lunes, 17 de septiembre de 2012

San José de Cupertino - Fiesta Septiembre 18


José nació el 17 de junio de 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Copertino (Lecce). Sus padres eran muy pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.

Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1628 y se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo, consagrado a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).


Éxtasis y milagros

Sus éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales eran tan frecuentes que no se conocen en semejante cantidad en ningún otro santo.


Levitación

Este don extraordinario consiste en la elevación del cuerpo humano sin la participación de ninguna fuerza física. Se ha considerado como un regalo que Dios hace a ciertas almas muy espirituales. San José de Cupertino tuvo numerosísimas levitaciones, es decir, volaba por los aires.

En la vida de San José de Cupertino podemos ver cantidad de dones con los que el Señor adornó su humilde y piadosa alma. Es un santo en el que Dios derramó tanta abundancia de dones sobrenaturales que son incontables.


Don de exorcizar demonios

Fue elegido por sus superiores a exorcizar demonios, para lo cual él se consideraba indigno de hacer, y utilizaba esta frase: "Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mí, sino por la obediencia que le debo a mis superiores". Y los demonios salían.


Don de leer los corazones

También tenía el don de leer los corazones, porque era buen confesor y cuando un alma se acercaba a confesarse, él se podía dar cuenta de lo que a esta alma le atormentaba.


Don de bilocación

El don de bilocación (estar en dos lugares al mismo tiempo). Cuando su madre estaba muriendo en el pequeño pueblo de Copertino, José se encontraba en Asís y percibió la necesidad de su madre. Una gran luz entró por el cuarto de la señora, era San José de Cupertino que había llegado. Su madre al verlo exclamó ¡Oh Padre José, oh hijo mío!, y murió instantáneamente. Cuando sus superiores le preguntaron por qué estaba llorando tan amargamente, él contestó porque su madre acababa de morir. Hay muchos que atestiguan que el Padre José asistió a su madre en Copertino.


Don de multiplicación

Multiplicaba panes, miel, vino, y cualquier comida que se le ponía enfrente.


Don de sanación

Le recobró la vista a un ciego al ponerle su capa sobre la cabeza. Los mancos y cojos eran sanados al besar ellos el crucifijo que él ponía delante de ellos. Hubo una plaga de fiebre muy alta y los enfermos eran curados al hacerle la señal de la cruz sobre su frente, bajándole la fiebre hasta la temperatura normal. Con la señal de la cruz, resucitaba muertos.


Don de profecía

Predijo el día y la hora de la muerte de los Papas Urbano VIII e Inocencio X. Predijo el ascenso al trono de Juan Casimir.


Don de tocar corazones hacia la conversión

El más conocido ejemplo fue el del Príncipe John Federick, un luterano, que a los 25 años de edad fue a Asís con dos escoltas, uno católico y otro protestante. Entraron a la iglesia donde el Padre José celebraba la Santa Misa y, a la hora de la consagración, cuando el padre quiso partir la hostia; ésta estaba tan dura como una piedra y tuvo que devolverla a la patena. El Padre José comenzó a llorar de dolor y a levitar a unos tres pies de altura. Cuando regresó al altar trató otra vez de partir la hostia y, haciendo gran esfuerzo lo logró. Más tarde cuando los superiores le preguntaron por qué había demorado tanto para partirla, él respondió:

"Mis queridos hermanos, la gente que asistió hoy a Misa tienen el corazón demasiado duro, por eso el Cordero de Dios se endureció en mis manos y no podía yo partir la Hostia Consagrada".

Al día siguiente regresó el príncipe con los dos hombres a la Misa y, cuando el Padre José elevó la Hostia, la cruz de la Sagrada Hostia cambió a negra. Causándole gran dolor y llorando empezó a levitar junto con la Sagrada Hostia por 15 minutos. El milagro del Padre José levitando con la Hostia en alto conmovió el corazón del príncipe a convertirse a la Fe Católica, igual que sus acompañantes. El Padre José nunca aceptó ningún mérito por sus milagros, siempre se los acreditaba a su Madre María, a la cual siempre tuvo una gran devoción.

El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo al aceptar milagros, estudió cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró:

"Todos estos hechos no se pueden explicar sin una intervención muy especial de Dios".



Nadie se hace santo por tener dones sino por entregarlos amorosamente al servicio de Dios. Las virtudes de San José de Cupertino son:

La humildad del Padre José era constantemente probada. Un día un hombre arrogante le dijo:

"Impío, hipócrita, no por ti, pero por el hábito de religioso que llevas tengo que respetarte. Yo creería en todo lo que haces si con la señal de la cruz sobre mi llaga me sanas"

Él contestó:

"Todo lo que has dicho de mí es completamente cierto".

Y haciendo la señal de la Cruz sobre las llagas quedaron sanadas totalmente.

Ejercitó totalmente el abandono y la obediencia. Veía en la voz del superior, la voz del Señor y gozosamente obedecía. Por medio de su obediencia le entregaba a Dios no solamente sus hábitos sino también su carne y deseos. Decía:

"La obediencia es como un cuchillo por el cual se mata la voluntad del hombre y se le ofrece a Dios. Hace que el hombre se vaya confortando con el cielo".

Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. Estuvo en Nápoles, Asís, donde vive en el Sacro Convento por 14 años, en Petrarubbia y Fossombrone. Finalmente, llega al convento de San Francisco en Osimo. La gente descubría dónde estaba y allá corrían. Él sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní), pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez la paz a su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio:

"Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que le pide recibe".



José de Cupertino murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años. Fue beatificado en 1753 por Benedicto XIV, y canonizado en el 1767 por Clemente XIII. Su cuerpo está expuesto para la veneración en su Santuario en Osimo.

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:
http://www.corazones.org/santos/jose_copertino.htm

Link - Amor Eterno (Leer más aspectos de su vida de santidad):
http://diosysantidad.blogspot.com/2011/09/san-jose-de-cupertino-fiesta-septiembre.html