Historia tenebrosa Cerro de la Popa Cartagena
En la época de la Colonia, se le rendía culto al diablo en la parte posterior del cerro, o al menos eso decían los españoles de la época: que allí los indios y esclavos acudían clandestinamente a adorar a una deidad llamada "Buziriaco" o "Cabro Urí", con apariencia de macho cabrío.
Javier Ocampo López, autor de Leyendas populares colombianas, dice que estos cultos los realizaba un mestizo llamado Luis Andrea, y que tenían lugar en las vísperas de las fiestas cristianas de San Juan, la Navidad y el Día de Todos los Santos, y que hasta el mismo Buziriaco asistía a la celebración.
La conjura para atraer a la deidad, en realidad Satanás, transcurría de la siguiente manera, según Ocampo: "Cuando se invocaba a Satanás, el mohán Luis Andrea de Turbaco echaba dentro de una olla de barro unas pedrezuelas, semejantes a las habas, y meneándolas dentro de aquella decía: Buziriaco, vení. Satanás aparecía en figura humana ante el mohán y le enseñaba a conquistar almas para su culto, que cada día tomaba mayor crecimiento". Los idólatras se habían construido un bohío para adorar a su querido Buziriaco, a modo de búnker, herméticamente cerrado, sin puertas ni ventanas, "para que la oscuridad reinara siempre, como conviene el Señor de las Tinieblas", dice Ocampo.
Las crónicas contaban que, estando un día Fray Alonso de la Cruz Paredes en el convento de La Candelaria de Ráquira, se le apareció la Virgen Santísima dándole instrucciones claras: Debía edificar una iglesia en el cerro más próximo a Cartagena, pues era necesario devolverles la fe cristiana a los paganos de aquellas tierras en las que, según tenía noticias, habitaba un espíritu maligno con forma de chivo o macho cabrío, al que sus seguidores satánicos rendían culto bajo la dirección del nativo Luis Andrea, quien, como pueden ustedes imaginar, terminó sus días en el calabozo de la inquisición.
El fraile, ni corto ni perezoso, se puso manos a la obra, y acudió al lugar dispuesto a acabar con aquel nido de adoración al diablo. "Allí escucharon los gritos de los indios y los mestizos que danzaban alrededor de Urí el macho cabrío, representante de Buziriaco -cuenta Ocampo-. El agustino entró al bohío y quedó asombrado de la escandalosa escena que allí ocurría en su culto al demonio. Los indios, despavoridos corrieron hacia el cabro Urí, al que rodearon con sus cuerpos. Fray Alonso rompió bríosamente la barrera que se le oponía, y agarrando al cabro por el rabo, lo arrastró hasta el borde de un precipicio que había cerca del bohío; y con todas sus fuerzas lo lanzó al abismo. Los indios lanzaron gritos de pavor y huyeron todos, desparramándose por la colina".
Y es por este motivo por el que al escabroso lugar en el que supuestamente se hallaba aquel bohío endemoniado se le conoce hoy en día como El Salto del Cabrón. La construcción del templo religioso no estuvo exenta de obstáculos sobrenaturales, y es que, por lo visto, el diablo Buziriaco no dejaba de incordiar lanzando truenos, lluvias, vendavales, rayos y furias contra la edificación. Debía estar muy enfadado, pero nada pudo su cólera contra la determinación de aquel maldito fraile, así que al final se dio por vencido, y Buziriaco ordenó al mohán que se estableciera en Icacos, lo que hoy es Bocagrande.
Sin embargo, Fray Alonso de la Cruz no escaparía a la venganza del diablo, pues algunos años después, un Miércoles de Ceniza, encontró la muerte a manos de un indio. Y dicen que aquel día cayeron otros religiosos en manos de los indígenas y que incendiaron la iglesia que tanto esfuerzo le había costado construir, con el cuerpo de Fray Alonso dentro, a excepción de la cabeza, "que se trajo y conservó con reverencia en el convento de La Popa".
Esta es, a grandes rasgos, la versión de la leyenda que recogió Ocampo. En 1961 se devolvió el convento a los religiosos, de modo que, hoy en día, el convento acoge el Museo Religioso, abierto a las visitas del público junto al claustro, un lugar maravilloso y digno de ver. Dicen que al pie del cerro de La Popa se oyó una "cumbia" por primera vez, porque los esclavos se juntaban allí a cantar y bailar sus penas al ritmo frenético de los tambores.
La historia de
Nuestra Señora de la Candelaria
de la Popa (Cartagena de Indias)
La historia dice que la Virgen se apareció por primera vez en Colombia en 1606 a Fray Alonso de la Cruz Paredes, fraile agustino que se encontraba en un convento en Ráquira (en la zona andina del país). Le pidió que le hiciera un altar lejos de allí, en Cartagena de Indias, para devolver la fe a sus habitantes.
En 1607 se levantó una sencilla capilla de madera y techo de palma. Después se construyó el convento que fue bautizado con el nombre actual porque tiene forma de la popa de una galera.
La leyenda dice que los mulatos del lugar le rendían culto a un espíritu maligno con forma de chivo. El fraile arrojó la figura desde un extremo del cerro y desde entonces ese precipicio se llama el Salto del Cabrón, en alusión al chivo.
Hoy, el Cerro de la Popa sigue siendo el faro de la fe de los cartageneros y desde allí la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria sigue intercediendo por la ciudad.
Mi nota personal
¿Quieren ustedes saber cómo conectamos la historia del demonio de Cartagena con otra historia de las Tres Cruces de Cali?
Esta es la nueva historia que cuentan Las Tres Cruces
en sus 80 años (año 2018)
Enero 14 de 2018 - 7:55 a.m.
Por: Santiago Cruz Hoyos
El monumento de las Tres Cruces, como desde tiempos inmemoriales, continúa exorcizando a Cali, aunque no de una manera propiamente religiosa.
Dice la leyenda que las Tres Cruces se erigieron en el cerro precisamente para exorcizar al diablo que rondaba la ciudad con un sombrero negro. Aquel demonio tenía nombre incluso: Buziriaco.
La leyenda ofrece otros datos. Buziriaco, primero, habría llegado al cerro de La Popa, en Cartagena, donde era adorado por indígenas y negros. Sin embargo, el monje Fray Alonso de la Cruz Paredes y el obispo Juan Ladrada se encargaron de expulsarlo. Buziriaco huyó despavorido en forma de macho cabrío y no se sabe muy bien por qué, pero llegó a Cali.
Se calcula que su "reinado" duró 300 años en los que de vez en cuando se aparecía en el cielo como murciélago gigante y enviaba todo tipo de plagas y enfermedades: el dengue, la viruela, la lepra.
Fueron dos frailes Franciscanos, seguramente asqueados de tantas tragedias que tenían que soportar los habitantes de la ciudad, los que le hicieron frente. El 3 de mayo de 1837 Fray Juan y Fray Vicente Cuesta subieron hasta el cerro con tres cruces de guadua adornadas con flores, por orden de la Arquidiócesis. Con las cruces encerraron al demonio en la montaña.
Desde entonces surgió una costumbre que pareciera codificada en el ADN de los caleños: subir al cerro. El 3 de mayo de cada año (Día de la Santa Cruz) se organizaban procesiones para cambiar las cruces por unas nuevas y mantener a Buziriaco a raya.
Muchos años después monseñor Marco Tulio Collazos propuso cambiar las tres cruces de madera por un monumento definitivo y resistente al paso del tiempo, levantado en hierro y cemento. La idea fue acogida de inmediato y la obra comenzó a ejecutarse el 26 de mayo de 1937. Finalizó 8 meses después, el 6 de enero de 1938, lo que indica que el monumento de las Tres Cruces acaba de cumplir 80 años (2018). En todo caso la costumbre de ascender al cerro como si aún se requiriera cambiar las cruces de madera continúa hasta hoy.
Datos, ¿olvidados?, del monumento
1. La construcción del monumento de las Tres Cruces fue encargada al ingeniero Argemiro Escobar, nacido en La Unión, Valle, y al maestro de obra Luis Felipe Perea.
2. La base donde están las cruces tiene 420 metros cuadrados. La cruz central, la más grande, mide 26 metros de altura y 11 de ancho. Las otras dos cruces miden 22 metros de altura y 8 metros de ancho.
3. El monumento se comenzó a construir para la celebración del cuarto centenario de Cali y los 100 años de la instalación de las primeras cruces de madera por parte de los frailes Franciscanos Fray Juan y Fray Vicente Cuesta.
4. Por cierto: el 7 de junio de 1925 ocurrió un terremoto de 6.8 en la Escala de Richter, que tumbó no solo las cruces de madera sino iglesias y casas. Algunos habitantes de la época le atribuyeron el suceso a la liberación del demonio Buziriaco del cerro, por lo que apoyaron lo que 12 años después propuso Monseñor Marco Tulio Collazos: construir un monumento definitivo en cemento e hierro.
5. Marco Tulio Collazos, además de sacerdote, era arquitecto. Nacido en Pavas, se graduó por correspondencia.
6. La tradición de subir al cerro el 3 de mayo obedece a que ese día se celebra el Día de la Santa Cruz.
7. Aunque el cerro es visitado a diario por los caleños, en Semana Santa suben en promedio 700 mil personas. Es una tradición de la ciudad.
8. Una de las costumbres de los creyentes en la cima era encender velas como muestra de su fe y devoción a Cristo. Además incrustaban cruces pequeñas en la montaña, como homenaje a los familiares fallecidos. Las familias organizaban el famoso paseo de olla para ascender al cerro y los vendedores ofrecían “el vaso de agua” a 1 peso, por cierto. Ahora se venden jugos y frutas no solo en el monumento, sino durante el ascenso.
9. Según la historia, para construir el monumento de las Tres Cruces se requirieron 30.000 litros de agua.
10. El ascenso más tradicional al cerro es el ubicado en Altos de Normandía. Por ese camino para llegar a la cima se recorren 480 metros.
Fuente - Texto tomado de ELPAIS.COM:
Santuario Nuestra Señora de la Candelaria La Popa - Cartagena de Indias
Foto tomada del perfil de Facebook
Fuente - Texto tomado del Ebook:
Colombia sobrenatural - De Mado Martínez
Fuente - Texto tomado de ES.ALETEIA.ORG:
Video tomado de YOUTUBE: