Por INFOVATICANA | 20 de Agosto de 2025
En la Audiencia General de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa León XIV volvió a poner en el centro de su pontificado una de las preocupaciones que desde el primer día lo acompañan: el fin de las guerras. Desde su elección, el Papa no ha dejado de insistir en la urgencia de rezar y trabajar por la paz, elevando la voz contra la violencia y las divisiones que desangran al mundo.
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Tierra Santa, Ucrania, África y tantas otras regiones viven conflictos que parecen eternizarse, y ante la impotencia de la política internacional León XIV ha querido recordar que solo la oración y la conversión de los corazones pueden abrir un camino verdadero hacia la reconciliación.
Al concluir la catequesis, el Papa convocó a toda la Iglesia universal a celebrar el próximo 22 de agosto, memoria litúrgica de la Santísima Virgen María, Reina, una jornada de ayuno y oración “implorando al Señor que nos conceda la paz y la justicia, y que enjugue las lágrimas de quienes sufren a causa de los conflictos armados en curso”.
María, Reina y Madre de la Paz
La fecha no es casual. El 22 de agosto, la Iglesia celebra a María como Reina, una advocación instituida por Pío XII en 1954, en plena posguerra, cuando todavía pesaba sobre Europa y el mundo la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, con millones de civiles asesinados y el recuerdo reciente de Hiroshima y Nagasaki devastadas por las bombas nucleares. Fue en ese contexto de horror y necesidad de esperanza cuando la Iglesia quiso recordar a los fieles que la Madre de Dios, asunta al cielo en cuerpo y alma, participa de la gloria de su Hijo y está junto a Él como Madre y Reina.
En la tradición católica, María Reina es también Reina de la Paz. Desde las victorias atribuidas a su intercesión hasta las apariciones de Fátima, la Virgen ha sido vista como la que detiene las guerras y libra a los pueblos de la violencia. Por eso León XIV quiso subrayar que María es “Madre de los creyentes en la tierra y Reina de la Paz en el cielo”, invocada en tiempos de tribulación y de guerra. En este sentido, la elección del 22 de agosto como jornada mundial de oración y ayuno adquiere un valor simbólico: en el día en que la Iglesia proclama a María Reina, los fieles se unen en súplica para que detenga los conflictos que hoy desgarran al mundo.
Un pontificado marcado por la súplica por la paz
León XIV lleva apenas unos meses en la cátedra de Pedro, pero ya ha dejado claro que la paz será un eje esencial de su ministerio.
En su primera homilía como Papa pidió explícitamente por el fin de la guerra en Ucrania y en Oriente Medio, y en sus catequesis no ha dejado de repetir una convicción fundamental: “¡Sin perdón nunca habrá paz!”. Para el Papa, no basta con la diplomacia ni con acuerdos frágiles; la paz verdadera requiere conversión, justicia y reconciliación, que son fruto del Evangelio.
En este sentido, la convocatoria de una jornada de ayuno y oración no es un gesto simbólico más, sino un acto de fe en el poder de la súplica del pueblo de Dios. León XIV se sitúa así en continuidad con sus predecesores que, en momentos de gran peligro, recurrieron a la oración universal de la Iglesia. Hoy, ante la violencia que vuelve a extenderse, el Papa invita a los católicos del mundo a arrodillarse y a mirar a María Reina, segura intercesora, para pedir el don de la paz.
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