Santos mártires de Uganda:
Os encomendamos a los jóvenes
de nuestro tiempo para que sepan
defender valientemente su pureza
contra todos los corruptores,
y para que nunca jamás
se dejen robar por nadie su fe católica
Uganda
es un país del África. Los padres blancos del Cardenal Lavigerie
empezaron a misionar ese país y pronto hubo muchos negros convertidos al
catolicismo y esta religión les transformó muy notablemente su modo de
pensar y obrar.
Y
sucedió que el jefe de esa nación, llamado Muanga, tenía el vicio de la
homosexualidad. Y cuando el jefe del personal de mensajeros del palacio
José Makasa, se convirtió al catolicismo:
Y que el Libro Sagrado dice que:
Esto
indignó tanto al reyezuelo, que ordenó asesinar a José Makasa el 15 de
noviembre de 1885, y así éste llegó a ser el primero de los 26 mártires
de Uganda. (Ahora se llama San José Makasa). Otra de las causas del asesinato de José fue haber reprendido al rey por el asesinato de dos misioneros.
Al
saber esta terrible noticia, los demás católicos que trabajaban en el
palacio real como mensajeros o empleados, en vez de acobardarse, se
animaron más fuertemente a preferir morir antes que ofender a Dios.
La
segunda víctima fue un pequeño mensajero llamado Denis. El jefe Muanga
quiso irrespetar a un jovencito llamado Muafa, pero éste le dijo que su
cuerpo era un templo del Espíritu Santo, y que él se haría respetar
costara lo que costara. Averiguó el rey quién le había enseñado al niño
estas doctrinas y le dijeron que era otro de los mensajeros, Denis, ¡y
le dio muerte! Así este jovencito llegó a ser el segundo mártir San Denis.
Antes de darle muerte, el rey le preguntó:
"¿Eres cristiano?"
Y el niño respondió:
"Sí, soy cristiano y lo seré hasta la muerte"
Mientras
tanto allá en un salón del palacio, el nuevo jefe de los mensajeros,
Carlos Luanga (que había reemplazado a San José Makasa) reunía a todos
los jóvenes y les recordaba lo que enseña San Pablo en la S. Biblia,
que:
Con
estas instrucciones de Carlos Luanga, ya todos los jovencitos
mensajeros y empleados del palacio real de Uganda quedaron resueltos a
perder su vida antes que renunciar a las creencias católicas o perder la
pureza de su alma con un pecado de homosexualidad. Y ahora iba a llegar
el desenlace fatal y sangriento.
El
reyezuelo tenía como primer ministro al terrible brujo Katikiro, el
cual estaba disgustadísimo porque los que se volvían cristianos
católicos, ya no se dejaban engañar por sus brujerías. Y entonces se
propuso convencer al rey de que debía hacer morir a todos los que se
declararon cristianos.
El cruel Muanga reunió a todos sus mensajeros y empleados y les dijo:
Y luego les dio una orden mortal:
"Los que quieran seguir siendo cristianos darán un paso hacia adelante"
Inmediatamente
Carlos Luanga, jefe de todos los empleados y mensajeros del palacio,
dio el paso hacia adelante. Lo siguió el más pequeño de los mensajeros,
que se llamaba Kisito. Y enseguida 22 jóvenes más dieron el paso decisivo. Inmediatamente entre golpes y humillaciones fueron llevados todos a prisión.
El
Padre misionero no había alcanzado a bautizar a algunos de ellos, y
entonces estos jóvenes valientes viendo que su muerte estaba ya muy
próxima pidieron a Carlos que los bautizara. Y allí en la oscuridad de
la prisión Carlos Luanga bautizó a los que aún no estaban bautizados, y
se prepararon todos para su paso a la eternidad feliz, que ya estaba muy
cerca.
El reyezuelo los volvió a reunir y les preguntó:
"¿Siguen decididos a seguir siendo cristianos?"
Y ellos respondieron a coro:
"Cristianos hasta la muerte"
Entonces
por orden del cruel ministro Katikiro fueron llevados prisioneros a 60
kilómetros de distancia por el camino, y allí mismo fueron asesinados
por los guardias.
Después
de haberlos tenido siete días en prisión en esas lejanías, en medio de
los más atroces sufrimientos, mientras reunían la leña para los
holocaustos el 3 de junio del año 1886, día de la Ascensión, los
envolvieron en esteras de juntos muy secos, y haciendo un inmenso montón
de leña seca los colocaron allí y les prendieron fuego. Entre las
llamas salían sus voces aclamando a Cristo y cantando a Dios, hasta el
último aliento de su vida.
Por
el camino se llevaron los verdugos a dos mártires más, ya mayores de
edad. El uno por haber convertido y bautizado a unos niños (San Matías Kurumba) y el otro por haber logrado que su esposa se hiciera cristiana (San Andrés Kawa). Ellos se unieron a los otros mártires (de los cuales 17 eran jóvenes mensajeros) y en total murieron en aquel año 26 mártires católicos por defender su fe y su castidad.
El
cruel Katikiro fue fusilado y echado a los perros unos años después en
una revolución. El reyezuelo Muanga fue derrotado por sus enemigos y
desterrado a terminar sus años en una isla solitaria. Y los 26 mártires
de Uganda, con Carlos Luanga a la cabeza, fueron declarados santos por
el Papa Pablo VI, y ahora en Uganda hay un millón de católicos:
"La sangre de los mártires, produce nuevos cristianos"
Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
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