Etimológicamente:
Sara = Aquella que es una princesa,
nombre de origen bíblico
Esta santa padeció el martirio durante la persecución del emperador Diocleciano.
Era
la mujer de un alto oficial de la armada del emperador Diocleciano
(284-305) de nombre Sócrates, entonces residentes en Antioquía y ambos
cristianos; pero Sócrates, por temor a perder su puesto en el ejército,
renegó de la fe cristiana mientras que Sara, por el contrario, continuó
profesándola fielmente.
Tuvieron
dos hijos a los cuales, por la persecución, no pudo hacerlos bautizar
en Antioquía, por lo que decidió trasladarse a Alejandría de Egipto. Se
embarcó entonces con sus dos hijos con este propósito, pero la travesía
peligró a causa del mar agitado que, llegando a cierto punto, arremetía
contra la embarcación con tanta furia que todos temían un naufragio.
Sara,
preocupada por la salvación de sus dos hijos, tanto la corporal como la
espiritual, se hizo con el cuchillo una incisión en el pecho y con la
sangre que le corría signó con la señal de la cruz la frente de sus
niños y después los sumergió por tres veces en el agua del mar,
invocando con una fórmula a la Santísima Trinidad.
Pasada
la tempestad, el mar se calmó y el viaje prosiguió hasta tocar puerto
en Alejandría, donde Sara se dirigió al obispo San Pedro (300-310) para
hacer bautizar a sus hijos, no creyendo que fuese suficiente el gesto
hecho en alta mar.
El
obispo se encontraba precisamente administrando el sacramento del
Bautismo a los fieles, por lo que Sara se puso en la fila con sus
hijitos a esperar su turno; llegado éste, el agua del lavatorio de
improviso se secó, por lo que Sara se volvió a formar otra vez. Por tres
veces lo intentó pero en todas las ocasiones el agua se secó.
Al
término de la ceremonia el obispo se acercó a Sara y le pidió una
explicación; ella le contó las peripecias de su viaje y que por la
urgencia había realizado el rito del bautismo; de esta manera, el obispo
comprendió la situación y aseguró a Sara que el Bautismo por ella
administrado en el momento del peligro había sido totalmente válido y
que por ello era inútil repetirlo.
Partió de regreso Sara a Antioquía; llegada a casa, comentó el episodio a su marido, quien a su vez lo contó a Diocleciano.
El
emperador mandó llamar a Sara y la interrogó en modo casi brutal que
ella, después de una sola respuesta, se quedó en un mutismo completo.
Preso de la ira, Diocleciano la condenó a ser quemada viva junto con sus
dos hijos.
La única fuente que refiere su vida es el ´Sinassario Alessandrino´, conmemorándola el 20 de abril.
Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: