martes, 11 de junio de 2024

San Juan de Sahagún - Predicador - Fiesta Junio 12

 

  



Sahagún es una ciudad de España, y allá nació nuestro santo en el año 1430. Sus padres no tenían hijos y dispusieron hacer una novena de ayunos, oraciones y limosnas en honor de la Santísima Virgen y obtuvieron el nacimiento de este que iba a ser su honor y alegría.

Educado con los monjes benedictinos, demostró muy buena inclinación hacia el sacerdocio y el señor obispo lo hizo seguir los estudios sacerdotales y después de ordenado sacerdote lo nombró secretario y canónigo de la catedral. Pero estos cargos honoríficos no le agradaban, y pidió entonces ser nombrado para una pobre parroquia de arrabal.

Después de varios años de sacerdocio, sintió el deseo de especializarse en teología y se matriculó como un estudiante ordinario en la Universidad de Salamanca. Allí estuvo cuatro años hasta completar todos sus estudios teológicos. Al principio era bastante desconocido pero un día fue invitado a hacer el sermón en honor de San Sebastián, patrono de uno de los colegios, y su predicación agradó tanto que empezó a ser muy popular entre la gente de la ciudad.

Y sucedió que le sobrevino una gravísima enfermedad con serio peligro de muerte y no había más remedio que hacerle una difícil operación quirúrgica (y con los métodos tan primarios de ese tiempo). Fue entonces cuando prometió a Dios que si le devolvía la salud mejoraría totalmente sus comportamientos y entraría de religioso. Dios le concedió la salud y Juan entró de religioso agustino.

En el noviciado lo pusieron a lavar platos y barrer corredores y desyerbar campos, y siendo todo un doctor, lo hacía todo con gran humildad y total esmero. Después lo pusieron a servir el vino a la comunidad, y todavía se conserva la vasija con la cual hizo el milagro de que con un poco de vino sirvió a muchos comensales y le sobró vino. En cumplimiento de sus deberes, en penitencias, en obediencia y en humildad, no le ganaba ninguno de los otros religiosos.

El convento de los padres Agustinos en Salamanca tenía fama de gran santidad, pero desde que Juan de Sahagún llegó allí, esa buena fama creció enormemente. Era un predicador muy elocuente y sus sermones empezaron a transformar a las gentes. En la ciudad había dos partidos que se atacaban sin misericordia y el santo trabajó incansablemente hasta que logró que los cabecillas de los partidos se amistaran y firmaran un pacto de paz, y se acabaron la violencia y los insultos.

Los biógrafos dicen que Fray Juan era un hombre de una gran amabilidad con todos, devotísimo del Santísimo Sacramento y muy amigo de dedicar largos ratos a la oración. Las gentes cuando lo veían rezar decían: "parece un ángel". El estudio que más le agradaba era el de la Sagrada Biblia, para lograr comprender y amar más la palabra de Dios. A veces gastaba todo el día visitando enfermos, tratando de poner paz en familias desunidas y ayudando a gentes pobres y hasta se olvidaba de ir a comer.

Algunos lo criticaban porque en la confesión era muy rígido con los que no querían enmendarse y se confesaban sólo para comulgar, sin tener propósito de volverse mejores. Pero su rigidez transformó a muchos que estaban como adormilados en sus vicios y malas costumbres. Confesarse con él era empezar a enmendarse.

Otro defecto que le criticaban sus superiores era que tardaba mucho tiempo en celebrar la Santa Misa. Pero para ello había una explicación:




Y es que nuestro santo veía a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía y al verlo se quedaba como en éxtasis y ya no era capaz por mucho rato de proseguir la celebración. Pero las gentes gustaban de asistir a sus misas porque les parecían más fervorosas que las de otros sacerdotes.


San Juan de Sahagún predicaba muy fuerte contra los ricos que explotan a los pobres. Y una vez un rico, amargado por estas predicaciones, pagó a dos delincuentes para que atalayaran al santo y le dieran una paliza. Pero cuando llegaron junto a él sintieron tan grande terror que no fueron capaces de mover las manos. Luego confesaron muy arrepentidos que los había invadido un temor reverencial y que no habían sido capaces de golpearlo.

En un pueblo habló muy fuerte contra los terratenientes que no pagaban lo debido a los campesinos y desde entonces aquellos ricachones no le permitieron volver a predicar en ese pueblo.




Sus preferidos eran los huérfanos, los enfermos, los más pobres y los ancianos. Para ellos recogía limosnas y buscaba albergues o asilos. A las muchachas en peligro les conseguía familias dignas que les dieran sanas ocupaciones y las protegieran.

Hizo frecuentes milagros, y obtuvo con sus oraciones que a Salamanca la librara Dios, durante la vida del santo, de la peste del tifo negro, que azotaba a otras regiones cercanas. Un joven se cayó a un hondo pozo. Fray Juan le alargó su correa y, sin saber cómo, salió el joven desde el abismo, prendido de la tal correa. La gente se puso a gritar "¡Milagro! ¡Milagro!", pero él se escondió para no recibir felicitaciones.

Salamanca sufría un terrible verano. El les anunció que con su muerte llegarían lluvias abundantes. Y así sucedió: apenas murió, enseguida llegaron muy copiosas y provechosas lluvias.

Y sucedió que un hombre que tenía una amistad de adulterio con una mala mujer, al escuchar los sermones de Fray Juan, se apartó totalmente de tan dañosa amistad. Entonces aquella pérfida y malvada exclamó: "Ya verá el tal predicador que no termina con vida este año". Y mandó echar un veneno en un alimento que el santo iba a tomar. Desde entonces Fray Juan empezó a enflaquecerse y a secarse, y en aquel mismo año de 1479, el santo predicador murió de sólo 49 años. A su muerte, dejaba la ciudad de Salamanca completamente transformada, y la vida espiritual de sus oyentes renovada de manera admirable.


Que Dios nos mande
muchos valientes predicadores
como San Juan de Sahagún


Dijo Jesús:


"El que pierda su vida por mí en este mundo, la salvará para la vida eterna" (Jn. 12, 25)


Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

¿Por qué la masonería y la Iglesia Católica son incompatibles? - #NoALaMasonería

 

 



Por Redaccioninfovaticana | 6 de Junio de 2022


(La Brújula Cotidiana/Nico Spuntoni) - Hay unos seiscientos documentos aprobados por diversos Papas que condenan la masonería en cualquiera de sus formas. La masonería “niega por principio el valor de la verdad revelada” rechazando toda fe en los dogmas enseñados por la Iglesia. El indiferentismo religioso de los masones se caracteriza por “una concepción deísta” incompatible con la concepción católica. La Brújula Cotidiana entrevista al padre Zbigniew Suchecki, uno de los mayores expertos en la compleja relación entre la Iglesia y la masonería.

El juicio de la Iglesia sobre la masonería siempre ha tenido en cuenta no sólo si la organización opera o no contra la Esposa de Cristo, sino, más en general, su contradicción filosófica y moral con la doctrina católica. Estas van desde la bula de excomunión de Clemente XII In eminenti apostolatus specula (1738) hasta la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 26 de noviembre de 1983, redactada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger y aprobada por san Juan Pablo II. Los pronunciamientos de la Iglesia contra la masonería se han repetido a lo largo de los siglos y han confirmado que hasta ahora nada ha cambiado en la legislación sobre el tema.

La Brújula Cotidiana ha hablado sobre la compleja relación entre la masonería y la Iglesia católica con el padre Zbigniew Suchecki, profesor de la Facultad Pontificia de San Buenaventura – Seraphicum y uno de los mayores expertos en el tema. Suchecki ha escrito los volúmenes La Massoneria nelle disposizioni del «Codex Iuris Canonici del 1917 e del 1983 y también Chiesa e Massoneria. En dichas obras se ha inspirado para responder a nuestras preguntas.


Padre Suchecki, ¿qué documentos son dignos de mención sobre la relación entre la Iglesia y la masonería?


El canon 2335 del Código de Derecho Canónico de 1917 declara que los que se adhieren a la masonería o a otras asociaciones del mismo tipo que conspiran contra la Iglesia, incurren ipso facto en la excomunión reservada a la Sede Apostólica. En los últimos siglos, la masonería, ya sea regular, legítima, irregular o “desviada”, sin distinción, ha sido condenada por varios Papas en unos seiscientos documentos. Sin embargo, el tema es de gran actualidad porque muchos católicos pertenecen a la masonería libre.


¿Cuáles fueron las posiciones que surgieron sobre la masonería durante el Concilio Vaticano II?


La Comisión preparatoria del Concilio Vaticano II había recogido en seis puntos las propuestas y documentos de los obispos que se referían explícitamente a la masonería, De secta Francomurariorum. Los obispos exigieron explícitamente que se confirmara la condena de la masonería. Durante el Concilio Vaticano II hubo quienes intentaron presentar la masonería bajo una luz diferente, presionando para que se revisara la posición adoptada por la Iglesia en el pasado. Por ejemplo, el tema de la masonería fue planteado por el cardenal Ernesto Ruffini durante la 89ª Congregación General y tres veces por el obispo de Cuernavaca, México, monseñor Sergio Méndez Arceo que, durante la 35ª Congregación General, señaló que en la masonería hay muchos cristianos no católicos, que, si conocieran mejor la Iglesia, podrían ser un fermento para eliminar de la masonería todo lo que es anticristiano y anticatólico. Durante la 71ª Congregación General, monseñor Méndez Arceo, refiriéndose a la masonería, dijo que debían “revocar las leyes que la Iglesia ha decretado no pocas veces contra tales asociaciones, para que no se produzca la separación del bien y del mal en la Iglesia, yendo en contra de la doctrina de Cristo, que enseñó que hay que guardar la cizaña para no arrancarla con el trigo”.


¿En qué sentido la masonería libre cuestiona a la Iglesia? ¿Ha cambiado esta posición con el tiempo?


El hecho de que la masonería libre cuestione a la Iglesia de manera fundamental no ha cambiado. Esto resulta especialmente claro cuando consideramos qué “autocomprensión” concreta, qué base cultural, qué concepción del presente y qué perspectiva de futuro se han dado los masones libres como programa combativo en el documento Tesis para el año 2000 publicado hace 22 años. En ella se niega en principio el valor de la verdad revelada, y con este indiferentismo se excluye de entrada una religión revelada.


¿Por qué el concepto de “verdad” propio de la masonería libre está entre las razones de incompatibilidad?


En 1974-1980, la Conferencia Episcopal Alemana creó una Comisión encargada oficialmente de examinar la compatibilidad de la pertenencia simultánea a la Iglesia católica y la masonería libre. Como resultado de las conversaciones oficiales entre la Iglesia católica y la masonería libre, se elaboraron declaraciones finales en las que se exponían las razones de la incompatibilidad. En ellos, leemos que “los masones libres niegan la posibilidad del conocimiento objetivo de la verdad. La relatividad de toda verdad es la base de la masonería libre. Como el masón libre rechaza toda fe en el dogma, también rechaza cualquier dogma en su logia. Tal concepto de verdad no es compatible con el concepto católico de verdad, ni desde el punto de vista de la teología natural, ni desde el de la teología de la revelación”.


En 1983, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida entonces por el cardenal Ratzinger, sintió la necesidad de publicar un documento sobre la irreconciliabilidad entre la Iglesia y la masonería, escribiendo que “existía la posibilidad de que se extendiera entre los fieles la opinión errónea de que la pertenencia a una logia masónica era ahora lícita”. ¿Se puede seguir diciendo que la iniciación de los rituales masónicos está en contradicción explícita con la de los sacramentos cristianos?


En el corazón de los rituales masónicos está el concepto del “Gran Arquitecto del Universo”. A pesar de la manifestación de buena voluntad en el intento de abarcar todas las religiones, se trata de un concepto deísta. Esta representación de un Arquitecto universal que se eleva en una distancia deísta socava los fundamentos de la concepción de Dios de los católicos y su respuesta al Dios que les interpela como Padre y Señor. Por lo tanto, como se señala en la declaración final de la citada Declaración de la Conferencia Episcopal Alemana de 1980 sobre la pertenencia de los católicos a la masonería, “las oposiciones indicadas tocan los fundamentos de la existencia cristiana. Un examen minucioso de los rituales masónicos y del mundo espiritual deja claro que la pertenencia simultánea a la Iglesia católica y a la masonería está excluida”.



Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:




Favor leer este artículo relacionado: