Por Carlos Esteban | 13 de marzo de 2020
La secuencia de los acontecimientos es mareante y, como viene siendo habitual en los últimos años, terriblemente confusa. Veamos cómo ha sido.
El 8 de marzo, cuando Italia está al borde del cierre total por culpa de la crisis del coronavirus, la Conferencia Episcopal Italiana emite un comunicado en el que anuncia la suspensión de las misas mientras dure el Estado de excepción decretado por el Gobierno. Hace en todo momento referencia a las medidas adoptadas por el Ejecutivo, ateniéndose a la interpretación más restrictiva, sin protestas y en un lenguaje burocrático que habrá entristecido a no pocos fieles italianos.
Pero va a peor: el 12 de marzo, ya no se trata simplemente de que no haya misas públicas, pudiendo los fieles al menos ir a las iglesias a rezar o a adorar al Santísimo. No, las iglesias echan el cierre. Imaginen el cuadro, y su impacto en la conciencia colectiva: en medio de una peste y en Cuaresma, todas las iglesias cerradas.
Y esta misma mañana, durante la celebración de la Santa Misa en su residencia de Casa Santa Marta, el Papa advierte en su homilía que “las medidas drásticas no siempre son buenas”, recordando que no se puede dejar al pueblo de Dios sin el consuelo de “la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración”. Y casi de inmediato, el Vicario de Roma, el Cardenal de Donatis, ha revocado parcialmente su decisión de ayer y los fieles pueden visitar nuevamente las iglesias parroquiales y misioneras.
Ahora vamos al relato.
Tal como se explican los acontecimientos:
El episcopado italiano sobrerreaccionó y actuó por su cuenta, y Su Santidad, al fin obispo de Roma además de pontífice de todos los católicos, tuvo que llamarles al orden. Resumiendo: los obispos se equivocan, el Papa les obliga a rectificar.
Solo que no cuadra en absoluto, no es posible, sencillamente. El decreto de cierre de las iglesias especifica claramente que las medidas se tomaron después de consultar con el Santo Padre, lo que sería obvio incluso sin decirlo. Roma es su diócesis, Roma está dentro de Italia, no podrían tomar esa medida sin el placet expreso del Pontífice.
Entonces, ¿qué? Bueno, lo que sabemos en buena lógica es que Francisco pensó en un momento que era una buena idea y luego se dio cuenta de que no. No pasa nada, todos tomamos en algún momento decisiones equivocadas, o que al cabo de un tiempo juzgamos equivocadas, nos arrepentimos y echamos marcha atrás. En todo caso, la medida y su rápida rectificación darían cierta imagen de ineptitud y caos, pero nada más, no es el fin del mundo.
Y, sin embargo, los sicofantes de guardia no pueden permitirlo: los obispos se han equivocado y el Santo Padre ha acertado, una vez más. Más que por infalible, parece que tomaran a Francisco por impecable. Así que no tendremos explicación, como no nos ha quedado claro por qué se convoca un sínodo eligiendo a dedo a todos los que van a defender determinadas medidas para luego obviarlas en la exhortación postsinodal. Y así vamos, a oscuras, tanteando.
Favor leer:
CORONAVIRUS: ¿Profecía? ¿Arma Biológica? ¿Pandemia? ¿Espeluznante coincidencia en el año 2020?
ATERRADOR - CORONAVIRUS - ¿Un arma biológica? - “El coronavirus se fabricó en un laboratorio chino” asegura un científico estadounidense
REFLEXIÓN: ¿Llamado de atención de Dios?
Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:
https://infovaticana.com/2020/03/13/ni-si-ni-no-sino-todo-lo-contrario/