Se termina el año 2018
El día de hoy podríamos considerar tres cosas:
a) El tiempo pasa.
b) La muerte se acerca.
c) La eternidad nos espera.
El tiempo pasa volando
Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.
La muerte se acerca
Cada día que pasa estoy más cerca de ella. Es necio no querer pensar esto. Muchos de los que murieron el año pasado se creían que iban a seguir vivos en éste, pero se equivocaron. Puede que este año sea el último de nuestra vida. No es probable, pero sí posible. Debo tenerlo en cuenta. En ese momento trascendental, ¿qué querré haber hecho? ¿Qué NO querré haber hecho? Conviene hacer ahora lo que entonces me alegraré de haber hecho, y no lo que me pesará haber hecho.
La eternidad nos espera
Nos preocupamos mucho de lo terrenal que va durar muy poco. Nos preocupamos de la salud, del dinero, del éxito, de nuestra imagen, etc. Todo esto es transitorio. Lo único que va a perdurar es lo espiritual. El cuerpo se lo van a comer los gusanos. Lo único que va a quedar de nosotros es el alma espiritual e inmortal.
Con la muerte no termina la vida del hombre: se transforma, como dice el Prefacio de Difuntos. Palabras de Santo Tomás Moro sobre la morada en el cambio de destino.
Los que niegan la vida eterna es porque no les conviene. Pero negarla no es destruirla. La verdad es lo que Dios nos ha revelado.
Hoy es el momento
de hacer balance
No sólo económico, sino también espiritual y moral.
Hagamos examen del año que termina.
Sin duda que habrá páginas maravillosas, que besaremos con alegría.
Pero también puede haber páginas negras que desearíamos arrancar. Pero eso ya no es posible. Lo escrito, escrito está.
Hoy abrimos un libro nuevo que tiene todas las páginas en blanco. ¿Qué vamos a escribir en él?
Que al finalizar este año que hoy comienza, podamos besar con alegría cada una de sus páginas.
Que no haya páginas negras que deseemos arrancar.
Puede que en ese libro haya cosas desagradables que no dependen de nosotros.
Lo importante es que todo lo que dependa de nosotros sea bueno.
Pidamos a Dios que dirija nuestra mano para que a fin de año podamos besar con alegría todo lo que hemos escrito.
También es el momento de examinar todas las ocasiones perdidas de hacer el bien.
Ocasiones irrecuperables. Pueden venir otras; pero las perdidas, no se recuperarán.
Finalmente, demos gracias a Dios de todo lo bueno recibido en el año que termina.
De la paciencia que Dios ha tenido con nosotros.
Y de su gran misericordia.
Autor: P. Jorge Loring SJ
¿Qué me traerá
el año que comienza?
¡Lo que Tú quieras, Señor!
Balance de fin de año
En fin de año se reúnen las familias cristianas, para despedir juntos el año que termina y recibir el que empieza. Es una oportunidad para hacer un balance de nuestra vida y reflexionar en lo que hemos hecho y lo que dejamos de hacer.
Debemos ir a la Iglesia a dar gracias a Dios por el año que termina y pedir ayuda para el año que comienza.
En familia, se puede conversar acerca de cómo ha sido el año para cada uno y los propósitos que se tienen para el próximo.
Algunas pautas para reflexionar:
- ¿Qué cosas buenas he hecho este año para mí?
- ¿Qué obras buenas he hecho por los demás?
- ¿Con qué no cumplí de la mejor manera?
- ¿Cómo puedo mejorar mi vida?
- ¿Cuánto aumentó mi amor a Dios y a la Iglesia?
- ¿Cómo he cumplido con mi vocación (como hijo de familia, como padre o madre de familia, como esposo, como cristiano?
- ¿Qué propósitos tengo para el siguiente año?
Sugerencias para despedir
el año viejo:
Hoy terminas de escribir
un capítulo más de la
historia de tu vida
Cuando naciste, este libro era todo tuyo. Te lo puso Dios en tus manos. Podías escribir en él lo que quisieras: un poema, una pesadilla, una aventura, una blasfemia, o una oración. Podías… ahora ya no puedes, ya no es tuyo, ya lo has escrito, ahora es de Dios. Te lo va a leer Dios, en el día mismo en que te mueras, con todos sus detalles. Ya no puedes corregirlo, ha pasado al dominio de la eternidad.
Piensa unos momentos en esta noche... Toma tu libro y hojéalo despacio. Deja pasar sus páginas entre tus manos y entre tu conciencia. ¡Ten el gusto de leerlo a ti mismo!
Lee todo. Repite aquellas páginas de tu vida en las que pusiste tu mejor estilo, no te olvides de que uno de tus mejores maestros, si tienes la conciencia bien formada, eres tú mismo.
Lee también aquellas páginas que nunca quisieras haberlas escrito. ¡No!... ¡no intentes arrancarlas!, es inútil. Ten valor para leerlas. Son tuyas.
No puedes arrancarlas… pero puedes anularlas cuando escribas las páginas siguientes. Si lo haces así, seguramente Dios las pasará de corrido cuando lea tu libro en tu último día.
Lee tu libro esta noche... Hay en él trozos enteros de ti mismo.
Es un drama apasionante en el cual, el primer personaje eres tú: Tú en escena con Dios, con los hombres, con la vida. Tú lo has escrito con el instrumento asombroso de tu libertad sobre la superficie inmensa y movediza del mundo.
Es un libro misterioso que en su mayor parte, la más interesante, no puede leerlo nadie más que tú y Dios.
Esta noche, cuando hayas terminado de leerlo… si te dan ganas de besarlo, bésalo.
Si te dan ganas de llorar, llora fuerte sobre tu libro viejo, pero sobre todo… reza sobre tu libro viejo. Tómalo entre tus manos, levántalo hacia el cielo y dile a Dios sólo dos palabras: “gracias” y “perdón”.
Después, dáselo a Cristo, no importa… así como esté, aunque tenga páginas negras… nunca olvides que Cristo sabe perdonar.
Esta noche, Dios te entregará un libro nuevo. Es todo tuyo. Puedes escribir en él lo que quieras. Escribe el nombre de Jesús en la primera página. Después pídele que no te deje escribir a ti solo. Pídele que te lleve siempre de la mano y del corazón.
Oración de agradecimiento
¡Gracias, Señor, por todo lo que
en este año me diste!
¡Gracias por los días de sol
y los nublados tristes!
¡Gracias por las noches tranquilas
y por las inquietas horas obscuras!
¡Gracias por la salud y la enfermedad,
por las penas y las alegrías!
¡Gracias por todo lo que me prestaste
y después me pediste!
¡Gracias por la sonrisa amable
y la mano amiga, por el amor
y todo lo hermoso y dulce!
¡Por las flores y las estrellas
y la existencia de los niños
y de las almas buenas!
¡Gracias por la soledad, por el trabajo,
por las dificultades y las lágrimas,
por todo lo que me acercó
a Ti más íntimamente!
¡Gracias por tu presencia
en el Sagrario y la gracia
de tus Sacramentos!
¡Por haberme dejado vivir,
gracias Señor!
¿Qué me traerá
el año que comienza?
¡Lo que Tú quieras, Señor!
Te pido fe para mirarte en todo;
esperanza para no desfallecer;
caridad perfecta en todo
lo que haga, piense y quiera.
Dame paciencia y humildad.
Dame desprendimiento y un
olvido total de mí mismo.
Dame, Señor, lo que Tú sabes
me conviene y yo no sé pedir:
suficientes pruebas que me
mantengan fuerte,
suficientes tristezas
que me mantengan humano,
suficientes fracasos que me
mantengan humilde,
suficiente determinación
para hacer cada día
mucho mejor que ayer.
¡Que pueda yo amarte
cada vez más y hacerte amar
por los que me rodean!
¡Derrama, Señor,
tus gracias sobre mí
y todos los que quiero,
para que en este año
que empieza,
tengamos siempre
el corazón alerta,
el oído atento,
las manos y la mente activas
y el pie dispuesto
para extender tu Reino!
Fuente - Textos tomados de ES.CATHOLIC.NET: