
Por INFOVATICANA | 18 de Noviembre de 2025
El obispo emérito de Tyler, Joseph Strickland, publicó el pasado 14 de noviembre un mensaje dirigido al papa León XIV, a la curia romana y al conjunto del episcopado. El prelado denuncia lo que considera una creciente complacencia de la jerarquía ante abusos litúrgicos, omisiones pastorales y ambigüedades doctrinales que —según afirma— están “escandalizando a los pequeños” y debilitando la fidelidad de los fieles. Su intervención, publicada en la red X, llega un día después de su silencio en la asamblea de la USCCB, donde asegura que debió pronunciar estas palabras.
Crítica frontal a la jerarquía por el trato a la liturgia, la moral y la disciplina
En su mensaje, Strickland pregunta abiertamente al papa León XIV y a los obispos “cuánto tiempo seguirán sirviendo a dos señores”, citando el pasaje de 1 Reyes 18,21. El prelado acusa a la jerarquía de tolerar liturgias irreverentes, permitir la presencia de parejas en situación irregular sin un llamado explícito a la conversión, ignorar los efectos del descontrol migratorio en las poblaciones locales y mantener una actitud pastoral que oscila entre la corrección política y la confusión doctrinal.
Strickland sostiene que muchos obispos “han infligido daño a los pequeños” mediante prácticas litúrgicas que, a su juicio, trivializan el Santo Sacrificio de la Misa. Afirma que convertir la liturgia en un “adorno” o en una plataforma para mensajes contrarios a la fe erosiona la reverencia debida al culto y alimenta la desorientación entre los fieles. Critica también que ciertos actos públicos de bendición o acogida se presenten como gestos de inclusión, mientras —según él— evitan abordar la llamada al arrepentimiento y al cambio de vida.
Advertencia sobre la inmigración descontrolada y el riesgo de minimizar la verdad moral
El obispo emérito aborda igualmente la cuestión migratoria, insistiendo en que el mandato evangélico de acoger al extranjero no puede convertirse en una justificación para ignorar los efectos sociales y humanos de lo que describe como una situación de “ley de la selva”. Denuncia la falta de atención a las víctimas, tanto a quienes migran como a quienes ven alteradas sus comunidades, y reprocha a algunos prelados utilizar un lenguaje moral ambiguo que confunde hospitalidad con permisividad.
Strickland sostiene que estas omisiones pastorales, sumadas al silencio ante abusos litúrgicos y desórdenes doctrinales, generan desconcierto entre los fieles y alimentan una percepción de distancia entre la jerarquía y las preocupaciones reales del pueblo de Dios.
Llamamiento a la conversión y a la claridad pastoral
Lejos de limitarse a denunciar, Strickland afirma que la situación sólo podrá revertirse mediante un retorno decidido a Jesucristo como Señor y a la predicación clara de la verdad moral. Insiste en que la Iglesia debe rechazar la “depravación del mundo” y llevar la luz del Evangelio a los ámbitos donde la confusión y la ley moral se han debilitado.
El obispo concluye con una llamada directa al episcopado: “Debemos ser pastores”, subrayando que la misión apostólica exige claridad doctrinal, reverencia litúrgica y valentía pastoral.
Dejamos a continuación el mensaje íntegro de Mons. Strickland publicado en X:
Queridos fieles católicos:
Estas palabras me vinieron a la mente al despertarme esta mañana. Son palabras que debería haber dicho para romper el silencio tras mi intervención en la reunión de la USCCB. Ahora se las digo al papa León, a los obispos y a todos los que dicen ser discípulos de Jesucristo.
«¿Hasta cuándo serviréis a dos señores? Si creéis que Cristo es el Señor, ¡seguidlo! Si el mundo es vuestro amo, ¡id a él! Pero no profanéis más su santuario mientras traicionáis la Cruz».
Obispos, ¡DEJAD de jugar! DEJAD de mentir. ¡DEJAD de hacer la vista gorda ante los pequeños! Hay una enorme reserva de piedras de molino lista para ser distribuida entre vosotros. Una para el papa León, un camión lleno para la Curia del Vaticano y barcos cargueros llenos para la gran mayoría de los sucesores de los apóstoles de hoy.
¿Cómo me atrevo a decir estas palabras, cómo me atrevo a juzgar a estos príncipes de la Iglesia? No, hermanos, ¿CÓMO OS ATREVÉIS a infligir daño a los pequeños una y otra vez?
Hacéis daño a los pequeños cuando convertís el Sagrado Sacrificio de Jesucristo, la Santa Misa, en un juguete, en una moneda de cambio para vuestras intrigas mundanas, en una plataforma para vomitar herejías y coquetear con el mundo.
Hacéis daño a los pequeños cuando acogéis a parejas atrapadas en el pecado, que hacen alarde de sus tristes vidas desordenadas, y en lugar de llamarlas al arrepentimiento en Jesucristo, charláis con ellas sobre tonterías y se os aclama por ser tan amables. Incluso las acogéis en el sagrado santuario y cubrís con un velo de bendición el estiércol de su pecado.
Hacéis daño a los más pequeños cuando pasáis horas en reuniones discutiendo sobre esta palabra o aquella frase, mientras el mundo los sumerge cada vez más en la oscuridad y la desesperación. Los más pequeños claman: «¿Dónde está la esperanza?», y se les ignora.
Hacéis daño a los más pequeños cuando promovéis la ilegalidad y hacéis la vista gorda ante las violaciones, los asesinatos y los ataques de criminales infames que cruzan libremente las fronteras abiertas. Algunos de los más pequeños se ven envueltos en estas migraciones masivas y son pisoteados en su búsqueda de una vida mejor. Algunos de los más pequeños ven cómo sus hogares y pueblos son invadidos cuando los pastores dicen «debemos acoger al extranjero» y luego permiten que los saqueadores y los criminales campen a sus anchas.
Todos debemos buscar a Jesucristo como Señor y escuchar su llamado al arrepentimiento. Debemos decir no a las depravaciones del mundo y llevar la luz de la verdad a todos los rincones oscuros del mundo. Debemos decir no a la anarquía que hace la vista gorda ante el pecado. Debemos creer que Jesucristo es el Señor.
Debemos ser pastores.
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