El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre éstas, el oficio de carpintero. La Santísima Virgen María desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios. "He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según Tu Palabra" (Lc. 1, 38). En la Anunciación, María responde con un SÍ rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios. En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal. "Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc. 2, 52). Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la Vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él. El Niño Jesús desde chico, demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda. "Vivía sujeto a ellos" (Lc. 2, 51). Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos, María y José fueron sus primeros educadores. "El Niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc. 2, 40).
Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José. "¿No sabían que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc. 2, 49). Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano, cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado.
Oración a la Familia
por el Beato Papa Juan Pablo II
Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra,
Padre, que eres Amor y Vida,
haz que cada familia humana sobre la tierra se convierta,
haz que cada familia humana sobre la tierra se convierta,
por medio de Tu Hijo, Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo,
fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor
para las generaciones porque siempre se renuevan.
Haz que tu Gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos
hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo
para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio,
se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis,
por las que a veces pasan nuestras familias.
Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazareth,
que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente
su misión en la familia y por medio de la familia.
Tú, que eres la Vida, la Verdad y el Amor,
en la Unidad del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Fuente - Textos tomados de ACIPRENSA