domingo, 24 de septiembre de 2023

Milagro del Padre Pío: Jean Derobert fue fusilado pero regresó a la vida y explica lo que vio en el Cielo

  



Jean Derobert fue sacerdote e hijo espiritual del santo.

Fue fusilado pero un milagro del Padre Pío le devolvió a la vida: explica lo que vio en el Cielo.

El testimonio acreditado sobre el milagro de Jean Derobert se aportó con vistas a la canonización del padre Pío.


ReL / 2 de Agosto de 2017


Patrick Theillier, médico responsable del Departamento de Constataciones Médicas del Santuario de Lourdes de 1998 a 2009, publica en Experiencias cercanas a la muerte (Palabra), una carta escrita por el sacerdote francés Jean Derobert, donde habla de su experiencia cercana a la muerte tras el fusilamiento que sufrió durante la guerra de Argelia en 1958, y el milagro sucedido después mediante la intercesión del padre Pío.

Se trata del testimonio acreditado que el sacerdote aportó con vistas a la canonización del padre Pío y que se reproduce íntegro a continuación.




Querido padre:

Me habéis solicitado un resumen por escrito de la evidente protección de la que fui objeto en agosto de 1958, durante la guerra de Argelia.

En aquel momento formaba parte de los servicios sanitarios del ejército. Había observado que, en los momentos importantes de mi vida, el padre Pío, que me había tomado como su hijo espiritual desde 1955, me hacía llegar una carta en la que me prometía su oración y apoyo. Lo hizo antes de mi examen en la Universidad Gregoriana de Roma, y lo volvió a hacer en el momento en que tuve que unirme a los combatientes de Argelia.


El momento del fusilamiento


Cuerpos de fusilados durante la guerra de Argelia


Una noche, un comando del FLN (Frente de Liberación Nacional argelino) atacó nuestro pueblo y rápidamente fui arrestado. Me llevaron a una puerta junto a otros cinco militares y allí nos fusilaron. Recuerdo que no pensé ni en mi padre ni en mi madre, a pesar de ser hijo único, sino que sólo experimenté una gran alegría puesto que “me disponía a ver lo que hay al otro lado”. Aquella misma mañana había recibido una carta del padre Pío con dos líneas manuscritas que decían: “La vida es una lucha, pero conduce a la luz” (subrayado dos o tres veces).

Inmediatamente experimenté la descorporeización. Vi mi cuerpo a mi lado, que yacía, cubierto de sangre, entre mis camaradas asesinados. Y empecé una curiosa ascensión por una especie de túnel.

De la nube que me rodeaba surgían rostros conocidos y desconocidos. Al principio aquellos rostros eran sombras; se trataban de personas poco recomendables, pecadores poco virtuosos. A medida que ascendía, los rostros con los que me encontraba eran cada vez menos luminosos.

Me sorprendía el hecho de poder caminar. Me dije que estaba fuera del tiempo y que por tanto había resucitado. Me sorprendía poder ver todo lo que me rodeaba sin tener que mover la cabeza. Me sorprendía sentir el dolor de las heridas producidas por las balas de los fusiles. Y comprendí que habían penetrado en mi cuerpo tan deprisa que no pude sentirlas.

De pronto, mis pensamientos se dirigieron a mis padres. Inmediatamente me encontré en mi casa, en Annecy, en la habitación de mis padres, a los que contemplé mientras dormían. Intenté hablarles, pero sin éxito. Recorrí el apartamento y advertí que un mueble había sido cambiado de sitio. Unos días después escribí a mi madre y le pregunté por qué había cambiado aquel mueble. Ella me contestó por carta: “¿Cómo lo sabes?”.

Pensé en el Papa Pío XII, al que conocía bien (estudié en Roma) y, de pronto, me encontré en su habitación. Acababa de acostarse. Hablamos intercambiando pensamientos, pues era un hombre muy espiritual. Continué mi ascensión hasta que me encontré en medio de un paisaje maravilloso, envuelto en una luz dulce y azulada. Sin embargo, no había sol, "porque el Señor los alumbrará”, como dice el Apocalipsis.

Vi a miles de personas, todas de unos treinta años, pero me encontré con algunas a las que había conocido cuando estaban vivas. Una había muerto con ochenta años y parecía tener treinta, otra había muerto con dos años y todas tenían la misma edad.

Dejé aquel “paraíso” repleto de flores extraordinarias y desconocidas en la tierra. Y ascendí aún más. Allí perdí mi naturaleza humana y me convertí en una “gota de luz”.




Vi a muchas otras “gotas de luz” y supe que una era San Pedro, otra Pablo, otra Juan, o un apóstol, o un santo.

Después vi a María, maravillosamente bella con su manto de luz, que me recibió con una sonrisa indecible. Detrás de ella estaba Jesús, maravillosamente bello, y detrás, una zona de luz que supe que era el Padre, y en la que me sumergí.

Allí sentí la satisfacción total de todos mis deseos. Conocí la dicha perfecta.


De vuelta a la vida




Y bruscamente me encontré en la tierra, con el rostro en el polvo, entre los cuerpos cubiertos de sangre de mis camaradas.

Advertí que la puerta ante la que me encontraba estaba acribillada de balas, las balas que me habían atravesado el cuerpo, que mis ropas estaban agujereadas y cubiertas de sangre, que mi pecho y mi espalda estaban manchados de sangre prácticamente seca y ligeramente viscosa. Pero que estaba intacto. Fui a ver al comandante con aquella pinta. Él se acercó a mí y gritó: “¡Milagro!”.

Sin duda, esta experiencia me marcó mucho. Más tarde, cuando, liberado del ejército, fui a visitar al padre Pío, éste me divisó desde lejos en la sala de San Francisco. Me hizo un gesto para que me acercara y me ofreció, como siempre, una pequeña muestra de cariño.

A continuación me dijo estas sencillas palabras:


“¡Ay! ¡Cuánto me has hecho pasar! ¡Pero lo que viste fue muy bello!”. 


Y ahí se acabó su explicación.

Ahora puede entenderse por qué no tengo miedo a la muerte… Porque sé lo que hay al otro lado.


[Jean Derobert fue hijo espiritual del padre Pío. Falleció en el año 2013 y escribió un libro sobre la vida de este santo titulado Padre Pío, transparente de Dios. El padre Pío fue canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II con el nombre de San Pío de Pietrelcina].


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:




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20 Consejos del Padre Pío para los que están sufriendo y su esperanza flaquea y se apaga poco a poco

 



Fortaleza y ánimo en la vida


Cada cierto tiempo Dios envía a nuestro mundo algunos hombres extraordinarios que hacen de puente entre la tierra y el cielo, y ayudan a que miles de hombres puedan gozar del Paraíso eterno. El siglo XX nos dejó uno especialmente singular: el Padre Pío de Pietrelcina, un religioso capuchino nacido en ese pequeño pueblo del sur de Italia y muerto en 1968 en San Giovanni Rotondo. San Juan Pablo II lo elevó a los altares en 2002 en una canonización que batió todos los récords de asistencia. Hoy se puede decir que es el santo más venerado en Italia.

El Padre Pío recibió unos dones especiales por parte de Dios como el discernimiento de las almas y su capacidad para leer las conciencias; curaciones milagrosas; la bilocación; el don de lágrimas; el perfume a rosas que desprendía y, sobre todo, los estigmas en pies, manos y costado que padeció durante 50 años. A lo largo de su vida escribió miles de cartas a sus dirigidos espirituales que son una fuente de sabiduría cristiana práctica y de gran actualidad.


Pensamientos
para afrontar el sufrimiento




Selección de pensamientos del Padre Pío ante el sufrimiento, extraídos, precisamente, de esas cartas. No tienen desperdicio. Dan esperanza y elevan el alma:


1.- "Si puedes hablar al Señor en la oración, háblale, ofrécele tu alabanza; si por mucho cansancio no puedes hablar, no te disgustes en los caminos del Señor. Detente en la habitación como los servidores en la corte y hazle reverencia. Él te verá, le gustará tu presencia, favorecerá tu silencio y en otro momento encontrarás consuelo cuando Él te tome de la mano”.

2.- "Cuanta más amargura tengas, más amor recibirás”.


3.- "Jesús quiere llenar todo tu corazón”.


4.- "Dios quiere que vuestra incapacidad sea la sede de su omnipotencia”.


5. - "La fe es la antorcha que guía los pasos de los espíritus desolados".


6.- "En el tumulto de las pasiones y de las vicisitudes adversas nos sostenga la grata esperanza de la inagotable misericordia de Dios”.


7.- "Ponga toda la confianza sólo en Dios”.


8.- "El mejor consuelo es el que viene de la oración”.


9.- "No temas por nada. Al contrario, considérate muy afortunado por haber sido hecho digno y participe de los dolores del Hombre-Dios”.


10.- "Dios os deja en esas tinieblas para su gloria; aquí está la gran oportunidad de vuestro progreso espiritual”.


11.- "Las tinieblas que a veces oscurecen el cielo de vuestras almas son luz: por ellas, cuando llegan, os creéis en la oscuridad y tenéis la impresión de encontraros en medio de un zarzal ardiendo. En efecto, cuando las zarzas arden, todo alrededor es una nubarrada y el espíritu desorientado teme no ver ni comprender ya nada. Pero entonces Dios habla y se hace presente al alma, que vislumbra, entiende, ama y tiembla”.


12.- "Jesús mío, es el amor que me sostiene”.


13.- "La felicidad sólo se encuentra en el cielo”.


14.- "Cuando os veáis despreciados, haced como el Martín Pescador que construye su nido en los mástiles de las naves es decir, levantaos de la tierra, elevaos con el pensamiento y con el corazón hacia Dios, que es el único que os puede consolar y daros fuerza para sobrellevar santamente la prueba”.

15.- "Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio tanto más cerca del alma está Dios".


16.- "Bendice al Señor por el sufrimiento y acepta beber el cáliz de Getsemani”.


17.- "Sé capaz de soportar las amarguras durante toda tu vida para poder participar de los sufrimientos de Cristo”.


18.- "El sufrimiento soportado cristianamente es la condición que Dios, Autor de todas las gracias y de todos los dones que conducen a la salvación, ha establecido para concedernos la gloria”.


19.- "Recuerda que no se vence en la batalla si no es por la oración; a ti te corresponde la elección”.

20.- "La oración es la mejor arma que tenemos; es una llave que abre el corazón de Dios”.


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:

Para quienes no creen en la existencia del demonio: ¿El Padre Pío de Pietrelcina confesó al Diablo?

 



Satanás traspasó todos los límites del engaño cuando acudió al Padre Pío haciéndose pasar por un penitente


Este es el testimonio del Padre Pío:


“Un día, mientras escuchaba confesiones, vino un hombre al confesionario donde yo estaba. Era alto, guapo, vestía con cierto refinamiento y era amable y educado. Empezó a confesar sus pecados, que eran de todo tipo: contra Dios, contra el hombre y contra la moral. ¡Todos los pecados eran odiosos! Yo estaba desorientado, de hecho por todos los pecados que me dijo, pero le respondí con la Palabra de Dios, el ejemplo de la Iglesia y la moral de los Santos. Pero el enigmático penitente me respondió palabra por palabra, justificando sus pecados, siempre con extrema habilidad y cortesía. Excusó todas las acciones pecaminosas, haciéndolas sonar bastante normales y naturales, incluso comprensibles a nivel humano. Continuó así con los pecados que eran espantosos contra Dios, Nuestra Señora, los Santos, siempre usando una argumentación irrespetuosa y redonda. Él mantuvo esto incluso con los pecados más repugnantes que podrían conjurarse en la mente del hombre más pecador. Las respuestas que me dio con tanta sutileza y malicia me sorprendieron. Me pregunté: ¿quién es él? ¿De qué mundo viene? Y traté de mirarlo para leer algo en su rostro. Al mismo tiempo me concentré en cada palabra que decía, tratando de descubrir alguna pista sobre su identidad.. Pero de repente; a través de una luz vívida, radiante e interna reconocí claramente quién era. Con tono sonoro e imperial le dije: “¡Di que viva Jesús, que viva María!”. Tan pronto como pronuncié estos dulces y poderosos nombres, Satanás desapareció instantáneamente en un hilo de fuego, dejando tras de sí un hedor insoportable”.


(Don Pierino es sacerdote y uno de los hijos espirituales del padre Pío que estaban presentes al mismo tiempo).


Fuente - Texto tomado de PADREPIO.CATHOLICWEBSERVICES.COM:




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San Cleofás - Discípulo de Jesús - Fiesta Septiembre 25

 



Cleofás significa “esclarecido por la gloria”. Viene de la lengua hebrea.

El creyente apóstol es una persona que se goza anunciando a Cristo por todos sitios. Los discípulos de Cristo son llamados para seguir sus pasos y para anunciarlo sin cesar cada día.

Fue discípulo de Jesús. Su mujer se llamaba María de Cleofás. Quizá fuera hermano de San José. Sus hijos se llamaban Santiago el Menor, José y Simón.

Estuvo entre los primeros discípulos que recibieron al Señor después de su gloriosa Resurrección, según refiere San Lucas:

Es la alborada del Domingo. Unas mujeres, quieren envolver en lienzos el cuerpo y poner perfumes preciosos, a la usanza judía, en el cuerpo de Jesús, ya que no pudo prepararse con finura el viernes por la tarde cuando lo pusieron en el sepulcro.




El sepulcro está vacío, no tiene cuerpo dentro. Unos ángeles avisan que está vivo el Señor Jesús. Las mujeres, locas de alegría, nerviosas, corren y transmiten la nueva a los discípulos. Pedro y los demás no pueden creer ese inusitado acaecimiento.

La distancia de Jerusalén a Emaús es de algo más de diez kilómetros. Hacia Emaús caminan ese mismo día dos discípulos del Maestro. Uno de ellos responde al nombre de Cleofás. Van comentando entre ellos los acontecimientos del fracaso de Jesús en los días pasados.

Las pisadas son pesadas porque llevan la amargura en el pecho. Son tantos años juntos, tantas ilusiones truncadas, tantas promesas secas, tantas alegrías cegadas... hasta los proyectos del Reino se esfumaron con los clavos, la cruz y la lanza. Con Jesús muerto mal se anda.




Se les unió un caminante como compañero de camino. Ellos tenían "ofuscada la mirada". Al preguntar qué les pasa, Cleofás con tono enojado casi le regañó por no estar al día de lo que ha pasado en la Ciudad Santa. Cuando resumen los hechos tan trágicos e impresionantes, el viajero les recordó que ya estaba previsto por los profetas.




Al acercarse a la aldea, el caminante hace intención de proseguir. Cleofás y su amigo le insistieron:


"Quédate con nosotros, que el día ya declina"





El caminante accedió, entró con ellos en la casa, se sentó a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió en trozos, y se lo dio. En este instante le reconocieron.




Ahora, desandar lo andado para decirle a los hermanos que las mujeres mañaneras tenían razón no es pesado, es alegría; avanzan en la noche tan seguros como a pleno día porque lucen mucho las estrellas, los pasos se han tornado ágiles y firmes, el corazón late con fuerza, el gozo se ha hecho vida. Notan la vehemencia de decir pronto a los otros que Jesús sí es el Mesías. Con Jesús Vivo bien se camina.




Según alguna tradición, lo mataron los judíos en el mismo camino en que encontró a Jesús resucitado. Le tomaron inquina porque predicaba la palabra de Jesús Nazareno.

El historiador palestino Egesipo afirma que Cleofás era hermano de San José. La María de Cleofás presente con las otras mujeres piadosas en el mismo drama del Calvario.

Según Eusebio y San Jerónimo, Cleofás era nativo de Emaús. Y en Emaús, según una tradición antigua, Cleofás, testigo de la resurrección, fue asesinado por un grupo de judíos intolerantes que afirmaban que el Mesías no había llegado todavía y mucho menos que hubiera resucitado.

San Jerónimo nos asegura, ya en el siglo IV, que su casa se transformó en iglesia.

El martirologio romano ha colocado su fiesta en este día.


Oración a San Cleofás


Confesamos, Señor,
que sólo tú eres santo
y que sin ti nadie es bueno,
y humildemente te pedimos
que la intercesión
de San Cleofás
venga en nuestra ayuda,
para que de tal forma
vivamos en el mundo,
que merezcamos llegar
a la contemplación
de tu gloria.
Por nuestro
Señor Jesucristo,
Tu Hijo,
Amén.


Fuente - Texto tomado de CHURCHFORUM.ORG:

San Carlos de Sezze - Franciscano - Año 1670 - Fiesta Septiembre 25

  



Gracias hermano Carlos porque nos dejaste estos bellos recuerdos de tu vida. Con razón el Papa Juan XXIII sentía tanta alegría al declararte santo en 1959, porque la vida tuya es un ejemplo de que aún en los oficios más humildes y en medio de humillaciones e incomprensiones podemos llegar a un alto grado de santidad y ganarnos la gloria del cielo.


"Al que se humilla, Dios lo enaltece" (Lc. 14, 11)




Este humilde hermano franciscano escribió por orden expresa de sus superiores los recuerdos de hechos especiales que le sucedieron en su vida. Son los siguientes:

Nació en 1620 en el pueblo italiano de Sezze. De familia pobre, cuando empezó a asistir a la escuela, un día por no dar una lección, el maestro le dio una paliza tan soberana que lo mandó a la cama. Entonces sus padres lo enviaron a trabajar en el campo y allá pensaba vivir para siempre. Pero sucedió que un día una bandada de aves espantó a los bueyes que Carlos dirigía cuando estaba arando, y estos arremetieron contra él con gravísimo peligro de matarlo. Cuando sintió que iba a perecer en el accidente, prometió a Dios que si le salvaba la vida se haría religioso. Y milagrosamente quedó ileso, sin ninguna herida.

Entonces otro día al ver pasar por allí unos religiosos franciscanos les pidió que le ayudaran a entrar en su comunidad. Ellos lo invitaron a que fuera a Roma a hablar con el Padre Superior, y con su recomendación se fue allá con tres compañeros más. El superior para probar si en verdad tenían virtud, los recibió muy ásperamente y les dijo que eran unos haraganes que sólo buscaban conseguirse el alimento gratuitamente, y los echó para afuera. Pero ellos se pusieron a comentar que su intención era buena y que deberían insistir. Y entraron por otra puerta del convento y volvieron a suplicar al superior que los recibiera. Éste, haciéndose el bravo, les dijo que esa noche les permitía dormir allí como limosneros pero que al día siguiente tendrían que irse definitivamente. Los cuatro aceptaron esto con toda humildad, pero al día siguiente en vez de despacharlos les dijeron que ya habían pasado la prueba preparatoria y que quedaban admitidos como aspirantes.

En el noviciado el maestro lo mandó a que sembrara unos repollos, pero con la raíz hacia arriba. Él obedeció prontamente y los repollos retoñaron y crecieron. Después el superior del noviciado empezó a humillarlo y humillarlo. Él aguantaba todo con paciencia, pero al fin viendo que iba a estallar en ira, se fue donde el maestro de novicios a decirle que se volvía otra vez al mundo porque ya no resistía más. El sacerdote le agradeció que le hubiera confiado sus problemas y le arregló su situación y pudo seguir tranquilo hasta ser admitido como franciscano. Ya religioso, un día entraron a la huerta del convento unos toros bravos que embestían sin compasión a todo fraile que se les presentara. El superior, para probar qué tan obediente era el hermano Carlos, le ordenó:

 
"Vaya, amarre esos toros y sáquelos de aquí"


Él se llevó un lazo, les echó la bendición a los feroces animales y todos se dejaron atar de los cachos y lo fueron siguiendo como si fueran mansos bueyes. La gente se quedó admirada ante semejante cambio tan repentino, y consideraron este prodigio como un premio a su obediencia. Para que no se volviera orgulloso a causa de las cosas buenas que le sucedían, permitió Dios que le sucedieran también cosas muy desagradables.

Lo pusieron de cocinero y los platos se le caían de la mano y se le rompían, y esto le ocasionaba tremendos regaños. Una noche dejó el fogón a medio apagar y se quemó la cocina y casi se incendia todo el convento. Entonces fue destituido de su cargo de cocinero y enviado a cultivar la huerta. A un religioso que le preguntaba por qué le sucedían hechos tan desagradables, le respondió:




"Los permite Dios para que no me llene de orgullo y me mantenga siempre humilde"


Después lo nombraron portero del convento y admitía a todo caminante pobre que pidiera hospedaje en las noches frías. Y repartía de limosna cuanto la gente traía. Al principio el superior del convento le aceptaba esto, pero después lo llamó y le dijo:

 
"De hoy en adelante no admitiremos a hospedarse sino a unas poquísimas personas, y no repartiremos sino unas pocas limosnas, porque estamos dando demasiado"


Él obedeció, pero sucedió entonces que dejaron de llegar las cuantiosas ayudas que llevaban los bienhechores. El superior lo llamó para preguntarle:


"¿Cuál será la causa por la que han disminuido tanto las ayudas que nos trae la gente?"





"La causa es muy sencilla –le respondió el hermano Carlos. Es que dejamos de dar a los necesitados, y Dios dejó de darnos a nosotros. Porque con la medida con la que repartamos a los demás, con esa medida nos dará Dios a nosotros"


Desde ese día recibió permiso para recibir a cuanto huésped pobre llegara, y de repartir las limosnas que la gente llevaba, y Dios volvió a enviarles cuantiosas donativos. Tuvo que hacer un viaje muy largo acompañado de un religioso y en plena selva se perdieron y no hallaban qué hacer. Se pusieron a rezar con toda fe y entonces apareció una bandada de aves que volaban despacio delante de ellos y los fueron guiando hasta lograr salir de tan tupida arboleda.

El director de su convento empezó a tratarlo con una dureza impresionante. Lo regañaba por todo y lo humillaba delante de los demás. Un día el hermano Carlos sintió un inmenso deseo de darle el golpe e insultarlo. Fue una tentación del demonio. Se dominó, se mordió los labios, y se quedó arrodillado delante del otro, como si fuera una estatua, y no le dijo ni le hizo nada. Era un acto heroico de paciencia.

¿Qué era lo que había sucedido? Que el Superior Provincial había enviado una carta muy fuerte al director diciéndole que le había escrito contándole faltas de él. Y éste al pasar por la celda de Carlos había visto varias veces que estaba escribiendo. Entonces se imaginó que era él quien lo estaba acusando. Su apatía llegó a tal grado que le hizo echar de ese convento y fue enviado a otra casa de la comunidad.

Al llegar a aquel convento el provincial, le dijo al tal superior que no era Carlos quien le había escrito. Y averiguaron qué era lo que este religioso escribía y vieron que era una serie de consejos para quienes deseaban orar mejor. El irritado director tuvo que ofrecerle excusas por su injusto trato y sus humillaciones. Pero con esto el sencillo hermano había crecido en santidad.

Las gentes le pedían que redactara algunas normas para orar mejor y crecer en santidad. Él lo hizo así y permitió que le publicara el folleto. Esto le trajo terribles regaños y casi lo expulsan de la comunidad. El pobre hombre no sabía que para esas publicaciones se necesitan muchos permisos. Humillado se arrodilló ante un crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que Nuestro Señor le decía:


"Ánimo, que estas cosas no te van a impedir entrar en el paraíso"


La petición más frecuente del hermano Carlos a Dios era esta:


"Señor, enciéndeme en amor a Ti"




Y tanto la repitió que un día durante la elevación de la santa hostia en la Misa, sintió que un rayo de luz salía de la Sagrada Forma y llegaba a su corazón. Desde ese día su amor a Dios creció inmensamente.




Al fin los superiores se convencieron de que este sencillo religioso era un verdadero hombre de Dios y le permitieron escribir su autobiografía y publicar dos libros más, uno acerca de la oración y otro acerca de la meditación.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

Santa Misa -Domingo 24 de Septiembre de 2023



Me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al Domingo 24 de Septiembre de 2023 - Fiesta de la Virgen de la Merced.




Igualmente, les comparto esta información importante para nosotros y toda la humanidad:


Igualmente, ofrezcamos el rezo del Santo Rosario y el Santo VíaCrucis a Dios, por intercesión de la Virgen María, por el fin de los fenómenos naturales y terribles acontecimientos a nivel mundial. También por las intenciones de todos y cada uno de ustedes:












Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.







Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.


Video tomado de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=34SHnrRC1AI


Fuente - Texto de la Comunión Espiritual tomada de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/recursos/comunion-espiritual-682

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 20, 1-16




1. Porque el reino de los cielos se parece a un padre de familia, que al romper el día salió a alquilar jornaleros para su viña.

2. Y ajustándose con ellos en un denario por día, enviólos a su viña.

3. Saliendo después, cerca de la hora de tercia, se encontró con otros que estaban mano sobre mano en la plaza, y díjoles:

 
4. "Andad también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo"




5. Y ellos fueron. Otras dos veces salió a eso de la hora de sexta, y de la hora de nona, e hizo lo mismo.

6. Finalmente, salió cerca de la hora undécima, y vio a otros que estaban todavía sin hacer nada, y les dijo:




"¿Cómo os estáis aquí ociosos todo el día?"


7. Respondiéronle:

 
"Es que nadie nos ha alquilado"


Díjoles:

 
"Pues id también vosotros a mi viña"


8. Puesto el sol, dijo el dueño de la viña a su mayordomo:

 
"Llama a los trabajadores y págales el jornal, empezando desde los postreros y acabando en los primeros"


9. Venidos, pues, los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron un denario cada uno.




10. Cuando al fin llegaron los primeros, se imaginaron que les darían más. Pero, no obstante, éstos recibieron igualmente cada uno su denario.

11. Y al recibirlo murmuraban contra el padre de familia.

12. Diciendo:

 
"Estos últimos no han trabajado más que una hora, y los has igualado con nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor"


13. Mas él, por respuesta, dijo a uno de ellos:

 
"Amigo, yo no te hago agravio. ¿No te ajustaste conmigo en un denario?

 

14. Toma, pues, lo que es tuyo, y vete; yo quiero dar a éste, bien que sea el último, tanto como a ti.

 

15. ¿Acaso no puedo yo hacer de lo mío lo que quiero?;  ¿o ha de ser tu ojo malo o envidioso, porque yo soy bueno? 




16. De esta suerte, los postreros en este mundo serán primeros en el reino de los cielos; y los primeros, postreros. Muchos, empero, son los llamados; mas pocos los escogidos"


Palabra de Dios.
Gloria a Ti, Señor Jesús