miércoles, 17 de agosto de 2022

Santa Elena - Reina Año 330 - Madre del emperador romano Constantino - Fiesta Agosto 18

Santa Elena
Madre del emperador romano Constantino


Elena significa: "Antorcha Resplandeciente". Esta gran santa se ha hecho famosa por haber sido la madre del emperador que les concedió la libertad a los cristianos, después de tres siglos de persecución, y por haber logrado encontrar la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén.

Santa Elena nació en el año 270 en Bitinia (hacia el sur de Rusia, junto al Mar Negro). Era hija de un hotelero, y especialmente hermosa. Y sucedió que llegó por esas tierras un general muy famoso del ejército romano, llamado Constancio Cloro, y se enamoró de Elena y se casó con ella. De su matrimonio nació un niño llamado Constantino, que se iba a hacer célebre en la historia por ser el que concedió la libertad a los cristianos.

Cuando ya llevaban un buen tiempo de matrimonio, sucedió que el emperador de Roma, Maximiliano, ofreció a Constancio Cloro, nombrarlo su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a su esposa Elena, y se casara con la hija de Maximiliano. Constancio, con tal de obtener tan alto puesto, repudió a Elena. Y así ella tuvo que estar durante 14 años abandonada y echada a un lado. Pero esto mismo la llevó a practicar una vida de santidad.

Pero al morir Constancio Cloro, fue proclamado emperador por el ejército el hijo de Elena. Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual Cristo le mostraba una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía:




"Con este signo vencerás"


Y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó:


"Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena"




Constantino consiguió una fulgurante victoria contra los enemigos en el puente Milvio en Roma.

El nuevo emperador decretó que la religión católica tendría en adelante plena libertad (año 313), y con este decreto terminaron tres siglos de crueles y sangrientas persecuciones que los emperadores romanos habían hecho contra la Iglesia de Cristo.




Constantino amaba inmensamente a su madre Elena y la nombró Augusta o Emperatriz, y mandó hacer monedas con la figura de ella, y le dio plenos poderes para que empleara el dinero del gobierno en las obras buenas que ella quisiera.




Elena, que se había convertido al cristianismo, se fue a Jerusalén, y allá con los obreros, que su hijo, el emperador le proporcionó, se dedicó a excavar en el sitio donde había estado el monte Calvario, y allá encontró la Cruz en la cual habían crucificado a Jesucristo (por eso la pintan con una cruz en la mano).




En Tierra Santa hizo construir tres templos: Uno en el Calvario, otro en el Monte de los Olivos y el tercero en Belén.




Dice San Ambrosio que Santa Elena aunque era la madre del emperador, vestía siempre con mucha sencillez y se mezclaba con la gente pobre, y aprovechaba de todo el dinero que su hijo le daba para hacer limosnas entre los necesitados. Que era supremamente piadosa y pasaba muchas horas en el templo rezando.


Fuente - Texto tomado de CATÓLICO.ORG:
http://www.catolico.org/santos/elena.htm

Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Elena%20_8_18.htm




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San Alberto Hurtado Cruchaga - Fiesta Agosto 18

 



Nació el 22 de enero de 1901, en Viña del Mar, Chile, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, Alberto Hurtado y Ana Cruchaga vivían en un campo cercano a la localidad de Casablanca. En el fundo Los Perales de Tapihue, Alberto pasó sus primeros años de vida. Pero cuando tenía cuatro años, su padre falleció.

Su madre quedó sola, a cargo de Alberto y de su hermano Miguel. La venta del fundo se hizo necesaria junto con el traslado a Santiago.

Acogidos por sus familiares, Alberto, Miguel y doña Ana, iniciaron una nueva etapa de sus vidas en la capital.

En 1909 ingresó al Colegio San Ignacio, en donde destacó por ser buen compañero, entusiasta y alegre. Fue en este lugar donde comenzó a manifestarse su vocación, esas ganas de ayudar a los otros estando al servicio de Cristo.

Sin embargo, aunque sabía que por sobre todas las cosas quería ser sacerdote, la difícil situación económica de su madre le hacía imposible cumplir su sueño de entrar a la Compañía de Jesús. Por eso, una vez finalizado el colegio entró a estudiar Leyes en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Para ayudar a su familia trabajaba en las tardes y en las pocas horas que le quedaban libres se lo dedicaba a la Parroquia Virgen de Andacollo.

Su vocación sacerdotal seguía presente, aunque los años pasaban, él no perdía la esperanza. Finalmente sus rezos fueron escuchados y en 1923 pudo cumplir su sueño e ingresar al noviciado. Luego de varios años de estudios, fue ordenado sacerdote en Bélgica, en 1933.

Volvió a Chile en 1936. De inmediato se puso a trabajar como profesor del Colegio San Ignacio, aquí niños y jóvenes buscaban su compañía y orientación. Su inmenso arrastre entre los jóvenes sobrepasó los límites del colegio. Fue llamado entonces como asesor de la Acción Católica Juvenil. Con sus jóvenes colaboradores recorrió la patria inflamando los corazones juveniles con el deseo de luchar por la gloria de Cristo.

Jesús lo llamaba. En cada lugar el Padre Alberto Hurtado veía la cara de Cristo en los pobres. Había tantos que necesitaban techo, abrigo y comida. Para ellos fundó el Hogar de Cristo en 1944.

Sin tiempo para desfallecer siempre tenía un nuevo proyecto entre sus manos. Una nueva casa de acogida para los niños, talleres de enseñanza, más camas para las hospederías, eran algunas de las miles de ideas que rondaban en su cabeza. Pese a la incomprensión de muchos, siempre encontraba la fuerza para seguir sirviendo a Cristo.

Su obra se multiplicó con su trabajo en la Acción Católica, en la Acción Sindical de Chile y en la Revista Mensaje. Pese a la cantidad de tareas impuestas, nunca dejó de realizar Dirección Espiritual. Con su mejor sonrisa recibía y escuchaba a sus "patroncitos".

Tenía 51 años cuando le diagnosticaron cáncer. Pese a los fuertes dolores de su enfermedad, siguió trabajando por Cristo desde su pieza en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Hasta el final se mantuvo alegre y contento, siempre dando una palabra de esperanza y apoyo a quien lo visitaba.

El 18 de agosto de 1952 el Padre Alberto Hurtado Cruchaga dejó este mundo, partiendo al encuentro con Cristo. Su esfuerzo, su lucha, su alegría y su intenso amor por Jesús dieron frutos. El 16 de octubre de 1994, Su Santidad Juan Pablo II beatificó al Padre Hurtado. Fue canonizado el 23 de octubre de 2005 por el Papa Benedicto XVI.

En la mención dedicada a la vida del padre Hurtado durante la Misa de canonización de cinco nuevos santos, el Papa hizo notar como “el programa de vida de San Alberto Hurtado” fue la síntesis de:


“Amarás a Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo”.


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

VIDEO - Nueva Cúpula Militar y de Policía de Colombia se consagran a la Virgen de Fátima



Foto de IFMNOTICIAS.COM


Agosto 17 de 2022


Un día antes de la fallida posesión de la nueva Cúpula Militar por el incumplimiento de la agenda de Gustavo Petro, en la Capilla de Cantón Norte, los oficiales que asumirán la comandancia de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, en una sentida ceremonia, se consagraron al Inmaculado Corazón de la Virgen de Fátima.


Fuente - Texto tomado de IFMNOTICIAS.COM:


Ver Video de DAILYMOTION:






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El arzobispo Viganò tenía razón sobre Donald Trump



Por Redaccioninfovaticana | 16 de Agosto de 2022

IGLESIA UNIVERSAL

(Kennedy Hall en Crisis Magazine) 


Bueno, como se dice, se han quitado los guantes. El estado conocido por las naranjas tropicales será ahora conocido por el momento en que Estados Unidos se reveló como una república bananera. El allanamiento de la residencia de Trump por un servicio policial federal fue el cruce del proverbial Rubicón.

Ahora está claro -si no lo estaba antes- que el País de la Libertad es también un país en el que los ex presidentes ven asaltadas sus casas por razones puramente políticas por regímenes corruptos. Desde una perspectiva sandinista, el régimen de Biden está empeñado en demostrar que no se dejará vencer.

Independientemente de lo que uno piense de Donald Trump, está claro que es una mosca, un indeseable añadido en ese brebaje globalista. Sí, mis amigos y colegas que han decidido atragantarse con las píldoras rojas dirán que siempre fue una «operación psicológica» o que el hombre era solo un oportunista que fingía ideales políticos para ganar el mayor reality show del mundo: la presidencia.

Es muy posible que el Donald no sea San Donald Magno o un santo monarca católico, pero a estas alturas creo que es una tontería pensar que solo es una herramienta globalista o un político oportunista. Sea lo que sea, la izquierda y los marxistas lo odian, y está claro que no se detendrán ante nada para acabar con él, y con todos los asociados a él. A pesar de todos sus defectos, es el hombre que trajo a los jueces que eliminaron el insaciable dominio de Mólec sobre la ley estadounidense, por lo que el llamado Trump Derangement Syndrome es claramente más bien una manifestación de lo demoníaco.

Aunque Trump sea su enemigo, es el enemigo de tu enemigo y, por tanto, un improbable amigo en esta guerra por la civilización.

Un prelado católico lo entendió tanto o mejor que nadie, y es el arzobispo Viganò. En 2020, el arzobispo publicó una serie de poderosas e impactantes cartas sobre el entonces presidente Trump y las inminentes elecciones. En su carta del 7 de junio, el ex nuncio en Estados Unidos comenzó diciendo que «hemos sido testigos de la formación de dos bandos opuestos que yo llamaría bíblicos: los hijos de la luz y los hijos de la oscuridad».

Afirmaba que los «hijos de la luz» representan la mayoría de la sociedad y que los que se han entregado al lado oscuro son minoría, aunque sean más eficaces o influyentes por el momento.

Tengo que estar de acuerdo con esto, ya que coincide con las referencias bíblicas al hecho de que los ángeles caídos son una fracción de los ángeles buenos, pero demuestran un poder desproporcionado sobre la raza humana caída.

Y añade: «[Los hijos de la luz] son objeto de una especie de discriminación que los coloca en una situación de inferioridad moral con respecto a sus adversarios, que a menudo ocupan posiciones estratégicas en el gobierno, en la política, en la economía y en los medios de comunicación».

También es cierto.

Continúa con lo que parecía una referencia al libro del Apocalipsis, hablando de una «clara separación entre la descendencia de la Mujer y la descendencia de la Serpiente»: «Por un lado están los que, aunque tienen mil defectos y debilidades, están motivados por el deseo de hacer el bien, de ser honestos, de formar una familia, de dedicarse al trabajo, de dar prosperidad a su patria, de ayudar a los necesitados y, en obediencia a la Ley de Dios, de merecer el Reino de los Cielos. En el otro están los que se sirven a sí mismos, que no tienen ningún principio moral, que quieren demoler la familia y la nación, explotar a los trabajadores para enriquecerse indebidamente, fomentar las divisiones internas y las guerras, y acumular poder y dinero: para ellos la falaz ilusión del bienestar temporal cederá un día -si no se arrepienten- al terrible destino que les espera, lejos de Dios, en la condenación eterna».

Estos comentarios de Viganò son totalmente correctos, en mi opinión. En nuestro mundo actual, hay muchas personas que todavía tienen el suficiente sentido común para escuchar su instinto, para intentar seguir la Ley Natural, aunque no tengan las palabras para describirla. No hace falta ser católico para entender que el acoso sexual de niños está mal, o que matar a los bebés en el vientre materno es malo. Las personas normales, aquellas que no son subrepticias, entienden estas cosas sin necesidad de que se las expliquen.

Pero es cierto que hay una contingencia de individuos que están al borde de la posesión o de la sociopatía que no se detendrán ante nada ni serán detenidos por ningún principio moral metafísico en su búsqueda de condenar a la raza humana.

Por la razón que sea, Trump -verrugas, mal corte de pelo, matrimonios fracasados y todo- se manifestó como algo así como un instrumento de la Providencia para liderar a la defectuosa pero sana gente del mundo libre contra esos locos sulfurados que quieren convertir a la nación más influyente del mundo en un calco del PCc.

La reciente incursión en la casa de Trump no hace más que confirmar lo que Viganò dijo en esa carta de junio de 2020 sobre los «hijos de las tinieblas» que no se detienen ante nada para derribar cualquier apariencia de bondad y verdad.

En su carta de octubre de 2020 al ex presidente, Viganò añadió enfáticamente que era Trump (o lo que sea que Trump represente) quien se interponía entre la toma de posesión del Estado profundo y una América libre y sana.

Escribió: «Es usted, querido presidente, ‘el que se opone’ al estado profundo, el asalto final de los hijos de las tinieblas».

Una vez más, piense lo que piense de Trump, está claro que el Estado profundo lo ve casi como una amenaza existencial, y no se detendrán ante nada para acabar con él. Esto debe hacernos reflexionar.

Al igual que en las Escrituras cuando son los demonios los que atestiguan la divinidad de Cristo, es casi como si los globalistas demoníacos no pudieran evitar atestiguar por su odio a Trump que es la figura principal de una América que Viganò etiquetó: «El muro defensor contra el que se ha desatado la guerra declarada por los defensores del globalismo».

Está por ver cuáles serán las consecuencias de la redada en Mar-a-Lago, pero de lo que podemos estar seguros es de que Viganò tenía razón sobre Trump.

Publicado por Kennedy Hall en Crisis Magazine

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana


Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:






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