad creciente son cada vez mayores o no?
Que Dios te bendiga y te ayude a leer bien las señales que nos ha dejado.
Fuente - Texto y video tomados de YOUTUBE:














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