Por qué las bendiciones a parejas irregulares son tan resistidas en la Iglesia
Actualmente las Conferencias Episcopales enfrentan un dilema crucial con la aplicación de la declaración «Fiducia Supplicans», redactada por Tucho Fernández, figura principal de la Doctrina de la Fe de la Iglesia Católica.
La notable resistencia la fundamentan en que no es posible bendecir las uniones en pecado, mientras que desde la Doctrina de la Fe se sostiene lo contrario.
La complejidad está abonada por la redacción confusa del documento en cuestión.
Que es producto de influencias tanto externas como internas de la Iglesia, hasta debido al profundo proceso de transformación que la institución experimenta en su relación con el mundo contemporáneo.
Aquí exploraremos las razones profundas que llevan a muchos sacerdotes a mostrar reticencia hacia la bendición de parejas irregulares.
Examinaremos las fuerzas tanto internas como externas que han llevado a la Doctrina de la Fe a generar un documento tan polémico.
Y sobre el final descubriremos cómo esto es parte de un gran enigma que ha surcado la vida de la Iglesia en estos 2000 años.
«Roma locuta, causa finita», Roma ha hablado y la causa ha terminado, era la forma habitual de resolver cuestiones controvertidas y casos abiertos dentro de la Iglesia Católica.
Durante siglos la palabra solemne de Roma cerraba las discusiones con pronunciamientos contundentes.
Pero hoy no es el caso.
Por el contrario, los pronunciamientos de Roma desgraciadamente parecen aumentar la confusión y elevar las discusiones a niveles extremadamente agitados.
Se podría decir «Roma Locuta, caos infinito».
Y esto no es casual, ni fruto de descuidos de procedimientos.
Como este caso de la Declaración Fiducia Supplicans de 2023, que rompe con la tradición bimilenaria de la Iglesia, abriendo la posibilidad del reconocimiento de las relaciones no heterosexuales, siempre que sean estables, duraderas y sinceramente animadas por el afecto y el respeto mutuos.
Que son las características que el documento destaca como «el bien» que se puede encontrar en las relaciones llamadas «irregulares».
Es un cambio notorio respecto a la conclusión «Dios no bendice ni puede bendecir el pecado», que fue escrita en 2021 por la misma Congregación para la Doctrina de la Fe, liderada entonces por el Cardenal Ladaria.
Cambiando así el enfoque hacia las parejas del mismo sexo, y hacia otras parejas que no están casadas sacramentalmente, en cuestión de dos años.
Y lo peor es que existe la sensación dentro de la Iglesia, tanto entre quienes apoyan plenamente el documento hasta entre quienes se resisten a él, que es un primer paso para redefinir la doctrina sobre la sexualidad que ha tenido la Iglesia desde que se fundó.
Y esta idea también la tienen los movimientos no heterosexuales, así como también la prensa.
Prestigiosos teólogos como el cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se han demostrado militantemente contrarios al documento.
Müller por ejemplo subrayó que «ningún sacerdote católico puede ser obligado contra su conciencia a realizar actos religiosos – incluso en privado y en secreto – que sean objetivamente contrarios a la fe y a la moral».
Y agregó que un sacerdote «debe ayudar a las personas en circunstancias pecaminosas a encontrar el camino de regreso» a Cristo, mediante el asesoramiento y la oración, «y con mucha paciencia y cuidado».
Y que «se debe evitar a toda costa una bendición ficticia con la Señal de la Cruz, que los afectados perciban como una justificación de su comportamiento contra la santa voluntad».
Concluyendo que un acto así, «sería una blasfemia y un pecado contra la salvación de las personas, porque las alienta a seguir un camino que hunde las almas en la ruina».
Mientras otro prestigioso teólogo, Thomas Weinandy, ha dicho que algunos sacerdotes estarán dispuestos a bendecir los matrimonios irregulares y las parejas del mismo sexo y otros no estarán dispuestos.
Por lo que habrá divisiones y acritud dentro de las parroquias y el clero.
La dificultad de este documento es que introduce un cambio extremadamente radical y profundo, bajo cuerda o camuflado, sobre el que:
Muchos sostienen que ni siquiera un pontífice puede realizar, porque se trata de abolir una revelación de Dios en el Antiguo Testamento y de Jesucristo en el Nuevo Testamento.
Incluso hay quienes opinan que el documento trata de sembrar la confusión deliberadamente, cuando los fieles necesitan claridad.
Y por tanto hasta llegan a decir que se trata de una tentación demoníaca.
Que además, hasta podría acarrear problemas legales a los sacerdotes que se nieguen a bendecir parejas no heterosexuales, aduciendo problemas de conciencia, porque el sacerdote podría ser denunciado públicamente por haber cometido un crimen de odio.
De modo que este documento podría poner a la Iglesia en una pendiente resbaladiza de la que será muy difícil levantarse.
Frente a todo esto nos deberíamos preguntar por qué el Vaticano hace una jugada tan peligrosa, que produce tanta confusión y una resistencia como nunca.
Por qué conferencias episcopales enteras se han opuesto al documento.
El documento perfectamente podría haber pedido que los sacerdotes bendijeran a cada persona no heterosexual y no a la pareja, o sea dejando de lado cualquier cosa que sugiriera, aunque sea lejanamente, que se está bendiciendo a la pareja.
Esto habría dado la bienvenida a los no heterosexuales a la Iglesia, al Amor de Cristo, como es la intención esgrimida por el documento.
Sin que pareciera que se da la bienvenida a la pareja, o sea al vínculo, que la Iglesia dice en el Catecismo que es algo desordenado a los preceptos de Dios.
Jesús bendijo a todos. Pero los bendijo y les dijo que «no pequen más».
Y de hecho, durante la bendición final de cada Misa, ¿no son todos bendecidos, sin separar a los que están en estado de pecado de los que no?
Éste es el camino sencillo que la Iglesia podría seguir y que además la absoluta mayoría de los sacerdotes han seguido siempre.
¿Entonces, por qué esta jugada tan riesgosa para supuestamente acceder al reclamo de una población tan pequeña como 4% ó 5%, que dicen las encuestas que se identifican como no heterosexuales?
¿Cómo números tan pequeños pueden sacudir a toda la cultura de la Iglesia?
Se nos ocurren dos razones complementarias.
Una es que la cantidad de no heterosexuales no es un buen indicador de su influencia y poder internacional.
Las grandes naciones de occidente tienen una política clara y agresiva para expandir la cultura no heterosexual en todos lados.
Y la otra es que diversos estudios han mostrado que la proporción de no heterosexuales dentro del clero es notoriamente superior al que se registra en la población general.
Estudios en EE.UU. informan una proporción desde 15% y hasta 50% de sacerdotes no heterosexuales.
¿Y por qué este cambio viene ahora?
Además de la influencia de las dos razones que mencionamos, hay otra fundamental.
Ha accedido a la jerarquía vaticana una generación que tiene una comprensión diferente de la religión que las generaciones anteriores.
No creen que la doctrina de la Iglesia sea una verdad revelada por Dios, porque descreen que Dios se pueda relevar de esa manera a los seres humanos.
Sino que creen que la religión comienza en un movimiento interno del corazón humano, un “sentimiento religioso”, y no con una revelación externa.
Y luego las personas codifican ese sentimiento religioso en una doctrina, tomando los estándares morales de la sociedad de cada época.
Por lo tanto los dogmas pueden ser cambiados por el sentimiento religioso de las personas de cada época.
Esto es el modernismo, que también es la base del Sínodo de la Sinodalidad.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las razones profundas de que el Vaticano haya producido la declaración «Fiducia Supplicans» y el por qué de la resistencia.
Y me gustaría preguntarte qué opinas sobre el problema de fondo de la resistencia hacia la declaración «Fiducia Supplicans».
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