Santa Teresa Benedicta de la Cruz, una de las tres santas mujeres a las que el también Santo Papa Juan Pablo II declaró, mediante carta apostólica en forma Motu Proprio el 1 de octubre del año 1999, patrona de Europa junto a Santa Catalina de Siena y a Santa Brígida de Siena, pasando así a engrosar una nómina en la que ya militaban San Benito de Nursia y los hermanos San Cirilo y San Metodio.
Deja claro el Papa el hecho de que la elección es personal: “el motivo que ha orientado específicamente mi opción por estas tres santas se halla en su vida misma”. Y repara especialmente en el hecho de que se haya dirigido su elección hacia tres mujeres:
“Considero particularmente significativa la opción por esta santidad de rostro femenino, en el marco de la tendencia providencial que, en la Iglesia y en la sociedad de nuestro tiempo, se ha venido afirmando, con un reconocimiento cada vez más claro de la dignidad y de los dones propios de la mujer. En realidad, la Iglesia, desde sus albores, no ha dejado de reconocer el papel y la misión de la mujer, aún bajo la influencia, a veces, de los condicionamientos de una cultura que no siempre la tenía en la debida consideración”.
Santa Teresa Benedicta es, de las tres santas seleccionadas para tan alto designio, la más recientemente canonizada, pues lo había sido en año tan próximo como 1998 por el propio San Juan Pablo II, que aporta estas razones para la declaración de Santa Teresa Benedicta como patrona del continente:
“No sólo transcurrió su existencia en diversos países de Europa, sino que con toda su vida de pensadora, mística y mártir, lanzó como un puente entre sus raíces judías y la adhesión a Cristo, moviéndose con segura intuición en el diálogo con el pensamiento filosófico contemporáneo y, en fin, proclamando con el martirio las razones de Dios y del hombre en la inmensa vergüenza de la “shoah” [nombre hebreo del holocausto judío]. Se ha convertido así en la expresión de una peregrinación humana, cultural y religiosa que encarna el núcleo profundo de la tragedia y de las esperanzas del continente europeo”.
Y más adelante:
“Contemplamos hoy a Teresa Benedicta de la Cruz, reconociendo en su testimonio de víctima inocente, por una parte, la imitación del Cordero inmolado y la protesta contra todas las violaciones de los derechos fundamentales de la persona y, por otra, una señal de ese renovado encuentro entre judíos y cristianos que, en la línea deseada por el Concilio Vaticano II, está conociendo una prometedora fase de apertura recíproca. Declarar hoy a Edith Stein copatrona de Europa significa poner en el horizonte del viejo continente una bandera de respeto, de tolerancia y de acogida que invita a hombres y mujeres a comprenderse y a aceptarse, más allá de las diversidades étnicas, culturales y religiosas, para formar una sociedad verdaderamente fraterna”.
Biografía
Edith nace en 1891 en una familia judía de Breslau, territorio por entonces alemán. Iniciada por su madre en la filosofía racionalista y en el abandono de la práctica religiosa, entra en contacto con la espiritualidad cristiana a través de la lectura de Santa Teresa de Jesús, cuyo nombre adopta, y otros místicos. Por este camino llega al bautismo y después a la vida contemplativa en la orden carmelita.
Teresa Benedicta deja una obra escrita en la que destacan títulos como “El problema de la empatía” o “La mujer. Su misión según la naturaleza y la gracia” en la que, como destaca el propio San Juan Pablo II, es “apreciable su militancia en favor de la promoción social de la mujer, y resultan verdaderamente penetrantes las páginas en las que ha explorado la riqueza de la femineidad y la misión de la mujer desde el punto de vista humano y religioso”.
Aunque Teresa Benedicta no reniega en momento alguno de sus raíces judías, ello no le libró de la incomprensión de sus familiares. Como señala San Juan Pablo II “el desacuerdo de su madre, sobre todo, le causó un dolor indecible”...
Edith hizo suyo el sufrimiento del pueblo judío en la feroz persecución nazi. “Sintió entonces -escribe San Juan Pablo II- que en el exterminio sistemático de los judíos se cargaba la cruz de Cristo sobre su pueblo, y vivió como una participación personal en ella su deportación y ejecución en el tristemente famoso campo de Auschwitz-Birkenau”, en el que morirá gaseada a los 51 años de edad el día 9 de agosto de 1942. Es beatificada el 1 de mayo de 1987 por el Papa Juan Pablo II y canonizada el 11 de octubre de 1998 por el mismo Papa. Es también patrona de los judíos convertidos.
Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=37092
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http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=37092