Habla el psiquiatra Walter Cascioli, portavoz de la Asociación internacional de exorcistas, con la Radio Vaticana
ROMA
«Las prácticas del ocultismo, del satanismo y del esoterismo abren un poco el camino a la actividad demoníaca extraordinaria». Es lo que dijo el psiquiatra Walter Cascioli, vocero de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), después del mensaje enviado por el Papa a la AIE, con ocasión del primer congreso que se llevó a cabo en Roma tras el reconocimiento oficial por parte del Vaticano (en junio de este año), del que se ocupó la Congregación para el Clero.
«El número de las personas que se dirigen a estas prácticas, con graves daños sociales, psicológicos, espirituales y morales, está en constante aumento (reveló Cascioli a la Radio Vaticana), y esto nos preocupa porque, como consecuencia, tenemos también un aumento de la actividad demoníaca extraordinaria, en modo particular vejaciones, obsesiones y, sobre todo, posesiones diabólicas».
Según el psiquiatra, «a veces se menosprecian los riesgos que encierran estas prácticas. La misma actividad demoníaca ordinaria, es decir la tentación, no es tomada muy en serio por quienes tienen una fe tibia. De hecho, nosotros exhortamos a una vigilancia mayor. Por lo demás, vivimos en un momento histórico particularmente crítico en el que la prisa, la superficialidad, el individualismo exasperado y la secularización parecen casi dominar nuestra sociedad».
Afirma el vocero de la AIE: «La lucha contra el mal y contra el maligno se está convirtiendo en una emergencia. Esto –explicó a la Radio Vaticana– se debe claramente, además de a la acción directa del enemigo de Dios, al debilitamiento de la fe, a la “anomia”, es decir la falta de valores, y al relativismo cultural tan extendido. Como sea, asistimos a la constante proliferación de mensajes mediáticos, libros, programas televisivos, productos cinematográficos que, de alguna manera, siguendo el sensasionalismo y la espectacularización, impulsan a las nuevas generaciones a ocuparse del ocultismo, del satanismo, y, a veces, a practicarlo».
En cuanto a la acción directa del diablo, según lo que sostiene el psiquiatra Valter Cascioli, «de la experiencia en el campo de los exorcistas, hoy su astucia es la de hacernos creer que no existe. Y, seguramente, un cierto laicismo difundido en nuestra sociedad no ayuda. El punto es siempre el mismo: la debilitación de la fe». Según el portavoz de la AIE, «sorprende mucho la incidencia que tienen estos fenómenos de la actividad demoníaca extraordinaria sobre todo en las generaciones jóvenes y también en las familias. Sabemos que quien divide, el diablo, no solo nos separa de Dios, sino que separa a las personas, a las familias; aleja, además, de la realidad, porque a veces tenemos situaciones de enajenación, incluso mental, que son secundarias a la actividad demoníaca extraordinaria».
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Fuente - Texto tomado de VATICANINSIDER.LASTAMPA.IT: