Día Quinto
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro defiende a sus devotos en las tentaciones.
La vida del cristiano sobre la tierra es una lucha constante. Rodeados estamos de enemigos; de enemigos de todas clases, que se conjuran contra nosotros, maquinando nuestra perdición y ruina; ¿quién nos defenderá en medio de tantos peligros? La que continuamente vela por sus hijos: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que por sí sola es más terrible que un ejército puesto en orden de batalla contra los enemigos del alma, la que es Torre de David, fortaleza inexpugnable de la cual penden mil escudos, armadura de los fuertes y al mismo tiempo Madre nuestra; como una madre tan tierna y amorosa, más desea Ella concedernos su socorro que nosotros alcanzarlo.
Pedir la gracia
que se desea conseguir.
Rezar 3 Avemarías
y la oración correspondiente
Oración
¡Oh María! Si he tenido la desgracia de pecar; yo mismo he sido el autor de esta desgracia. ¡Ah! Si yo os hubiera invocado, Vos hubierais acudido en mi socorro y yo no hubiera caído. Haced, Madre mía, que en la hora del peligro me acuerde de Vos y os invoque diciendo:
¡Madre mía, socórreme!
Así saldré con la victoria.
Fuente - Texto tomado del Libro "Acudamos a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro" - Heraldos del Evangelio (Caballeros de la Virgen)