Por Carlos Esteban | 1 de Noviembre de 2023
El National Catholic Register ha querido conocer la visión del sínodo que tiene uno de sus participantes más inusuales: el cardenal alemán Gerhard Müller, que se teme lo peor de lo que nos queda por venir.
“No dicen abiertamente lo que quieren decir. No pueden decir abiertamente: «Queremos contradecir la Palabra de Dios». Pero están introduciendo una nueva hermenéutica con la que quieren reconciliar la Palabra de Dios con estas ideologías anticristianas”, declara el exprefecto para la Doctrina de la Fe al vaticanista Edward Pentin. “Pero no podemos reconciliar a Cristo y el Anticristo. Esta ideología homosexual, ‘LGBT’ es, en esencia, una ideología anticristiana. Es el espíritu del Anticristo el que habla a través de ellos”.
Comparándolo con otros sínodos en los que ha participado, Müller encuentra que este sínodo está en cierto modo ‘trucado’, lo que apunta a un resultado preordenado. “En sínodos anteriores eran los obispos los que guiaban todo. Su organización y aportes no vinieron desde arriba. En sínodos anteriores, todos los obispos en el plenario podían hablar de lo que quisieran. Ahora todo está guiado, está preorganizado y es difícil hablar en el Pleno porque el tiempo disponible es corto y, según las reglas, sólo se puede hablar una vez y sólo durante tres minutos”.
Otro de los aspectos desconcertantes es ese énfasis en que todo lo que allí se decía procedía del Espíritu, entendemos que Santo, lo que llevaba a igualar las contribuciones de los doctos con las de los iletrados. “Eran las voces del Espíritu Santo, como si fuéramos principiantes en el estudio de la teología. Era como en el seminario o en la universidad, pero un sínodo no es una escuela para principiantes, – sin embargo, nos hablaban como si […] los obispos no supieran mucha teología. Muchos obispos allí entendían teología y no podían hablar”.
Y pone un ejemplo: “Uno de los oradores asignados […] habló de un familiar que era bisexual, que se suicidó, y la conclusión era que la Iglesia debe estar abierta, no a estas personas sino a la ideología. La ideología tiene la culpa. Pero no podemos resolver cuestiones y problemas teológicos a través de las emociones. Esto es solo hablar emocionalmente del Espíritu Santo y nos han dicho que no debemos entrar en controversias, que no es posible hablar en contra de algo o seremos estigmatizados como enemigos del Espíritu Santo”.
Pero no hablan expresamente del Espíritu Santo, sino del «Espíritu», lo que lleva a Müller a recordar la Primera Carta de San Juan cuando, en el capítulo cuarto, al principio, dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios, y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios”.
“Algunos oradores también hablan de apertura y definen qué es la tradición, que “no sería estática, sino dinámica”. Pero al final, todas estas reflexiones llamadas sinodales pretenden prepararnos para aceptar la homosexualidad. Sólo esto: No hubo mención de Jesucristo [o] de la Revelación divina, de la gracia de las personas humanas creadas a imagen y semejanza de Dios, y de Dios como meta de nuestra existencia humana. Todo está patas arriba para que ahora tengamos que estar abiertos a la homosexualidad y a la ordenación de mujeres. Si analizamos todo, se trata de convertirnos a estos dos temas”.
Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:
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