Por Carlos Esteban | 29 de Agosto de 2024
Las Conferencias Episcopales Africanas (Secam) intentan convencer a los jóvenes de que se queden en África y no emigren a Europa persiguiendo ilusiones. La CEI debería compartir su misión, en lugar de adherirse a la ideología inmigracionista.
“Hay que decirlo claramente: hay quienes trabajan sistemáticamente y con todos los medios para hacer retroceder a los inmigrantes”, acaba de decir el Papa. “Y esto, cuando se hace con conciencia y responsabilidad, es un pecado grave».
La obsesión de Francisco con las fronteras abiertas a la inmigración, hasta el punto de calificar de “pecado grave” lo que otros pontífices han considerado como una cuestión prudencial de los Estados, entra en abierta colisión con los mensajes de la Iglesia de aquellos mismos países de donde salen estos inmigrantes en su abrumadora mayoría: África.
En 2015, Nicolas Djomo, presidente de la Conferencia Episcopal de la República Democrática del Congo, en el discurso de apertura de un encuentro de la Juventud Católica Panafricana organizado por SECAM, el Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar, exhortaba así a esos mismos jóvenes que hoy llegan masivamente a las costas europeas: “Sois el tesoro de África. La Iglesia cuenta con vosotros, vuestro continente os necesita. No os dejéis engañar por la ilusión de abandonar vuestros países en busca de empleos inexistentes en Europa y América. Utilizad vuestros talentos y otros recursos a su disposición para renovar y transformar nuestro continente y promover la justicia, la paz y la reconciliación duraderas en África».
No ha cambiado su visión la SECAM, que ha repetido varias veces sus recomendaciones y que siguen pidiendo a los jóvenes y a sus familias que abandonen el demencial plan de llegar ilegalmente a una Jauja que no existe. “Los jóvenes deben estar dispuestos a contribuir al crecimiento social del país y de sus familias, utilizando los talentos que Dios les ha dado”, clamaba en 2016 Joseph Osei-Bonsu, presidente de la Conferencia Episcopal de Ghana en 2016. “Animamos a los jóvenes africanos a permanecer en sus países y trabajar duro para ganarse la vida. Deben comprender que Europa y otras zonas fuera de África no garantizan automáticamente bienestar y placer».
En 2017, recuerda La Nuova Bussola Quotidiana, Benjamín Ndiaye, arzobispo de Dakar, imploraba a las autoridades religiosas de su país a comprometerse a lograr que los jóvenes comprendiesen los peligros de la emigración ilegal: “Esto debe terminar. Queridos muchachos, depende de nosotros construir nuestro país, depende de nosotros desarrollarlo, nadie lo hará por nosotros».
Ese mismo año, la Conferencia Episcopal de Nigeria se pronunció repetidamente contra la emigración ilegal. “El gobierno nigeriano debería hacer comprender a los jóvenes que en Nigeria hay más esperanza de vida de la que creen que encontrarán en Europa o en otros lugares”, afirmó monseñor Joseph Bagobiri, obispo de Kafachan. “El país tiene inmensas riquezas y recursos. Los nigerianos no deberían verse reducidos a mendigos en busca de riquezas ilusorias en el extranjero. Si quienes emigraron ilegalmente, en lugar de gastar tanto en el viaje, hubieran invertido esas sumas de dinero creativamente en Nigeria, en actividades económicas, ahora serían empresarios, empleadores».
Quizá convendría que también en esto la Santa Sede escuche a las ‘periferias’, muy especialmente cuando estas son las que conocen la otra cara del problema, el drama de la emigración y el éxodo del sector más dinámico de sus sociedades.
Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM: