Fernando Torres
Mi nota personal
Aunque este artículo fue publicado en el año 2019, considero que es de suma importancia para el mundo actual. Cuya información es de gran utilidad para todos, porque así podemos conocer cómo actúan y las señales con las cuales podremos identificar a los "ciberdepredadores"...
Ángel Pablo Avilés, experto en ciberseguridad y asesor en materia de Internet y Menores de la Secretaría de Estado de Seguridad, participa en el foro sobre delitos digitales del Colegio de Abogados de Málaga.
Es difícil distinguirlos, pero tienen métodos de actuación muy marcados. Los ciberdepredadores se mueven tras el anonimato de la red, se acercan a sus potenciales víctimas, consiguen entenderlas y manipularlas a través de sus intereses hasta conseguir sus objetivos criminales. «A lo largo de mi carrera me he encontrado a este tipo de delincuentes en todos los estamentos de la sociedad, desde vagabundos a directores de banco». Ángel Pablo Avilés es Guardia Civil en excedencia y trabaja como director de seguridad de una multinacional, donde además hace las veces de especialista en seguridad digital. Ha participado como asesor en materia de Internet y Menores para la Secretaría de Estado de Seguridad, entre otras administraciones, y este martes ha participado en el III Congreso Internacional de Cibercrimen organizado por el Colegio de Abogados de Málaga, donde ofreció su conocimiento sobre este tipo de delitos y sus autores, sobre los que «no se ha podido hacer nunca un perfil claro», a diferencia de otros delincuentes sistemáticos como pirómanos o asesinos en serie.
Avilés explica a SUR tras su paso por el foro que, tras su experiencia, divide a los ciberdepredadores en tres tipos, de menor a mayor grado de acercamiento a las víctimas:
En primer lugar se encuentran los conocidos como 'boylover' o 'boygirl', adultos que tratan de mantener una relación sentimental «más tradicional» con menores, tratando de justificar su conducta. Estos delincuentes aprovechan la difusión de Internet y la ocultación de su identidad para acercarse a ellos. «A veces llegan a este mundo por curiosidad, sin que inicialmente sus apetencias estén orientadas en ese sentido, hasta que un día dan el paso y pasan a la acción».
En segundo lugar se encuentran los pedófilos, que son quienes satisfacen sus deseos sexuales consumiendo imágenes y contenido sexual explícito en el que hay menores involucrados, ya sean relaciones con o sin adultos involucrados. Acostumbran a traficar con material pornográfico y se mueven en sitios webs «clandestinos», que se ocultan en la red para evitar ser descubiertos. «Son activos porque en este mundo, mientras más reciente sea el material, más valor tiene en el mercado negro; hay material antiguo circulando, pero es menos solicitado».
El tercer nivel es el pederasta, es decir, aquél que, satisfaciendo o no sus deseos sexuales consumiento material gráfico de abusos a menores, decide pasar a la acción en busca de mantener relaciones físicas con uno de ellos. Este perfil es el más peligroso, ya que aprovecha el mundo digital para acechar a sus presas mediante un método que los expertos han definido como 'grooming', o 'childgrooming' (término inglés que viene a traducirse como engaño pederasta).
Avilés divide este complejo proceso en varias fases:
«El primer paso es observar el entorno digital». El ciberdepredador se introduce en alguna red, ya sea un videojuego frecuentado por menores, un chat o cualquier otra plataforma. «Ahí analiza a sus potenciales víctimas hasta que da con una». En ese momento comienza a informarse sobre los intereses y los gustos que rodean ese espacio concreto hasta que rompe el hielo utilizando los intereses del menor como excusa para entablar conversación. A partir de hablar con frecuencia, llegando el pederasta a solucionar algunos problemas que la víctima le expresa para ganarse su confianza. «Puede ser desde que sus padres no le entiendan a que no le dejan tener un juego que el depredador luego le regala para seguir ganándose su confianza». El 'grooming' es lento, pero el ciberdepredador es paciente.
Cruzada esa línea, el menor suele abrirse y la información llega a raudales: entorno, amigos, colegio, aficiones, horarios, lugar de residencia… En ese contexto el pederasta da el siguiente paso e introduce connotaciones sexuales en las conversaciones para normalizar esa materia, hasta que llega el intercambio de imágenes explícitas (muchas veces como condición para determinados favores, aunque no siempre). La última fase es «acoso en estado puro», cuando el ciberdepredador amenaza a la víctima con difundir dichas imágenes si no accede a mantener un encuentro físico. Avilés habla de una quinta fase, que ha bautizado como «postgrooming', en la que el pederasta acaba difundiendo las imágenes, lo que tiene un impacto en otros menores del entorno que hará que, llegado el momento, tal vez accedan a mantener el encuentro ya que las consecuencias son reales.
¿Cómo se frena este proceso?
«Las herramientas no son tecnológicas, hay que seguir la misma premisa que decían las abuelas; no cojas caramelos de un extraño». El experto asegura que son «los propios padres» quienes dan a sus hijos un teléfono móvil «para que les dejen en paz», obviando que en las conexiones a Internet en las que se pueden encontrar con este tipo de sujetos. «Solo basta con estar pendientes de nuestros hijos, no hace falta más».
El congreso del Colegio de Abogados de Málaga contó con otros participantes destacados, como el profesor de Derecho Digital en la Universidad Complutense y consultor en esta materia, Borja Adsuara, que ha hablado sobre los ciberdelitos relacionados con la difusión de material íntimo, como el que llevó al suicidio de la trabajadora de Iveco. «La responsabilidad en estos casos es cosa de todos», expresaba al respecto.
El decano del colegio, Francisco Javier Lara, y el comisario provincial de Málaga, Javier Peña Echeverría, participaron en la presentación del congreso, Ambos destacaron la prevalencia de este tipo de delitos y su alto grado de perpetración en Andalucía, comunidad autónoma con mayor volumen, por encima de Madrid.
Fuente - Texto tomado de DIARIOSUR.ES:
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