
Por Carlos Balén | 19 de Octubre de 2025
Hay un momento en que uno deja de enfadarse y empieza simplemente a mirar al suelo, con la resignación de quien asiste al festival de su hijo sabiendo que su hijo ya tiene 22 años y entradas en el pelo.
Eso mismo ocurre al leer Dilexi te, la primera exhortación de León XIV. No indigna: avergüenza.
Es el bochorno sereno de descubrir que nuestro Papa escribe como un redactor de ONG con sensibilidad “humanista” y alergia al dogma.
Nada grave, dicen algunos. Solo el detalle de que el sucesor de Pedro habla como si trabajara para Save the Children.
Una teología de los cartones
Todo empieza mal con una frase que resume el tono general:
«En un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos…»
No, Santidad, no lo son. Los pobres, en sentido material, son menos que nunca; los pobres en sentido espiritual, probablemente más, pero usted no parece referirse a esos.
El texto continúa describiendo a las “élites de ricos en su burbuja confortable” con la misma profundidad con que una tertuliana de la SER comenta la desigualdad.
Y luego llega la cumbre poética:
«Muchos —hombres y mujeres— trabajan desde la mañana hasta la noche, a veces recogiendo cartones…»
Recogiendo cartones.
Así, sin contexto, sin metáfora, sin teología.
Como si el Papa hubiera pasado un rato hojeando informes de Cáritas y hubiera decidido poetizarlos.
Laborem exercens hablaba del trabajo como participación en la Redención; Dilexi te habla de reciclar cartón. Es lo que hay.
El pontífice y las frases de calendario
No faltan los aforismos que harían las delicias de un community manager con alzacuellos:
- «El amor no se impone, se propone».
- «Una Iglesia que no conoce enemigos, sino sólo hombres y mujeres a los que amar».
- «Hay que mirar la realidad con los ojos de los pobres».
Todo dicho con esa modulación tediosa del buenismo universal que ya ni siquiera pretende emocionar: solo llenar espacio.
El Magisterio se ha convertido en un folleto motivacional. Lo que antes era fuego teológico —«las riquezas del mundo son estiércol»— ahora es charla TED:
«El mundo necesita una economía con rostro humano.»
La gran sustitución del verbo
La vieja teología hablaba de redención, sacrificio, mérito, gracia.
Dilexi te habla de “estructuras de injusticia”, “nuevas pobrezas” y “rostro humano”.
Ha desaparecido el pecado original y ha entrado la “inequidad”.
El Papa ya no exhorta a la conversión: exhorta a la solidaridad.
No llama a los santos: convoca a los agentes de desarrollo.
El cristianismo se va convirtiendo en una ONG con incienso opcional, y Dilexi te es su folleto fundacional.
La Doctrina Social de la Iglesia, que León XIII levantó como un edificio de verdad revelada, se ha reducido aquí a una homilía de cooperante laico.
El silencio de los que aún rezan
Uno termina el texto sin enfado, pero con una cierta tristeza educada.
Como el padre que aplaude con discreción mientras su hijo adulto canta desafinado en el escenario, porque ya no hay esperanza de cambio, solo cariño cansado.
Se supone que el Papa debe confirmar a sus hermanos en la fe.
León XIV, en cambio, nos confirma en la sospecha de que el Magisterio se ha mudado al departamento de comunicación de Naciones Unidas.
Y así seguimos: recogiendo, no cartones, sino las migas de lo que un día fue la voz de Pedro.
Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM: