viernes, 12 de julio de 2024

MISTERIO: Tercer Secreto de Fátima - ¿Fin del mundo? - ¿Apostasía en la Iglesia Católica?

 



¿El secreto mejor guardado de Fátima?


JOSÉ MARÍA ZAVALA

CREADA: 18-03-2017 | 22:27 H

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 18-03-2017 | 22:27 H


Gabriele Amorth (izda.) junto a José María Zavala
durante la entrevista inédita que recoge el libro


José María Zavala presenta en su nuevo libro una documentada investigación que, según el autor, pone de manifiesto que la tercera de las revelaciones no fue dada a conocer en su totalidad en el año 2000.

Con motivo del primer centenario de las apariciones de Fátima, se publica este martes mi libro «El secreto mejor guardado de Fátima» (Temas de Hoy), una investigación con documentos y testimonios nuevos, que incluye una entrevista inédita a don Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano e hijo espiritual del Padre Pío. Marco Tosatti, el decano de los vaticanistas italianos y experto mundial en Fátima, viajará a Madrid el próximo 6 de abril para presentar este trabajo, al cual califica ya de «un estudio admirable e impactante, que ayudará a la fe». Esta nueva investigación pone de manifiesto, entre otros extremos insospechados, que el Tercer Secreto de Fátima no fue revelado en su totalidad en el año 2000 y ofrece un documento nuevo que correspondería, según uno de los peritos calígrafos más reputados de España, a las palabras explicativas de la Virgen de Fátima dictadas a Sor Lucia en 1944 para avisar sobre una futura apostasía en la Iglesia. He aquí, un extracto de la extensa conversación con Amorth, durante la cual el exorcista analiza el contenido del Tercer Secreto, la no consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María y la situación interna de la Iglesia:


–¡Macellai!– vocifera don Gabriele en italiano, como si quisiera expulsar al mismísimo demonio, recuperando el antiguo destello de sus ojos cansados, acuosos, viejos–.


–¡Carniceros...!– murmuro yo, entre dientes–.


–En la cabeza y en el corazón del Padre Pío –explica el exorcista oficial del Vaticano, con gesto de estupor retumbaba una y otra vez esa terrible palabra pronunciada por el mismo Jesús contra varios altos mandatarios de la Iglesia y multitud de sacerdotes.


–Esa patibularia sentencia –advierto– figura en una carta del Padre Pío a su director espiritual, recogida en el primer volumen de su Epistolario [del 19 de marzo, festividad de San José, de 1913].


–Una carta profética, sin duda –asiente él–. Tan profética, que aún no se ha cumplido del todo...


–¿Cómo no recordarla? Contaba el Padre Pío que se le apareció Jesús entonces con el rostro desfigurado, asegurándole que se mantendría en agonía por todas esas almas infieles favorecidas por Él... ¡hasta el fin del mundo!


–Y lo peor de todo –subraya el padre Amorth con una mueca torcida, de dientes astillados– es que esos desgraciados siguen correspondiendo aún hoy a su inefable Amor arrojándose en brazos de la masonería. Jesús continuó todavía, pero aquello que le dijo al Padre Pío no pudo manifestarlo él entonces a criatura humana alguna sobre la tierra.


–Debía de ser aterrador...


–El Tercer Secreto de Fátima... –comenta él, chascando la lengua–.


–¡Qué me dice! –exclamo, atónito–. ¿Conocía ya el Padre Pío las palabras de la Virgen, cuatro años antes de que Ella se las revelase a los pastorcitos de Fátima?




–Por supuesto que las conocía –corrobora don Gabriele, dejando al descubierto unas ojeras violáceas muy acentuadas–. El Señor le dejaba leer a veces su cuaderno personal.


–¿Se lo dijo el Padre Pío en persona?


–¡Claro que me lo dijo! –insiste él, como quien detesta el menor atisbo de desconfianza–. Él sufría lo indecible por la situación de la Iglesia y de sus pastores. El demonio se había colado en las propias entrañas de la Iglesia. Ya lo advirtió Su Santidad Pablo VI, pero muy pocos le creyeron entonces: «El humo de Satanás se ha infiltrado en el seno de la Iglesia», manifestó. El mismo Romano Pontífice que pronunció aquella frase de que «una Misa del Padre Pío vale más que toda una misión». ¿Cree usted, acaso, que si eso no fuera verdad habría sectas satánicas y se celebrarían misas negras en el Vaticano?




–Cierto. Usted ha comentado en alguna ocasión que entre los miembros de las sectas satánicas figuran sacerdotes, obispos y cardenales, y que incluso el Papa Benedicto XVI ha sido informado de ello.


La extensa entrevista con don Gabriele Amorth, nacido en Módena el 1 de mayo de 1925, transcurre en su misma sala de exorcismos, el 25 de octubre de 2011.

Don Gabriele y un servidor estamos hermanados por el Padre Pío, como hijos espirituales suyos.

Poco antes de las tres de la tarde, cruzo el umbral de la sede de la Sociedad San Pablo de Roma, un imponente conjunto arquitectónico situado en la calle Alesandro Severo, del que sobresale una basílica de formidable cúpula.

El escenario de tan reveladora conversación, la cual, por expreso deseo del padre Amorth he mantenido en completo sigilo hasta su fallecimiento acaecido el 16 de septiembre de 2016, no es nada del otro mundo: apenas diez metros de largo por cinco de ancho, con una sencilla mesa de madera en el centro rodeada de sillas a juego, y un antiguo butacón tapizado en tono ocre, reservado a los «clientes» de don Gabriele atormentados por el perverso diablo.


¿Consagración? ¿Qué consagración?


–Retomemos ahora –sugiero al padre Amorth– nuestra conversación sobre Fátima: ¿Cree usted que la Iglesia ha cumplido con los requisitos exigidos por la Virgen para que la Consagración a su Inmaculado Corazón sea válida?


–¿Consagración? ¿Qué consagración...? –inquiere él, contrariado–.


–La efectuada por Juan Pablo II, el 25 de marzo de 1984 –preciso–.


–No hubo tal consagración entonces –asevera–. Yo fui testigo del acto. Estaba en la Plaza de San Pedro aquel domingo por la tarde, muy cerca del Papa; tan cerca, que casi podía tocarle.


–¡Qué me dice! –exclamo con perplejidad–.


–Lo que oye –se ratifica él–.


–¿Y por qué afirma usted con tanta rotundidad que la consagración no existió?


–Muy sencillo: Juan Pablo II deseaba mencionar expresamente a Rusia pero al final no lo hizo.


–¿Qué se lo impidió?


–Dirá más bien quiénes se lo impidieron. Y yo le contesto: algunos miembros de su séquito.


–No me diga que pudo más entonces también la corrección política, que la propia voluntad expresada por la Virgen...


Don Gabriele asiente, impotente, con la cabeza.


–Los representantes de la iglesia ortodoxa –advierte– presentes en el acto no debían escuchar de ninguna manera la mención expresa de Rusia; de lo contrario, se temía una reacción fulminante y de consecuencias impredecibles para el Vaticano por parte de las autoridades soviéticas.


–¿Cobardía?


–¿Por qué disfrazarla de prudencia?


–Si no pronunció el nombre de Rusia, ¿qué hizo entonces el Papa?


–Dar un rodeo: «Sí, pero no...». De hecho, en el texto impreso de la consagración figuraba Rusia de modo expreso, pero a última hora las presiones diplomáticas surtieron efecto. Juan Pablo II pretendía entonar esa palabra durante el acto, pero al final, como le digo, se lo impidieron. Así que tuvo que contentarse con decir aquello de «especialmente aquellas naciones necesitadas de esta consagración».


–Un lamentable circunloquio entonces –matizo yo– para dar a entender que Rusia figuraba entre «aquellas naciones» pero sin citarla, como pedía la Virgen.


–Exacto. Por eso mismo le insisto en que aquella consagración resultó inválida.


–Pero la misma Sor Lucia dijo que, pese a excluirse la mención de Rusia, el Cielo la había aceptado finalmente porque se hizo con la anuencia de todos los Obispos del mundo.


–¿Lucia dijo eso...? –se sorprende Amorth, con ojos desorbitados–.


–Bueno, lo dijo el cardenal Tarsicio Bertone en el año 2000 escudándose en una carta de Lucia fechada en noviembre de 1989, en la cual ella manifestaba que el Cielo había admitido la consagración pese a incumplirse una de las condiciones más importantes.


–¿Ha visto usted esa carta? –pregunta, como si dirigiese un interrogatorio policial en busca de una prueba decisiva.


–Jamás –niego con rotundidad–.


–Ni creo que la vea nunca, porque estoy convencido de que no la escribió Lucía.


–¿Cómo está usted tan seguro de ello? –interpelo–.


–¿Por qué no la mostró Bertone cuando debió hacerlo, al dar a conocer el Tercer Secreto de Fátima? Una simple fotocopia del manuscrito, incluida en el dossier oficial de Vaticano, hubiese bastado para disipar cualquier duda. Si el Vaticano fue siempre escrupuloso al aportar las pruebas documentales que autentificaban lo dicho por Lucía sobre asuntos menores, ¿por qué razón escatimó entonces la única evidencia documental que, según Bertone, otorgaba validez a un hecho de tanta trascendencia como sin duda era la consagración efectuada por Juan Pablo II?


–Sí que es raro –admito–.


–¿De verdad cree usted que Lucía tardó cinco años en poner por escrito que la consagración había sido realmente aceptada? ¿Y que Bertone aguardó dieciséis años nada menos para anunciar la validez de algo tan crucial como la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María?


La voz del padre Amorth suena como las hojas secas.


–Resulta todo muy extraño, la verdad –asiento de nuevo–.


–Además –agrega él–, si la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María efectuada por Pío XII en 1942 sólo fue aceptada en parte, pues Jesús dijo que en atención a ella la guerra sólo se acortaría en lugar de acabarse de inmediato, ¿por qué iba a cambiar ahora de parecer con Juan Pablo II, si tampoco en esta ocasión se mencionaba a Rusia?


–Sería una incongruencia, sí...


Fuente - Texto tomado de LARAZON.ES:




J.M. Zavala: “El Tercer Secreto de Fátima hacía alusión a la apostasía dentro de la Iglesia”


Por Ramón Pi


2 de junio de 2017


¿Qué ocurrió? ¿Qué contenía este mensaje de Nuestra Señora que primero Juan XXIII, luego Pablo VI, y más tarde Juan Pablo II (no consta que Juan Pablo I en sus 33 días de pontificado hubiera visto el manuscrito de Sor Lucía) hayan considerado muy conveniente mantenerlo en secreto? Parece razonable suponer que el papa Wojtyla podría haber seguido el comportamiento de sus predecesores, de no ser porque, con el cambio de milenio, toda clase de augurios apocalípticos y catástrofes supersticiosas podrían haber enturbiado seriamente la oportunidad de recordar a la Humanidad el mensaje salvador de Jesucristo, y publicando la tercera parte del mensaje de Fátima se neutralizaba esa amenaza. Pero, ¿fue dado a conocer en su integridad? ¿Hubo o no dos textos de esta tercera parte escritos por sor Lucía en fechas diferentes, uno de cuatro hojas (que fue el que se publicó en 2000) y otro de una sola hoja y veinticuatro líneas que permanecería sin reconocer por el Vaticano?

Las preguntas, a partir de la renuencia de Juan XXIII a dar a la publicidad el resto de las manifestaciones de la Virgen de Fátima, se multiplicaron, y ante la falta de informaciones solventes, se hicieron inevitables las conjeturas, que es lo que ocurre cuando los hechos y sus distintas versiones e interpretaciones no acaban de coincidir del todo. La suspensión del juicio de Juan XXIII y Pablo VI sobre el «Tercer Secreto», ¿tuvo que ver sólo con el texto ahora conocido o influyó, sobre todo, el otro texto de una sola hoja al que se refirió el difunto cardenal Ottaviani cuando era el secretario del Santo Oficio?

Zavala ha emprendido una averiguación minuciosa de lo ocurrido en relación con este asunto que, efectivamente, tiene perfiles de investigación policíaca. Ha recogido los comentarios y las declaraciones de personas que tuvieron ocasión de ver el contenido del sobre (o de los sobres, en caso de que hubiera dos), las reacciones de la vidente portuguesa desde su monasterio de Tuy cada vez que un Papa consagraba el mundo al Inmaculado Corazón de María y las reacciones de los pontífices a esta repetida muestra de desagrado de sor Lucía por la forma en que se había hecho, etc. El libro es el resultado de todo este trabajo meticuloso y realizado casi con la paciencia y cuidado de un entomólogo.


Ramón Pi: Y ahora escribe un libro sobre el secreto de Fátima, que algunos llaman los tres secretos, porque las dos primeras partes se dieron a conocer hace años y la última se presentó en público en 2000, pero envuelta en una polémica considerable. Lo que plantea a través de todo el libro es que algunas personas con responsabilidades de gobierno en la Iglesia a los más altos niveles pudieron considerarse en algún momento con legitimidad suficiente para llevar la contraria o enmendar la plana a Nuestra Señora al negarse a dar a conocer, o incluso manipular, seleccionándolas o interpretándolas, esas revelaciones. Esto, naturalmente, en caso de que se creyeran lo de las apariciones y las revelaciones a los pastorcitos y las otras revelaciones privadas que contaba sor Lucía.


José María Zavala: Sería una incongruencia que no se lo creyeran. Las apariciones de Fátima, sin ser dogma de fe, fueron aprobadas por la Iglesia, lo que hace pensar con mucho fundamento que sí se las creyeron o que eso parece al menos. Pero yo distinguiría entre lo que son las personas que rigen o gobiernan la Iglesia y lo que es la Iglesia como institución, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, y que es Santa, como decimos en el Credo. En este sentido, en 1960, cuando la Virgen de Fátima le dijo a Lucía que debía revelarse el tercer secreto…


El tercer secreto afectaba nada menos que a las entrañas de la misma Iglesia, porque hacía alusión a la apostasía dentro de la Iglesia y la invadía desde su misma cúspide.


R.P.: Cosa que le había anunciado muchos años antes, como recuerda en el libro…


J.M. Zavala: En efecto, en 1917, cuando está la I Guerra Mundial ya acabándose, la Virgen profetiza –Regina prophetarum, decimos en las letanías del rosario- que, si la humanidad no se convierte y no cambia su relación hacia Dios, sobrevendrá otra guerra aún peor durante el reinado de Pío XI. Lucía no podía saber que Pío XI sería el Papa después de Benedicto XV y que en 1939 estallaría la II Guerra Mundial. Y, si trasladamos esto al tercer secreto, hablamos de 1960, esa fecha que la Virgen facilita a sor Lucía para que se dé a conocer, la gran pregunta es por qué el papa Roncalli, que en 1960 reina con el nombre de Juan XXIII, no lo hace. Y no solo eso, sino que en el discurso de apertura del Concilio Vaticano II desliza ese término, que él mismo acuña, de «profetas de calamidades», en referencia implícita a los pastorcitos de Fátima y a todos los aguafiestas que se oponen de alguna manera a ese pontificado basado en el optimismo y la renovación de la Iglesia. Esa es la gran pregunta: por qué Juan XXIII no revela el tercer secreto en 1960, contradiciendo la voluntad manifestada por la Virgen de Fátima a Lucía.


R.P.: ¿Hay alguna respuesta a esa pregunta?


J.M. Zavala: Es evidente, o al menos a mí me lo parece, que si ese tercer secreto vaticinase alguna suerte de calamidad planetaria como terremotos, tsunamis o incluso una tercera Guerra Mundial, Roncalli probablemente lo hubiese publicado. Pero es que el tercer secreto afectaba nada menos que a las entrañas de la misma Iglesia, porque hacía alusión a la apostasía dentro de la Iglesia y la invadía desde su misma cúspide.


R.P.: Esto es muy fuerte…


J.M. Zavala: En el libro hay una entrevista que me parece crucial. Se la hago al padre Amorth [el conocido exorcista de la diócesis de Roma]. Yo soy muy devoto del padre Pío [san Pío de Pietrelcina], yo soy hijo espiritual del padre Pío, el padre Amorth también lo era: tuvo oportunidad de tratar al padre Pío durante veintiséis años. El padre Pío estaba al corriente de los tres secretos de Fátima; él tenía continuas alocuciones y visiones de Jesús y de la Virgen. Pues bien, en sus conversaciones con don Gabriele Amorth, le cuenta cómo el tercer secreto se refiere a la apostasía dentro de la Iglesia y, además, desde su mismo vértice. Estas manifestaciones del padre Pío a don Gabriele Amorth están en franca sintonía con declaraciones del cardenal Alfredo Ottaviani, que fue uno de los que abrieron el tercer secreto en presencia de Roncalli, y de su secretario, monseñor Loris Capovilla; están también en sintonía con lo declarado por el cardenal Ciappi, que hablaba de la apostasía dentro de la Iglesia; están, asimismo, en sintonía con la declaración -que consta escrita- de monseñor Venancio, obispo de Leiria-Fátima. Todo cuadra, todo encaja; el testimonio de monseñor Venancio es importante: cuando él, que tenía en un sobre cerrado el tercer secreto que le había confiado sor Lucía, es el encargado de llevar a la nunciatura en Lisboa ese sobre porque había sido reclamado por el Vaticano, por curiosidad examina el contenido al trasluz y distingue que hay una sola hoja con un texto de veinte a veinticuatro renglones manuscritos, que no son las cuatro hojas con sesenta y tantos renglones publicadas en el año 2000 por el cardenal Sodano, que las presentó como el tercer secreto.


R.P.: Esas cuatro hojas, ¿también están escritas a mano?


J.M. Zavala: Sí. Y esto es interesante, porque ese documento de una sola hoja [fechado el 1 de abril de 1944, tres meses después de la fecha del documento presentado por el cardenal Sodano en 2000], con veinticuatro renglones exactamente, que publico en el libro, ha sido sometido por mi iniciativa a un peritaje caligráfico [comparándolo con el texto del segundo secreto, escrito en 1941]. La persona que la ha realizado, Begoña Slocker de Arce, es de toda mi confianza; está en activo en los tribunales de justicia y su trabajo ha sido corroborado por el presidente de la Asociación de Peritos Calígrafos de España y por el que dicen que es el mejor de España de esta especialidad, que ha sido profesor de la policía científica en Madrid. De manera que yo, como profesional, como periodista y escritor me acerco al fenómeno de Fátima desde esta óptica: busco esos dos documentos y testimonios relativos a ellos, hago una yuxtaposición de testimonios y documentos y dejo al lector que extraiga sus propias conclusiones.


R.P.: En cierto modo sí, pero a mí me parece que es bastante visible un cierto acompañamiento hacia la aceptación de la tesis de que queda una parte por desvelar, que es además la que usted sostiene, y que sería precisamente la que se refiere a la apostasía dentro de la Iglesia desde la cúspide..


J.M. Zavala: En ningún momento del libro digo que este documento sea auténtico. Lo que hago es confiar este juicio al experto. Ahora bien: lo que sí mantengo yo es que el contenido del documento es auténtico, porque encajan las piezas. Basándome sobre todo en el testimonio del padre Pío, que es mi santo predilecto y me merece toda la confianza y que, además, coincide con los testimonios de Ottaviani, Ciappi, Venancio, etcétera. Por otro lado, el objetivo del libro es una llamada a la conversión: de hecho, tras tres ediciones, ya he recibido centenares de mensajes de personas -bastantes sacerdotes- que lo han leído y que les ha ayudado en su vida. Algunos con los que he tenido conversaciones cara a cara me han agradecido haber escrito este libro que, por lo demás, tengo la convicción de que es un libro-instrumento.


R.P.: ¿Libro-instrumento?


J.M. Zavala: Un instrumento para ayudar a los demás. Ese ha sido desde el principio mi afán, como también lo ha sido al escribir el libro del padre Pío, Así se vence al demonio o, más recientemente, el de madre Esperanza, el alma gemela del padre Pío; esos libros son los que ayudan a los demás y me enriquecen también a mí interiormente. Y, ¿qué es, a fin de cuentas, el mensaje de Fátima sino una llamada a la conversión y a la penitencia? Y el libro lo acabo con lo mismo, con lo que es el testamento espiritual del padre Pío, que es el Libro del Amor. Es una maravilla, es Jesús que nos quiere con locura a cada uno de nosotros y está esperando que le abramos el corazón, para entrar a saco y darnos el ciento por uno.


Fuente - Texto tomado de ELDEBATEHOY.ES:
https://eldebatedehoy.es/religion/zavala-libro-secretos-fatima/#:~:text=J.M.%20Zavala%3A%20%C2%ABEl%203er%20secreto,apostas%C3%ADa%20dentro%20de%20la%20Iglesia%C2%BB&text=Se%20ha%20cumplido%20el%20primer,primos%20Francisco%20y%20Jacinta%20Marto.




Tercer Secreto de Fátima


Uno de nuestros lectores de Portugal nos envió el facsímil de un texto escrito a mano que podría ser el texto del Tercer Secreto de Fátima.

Este texto sin firmar supuestamente fue escrito por la Hermana Lucía en su Convento de Tuy el 1 de septiembre de 1944 o el 1 de abril de 1944; no está claro si el número que indica el mes es 9 o 4. Se colocó una huella digital de la Hermana Lucía en la parte inferior de la página como garantía de su autenticidad. Una persona no identificada que tuvo acceso a este documento publicó una foto del mismo recientemente.

Publicamos este facsímil a continuación para que los lectores de TIA lo examinen. Le sigue un texto mecanografiado en portugués y nuestra traducción al inglés.




No afirmamos que este sea indudablemente el verdadero Tercer Secreto. Lo publicamos como una invitación para que nuestros lectores lo discutan y busquen la opinión de expertos para saber si este documento es auténtico o no.

Si bien, por un lado, hacemos estas reservas como medida de prudencia, por otro lado, creemos que este texto tiene a su favor la apariencia de verdad. Es decir:


  • En cuanto a su contenido, es una descripción que ciertamente coincide con la realidad que estamos presenciando hoy: los cambios radicales que fueron instalados en la Iglesia por el Concilio Vaticano II y se difundieron universalmente en los últimos 45 años.
  • Si hubiera sido revelado antes de 1960 por Juan XXIII, podría haber evitado una gran parte de esta crisis.
  • En cuanto a su forma, corresponde a las otras dos partes previamente reveladas del Mensaje de Fátima y las acerca a un cierre coherente.
  • Es un texto completo en sí mismo, con una introducción, explicación principal y conclusión.
  • Es claro y accesible tanto para los niños que lo recibieron como para cualquier adulto, ignorante o erudito, como lo sería normalmente un mensaje de la Madre de Dios.


En nuestra opinión, estas son razones suficientes para hacer accesible este mensaje al público.

Antes de presentar el documento, establezcamos un presupuesto para la discusión. Como bien lo demostró la Dra. Marian Horvat, creemos que hay dos Hermanas Lucía: una, la monja seria y reservada que recibió los mensajes, y otra, la monja superficial y extrovertida que posó con los papas conciliares durante sus visitas a Fátima.

Creemos que la letra de la última Hermana Lucía probablemente no coincidirá con la de la carta a continuación. Cualquier comparación de textos debe hacerse con los de la Hermana Lucía en el momento en que estuvo en Tuy.

AS Guimarães, editor


Facsímil de la tercera parte
del secreto de Fátima


Texto en portugués


Tuy 1 de septiembre de 1944 o 1 de abril de 1944


JMJ


Agora vou revelar o terceiro fragmento do segredo: Esta parte é a apostasia na Igreja!


Nossa Senhora mostrou-nos uma vista do um indivíduo que eu descrevo como o 'santo Padre', em frente de uma multidão que estava louvando-o.


Mas havia uma diferenca com um verdadeiro santo Padre, o olhar do demonio, este tinha o olhar do mal.


Então depois de alguns momentos vimos o mesmo Papa entrando a uma Igreja, mas esta Igreja era a Igreja do inferno, não há modo para descrever a fealdade d'ésse lugar, parecia uma fortaleza feita de cimento cinzento com ángulos quebrados e janelas semelhantes a olhos , tinha um bico no telhado do edificio.


Em seguida levantamos a vista para Nossa Senhora que nos disa Vistes a apostasia na Igreja, esta carta pode ser aberta por O santo Padrre, mas deve ser anunciada depois de Pio XII e antes de 1960.


No reinado de Juan Pablo II a pedra angular da tumba de Pedro deve ser removida e transferida para Fatima.


Porque o dogma da fe não é conservado em Roma, sua autoridade será removida e entregada a Fatima.


Una catedral de Roma deve ser destruida e uma nova construida en Fátima.


Se 69 semanas depois de que esta orden é anunciada Roma continua sua abominação, a cidade será destruida.


Nossa Senhora disa-nos que ésto está escrito, Daniel 9, 24-25 e Mateus 21, 42-44



Traducción en inglés


Tuy 1 de septiembre de 1944 o 1 de abril de 1944


JMJ


Ahora voy a revelar el tercer fragmento del secreto: ¡Esta parte es la apostasía en la Iglesia!


Nuestra Señora nos mostró al individuo que describo como el 'Santo Padre' frente a una multitud que lo vitoreaba.


Pero había una diferencia de un verdadero Padre santo, su mirada diabólica, este tenía la mirada del mal.


Luego, después de unos momentos vimos al mismo Papa entrando en una Iglesia, pero esta Iglesia era la Iglesia del infierno; no hay forma de describir la fealdad de ese lugar. Parecía una fortaleza de cemento gris con ángulos rotos y ventanas parecidas a ojos; tenía un pico en el techo del edificio.


A continuación, levantamos la mirada hacia Nuestra Señora que nos dijo: Viste la apostasía en la Iglesia; esta carta puede ser abierta por el Santo Padre, pero debe anunciarse después de Pío XII y antes de 1960.


En el reino de Juan Pablo II, la piedra angular de la tumba de Pedro debe ser removida y trasladada a Fátima.


Debido a que el dogma de la fe no se conserva en Roma, su autoridad será removida y entregada a Fátima.


Hay que destruir la catedral de Roma y construir una nueva en Fátima.


Si 69 semanas después de que se anuncia esta orden, Roma continúa su abominación, la ciudad será destruida.


Nuestra Señora nos dijo que esto está escrito, [en] Daniel 9: 24-25 y Mateo 21: 42-44


Fuente - Texto tomado de TRADITIONINACTION.ORG:


Imagen del Tercer Secreto de Fátima tomada del sitio: