Nacido en Lydda, Palestina, la tierra de Jesús, era hijo de un agricultor muy estimado. Entró al ejército y llegó a ser capitán. Se hizo famoso porque al llegar a una ciudad de Oriente se encontró con un terrible caimán (o dragón o tiburón) devoraba a mucha gente y nadie se atrevía a acercársele. San Jorge lo atacó valientemente y acabó con tan feroz animal. Y reuniendo a todos los vecinos que estaban llenos de admiración y de emoción, les habló muy hermosamente de Jesucristo y obtuvo que muchos de ellos se hicieran cristianos.
Pero el emperador Diocleciano mandó que todos tenían que adorar ídolos o dioses falsos y prohibió adorar a Jesucristo. El capitán Jorge declaró que él nunca dejaría de adorar a Cristo y que jamás adoraría ídolos. Entonces el emperador declaró pena de muerte contra él. Lo primero que hizo Jorge fue distribuir todo su dinero a los pobres. Despidió a sus criados y se dispuso al martirio, muy animoso. Presentóse al emperador, declarando que era cristiano y protestando, con gran sabiduría y elocuentes razonamientos, contra los decretos persecutorios. Diocleciano le contestó:
"Joven capitán, reflexionadlo bien y pensad en vuestro porvenir"
Y para estimularle a la adoración de los falsos dioses, le prometió grandes distinciones y dignidades, amenazándole, a la vez, con durísimas penas si no se decidía a ejecutar sus mandatos. Replicóle Jorge:
Comenzaron enseguida los tormentos del Mártir: azotes, garfios de hierro que le arrancaban la carne, baños de cal viva, introducción en un tonel lleno de agudos clavos. Pero el esforzado capitán lo sufrió todo sin exhalar una sola queja, con sobrenatural entereza, contemplando con admiración cómo se curaban milagrosamente sus llagas... A Jorge lo martirizaron y mientras lo azotaban, él se acordaba de los azotes que le dieron a Jesús, y no abría la boca, y sufría todo por Nuestro Señor sin gritar ni llorar.
Renunció el emperador a nuevas tentativas; y persuadido de que era invencible la fe de Jorge, pronunció la sentencia final. Cuando lo iban a matar decía:
El Santo fue atado a la cola de un brioso caballo y arrastrado así por las calles de la ciudad. Él siempre rezaba y Dios siempre lo escuchaba. Al oír la noticia de que ya le iban a cortar la cabeza se puso muy contento, porque él tenía muchos deseos de ir al cielo a estar junto a Nuestro Señor Jesucristo. Después fue bárbaramente decapitado, en las afueras.
Su cuerpo fue trasladado más tarde a Lydda, población de Tierra Santa, tal como él mismo, según parece, había dispuesto. El culto a San Jorge se extendió pronto por todo el Oriente, y fueron numerosas las peregrinaciones a su sepulcro. A ellas se debe principalmente la veneración que también en el Occidente se le profesa. Todos los peregrinos que iban de aquí a Palestina, visitaban la tumba del Santo, que estaba en una magnífica basílica, construida probablemente por Constantino, el primer emperador cristiano, muy entrado ya el siglo IV.
Muchas otras iglesias han sido dedicadas a San Jorge, en diversos lugares de la cristiandad. Constantinopla tenía antiguamente cinco o seis. Diversos monasterios orientales reconocían por Patrón a San Jorge. A fines del siglo VII, el Papa León II dedicó en Roma un templo a los mártires San Jorge y San Sebastián, capitanes uno y otro de la guardia imperial. Un siglo más tarde era transportada a Roma la cabeza de San Jorge y desde entonces creció notablemente su culto en la Ciudad Eterna y difundióse pronto por Francia, por España y otros países vecinos.
Son muchos los reinos y naciones que tienen a San Jorge por Patrón, por haberles auxiliado en sus luchas contra los sarracenos u otros enemigos. Durante la Edad Media le invocaban todos los guerreros en los momentos de mayor peligro, Inglaterra, Lituania, Suecia, Rusia, Génova y otros estados se han honrado con su dichoso patrocinio.
Fuente - Texto tomado de EWTN:
"Que eran inútiles aquellas promesas y amenazas"Indignado Diocleciano ante tan inesperada respuesta, mandó encerrarle en una tenebrosa cárcel.
Comenzaron enseguida los tormentos del Mártir: azotes, garfios de hierro que le arrancaban la carne, baños de cal viva, introducción en un tonel lleno de agudos clavos. Pero el esforzado capitán lo sufrió todo sin exhalar una sola queja, con sobrenatural entereza, contemplando con admiración cómo se curaban milagrosamente sus llagas... A Jorge lo martirizaron y mientras lo azotaban, él se acordaba de los azotes que le dieron a Jesús, y no abría la boca, y sufría todo por Nuestro Señor sin gritar ni llorar.
El juez encargado del proceso de Jorge ordenó que le propinaran una pócima venenosa, la cual no le causó daño alguno. Creyendo entonces que todos aquellos prodigios eran debidos a un desconocido y maravilloso arte mágico, le invitó a que resucitase a un muerto, para probar el poder de Dios. Jorge fue conducido ante un sepulcro, invocó allí el nombre del Señor, y salió inmediatamente el difunto que en el mismo estaba enterrado. Tan grandes milagros no consiguieron vencer la obstinación pagana.
Diocleciano intentó una vez más convencer a Jorge, prometiéndole los honores más encumbrados si sacrificaba a los dioses del Estado.
Diocleciano intentó una vez más convencer a Jorge, prometiéndole los honores más encumbrados si sacrificaba a los dioses del Estado.
"¿A qué dioses? -preguntó Jorge-. Vamos a verlos"
Y pidió que le acompañasen a un templo próximo. Habiendo entrado en él, increpó a uno de los ídolos, intimándole a que proclamase la existencia de un solo Dios. La estatua respondió con una señal afirmativa, con gran asombro de todos los presentes. Entonces hizo Jorge la señal de la Cruz, y los ídolos cayeron de sus pedestales. Este estupendo suceso ocasionó la conversión de muchos gentiles y la de la misma emperatriz Alejandra.
Renunció el emperador a nuevas tentativas; y persuadido de que era invencible la fe de Jorge, pronunció la sentencia final. Cuando lo iban a matar decía:
"Señor, en tus manos encomiendo mi alma"
El Santo fue atado a la cola de un brioso caballo y arrastrado así por las calles de la ciudad. Él siempre rezaba y Dios siempre lo escuchaba. Al oír la noticia de que ya le iban a cortar la cabeza se puso muy contento, porque él tenía muchos deseos de ir al cielo a estar junto a Nuestro Señor Jesucristo. Después fue bárbaramente decapitado, en las afueras.
Su cuerpo fue trasladado más tarde a Lydda, población de Tierra Santa, tal como él mismo, según parece, había dispuesto. El culto a San Jorge se extendió pronto por todo el Oriente, y fueron numerosas las peregrinaciones a su sepulcro. A ellas se debe principalmente la veneración que también en el Occidente se le profesa. Todos los peregrinos que iban de aquí a Palestina, visitaban la tumba del Santo, que estaba en una magnífica basílica, construida probablemente por Constantino, el primer emperador cristiano, muy entrado ya el siglo IV.
Muchas otras iglesias han sido dedicadas a San Jorge, en diversos lugares de la cristiandad. Constantinopla tenía antiguamente cinco o seis. Diversos monasterios orientales reconocían por Patrón a San Jorge. A fines del siglo VII, el Papa León II dedicó en Roma un templo a los mártires San Jorge y San Sebastián, capitanes uno y otro de la guardia imperial. Un siglo más tarde era transportada a Roma la cabeza de San Jorge y desde entonces creció notablemente su culto en la Ciudad Eterna y difundióse pronto por Francia, por España y otros países vecinos.
Son muchos los reinos y naciones que tienen a San Jorge por Patrón, por haberles auxiliado en sus luchas contra los sarracenos u otros enemigos. Durante la Edad Media le invocaban todos los guerreros en los momentos de mayor peligro, Inglaterra, Lituania, Suecia, Rusia, Génova y otros estados se han honrado con su dichoso patrocinio.
San Jorge mártir es el Patrono de Inglaterra y de los Boys Scouts. Su culto alcanzó gran celebridad desde muy antiguos tiempos en la Iglesia. La Iglesia de Oriente lo llama "El gran mártir". En tiempos de Las Cruzadas, el rey Ricardo Corazón de León se convenció en Tierra Santa de que San Jorge tenía un gran poder de intercesión en favor de los que lo invocaban y llevó su devoción a Europa, especialmente a Inglaterra.
Que Dios nos conceda
valor como a San Jorge
para luchar contra
el dragón infernal
y vencerlo y no permitirle
que nos esclavice
con sus tentaciones
Fuente - Texto tomado de MULTIMEDIOS.ORG: