Por: P. José Luis González Santoscoy | Fuente: PadreJoseLuisGS.com
Todos hemos sufrido, en más de una ocasión. En esos momentos de dolor, de sufrimiento, de desesperación por lo que está sucediendo, volteamos a lo alto, con el corazón desgarrado, y le preguntamos a Dios:
¿Por qué me está sucediendo esto?
La situación y la angustia se agrandan, cuando he llevado una vida más o menos recta, entonces, nos preguntamos:
¿Por qué me sucede esto a mí, que soy bueno y no hago el mal?
Hoy, maravillosamente, se nos presenta la historia del justo Job, un hombre santo, bueno, entregado y generoso, a quien le suceden todo tipo de tragedias, siendo para todos nosotros, una clara respuesta al problema del por qué la existencia del dolor y el sufrimiento de quienes se esfuerzan por obrar con rectitud. En la primera lectura, tomada de Job 1, 6-22, escuchamos un diálogo entre Dios y Satanás:
Un día fueron los ángeles a presentarse ante el Señor y entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó: “¿De dónde vienes?”. Él respondió: “De dar una vuelta por la tierra”. El Señor le dijo: “¿Te fijaste en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra; es un hombre íntegro y recto, que teme a Dios y se aparta del mal”. Satanás le respondió: “¿Y crees tú que su temor a Dios es desinteresado? ¿Acaso no has construido tú mismo una cerca protectora alrededor de él, de su familia y de todos sus bienes? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus rebaños se han multiplicado por todo el país. Pero hazle sentir un poco el peso de tu mano, daña sus posesiones y verás cómo te maldice en tu propia cara”. El Señor le dijo: “Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques”.
Lo que sigue en el texto lo voy a resumir, citando cuáles fueron las 4 desgracias que experimentó Job:
1. Le robaron todo su ganado y apuñalaron a sus criados.
2. Un rayo quemó a todas sus ovejas y a sus pastores.
3. Luego, le robaron todos sus camellos y apuñalaron a sus criados.
4. Finalmente, un fuerte viento mató a sus hijos e hijas.
Como podemos ver, al pobre Job, humanamente hablando, le fue como en feria, ya que la desgracia le arrancó sus bienes, sus posesiones y hasta sus seres queridos. Pero, aún así, las terribles pruebas y desgracias que sufre este buen hombre, en lugar de alejarlo de Dios, lo unen aún más a Él. Job, a pesar de no entender sus designios, no sólo no reniega del Señor, sino que, con una fe madura y una gran confianza en Dios, llega a bendecirlo en medio del dolor. El texto de hoy termina diciendo que Job, postrándose en tierra oró, diciendo:
"Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; esa fue su voluntad: ¡Bendito sea el nombre del Señor!"
Hermanos, esto nos enseña que el dolor y el sufrimiento es parte de nuestra vida. Cuando el dolor se hace presente, no quiere decir que Dios nos está castigando o que, incluso, sea un Dios que nos quiera ver sufrir. Me parece muy retador para nosotros el planteamiento del demonio, porque dice que, si los hombres aman a Dios, es por los beneficios que nos concede. ¿Será acaso cierto en cada uno de nosotros? Cuántas veces nos hemos alejado de Dios, de los sacramentos o de la oración, cuando algo no sale como queremos, cuando el dolor o la prueba han llegado a nuestras vidas.
No podemos estar pensando ¿Qué he hecho para que Dios me trate de este modo? El sufrimiento y el dolor es parte de nuestra humanidad. Pudiéramos estar cayendo en la trampa del enemigo, quien no cree que el hombre sea capaz de amar y servir a Dios desinteresadamente. El demonio cree que buscamos a Dios egoístamente, le damos para que Él nos dé. En realidad, ¿Cómo y por qué amo a Dios? ¿Amo, sirvo, doy generosa y desinteresadamente?
Debemos trabajar en nuestro interior, para que, el dolor y el sufrimiento, sean un verdadero camino de crecimiento y maduración personal, una forma de llegar a ser mejores personas y mejores cristianos. El hombre, al ser alguien que aspira a la felicidad, el sentido del dolor le parece absurdo y es algo que no se quiere ni se desea, pero es inevitable.
Te comparto 3 acciones concretas para que puedas sacar provecho del dolor y el sufrimiento que lleguen a tu vida:
1. Acéptalo y no lo rechaces, puesto que ya está ahí.
El dolor y el sufrimiento existen por el simple hecho de que somos seres finitos, con voluntad y libertad. Al pasarnos la vida rechazándolo, vivimos frustrados; y, por el contrario, al asumirlo, el dolor se vuelve una tarea o una misión, la cual nos lleva a lo siguiente.
2. Mejora tu actitud frente a esa experiencia de dolor.
Deberíamos preguntarnos qué actitud tengo ante él, ésta puede ser negativa o positiva. Al ser negativa, viviré una vida marcada por el egoísmo y la amargura, pues el dolor me encerrará en mi experiencia y no me permitirá abrirme a los demás. Pero, al ser positiva, hago que el dolor sea una experiencia enriquecedora, ya que la madurez del ser humano se adquiere cuando se hace dueño de sí mismo, cuando es verdaderamente libre, cuando no permite que nada lo esclavice, ni el dolor mismo.
3. El sufrimiento, para tener sentido, no puede ser un fin en sí mismo, eso sería masoquismo.
El sentido del dolor, lo da el motivo por el cual aceptamos padecerlo. Siempre hay un amor detrás del sufrimiento, ya que, si no hay un amor que motive, que dé razón y sentido, el sufrimiento se vuelve absurdo, así como Cristo asumió la cruz, por amor a nosotros.