Previo al Cónclave el Cardenal Müller marca distancia y exige ortodoxia para el futuro de la Iglesia
Abril 28 de 2025
La muerte del Papa Francisco ha abierto un momento de reflexión profunda en el seno de la Iglesia católica. El cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, reconocido por su firme posición tradicionalista, ha sido una de las voces más contundentes en evaluar el legado del pontífice argentino y señalar los desafíos que enfrenta el Vaticano en esta nueva etapa.
En diálogo con el diario italiano La Repubblica, Müller manifestó que “se ha acabado un capítulo en la historia de la Iglesia”. Aunque aclaró que el juicio último corresponde a Dios, destacó que sobre el pontificado de Francisco existen “opiniones distintas” que no pueden ignorarse.
En una entrevista paralela con The Times, Müller fue aún más crítico. Señaló que el Papa “debe ser ortodoxo, ni liberal ni conservador”, advirtiendo que la verdadera división en la Iglesia no es ideológica sino teológica: entre la ortodoxia y la herejía. “Rezo para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales”, afirmó, alertando sobre el riesgo de un líder que cambie su mensaje al ritmo de los medios de comunicación.
Cuestionamientos a las decisiones de Francisco
El cardenal alemán, quien fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no ahorró críticas a algunas decisiones de Francisco. Cuestionó duramente el acuerdo firmado con China en 2018, que permite el nombramiento consensuado de obispos entre Roma y Pekín, recordando que “no se puede hacer pactos con dictaduras ateas” ni “traicionar los principios de la fe católica”.
También mostró su desacuerdo con la medida de permitir, de forma informal, la bendición de parejas homosexuales, considerando que esta disposición “era contraria a la doctrina de la Iglesia” y que deberá ser revisada y aclarada por el próximo pontífice. Según Müller, la pastoral no debe relativizar la enseñanza tradicional sobre el matrimonio.
Otro de los puntos de fricción fue la inclusión de laicos y mujeres con derecho a voto en las reuniones del Sínodo de Obispos. Para Müller, esto “confunde la naturaleza jerárquica de la Iglesia” y transforma el sínodo en un “simposio político”, desvirtuando su función teológica y pastoral.
Mirada crítica hacia el futuro de la Iglesia
Respecto al diálogo interreligioso, Müller reiteró la necesidad de evitar todo relativismo, especialmente en el trato con el islam. Aunque valoró la posibilidad de tender puentes, advirtió que se deben mantener firmes los principios cristianos y preguntarse cómo puede justificarse la violencia en nombre de Dios.
De cara al próximo cónclave, donde Müller será uno de los cardenales electores, el purpurado insistió en que la Iglesia “no es una organización humanitaria”, rechazando las visiones que buscan secularizar su misión. “El Papa no puede ser simplemente el símbolo de una religión adaptada al gusto de las élites globalizadas”, sentenció.
Las declaraciones del cardenal Müller marcan claramente la postura de un sector conservador que, tras la muerte de Francisco, buscará reforzar la identidad doctrinal tradicional frente a los nuevos desafíos del catolicismo contemporáneo.
Fuente - Texto tomado de IFMNOTICIAS.COM:

El papable Müller advierte:
hay cardenales de escasa ortodoxia que pueden provocar una ruptura
C.L.
25.04.2025 | 09:16
Actualizado: 25.04.2025 | 10:20
Unas recientes declaraciones a
The Times ejemplifican por qué el cardenal alemán Gerhard Müller es el candidato natural del sector más alejado del pontificado de Francisco.
El Papa debe ser "ortodoxo", no conservador ni progresista
El próximo Papa "debe ser ortodoxo, no 'progresista' ni 'conservador'", dijo, rechazando las etiquetas simplificadoras con las que se clasifica a los cardenales: "La cuestión no es entre conservadores y progresistas, sino entre la ortodoxia y la herejía. Rezo para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales, porque un Papa hereje que cambia cada día según lo que digan los medios de comunicación sería catastrófico".
En su opinión, el próximo Papa no debe "buscar el aplauso del mundo secular, que considera a la Iglesia como una organización humanitaria que hace una labor social".
Aunque Müller califica a Francisco como "un hombre bueno", es evidente que está pensando en su pontificado cuando señala directrices que serían negativas para la época de la Iglesia que arrancará en breve: "El Papa Francisco está bien visto por los medios y existe el riesgo de decir 'Sigamos así'... [Los cardenales] tienen la responsabilidad de elegir a un hombre capaz de unificar la Iglesia en torno a la Verdad revelada. Confío en que los cardenales no se vean influidos por lo que leen en los titulares".
También advirtió del riesgo de que la Iglesia se parta en dos si resulta elegido un cardenal heterodoxo, porque "ningún católico está obligado a obedecer una doctrina errónea: el catolicismo no consiste en obedecer ciegamente al Papa sin respetar las Sagradas Escrituras, la Tradición y la doctrina de la Iglesia".
Cambio de actitud
El cardenal Müller forma parte del escaso número de cardenales que se manifestaron contra determinadas decisiones de Francisco. No al principio. No estuvo entre los cuatro cardenales firmantes de los famosos
Dubia sobre Amoris Laetitia y la comunión de los divorciados vueltos a casar (Walter Brandmüller, Raymond Leo Burke, Carlo Caffarra y Joachim Meisner), porque en aquel momento era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Incluso criticó a esos cuatro purpurados por hacer públicas sus discrepancias con un texto que él defendió.
Pocos meses después, el Papa le convocó a su despacho para decirle, sin más explicación, que ya no contaba con él. Y no solo en el cargo que desempeñaba desde 2012 por nombramiento de Benedicto XVI, sino en ningún otro, porque desde entonces no lo ha tenido.
A partir de ese momento, la oposición de Müller al pontificado de Francisco sí salió de los muros del Palacio Apostólico, y con una claridad y determinación que no le impidió mantener una relación cordial con el Papa, superando el inicial asombro que le causó su destitución, que no se preocupó de ocultar.
El "papable" (casi) perfecto
En efecto, desafiando las etiquetas que él mismo censuraba en su entrevista a The Times, tiene unas credenciales que le podrían merecer la de 'progresista': en 1977 hizo su tesis doctoral sobre el teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer bajo la dirección del luego cardenal Karl Lehmann, cuya ortodoxia también ha sido cuestionada. Y Müller fue siempre muy amigo de Gustavo Gutiérrez, teólogo de la liberación, y comprensivo con las corrientes menos radicales de esa línea.
Está bien relacionado y es respetado, por tanto, en ambos lados 'etiquetables' del espectro eclesial, porque no actúa con doblez ni disimula.
Müller aúna experiencia pastoral como obispo (lo fue diez años en Ratisbona/Regensburg), experiencia académica como profesor visitante en una decena de Universidades y autor de numerosas obras teológicas, y experiencia en el Vaticano con sus cinco años como prefecto de la Fe, a los que sumar diez años anteriores en los que formó parte de la congregación al ser nombrado consultor por Juan Pablo II.
Habla perfectamente español, inglés y francés, además, obviamente, del italiano y el alemán, conocimiento de idiomas imprescindible para las relaciones internacionales de un Papa, y tiene presencia, credibilidad y autoridad. Ha demostrado determinación y coraje para decir lo que piensa, algo también muy necesario para enfrentarse a retos como la relación con las oligarquías globalistas o la redirección de la Iglesia alemana.
Nunca ha estado bajo la lupa de ninguna acusación, goza de buena salud -que se sepa- y su edad (77 años) no es excesiva para las exigencias inmediatas del próximo pontificado.
¿Cuál es el hándicap de Müller como 'papable'? Sobre todo, que es muy difícil que alguien que se ha manifestado tan expresamente contrario a las principales directrices del pontificado de Francisco consiga dos tercios de los votos en un cónclave cuyos miembros han sido designados en un 80% por él.
Basta con que un tercio actúe como minoría de bloqueo. Y es muy fácil que 45 ó 46 cardenales (dependiendo de la participación de los cardenales
Angelo Becciu como eventual 'alta' y
Antonio Cañizares y Vinko Puljic como eventuales 'bajas') cancelen de forma absoluta el nombre de Müller, cuya elección supondría una rectificación en toda regla a los doce años anteriores.
"Pope-maker"
Müller es consciente de esto, y la misma entrevista en The Times parece ser signo de que quema sus naves. Ningún otro cardenal en estos días se ha pronunciado con esa rotundidad. Lo cual no quiere decir que no esté siendo ya uno de los miembros más activos del colegio cardenalicio en la sutil preparación de candidatos.
Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM: