Día Séptimo
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro ampara a sus devotos en la hora de la muerte.
El instante solemne en que morimos se decide nuestra suerte feliz o desgraciada por toda una eternidad. Ésa es la hora en que el demonio despliega toda su astucia y todas sus fuerzas para tratar de perder una nueva alma. Pero no desmayemos: tengamos confianza, porque esa también es la hora de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. No en vano todo fiel cristiano dice tan a menudo:
Allí estará, pues, a nuestro lado, a la hora de la muerte, para que podamos pasar felizmente de esta vida a la eternidad.
"Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte"
Allí estará, pues, a nuestro lado, a la hora de la muerte, para que podamos pasar felizmente de esta vida a la eternidad.
Pedir la gracia
que se desea conseguir.
Rezar 3 Avemarías
y la oración correspondiente
Oración
¡Oh María! cuando pienso en las angustias de mi última hora tiemblo y me siento lleno de confusión. No me abandonéis, Madre mía, en tan críticos momentos: concededme la gracia de que os invoque entonces con más fervor que nunca, a fin de expirar con vuestro dulcísimo nombre y el de vuestro Santísimo Hijo en los labios.
Fuente - Texto tomado del Libro "Acudamos a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro" - Heraldos del Evangelio (Caballeros de la Virgen)