Mártir año 177. Por más de mil años Santa Cecilia ha sido muy venerada en la Iglesia Católica. Una tradición muy antigua dice que pertenecía a una de las principales familias de Roma, que acostumbraba vestir una túnica de tela muy áspera y que había consagrado a Dios su virginidad.
Sus padres la comprometieron en matrimonio con un joven llamado Valeriano, pero Cecilia le dijo a éste que ella había hecho voto de virginidad, y que si él quería ver al ángel de Dios debía hacerse cristiano. Valeriano se hizo instruir por el Papa Urbano y fue bautizado. Luego entre Cecilia y Valeriano convencieron a Tiburcio, el hermano de éste, y lograron que también se hiciera cristiano.
Las historias antiguas dicen que Cecilia veía a su ángel de la guarda. El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Pero Valeriano y Tiburcio se dedicaron a sepultar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso fueron arrestados. Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos le dijeron que únicamente adoraban al verdadero Dios del cielo y a su Hijo Jesucristo. Entonces fueron ferozmente azotados y luego les dieron muerte. Los dos santos mártires animaban a los demás cristianos de Roma a sufrir con gusto todos los horrores, con tal de no ser infieles a la santa religión.
Enseguida la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión. Entonces fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse ella cantaba gozosa (quizás por eso la han nombrado patrona de los músicos). Visto que con este martirio no podían acabar con ella, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza. La santa, antes de morir le pidió al Papa Urbano que convirtiera su hermosa casa en un templo para orar, y así lo hicieron después de su martirio. Antes de morir, había repartido todos sus bienes entre los pobres.
El Papa San Pascual I (817 - 824) trasladó las presuntas reliquias de Santa Cecilia, junto con las de los santos Tiburcio, Valeriano y Máximo, a la iglesia de Santa Cecilia en Transtévere. (Las reliquias de la santa habían sido descubiertas, gracias a un sueño, no en el cementerio de Calixto, sino en el cementerio de Pretextato). En 1599, el cardenal Sfondrati restauró la iglesia en honor a la Santa en Transtévere y volvió a enterrar las reliquias de los cuatro mártires. Según se dice, el cuerpo de Santa Cecilia estaba incorrupto y entero, por más que el Papa Pascual había separado la cabeza del cuerpo, ya que, entre los años 847 y 855, la cabeza de Santa Cecilia formaba parte de las reliquias de los Cuatro Santos Coronados. Se cuenta que, en 1599, se permitió ver el cuerpo de Santa Cecilia al escultor Maderna, quien esculpió una estatua de tamaño natural, muy real y conmovedora:
"No estaba de espaldas como un cadáver en la tumba", dijo más tarde el artista, "sino recostada del lado derecho, como si estuviese en la cama, con las piernas un poco encogidas, en la actitud de una persona que duerme".
La estatua se halla actualmente en la iglesia de Santa Cecilia, bajo el altar próximo al sitio en el que se había sepultado nuevamente el cuerpo en un féretro de plata. Sobre el pedestal de la estatua puso el escultor la siguiente inscripción:
"He aquí a Cecilia, virgen, a quien yo vi incorrupta en el sepulcro. Esculpí para vosotros, en mármol, esta imagen de la santa en la postura en que la vi".
Fuente - Texto tomado de EWTN:
"He aquí a Cecilia, virgen, a quien yo vi incorrupta en el sepulcro. Esculpí para vosotros, en mármol, esta imagen de la santa en la postura en que la vi".
Fuente - Texto tomado de EWTN:
Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: