Por Redaccioninfovaticana | 13 de Octubre de 2022
JOSEPH ZEN ZE-KIUN
En la primera charla, el Card. Zen habló sobre el documento de la Comisión Teológica Internacional “La Sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia”. En esta segunda charla, el Card. Zen habla sobre la actitud de ciertos teólogos que, a pesar de participar activamente en el Concilio Vaticano II, consideraron que su postura no había sido plenamente aceptada, por lo que se dedicaron a publicitar su propia lectura del Concilio, afectando amplios sectores de la Iglesia.
Un ejemplo de esto, tanto elocuente cuanto negativo, es el del “Catecismo Holandés” y la Iglesia de los Países bajos, y el abrupto descenso de vocaciones y fieles que se sigue registrando aún hoy año tras año. Es la consecuencia del abuso o mala interpretación de la sinodalidad, cuando los que tienen que gobernar no lo hacen, y los que no tienen que gobernar se levantan a mandar. Una Iglesia totalmente democrática dejaría de ser la Iglesia que fundó Jesucristo. Se dice hoy que el “clericalismo” es el principal obstáculo para la sinodalidad, que afecta a toda la Iglesia. Pero, ¿es correcto este diagnóstico? Los hechos muestran que no, que el principal problema de la Iglesia de hoy es la falta de fidelidad a la tradición y la excesiva democratización. De hecho, no hay mayor clericalismo que empujar a los fieles a puestos de mando en la Iglesia, haciéndoles olvidar de lo central de su vocación, santificarse en el mundo y santificar al mundo.
Otro ejemplo negativo es el de la Iglesia Alemana actual y su “camino sinodal”, que ha llevado ya a consecuencias gravísimas. El “camino sinodal” alemán es fruto de una visión totalmente secularizada, no se ve en él la presencia del Espíritu Santo. Y todos estos equívocos en cierto modo han sido ocasionados y promovidos por expresiones demasiado extremas del instrumentum laboris que vino de la Santa Sede para el Sínodo sobre la Sinodalidad.
Es necesario rezar por la formación de los sacerdotes en los seminarios, y por la fidelidad de cada uno a su propia vocación y rol dentro de la Iglesia, que los fieles participen activamente, y que los pastores gobiernen y guíen a su rebaño.
P. Pablo Trollano IVE
TRANSCRIPCIÓN
Queridos amigos, en nuestra última conferencia introdujimos el actual sínodo, cuyo tema es justamente la “sinodalidad”, y también presentamos un documento muy importante, “La sinodalidad en la Iglesia”. El instrumentum laboris de la curia romana lo cita al principio, lo que muestra que es muy importante. Este documento explica justamente qué es la “sinodalidad”, cuya traducción al chino es “共議同行”, en inglés es “synodality”. “Sinodalidad” es un sustantivo abstracto, significa un espíritu (abstracto), es entonces el espíritu de sinodalidad, -aunque lo espiritual (abstracto) sea difícil de aferrar-.
La sinodalidad debe de tener una forma, y su forma puede verse en la historia de la Iglesia: el primer Concilio Ecuménico de Jerusalén es ejemplar a este respecto. Hay Concilios Ecuménicos, hay también Concilios Episcopales Regionales, y también hay Sínodos de Obispos y Sacerdotes.
Un excelente ejemplo de esto es, como ya mencionamos la vez anterior, el Concilio de Trento. Era un momento muy crítico, la Iglesia tenía gran necesidad de renovación, fue un Concilio muy grande, y duró muchos años, más grande incluso que el C. Vaticano II, porque pasó por tres Papas, -el C. Vaticano II solo pasó por dos papas-, fue un trabajo muy duro y esforzado, pero, al fin, se puede decir que Dios usó este modo para salvar la Iglesia, renovándola verdaderamente.
En relación a la noción de “sinodalidad”, en el C. Vaticano II se habló muy claro, porque el tema del Concilio era precisamente La Iglesia. Ya en el capítulo 1º de la Lumen Gentium se indica qué es la iglesia: es la Iglesia es la presencia de Dios, -no hay solo hombres y mujeres- sino que es la presencia de Dios. El capítulo 2º habla del “Pueblo de Dios”, Dios quiere que toda la humanidad llegue a ser un solo pueblo que lo siga y lo obedezca. Antes, la gente tal vez solía pensar que la Iglesia era solo el obispo y el templo; no es así, debe ser el Pueblo de Dios. Recién en el 3º capítulo de la Lumen Gentium se habla del Obispo. Por lo tanto, el C. Vaticano II dice que es el Espíritu Santo el que guía a la Iglesia, distinguiendo dos niveles, de arriba hacia abajo, y de abajo hacia arriba. De arriba hacia abajo por la jerarquía del orden sagrado, el Papa, los Obispos, y los sacerdotes que ayudan a ambos; abajo están todos los fieles laicos que poseen el oficio sacerdotal y profético, así que todos deben participar activamente, esto es algo muy claro.
Continuemos con nuestra charla de hoy. La verdad es muy preciosa, pero el hombre es propenso a irse a los extremos, a veces demasiado a la izquierda, a veces demasiado a la derecha; hay que tener cuidado, hay que situarse en el justo medio.
El C. Vaticano II fue convocado por el Papa Juan XXIII y por el Papa Pablo VI. Al comienzo estaba lleno de esperanza, fue un proceso muy difícil, pero concluyó con éxito. El nombre del Papa Juan Pablo I es muy interesante, Juan y Pablo, un nombre doble, expresaba que él quería seguir la línea de Juan XXIII y Pablo VI, por desgracia, falleció muy poco tiempo después.
El Papa Juan Pablo II dijo: también utilizaré este nombre, Juan Pablo II, yo también los seguiré, no tengo un camino propio, sino que el Concilio es mi camino. Es así como en la Iglesia se dio esta dirección muy acertada.
Pero este no es necesariamente el caso de otras personas en la Iglesia. Algunos teólogos, a pesar de su contribución al Concilio, sin embargo, al final del Concilio, sentían que su pensamiento no fue plenamente aceptado, y por esto siguieron su propio camino. Lamento tener que dar algunos ejemplos concretos. El ejemplo más conocido: hablemos de la experiencia holandesa y la experiencia de la Iglesia alemana actual.
Veamos la experiencia de la Iglesia católica holandesa. En el C. Vaticano II algunos teólogos muy conocidos de los Países Bajos participaron del Concilio acompañando a sus obispos, y desempeñaron un papel importante. Pero al Concilio no lo deciden los teólogos, sino que son los obispos quienes, tras escuchar a los teólogos y después de una detallada discusión de todos, aprueban el documento final por mayoría absoluta. Por esto, con respecto al Concilio, no hay que atender a lo que dicen estos teólogos, para conocer las enseñanzas del C. Vaticano II hay que leer los documentos del Concilio.
Pues bien, esos teólogos, después de que asistieron al Concilio, sintieron que sus palabras no habían sido del todo aceptadas, y así siguieron divulgando su propia posición. Holanda muy rápidamente publicó su “Catecismo Holandés”, poco después de la conclusión del Concilio en 1966 ya lo habían publicado. Fue un éxito de ventas en su momento, porque en muchas partes era poco ortodoxo, proponiendo una teología nueva. La Santa Sede, por supuesto, estaba muy preocupada; en ese momento, el Papa Pablo VI creyó necesaria una enmienda, pero ellos no lo corrigieron. Con el apoyo de estos teólogos, el Consejo Nacional de Pastoral de los Países Bajos era muy poderoso, y celebraron una reunión en 1970, invitando a los obispos a asistir. Los Obispos ya sabían que era para desafiarlos a ellos, decían que la Iglesia debía de ser democrática, que todos juntos debían gobernar la Iglesia. Antes de esto, los obispos se resistían, pues juzgaban que la Iglesia debe ser gobernada por el obispo. ¡Quién iba a esperar que los obispos, al asistir a la reunión, ante la multitud de teólogos y laicos dijeron: “pues bien, entonces, gobernemos juntos”!, y así capitularon. Este fue un gran fracaso.
Es justo decir que, a partir de ese año la Iglesia en Holanda comenzó a declinar. Tradicionalmente, había más protestantes que católicos en Holanda, pero en las décadas de 1960 y 1970, es decir, en el período del Concilio, en los Países Bajos había más católicos que protestantes. El número de católicos entonces era del 40% de la población del país, a partir de ese momento, fue descendiendo progresivamente. El Papa Juan Pablo II estaba preocupado por esto, en 1979 viajó a los Países Bajos para convocar un Sínodo de Obispos, los resultados no fueron muy satisfactorios, pero él hizo todo lo que pudo. Él quería visitar de nuevo los Países Bajos en 1985, recibió la oposición de muchos, pero finalmente fue. De todos modos, antes de la visita del Papa, surgió una gran polémica en la Iglesia holandesa, se celebró una reunión muy grande, incluso desde ese día se creó un movimiento, llamado “Movimiento 8 de Mayo” en contra de la visita del Papa a los Países Bajos. En 2014, el Papa Francisco también tenía intención de visitar los Países Bajos, los obispos locales le aconsejaron al Papa que no fuera, diciendo que, no es que no lo quisieran recibir, sino que estaban preocupados por la falta de interés de los holandeses en la visita del Papa. ¡Qué tristeza!
En la época del Concilio, los católicos en los Países Bajos eran el 40%, en 2003, habían descendido al 30%, que se redujo al 22% en 2015, y ha ido disminuyendo cada año desde entonces. Una cosa son los católicos registrados, otra cosa son los fieles que realmente van a la Iglesia. En 2006, por ejemplo, el número de fieles era cerca del 20% de la población, pero solo el 1,2% iba a Misa, por esto, muchos templos cerraron, algunos se han convertido en restaurantes, otros en centros comerciales. Realmente triste.
Pero lo más importante es preguntar: ¿Qué hay acerca de la fe de estos fieles? Están los números de las estadísticas: según las estadísticas de 2015, solo el 13% de los fieles cree en el Cielo, un 17% cree en un dios personal, los que creen que Jesús es el Hijo de Dios o enviado por Dios son menos del 50%, menos de la mitad, así que la fe se está debilitando. De vez en cuando, por supuesto, algún obispo se levanta, y no sigue esta tendencia, pero son los menos. Así que, actualmente la Iglesia Católica en los Países Bajos casi ha desaparecido, los templos no abren entre semana, el número de templos ya es reducido, y no están abiertos, abren solo los domingos. Esto refleja claramente que si una iglesia no sigue el plan por Dios está destinada a declinar. Es un ejemplo de lo que no hay que hacer, espero que nosotros podamos mantener el justo medio, por un lado, el espíritu de participación, caminando juntos sinodalmente, pero también es necesario aceptar el gobierno del orden sagrado. Esta es una experiencia a la que debemos prestar atención.
Ahora, ¿por qué quiero traer en cuestión estas circunstancias negativas? Porque, acerca de los documentos que llegaron de la Curia Romana, creo que de la orientación para aplicar este Sínodo es posible que surjan ciertos peligros, porque veo que algunas de las expresiones son muy extremas.
El documento dice que la “sinodalidad” es, por supuesto, la esencia de la Iglesia, y siempre ha sido así. Pero actualmente, dentro de la Iglesia, existe la opinión de que han surgido obstáculos en contra de la sinodalidad, y toda la iglesia debe ocuparse de esto que la afecta profundamente, ¿qué es lo que la afecta? ¡El Clericalismo! El Papa Francisco se refirió muchas veces al Clericalismo, dijo que hay que deshacerse de la cultura del Clericalismo, que es como un lastre del pasado.
Reconocemos que en el pasado tal vez hubo clericalismo en la Iglesia. De hecho, es la tendencia al abuso de autoridad por parte de quienes la ejercen. Pero, actualmente, dentro de la Iglesia ¿existe tal peligro? Parece que no, el peligro actual es la excesiva democratización.
Mirando a nuestro entorno, ¿existe realmente clericalismo en el orden sagrado? Creo que los fieles de hoy no tolerarían al clericalismo, ahora todos estamos mucho más informados, el conocimiento acerca de la Iglesia también ha crecido, por eso creo que se hace excesivo hincapié en el clericalismo, incluso se dice que los abusos sexuales se deben al clericalismo. El abuso sexual lo comete una persona con autoridad contra un subordinado, pero esta situación no es particularmente grave en la Iglesia, de hecho, existe más en las familias, en la que personas con autoridad abusan de su poder, en que un superior abusa a un subordinado. Decir que el mayor problema de la Iglesia ahora es el clericalismo, esto no es necesariamente realidad.
El ejemplo de los Países Bajos refleja que la situación actual es muy peligrosa, en Alemania ha surgido la misma situación. En los últimos años, han comenzado a promover el llamado “camino sinodal”, pero su “camino sinodal” quiere una democracia absoluta, los laicos exigen la misma autoridad que el obispo, votar juntos los asuntos de la Iglesia. Los temas que votaron fueron todos muy radicales, por ejemplo: que las mujeres puedan acceder al sacerdocio, -el Papa Juan Pablo II ya se opuso a ello, y la Iglesia ha discutido este tema muchas veces, siempre en desacuerdo, así que no es que no se haya discutido antes-; segundo, ellos consideran que, al elegir un obispo los fieles deberían tener más peso, es decir, los obispos deberían ser elegidos por los fieles -esto tampoco es correcto, los obispos son nombrados por el Papa-; las uniones homosexuales deberían ser bendecidas por la Iglesia; la conducta homosexual no debería ser considerada pecado; la Iglesia debería revisar la moral; además, como propuso el sínodo de la Amazonía, si no hay suficientes sacerdotes, los que han estado casados durante años y tienen probada virtud, también pueden convertirse en sacerdotes; dentro de la Iglesia no se debe discriminar a los matrimonios que no siguen las normas de la Iglesia, o los que están a favor de la homosexualidad; no se debería, debido a situación matrimonial irregular o declaraciones incorrectas, llegar a despedirlos, o no emplearlos en la Iglesia. ¡Qué afirmaciones tan terribles! Y el Papa lo sabe, el Papa Francisco ha dicho que es bueno que se discuta, pero yo no puedo ver la presencia del Espíritu Santo en el Camino Sinodal de Alemania, parece ser una visión completamente mundana.
Aun así, el sínodo de los Obispos utilizó la misma palabra, “sinodalidad” -la “sinodalidad” en sí misma es una noción muy buena-, sin embargo, se puede abusar de ella. Los que ahora están llevando a cabo este Sínodo en la Santa Sede, ¿respetarán o no la tradición de la Iglesia?, ¿querrán o no levantarse en revolución? Es muy peligroso el anticlericalismo llevado al extremo, porque si los que deberían gobernar no lo hacen, entonces los que no deberían gobernar se alzarán a gobernar, y esto es un gran peligro.
Ahora, la Santa Sede nos ha llamado a caminar “sinodalmente”, es definitivamente muy correcto, la Iglesia ha sido desde el principio una Iglesia “sinodal” hasta el reciente Concilio Ecuménico todo ha sido “sinodal”, pero, si se democratiza absolutamente, dejaría de ser la Iglesia Católica. No sé si será correcto expresarlo así: “la Iglesia Católica no es una institución democrática, pero tiene el espíritu de participación”, porque afirmamos que el pueblo de Dios es también sacerdote, también es profeta, pero hay otro sacerdocio ministerial, con los sucesores de los Apóstoles presidiendo la Iglesia.
Al decir esto, parece que estoy arrojando agua fría, no es así, hay que tener cuidado, evitar estos peligros, porque la influencia que viene de allí puede ser negativa. Nuestros fieles sencillos tal vez no vean nada inapropiado en ello, pero yo estoy un poco preocupado por estos comentarios, por ejemplo, acerca del anticlericalismo. Si el clericalismo está mal, el anticlericalismo tampoco es correcto. El clericalismo es la hegemonía del sacerdocio, pero el anticlericalismo significa que no hay sacerdocio, que todos somos iguales, y esto no es correcto. Existe una Jerarquía Sagrada dentro de la Iglesia, los sucesores de los Apóstoles, el Espíritu Santo les ha dado el Orden, llamándolos a que presidan a los laicos. Los fieles deben participar, y dar su opinión con entusiasmo.
Es muy importante saber lo que ocurre en la Iglesia, es posible que muchos fieles no lo sepan, por ejemplo, esto que ocurre en Alemania. Hay muchas cosas que los fieles deben saber. Debemos ser humildes, y asumir cada uno su propia responsabilidad. El clero no debe ser autoritario, pero los laicos tampoco deben ser anticlericales. Debemos someternos al régimen que Dios nos ha dado, y promover el espíritu que Dios nos ha dado, es un espíritu de participación, todos deberían participar activamente, participar, unirse, teniendo como fin el apostolado. En medio de las dificultades, la predicación ha dado frutos, y cada año muchas personas reciben el bautismo.
El tema de hoy se suma a lo dicho la última vez, la “sinodalidad” es muy importante, es la esencia de la Iglesia, sin duda, Pero ¿cómo se lleva a cabo? Hay un guía que preside, y los que lo siguen tienen una organización dentro del grupo, no es una anarquía. Si aquellos que Jesús eligió para regir la Iglesia no gobiernan, habrá confusión y caos, y se levantarán a gobernar quienes no deberían. Por esto, debemos pedirle a Dios una buena formación para nuestros sacerdotes en el seminario, que los sacerdotes y obispos no busquen sus intereses, sino que busquen la voluntad de Dios, y así caminemos todos juntos. Solo entonces, no solo seguiremos existiendo, sino que, además, más personas caminarán junto a nosotros, para que todos conozcan las enseñanzas de Jesús, para que todos puedan gozar de los sacramentos de la Iglesia. Para que, en medio de un mundo difícil, podamos marchar en la dirección correcta, y caminar por la vía de la felicidad eterna.
(Selección y traducción: P. Pablo Trollano IVE)
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