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Por Editor de ChurchPOP - Julio 29 de 2020
¿Escuchaste alguna vez hablar de la dimicatio? Se trata de una palabra latina que refiere al conjunto de oraciones hechas para alejar al demonio de una comunidad o lugar.
En su obra Exorcística, el padre José Antonio Fortea explica cómo se debe realizar este tipo de oración y la necesidad de dedicar tiempo a combatir el accionar demoníaco en el mundo.
El padre Fortea explica que la dimicatio es lo que algunos llaman de un modo más genérico “lucha espiritual”.
"A Dios no solo se le puede suplicar que expulse un espíritu maligno de una persona, sino que también se le puede pedir que lo aleje de un grupo de personas o de un determinado ámbito", explica el sacerdote.
“Es un arma en un combate en el que hay dos contendientes: el demonio actuando con el arma de la tentación, los fieles de Dios con el arma de la oración. Se trata de un combate espiritual e invisible”
El padre Fortea reconoce que la dimicatio nunca es necesaria, pero “este tipo de oración no es superflua, sino que a veces es conveniente” (P. 45).
La importancia de la dimicatio en comunidad
Este tipo de oración se puede practicar de modo individual o comunitario. Sin embargo, “no da lo mismo que practiquen esta súplica un solo laico que varios a la vez. Si un grupo de laicos pide a Dios que ate la actuación del demonio, Dios atará a ese demonio pues no dejará sin atender su súplica”.
¿Tiene algún ritual específico?
No tiene un ritual específico, pero tiene básicamente dos partes. Una primera en que se le pide a Dios que aleje al demonio de un grupo de personas (una parroquia, un convento, un lugar concreto, un país) y una segunda parte en que se conjura al demonio en el nombre de Dios a que se aleje de ese lugar (solo para sacerdotes).
Recuerda el padre Fortea a modo de advertencia: “La dimicatio puede ser realizada por un grupo de oración en el que solo haya laicos, pero si hay una orden directa al demonio, debe hacerla un ordenado in sacris”, es decir, un sacerdote.
Los laicos de un grupo de oración, nunca deben dirigirse al demonio, solo deben suplicar a Dios que ate al Maligno y su influencia.
El padre Fortea señala cuatro partes ideales:
1. Confessio: petición de perdón por los propios pecados.
2. Glorificatio: un momento dedicado a alabar a Dios.
3. Supplicatio: súplica a Dios para que aleje al demonio.
4. Coniuratio: el sacerdote ata al demonio para que no ataque a un grupo determinado (solo para sacerdotes).
¿Qué influencia tiene este tipo de oración?
“La dimicatio que se haga por una región entera no significa que esa región no vaya a sufrir ninguna tentación nunca más de parte del demonio, pero ciertamente sufrirá menos”, explica el padre Fortea.
Y agrega: "Si la oración que se ha hecho es insuficiente, el demonio podrá seguir tentando, pero aún así encontrará más atado, más impedido, su poder de tentación” (P. 46).
¿Cuántas veces hay que realizar esta oración?
La dimicatio se puede realizar semanalmente o diariamente, de forma individual o en grupo, puede durar lo que unos segundos o incluso diez o quince minutos.
¿Hay algún lugar indicado para realizarla?
“Normalmente esta ceremonia debe realizarse a puerta cerrada por el equipo que ayuda al exorcista, o en una capilla aparte”, comenta el sacerdote.
¿Cómo saber cuándo es necesaria la dimicatio?
El padre Fortea precisa que “lo normal es que la mayoría de las comunidades nunca precisarán que su párroco o un grupo de oración practiquen la dimicatio, pero hay casos especiales en que la acción del demonio es tan palpable, se percibe con tal claridad, que será conveniente hacerla” (P. 47).
¿Y qué oración rezar?
En su manual Summa Daemoniaca el padre Fortea recomienda la siguiente oración de Liberación:
Invocaciones a Nuestro Señor Jesucristo
Jesús, Hijo del Dios vivo,
ten misericordia de mí.
Jesús, imagen del Padre,
Jesús Sabiduría eterna,
Jesús, esplendor de la luz eterna,
Jesús, Hijo de la Virgen María,
Jesús Dios y hombre,
Jesús, Sumo Sacerdote,
Jesús, heraldo del reino de Dios,
Jesús, camino, verdad y vida,
Jesús, pan de vida,
Jesús, vid verdadera,
Jesús, hermano de los pobres,
Jesús, amigo de los pecadores,
Jesús, médico del alma y del cuerpo,
Jesús, salvación de los oprimidos,
Jesús, consuelo de los abandonados,
Tú que viniste a este mundo,
ten misericordia de mí
Tú que liberaste a los oprimidos
por el Diablo,
Tú que pendiste de la Cruz,
Tú que moriste por nosotros,
Tú que yaciste en el sepulcro,
Tú que descendiste a los infiernos,
Tú que resucitaste de entre los muertos,
Tú que ascendiste a los cielos,
Tú que enviaste
al Espíritu Santo a los Apóstoles,
Tu que te sientas a la derecha del Padre,
Tú que has de venir a juzgar
a los vivos y a los muertos.
Por tu encarnación,
líbrame, Señor,
por tu nacimiento,
por tu bautismo y tu santo ayuno,
por tu Cruz y tu Pasión,
por tu muerte y resurrección,
por tu admirable ascensión,
por la efusión del Espíritu Santo,
por tu gloriosa venida,
Sálvame, Cristo Salvador,
por la fuerza de tu Cruz + [el fiel
puede signarse].
Tú que salvaste a Pedro en el mar,
ten misericordia de mí.
Por el signo de la Cruz +,
líbranos de nuestros enemigos,
Dios nuestro.
Por tu Cruz + sálvanos,
Cristo redentor,
que muriendo destruiste
nuestra muerte y resucitando
restauraste la vida.
Honramos tu Cruz +, Señor.
Recordamos tu gloriosa Pasión.
Ten compasión de nosotros,
tu que padeciste por nosotros.
Te adoramos Cristo y te bendecimos,
que por tu santa Cruz + redimiste al mundo.
Fuente - Texto tomado de ES.CHURCHPOP.COM: