Jesucristo: Sumo y Eterno Sacerdote
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El jueves posterior a la solemnidad de Pentecostés, se celebra en algunos países del mundo la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Aunque no figura en el calendario de la Iglesia universal, esta fiesta se ha ido extendiendo por muchos países y diócesis. Hoy Junio 6 de 2013 se celebra en otros países.
Sacerdote
Es un mediador autorizado para ofrecer sacrificios a Dios en reconocimiento de Su dominio supremo y en expiación por los pecados.
Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. (Hebreos 5,1).
Cristo es Dios y hombre
Como tal es el definitivo Profeta y Sacerdote de la Nueva Alianza
Dios lo ha dicho y hecho todo en Su Hijo quien, como Hombre, Eterno y Sumo Sacerdote, se ofreció a sí mismo una vez y por todas en la Cruz. Él es al mismo tiempo sacerdote y víctima de valor infinito, y por lo tanto, su sacrificio acaba con la necesidad de los antiguos sacrificios que debían repetirse constantemente. Al no necesitarse los antiguos sacrificios, tampoco se necesita el antiguo sacerdocio. Hay un sólo sacerdocio porque hay un sólo sacrificio.
Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos -Jesús, el Hijo de Dios- mantengamos firmes la fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Hebreos 4,14-15.
El sacrificio de la Santa Misa
Cristo se ofreció al Padre en la Cruz. Este sacrificio se hace presente en la Misa para que nosotros podamos ofrecer nuestras vidas y unirnos a Él. Esto es posible porque el sacerdocio del Nuevo Testamento es muy superior al del Antiguo Testamento. La ofrenda de animales no logra la unión con Dios. Pero ahora es Cristo, Dios y hombre, quien se ofrece para expiar por nuestros pecados y romper las barreras que nos separaban de Dios.
Cristo quiso comunicarnos Su Vida, no sólo en el bautismo sino también en la Santa Misa y los otros sacramentos. Para recibirlos necesitamos que haya un sacerdocio ministerial que imparta estos sacramentos. Los sacerdotes, actuando en la persona de Cristo, ofrecen el sacrificio de la Misa y perdonan los pecados. Cuando el sacerdote ofrece la Misa, es Cristo quien se ofrece; cuando el sacerdote confiesa es Cristo quien perdona los pecados (Cf. Jn. 20,22-23). Es Cristo quien actúa por medio de los sacerdotes para comunicar Su propia Vida.
Los protestantes llaman a sus pastores "ministros" porque no han recibido el sacramento del orden. No participan del sacerdocio ministerial de Cristo y por eso no tienen el poder de ofrecer el sacrificio de la Santa Misa (en su lugar, dirigen un "servicio"). No pueden tampoco perdonar pecados en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Diferencias entre los católicos y los protestantes
Católicos
- Sumo Sacerdote (Cristo) - Único sacerdocio del Nuevo Testamento.
- Sacerdocio ministerial (Participan del sacerdocio de Cristo como todos los fieles y además reciben el sacramento del orden para servir a los fieles como pastores e impartirles los sacramentos).
- Sacerdocio de los fieles (Participan de Cristo por el bautismo, crecen en esa unión por medio de la Eucaristía y otros sacramentos que reciben por medio del sacerdote ministerial).
Protestantes
- Sumo Sacerdote (Cristo) - Único sacerdocio del Nuevo Testamento.
- No tienen sacerdocio ministerial (Tienen pastores que pueden bautizar pero no ofrecer el sacrificio de la Santa Misa o impartir los otros sacramentos).
- Sacerdocio de los fieles (Participan de Cristo por el bautismo pero no lo reciben en la Eucaristía ni otros sacramentos).
El sacerdote en la Santa Misa
NO ofrece nuevos sacrificios
Cristo posee un "sacerdocio perpetuo", por lo tanto su sacrificio es perpetuo. Ese sacrificio que ofreció en el Calvario hace 2000 años se hace presente en la Santa Misa, no es un nuevo sacrificio ni una repetición, sino el mismo y único sacrificio por el cual nos unimos a Cristo para salvarnos del pecado y entrar en la vida nueva:
Pero éste posee un sacerdocio perpetuo porque permanece "para siempre". De ahí que pueda también salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor. Así es el Sumo Sacerdote que nos convenía: Santo, Inocente, Incontaminado, Apartado de los pecadores, Encumbrado por encima de los cielos, que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados propios como aquellos Sumos Sacerdotes, luego por los del pueblo: y ésto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a Sí Mismo. (Hebreos 7,24-27).
El sacerdote es sacerdote EN CRISTO
y no por cuenta propia
Es Cristo, actuando en el sacerdote, quien consagra y ofrece Su Cuerpo y Sangre en la Santa Misa. San Pablo lo explica:
"Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo. Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: "Hijo mío eres Tú; Yo te he engendrado hoy" (Hebreos 5,1-5).
Los Apóstoles fueron los primeros sacerdotes y fueron ordenados por Jesús el Jueves Santo, cuando les dijo:
"Éste es Mi Cuerpo que es entregado por vosotros; haced ésto en recuerdo Mío" (Lucas 22,19)
Hasta el fin de los tiempos
Cristo vino no sólo para una generación sino para estar con nosotros hasta el fin del mundo. Su sacrificio del Calvario ha de ser renovado perpetuamente para que todos puedan participar en Él. Para ello se vale de los sacerdotes quienes actúan en Su Nombre y con Su Poder. Es por eso que San Pablo dice a Tito:
"El motivo de haberte dejado en Creta fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené" (Tt. 1,5).
Los obispos y sacerdotes reciben el sacramento del orden que viene de los Apóstoles, como Tito lo recibió de Pablo, por medio de la ordenación. Esta línea que da ordenaciones que viene del mismo Cristo por medio de los Apóstoles se llama "Sucesión Apostólica".
También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. (I Pedro 2,5).
Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: