sábado, 13 de abril de 2024

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 24, 35-48

  



35. Ellos por su parte contaban lo que les había sucedido en el camino, y cómo le habían conocido al partir el pan.

36. Mientras estaban hablando de estas cosas, se presentó Jesús de repente en medio de ellos, y les dijo:




"La paz sea con vosotros: Soy Yo, no temáis"


37. Ellos, empero, atónitos, y atemorizados, se imaginaban ver a algún espíritu.

38. Y Jesús les dijo:


"¿De qué os asustáis, y por qué dais lugar en vuestro corazón a tales pensamientos? 

 




39. Mirad mis manos y mis pies, Yo mismo Soy: palpad, y considerad que un espíritu no tiene carne, ni huesos, como vosotros veis que Yo tengo"


40. Dicho ésto, mostroles las manos y los pies.

41. Mas como ellos aún no lo acabasen de creer, estando como estaban fuera de sí de gozo y de admiración, les dijo:


"¿Tenéis aquí algo de comer?"


42. Ellos le presentaron un pedazo de pez asado y un panal de miel.

43. Comido que hubo delante de ellos, tomando las sobras se las dio.

44. Díjoles en seguida:


"Ved ahí lo que os decía, cuando estaba aún con vosotros, que era necesario que se cumpliese todo cuanto está escrito de Mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos"


45. Entonces les abrió el entendimiento para que entendiesen las Escrituras.

46. Y les dijo:




"Así estaba ya escrito, y así era necesario que el Cristo padeciese, y que resucitase de entre los muertos al tercer día.

47. Y que en nombre suyo se predicase la penitencia y el perdón de los pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén.

48. Vosotros sois testigos de estas cosas"


Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Santa Liduvina - Patrona de los Enfermos Crónicos - Año 1433 - Fiesta Abril 14




Paciente enferma crónica 


Oración




Santa Liduvina: Alcánzanos de Dios la gracia de aceptar con paciencia nuestros sufrimientos como pago por nuestros pecados y para conseguir la conversión y salvación de muchos pecadores.


Historia


Esta santa es la Patrona de los enfermos crónicos. Ella nos enseña a aprovechar la enfermedad para pagar nuestros pecados, convertir pecadores y conseguir un gran premio en el cielo. El decreto de Roma al declararla santa dice:


Santa Liduvina fue "un prodigio de sufrimiento humano y de paciencia heroica"


Liduvina nació en Schiedam, Holanda, en 1380. Su padre era muy pobre y tenía por oficio el de "celador" o cuidador de fincas. Hasta los 15 años Liduvina era una muchacha como las demás: alegre, simpática, buena y muy bonita. Pero en aquel año su vida cambió completamente. Un día, después de jugar con sus amigos, iban a patinar y en el camino cayó en el hielo partiéndose la columna vertebral.

La pobre muchacha empezó desde entonces un horroroso martirio. Continuos vómitos, jaquecas, fiebre intermitente y dolores por todo el cuerpo la martirizaban todo el día. En ninguna posición podía descansar. La altísima fiebre le producía una sed insaciable. Los médicos declararon que su enfermedad no tenía remedio.

Liduvina se desesperaba en esa cama inmóvil, y cuando oía a sus compañeras correr y reír, se ponía a llorar y a preguntar a Dios por qué le había permitido tan horrible martirio. Pero un día Dios le dio un gran regalo: nombraron de párroco de su pueblo a un verdadero santo, el Padre Pott. Este virtuoso sacerdote lo primero que hizo fue recordarle que:


"Dios al árbol que más lo quiere más lo poda, para que produzca mayor fruto y a los hijos que más ama más los hace sufrir"


Le colocó en frente de la cama un crucifijo, pidiéndole que de vez en cuando mirara a Jesús crucificado y se comparara con Él y pensara que si Cristo sufrió tanto, debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad. En adelante ya no volvió más a pedir a Dios que le quitara sus sufrimientos, sino que se dedicó a pedir a Nuestro Señor que le diera valor y amor para sufrir como Jesús por la conversión de los pecadores, y la salvación de las almas.




Santa Liduvina llegó a amar de tal manera sus sufrimientos que repetía:


"Si bastara rezar una pequeña oración para que se me fueran mis dolores, no la rezaría"


Descubrió que su "vocación" era ofrecer sus padecimientos por la conversión de los pecadores. Se dedicó a meditar fuertemente en la Pasión y Muerte de Jesús. Y en adelante sus sufrimientos se le convirtieron en una fuente de gozo espiritual y en su "arma" y su "red" para apartar pecadores del camino hacia el infierno y llevarlos hacia el cielo.


Decía que la Sagrada Comunión y la meditación en la Pasión de Nuestro Señor eran las dos fuentes que le concedían valor, alegría y paz


La enfermedad fue invadiendo todo su cuerpo. Una llaga le fue destrozando la piel. Perdió la vista por un ojo y el otro se le volvió tan sensible a la luz que no soportaba ni siquiera el reflejo de la llama de una vela. Estaba completamente paralizada y solamente podía mover un poco el brazo izquierdo. En los fríos terribles del invierno de Holanda quedaba a veces en tal estado de enfriamiento que sus lágrimas se le congelaban en la mejilla. En el hombro izquierdo se le formó un absceso dolorosísimo y la más aguda neuritis (o inflamación de los nervios) le producía dolores casi insoportables. Parecía que ya en vida estuviera descomponiéndose como un cadáver. Pero nadie la veía triste o desanimada, sino todo lo contrario: feliz por lograr sufrir por amor a Cristo y por la conversión de los pecadores. Y cosa rara: a pesar de que su enfermedad era tan destructora, se sentía a su alrededor un aroma agradable y que llenaba el alma de deseos de rezar y de meditar.

Cuentan las antiguas crónicas que recién paralizada una noche Liduvina soñó que Nuestro Señor le proponía:


"Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres, 38 años tullida en una cama o 38 horas en el purgatorio?"


Y que ella respondió:


"Prefiero 38 horas en el purgatorio"




Y sintió que moría que iba al purgatorio y empezaba a sufrir. Y pasaron 38 horas y 380 horas y 3.800 horas y su martirio no terminaba, y al fin preguntó a un ángel que pasaba por allí:


"¿Por qué Nuestro Señor no me habrá cumplido el contrato que hicimos? Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio y ya llevo 3.800 horas"


El ángel fue y averiguó y volvió con esta respuesta:


"¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?" ¡Pues 3.800! ¿Sabe cuánto hace que Ud. se murió? No hace todavía cinco minutos que se murió. Su cadáver todavía está caliente y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben que Ud. se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos y ya se imagina que van 3.800?"


Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó:


"Dios mío, prefiero entonces estarme 38 años tullida en la tierra"


Y despertó. Y en verdad estuvo 38 años paralizada y a quienes la compadecían les respondía:




"Tengan cuidado porque la Justicia Divina en la otra vida es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad es algo terrible, que no podemos ni imaginar"


En 1421, o sea 12 años antes de su muerte, las autoridades civiles de Schiedam (su pueblo) publicaron un documento que decía:




"Certificamos por las declaraciones de muchos testigos presenciales, que durante los últimos siete años, Liduvina no ha comido ni bebido nada, y que así lo hace actualmente. Vive únicamente de la Sagrada Comunión que recibe"


Santa Liduvina, paralizada y sufriendo espantosamente en su lecho de enferma, recibió de Dios los dones de anunciar el futuro a muchas personas y de curar a numerosos enfermos, orando por ellos. A los 12 años de estar enferma y sufriendo, empezó a tener éxtasis y visiones. Mientras el cuerpo quedaba como sin vida, en los éxtasis conversaba con Dios, con la Santísima Virgen y con su Ángel de la Guarda. Unas veces recibía de Dios la gracia de poder presenciar los sufrimientos que Jesucristo padeció en su Santísima Pasión. Otras veces contemplaba los sufrimientos de las almas del purgatorio, y en algunas ocasiones le permitían ver algunos de los goces que nos esperan en el cielo.

Dicen los que escribieron su biografía que después de cada éxtasis se afirmaba más y más en su "vocación" de salvar almas por medio de su sufrimiento ofrecidos a Dios, y que al finalizar cada una de estas visiones aumentaban los dolores de sus enfermedades pero aumentaba también el amor con el que ofrecía todo por Nuestro Señor.

Cambiaron al santo párroco que tanto la ayudaba, por otro menos santo y menos comprensivo, quien empezó a decir que Liduvina era una mentirosa que inventaba lo que decía. El pueblo se levantó en revolución para defender a su santa y las autoridades para evitar problemas, nombraron una comisión investigadora compuesta por personalidades muy serias. Los investigadores declararon que ella decía toda la verdad y que su caso era algo extraordinario que no podía explicarse sin una intervención sobrenatural. Y así la fama de la santa creció y se propagó.

En los últimos siete meses Santa Liduvina no pudo dormir ni siquiera una hora a causa de sus tremendos dolores. Pero no cesaba de elevar su oración a Dios, uniendo sus sufrimientos a los padecimientos de Cristo en la Cruz.

Y el 14 de abril de 1433, día de Pascua de Resurrección poco antes de las tres de la tarde, pasó santamente a la eternidad. Pocos días antes contempló en una visión que en la eternidad le estaban tejiendo una hermosa corona de premios. Pero aún debía sufrir un poco. En esos días llegaron unos soldados y la insultaron y la maltrataron. Ella ofreció todo a Dios con mucha paciencia y luego oyó una voz que le decía:


"Con esos sufrimientos ha quedado completa tu corona. Puedes morir en paz"


La última petición que le hizo al médico antes de morir fue que su casa la convirtieran en hospital para pobres. Y así se hizo. Y su fama se extendió ya en vida por muchos sitios y después de muerta sus milagros la hicieron muy popular. Tiene un gran templo en Schiedam. Tuvo el honor de que su biografía la escribiera el escritor Tomás de Kempis, autor del famosísimo libro "La imitación de Cristo".


Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

San Valeriano - Esposo de Santa Cecilia - Fiesta Abril 14

 

  



Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol, esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por ella el mismo día de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa consorte.

El padre de Cecilia, que veía las cosas de un modo diferente, la casó con un joven patricio llamado Valeriano. El día de la celebración del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los invitados se divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su corazón y a pedirle que la ayudase. Cuando los jóvenes esposos se retiraron a sus habitaciones, Cecilia, armada de todo valor, dijo dulcemente a su esposo:




"Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio, si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí"


Valeriano replicó:


"Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides"


Cecilia le dijo:


"Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo verás al ángel"


Valeriano accedió y fue a buscar al obispo Urbano, quien se hallaba entre los pobres, cerca de la tercera mojonera de la Vía Apia. Urbano le acogió con gran gozo. Entonces se acercó un anciano que llevaba un documento en el que estaban escritas las siguientes palabras:


"Un sólo Señor, un sólo bautismo, un sólo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo y en nuestros corazones"


Urbano preguntó a Valeriano:


"¿Crees ésto?"


Valeriano respondió:


"Sí"


Y Urbano le confirió el bautismo. Cuando Valeriano regresó a donde estaba Cecilia, vio un ángel de pie junto a ella. El ángel colocó sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios.




Poco después llegó Tiburcio, el hermano de Valeriano y los jóvenes esposos le ofrecieron una corona inmortal si renunciaba a los falsos dioses. Tiburcio se mostró incrédulo al principio y preguntó:


"¿Quién ha vuelto de más allá de la tumba a hablarnos de esa otra vida?"


Cecilia le habló largamente de Jesús. Tiburcio recibió el bautismo, y al punto vio muchas maravillas. Desde entonces, los dos hermanos se consagraron a la práctica de las buenas obras. Ambos fueron arrestados por haber sepultado los cuerpos de los mártires. Almaquio, el prefecto ante el cual comparecieron, empezó a interrogarlos. Las respuestas de Tiburcio le parecieron, desvaríos de loco. Entonces, volviéndose hacia Valeriano, le dijo que esperaba que le respondería en forma más sensata. Valeriano replicó que tanto él como su hermano estaban bajo cuidado del mismo médico, Jesucristo, el Hijo de Dios, quien les dictaba sus respuestas. Enseguida comparó, con cierto detenimiento, los gozos del cielo con los de la tierra; pero Almaquio le ordenó que cesase de disparatar y dijese a la corte si estaba dispuesto a sacrificar a los dioses para obtener la libertad. Tiburcio y Valeriano replicaron juntos:


"No, no sacrificaremos a los dioses sino al único Dios, al que diariamente ofrecemos sacrificio"


El prefecto les preguntó si su Dios se llamaba Júpiter. Valeriano respondió:


"Ciertamente no. Júpiter era un libertino infame, un criminal y un asesino, según lo confiesan vuestros propios escritores"


Valeriano se regocijó al ver que el prefecto los mandaba azotar y hablaron en voz alta a los cristianos presentes:


"¡Cristianos romanos, no permitáis que mis sufrimientos os aparten de la verdad ¡Permaneced fieles al Dios único, y pisotead los ídolos de madera y de piedra que Almaquio adora!"


A pesar de aquella perorata, el prefecto tenía aún la intención de concederles un respiro para que reflexionasen; pero uno de sus consejeros le dijo que emplearían el tiempo en distribuir sus posesiones entre los pobres, con lo cual impedirían que el Estado las confiscase. Así pues, fueron condenados a muerte. La ejecución se llevó a cabo en un sitio llamado Pagus Triopius, a seis kilómetros de Roma. Con ellos murió un cortesano llamado Máximo, el cual, viendo la fortaleza de los mártires, se declaró cristiano.


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=9037

¿Fin del Mundo? Papa Francisco con su nefasto apoyo PRO-LGBT desafía descaradamente a Dios - Reveladoras encuestas en EE.UU. por crisis de fe



Creyentes no afiliados: la ideología LGBT hace abandonar la fe


Por Redaccioninfovaticana | 13 de Abril de 2024


(Tommaso Scandroglio en la Nuova Bussola Quotidiana) - Interesante encuesta la realizada por el Public Religion Research Institute (PRRI), titulada Religious Change in America.

Los resultados de esta encuesta realizada a 5.600 adultos nos informa de que «una cuarta parte de los estadounidenses (26%) se identifican como religiosamente no afiliados [es decir, que no pertenecen a una religión organizada] en 2023, un aumento de 5 puntos porcentuales desde el 21% en 2013. Casi uno de cada cinco estadounidenses (18%) ha abandonado una tradición religiosa para convertirse en no afiliado religioso». Las mayores deserciones se dan entre los católicos (35%) y los protestantes tradicionales/no evangélicos (35%). El informe añade que «el número tanto de ateos como de agnósticos se ha duplicado desde 2013 (del 2% al 4% y del 2% al 5%, respectivamente)».

Además, como se puede intuir, salen más fieles de los que entran, hasta el punto de llegar a la conclusión de que «la única categoría religiosa importante que experimenta un crecimiento generalizado es la de los no afiliados religiosamente», aunque «aproximadamente tres de cada cuatro estadounidenses siguen identificándose con una tradición religiosa específica. […] La mayoría de los estadounidenses siguen identificándose como cristianos (67%)». En resumen, el paciente sufre una grave hemorragia, pero aún no ha muerto.

Entremos en las razones de este fenómeno que podríamos bautizar como fedexit: «La razón aducida por el mayor porcentaje de estadounidenses sin afiliación religiosa para abandonar su tradición de fe es que simplemente dejaron de creer en las enseñanzas de su religión (67%)». En concreto, el 47% «citó las enseñanzas o el trato negativo hacia gays y lesbianas como un factor importante en su decisión de abandonar» su religión (era el 29% en 2016). La segunda razón para dejar la práctica religiosa está relacionada con la educación en la familia (41%). Y luego encontramos: la religión es un factor perjudicial para la salud mental (32%) y el abuso sexual del clero (31%). Por supuesto, se podrían dar más respuestas.

Detengámonos en el 47% que ha abandonado la práctica religiosa a causa de las enseñanzas de su iglesia sobre cuestiones LGBT o sobre cómo se trataría a las personas homosexuales y transexuales en los círculos religiosos. La mayoría de ellos votan a los demócratas, son hispanos (aunque la mayoría de los que han abandonado, por la razón que sea, tienen origen caucásico) y tienen menos de 30 años.

También son muchos los que abandonan la Iglesia católica por sus posturas críticas con las cuestiones LGBT y por cómo trata a las personas homo y trans. Un par de reflexiones al respecto.
 
La primera es que la ideología LGBT es tan poderosa y omnipresente que socava la fe de los creyentes, sobre todo porque consigue presentar a la Iglesia católica como enemiga de las personas homosexuales y trans. Esta capacidad de envenenar la fe también se manifiesta cuando dicha ideología se reviste con los ornamentos sagrados. Por una aparente paradoja, la llamada pastoral LGBT -que incluye ante todo la posibilidad de bendecir a las parejas homosexuales- es una solución peor que mala porque no acerca a las personas a la Iglesia, sino que las aleja, ya que les inculca o refuerza una orientación pro-LGBT y, por tanto, contraria a la doctrina de la Iglesia. Consolidar la condición homosexual o trans en una persona la lleva a chocar con las enseñanzas de la Iglesia y puede animarla a abandonarla. Fomenta la exclusión, no la inclusión.

Segunda reflexión: los creyentes abandonan la Iglesia católica por motivos relacionados con las cuestiones LGBT, porque la Iglesia, por un lado, ya no es capaz de explicar por qué la homosexualidad y la transexualidad no son buenas para la humanidad y, por tanto, contrarias a la voluntad de Dios. Más concretamente, los católicos no solo ya no son capaces de hacer apologética sobre estas cuestiones, sino que no quieren hacerla. Al contrario, van en la dirección contraria, declarando, por ejemplo, que la homosexualidad es algo bueno (véase Fiducia supplicans).

En otro orden de cosas -y aquí llegamos a la razón más importante por la que las cuestiones LGBT son tan discriminatorias con respecto al abandono religioso-, la clarísima enseñanza del Magisterio sobre la homosexualidad y la transexualidad ya no es cultura. Fue cultura una vez, hoy ya no lo es. Así que su enseñanza sigue siendo estéril, letra muerta, confinada a los libros y, por tanto, percibida como falsa, ya no relevante para los valores compartidos de la sociedad.

Y, de hecho, es bastante interesante esta respuesta, siempre vinculada a las razones por las que uno abandona su religión: solo el 16% de los que la abandona declara: «Me siento vinculado a una religión como parte de mi origen étnico o de mi herencia cultural», lo que significa que la religión no se ha convertido en cultura, vida, existencia, es decir, en un criterio de juicio para las elecciones cotidianas, de las menos a las más relevantes. Por tanto, cuando ese 67% antes mencionado nos dice que ha abandonado su religión porque ya no comparte sus ideas, significa que esas ideas no se han convertido en costumbres, prácticas, hábitos, estructuras sociales, sensibilidades compartidas, conciencia colectiva, orientaciones culturales generalizadas. En resumen, la gente abandona la Iglesia porque ya no tiene que ver con su vida.

Como prueba de que la verdadera razón del abandono, porque la más profunda, es cultural, reportamos estos datos: «Una escasa mayoría de estadounidenses (53%) dice que la religión es lo más importante (15%) o una de las muchas cosas importantes en sus vidas (38%) en 2023, lo que es significativamente menor que en 2013, cuando el 72% de los estadounidenses informó que la religión era lo más importante en sus vidas (27%) o una de muchas cosas importantes (45%). Por el contrario, una pluralidad de estadounidenses (45%) afirma que la religión no es tan importante como otras cosas (19%) o que la religión no es importante en absoluto en sus vidas (26%) […] casi el doble que hace una década».

Por lo tanto, la religión, incluida la católica, no se ha convertido en cultura. De ello se deduce que incluso sus enseñanzas sobre la orientación sexual y la identidad sexual psicológica permanecen en la percepción colectiva como principios abstractos, desencarnados de la realidad. En cambio, los grupos de presión LGBT han convertido sus proclamas en cultura, en una forma generalizada de pensar y de vivir. El juego se ha vuelto, pues, desigual. Ahora es innegable que uno de los temas que más constantemente está en el orden del día es el mundo arco iris. Y así, como el movimiento LGBT ha conseguido convertirse en algo culturalmente importante y de interés primordial -un auténtico fenómeno social que es objeto de debate diario-, es inevitable que sus reivindicaciones se hayan convertido también en uno de los primeros motivos de salida de las religiones críticas con esta orientación.

Pero al fin y al cabo, nada nuevo bajo el sol:
 
 
«Muchos de sus discípulos, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?». (…) Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él» (Juan 6,60;66).


Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:
 
 

San Hermenegildo - Príncipe y Mártir († 585) - Fiesta Abril 13

 



Por: José Gros y Raguer | Fuente: Multimedios.org


Martirologio Romano


En Tarragona, ciudad de Hispania, hoy España, san Hermenegildo, mártir, que, siendo hijo de Leovigildo, rey arriano de los visigodos, se convirtió a la fe católica por mediación de san Leandro, obispo de Sevilla. Recluido en la cárcel por disposición del rey, al haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, el día de la fiesta de Pascua fue degollado por mandato de su propio padre. († 586).


Fecha de canonización: En 1585 por el Papa Sixto V.


Breve Biografía


Primogénito del rey visigodo Leovigildo, profesa la religión de sus padres —el arrianismo— hasta que, bajo la influencia de su esposa y de San Leandro, Obispo de Sevilla, se convierte al catolicismo. Ante la persecución desencadenada por su padre contra los católicos, le declara la guerra en el año 582. Vencido y hecho prisionero por Leovigildo, muere mártir de su fe en 585. — Fiesta: 13 de abril.

El reino visigodo alcanza su apogeo con Leovigildo, que asocia al gobierno a sus dos hijos, Hermenegildo y Recaredo, con el fin de asegurar la continuidad de la monarquía en su propia familia. Quizá ello fue causa de muchas conjuraciones surgidas durante su reinado, en el seno de la nobleza, las cuales fueron reprimidas con mano firme. Recuérdese que la monarquía visigoda era electiva teóricamente, siguiendo un principio germánico.

Leovigildo era un guerrero afortunado y un hábil político, y no cejó en su empeño.

La aspiración fundamental del gran rey visigodo era la unidad política, y creía que la sola base sólida de ésta estaba en la unidad religiosa.

No andaba equivocado en tal visión; pero sí lo anduvo en el enfoque de la unidad religiosa a base del arrianismo.

Los visigodos vinieron a España arrianos. Ésta fue la gran tragedia de su monarquía y la gran tragedia de España.

La diferencia de religión ahondó y exacerbó la que había entre dominadores y dominados, desde el punto de vista étnico. Los primeros, germánicos; los segundos, hispano-romanos en su inmensa mayoría.

La diferencia de religión impidió la fusión espiritual de los dos pueblos, y aún su simple soldadura.

De haber venido los invasores católicos o paganos, el hermanamiento perfecto se hubiese realizado pronto y fácilmente. Recuérdese la conversión masiva de los franceses en los tempranos días de Clodoveo...

La tragedia se proyectó ampliamente sobre nuestra Historia, la cual hubiese sido otra con la unidad católica del reino visigodo, realizada a tiempo, y no con una tardanza y una premiosidad que no permitieron solidificarla y convertirla en muro infranqueable a la invasión musulmana, fruto directo de la fragilidad de la política y de las rencillas intestinas de los godos.

Repitámoslo: Leovigildo —que había dado unos pasos hacia la unidad política sometiendo a los vascones y a los suevos, y estructurando una admirable obra legislativa— se equivocó al querer unificar a la nación en el arrianismo... Perdió miserablemente un tiempo precioso.

En la misma Casa real había una católica: Ingunda, hermana del rey de Austrasia, Childeberto II, que en el año 579 se había casado con Hermenegildo.

En cambio, su abuela Godsuinta, casada en segundas nupcias con Leovigildo, intentó por todos los medios que abrazara el arrianismo, sin éxito alguno.

Para terminar con aquel malestar doméstico, Leovigildo decide que el matrimonio Hermenegildo-Ingunda se traslade a Sevilla, donde el monarca necesita un representante de toda confianza.

Allí los dos vivirán en paz, y quizá ella ceda algún día.

Lo que sucedió fue que Hermenegildo, en la paz familiar y rodeado de una corte adicta, fue penetrando en la auténtica doctrina cristiana.

Su corazón de esposo amante acepta las insinuaciones de Ingunda, que le llevan a tratar frecuentemente con el entonces Obispo de Sevilla, San Leandro. A través de este trato llega al conocimiento de la falsedad del arrianismo, que niega dogmas tan fundamentales como la divinidad de Jesucristo, y la naturaleza de la Santísima Trinidad, viendo cómo la verdad está en toda su plenitud en el catolicismo.

Es entonces cuando abjura el arrianismo para abrazar la fe católica, tomando en su bautismo el nombre de Juan. Mientras tanto, Leovigildo había intensificado sus esfuerzos para conseguir a toda costa la unidad religiosa en el arrianismo. Para ello reúne un Concilio de obispos arrianos en Toledo, que facilita —con el reconocimiento de la validez del bautismo católico— la apostasía, exigiendo sólo la confesión de una fórmula trinitaria herética. Mas como esto no basta para atraer a los católicos, una tenaz persecución se desencadena contra ellos.

En este estado de cosas, la noticia de la conversión de Hermenegildo llega a Toledo, consiguiendo exasperar a su padre que, instigado por Godsuinta, intensifica sus iras para contrarrestar el movimiento hacia el catolicismo que podía seguirse de aquel hecho. Mas todo fue inútil. En la provincia Bética todos los ciudadanos, compactamente, se agrupan en torno a Hermenegildo, en quien ven al defensor de sus ideales religiosos y políticos.

La postura de aquellos católicos se hace belicosa, imponente. El príncipe (aunque seguramente no sin tortura interior) se lanza a la guerra contra su padre. Es la libertad de los católicos en la profesión de sus creencias la que está en juego, muchas ciudades y castillos se han declarado en favor de Hermenegildo, a la vez que sus embajadores buscan la ayuda de los suevos, de los francos y bizantinos, todos ellos pueblos católicos.

Pero Leovigildo no está dispuesto a tolerar la rebelión de su hijo, e inicia una afortunada campaña, conquistando Cáceres y Mérida; y cortando el paso a los suevos y sobornando al general bizantino, deja a Hermenegildo sin una preciosa ayuda, del todo necesaria para sus planes bélicos.

El príncipe se prepara para la defensa; pone a salvo a su mujer y a su hijo en territorio bizantino, y al frente de los suyos resiste heroicamente en Sevilla hasta que, caída la ciudad, escapa a Córdoba, donde se acoge al asilo de un templo.

Parece que aquí es donde interviene su hermano Recaredo, que le ofrece, en nombre de su padre, la conservación de la vida, si se entrega.

Acepta Hermenegildo quien, convertido en prisionero, va a parar a Tarragona, en cuya cárcel es coaccionado para que abrace nuevamente el arrianismo. No cede la firmeza del príncipe, que se mantiene fiel a su fe, muriendo asesinado, en el mismo calabozo, al negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano.

Sucedía esto en el año 585, y no se hizo esperar el fruto de aquella sangre vertida en defensa de la fe católica. Antes de un año, en el 586, fallecía Leovigildo recomendando a su hijo Recaredo que se convirtiese al catolicismo, cosa que hizo inmediatamente.

Y a los cuatro años del martirio de Hermenegildo, todo el pueblo visigodo abjuraba solemnemente el arrianismo, con lo que se conseguía aquella unidad que Leovigildo tanto deseara.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: