lunes, 29 de mayo de 2023

Santa Juana de Arco - el detalle que se escapó

   



Hace casi seiscientos años fue juzgada por un poder extranjero en su propia patria.


Por: Gonzalo Abadie | Fuente: Religión en Libertad


Fue juzgada por un poder extranjero en su propia patria, hace casi seiscientos años. Inglaterra decidió que no debía quedar el menor vestigio de su cuerpo, y que aún su memoria fuera destruida. Por eso, una vez que la muchacha cayó cautiva en sus manos, los ingleses desistieron de ejecutarla de inmediato, porque —pensaban—, eso podía volverse como un búmeran en su contra, pues no haría sino catapultarla a las alturas y ensalzar su fama de heroína a las glorias del martirio.

En su lugar, y a pesar del miedo que les producía la posibilidad de que la legendaria prisionera se les pudiese escapar, prefirieron simular un proceso inquisitorial en el que su condena estuviera asegurada antes de comenzar el juicio, y al cabo del cual Juana de Arco fuera desenmascarada como hereje mentirosa digna del suplicio. Una bruja, una hechicera, una embaucadora que había engañado a los franceses pretextando escuchar voces procedentes del Cielo, cuando en realidad —a esta conclusión debían arribar— no se había tratado sino de influencias demoníacas.

En realidad, el asunto religioso en sí les importaba un rábano. Inglaterra necesitaba matar a Juana para saciar su deseo de venganza por una parte, y por otra, por motivos políticos. El odio contra ella era tremendo, pues aquella jovencita los había desairado dejándolos en ridículo con tan solo 17 años. Una aldeana analfabeta que en su vida había salido de su pueblito de apenas cuarenta casas, se había convertido de la noche a la mañana en jefa del ejército francés. Ni siquiera una mujer. Apenas una jovencita vestida como varón que se movía a sus anchas por el campo de batalla montada en su caballo blanco, portando un gran estandarte, venerada por capitanes y soldados, obedecida por todos, audaz y resuelta, distinguida por un singular genio militar que dejaba patitiesos a los experimentados jefes franceses cada vez que daba a conocer su estrategia, la cual resultaba desconcertante por la osadía o extrema peligrosidad que representaba.

Como sucedió en Orléans, cuando los jefes franceses, perplejos al escuchar el plan de la recién llegada, resistieron sus órdenes por lo descabelladas que les resultaban, y recibieron una terminante respuesta, tal como era su estilo de pocas palabras, pero palabras de acero:


«Ustedes han tenido su consejo, yo tengo el mío; y crean que el consejo de mi Señor se cumplirá y triunfará y que el vuestro fracasará»


Eran momentos dramáticos, pues, tras la ciudad, caería el reino de Francia, que se encontraba sin rey, y postrado, derrotado militar, política y moralmente. Venía arrastrando una larga y penosa contienda —la Guerra de los Cien Años—, machacados una y otra vez por Inglaterra, que pretendía apoderarse de la corona francesa que reclamaba para sí, y que creía ya tener casi en su puño. Por si fuera poco, los franceses se habían enfrascado en una guerra civil, y alguna región, como la de los borgoñones, había hecho alianza con los ingleses. Cansados de tanta lucha, de perder tanto y durante tanto tiempo, malquistados unos con otros, habían bajado la cabeza, y habían aceptado el yugo del ejército invasor. El caos político auspiciaba el pillaje y favorecía la suerte de los bandidos. París estaba con los ingleses, y la famosa Universidad de la Sorbona se había involucrado hasta los tuétanos en el Tratado de Troyes, pocos años antes, por el que se había declarado heredero del trono de Francia al rey inglés y a sus sucesores.

De este modo, el destino del errante, debilitado y cobardón delfín (así se llama al príncipe heredero francés) se presentaba más que negro. Para poder despejarles todavía más el camino a los ingleses, su propia madre lo tachó de bastardo, y de esta manera, lo dejaba fuera de toda aspiración a convertirse en rey de los franceses. Reducido casi a la nada, zangoloteado por tantas calamidades, el delfín (futuro Carlos VII) deambulaba de aquí para allá con la breve esperanza de diferir al menos el golpe fatal, moviéndose sigiloso de un punto a otro para no caer en la ratonera, mortificado por la duda de si gozaba siquiera de los derechos legítimos sobre la corona. No solo no tenía certezas de adónde ir, sino, tampoco, de dónde venía. El que creía su padre había muerto desquiciado por la locura; la que creía su madre lo traicionaba.

Sólo Orléans, que desde hacía siete meses libraba solitaria una resistencia feroz y desesperada, mantenía la llama encendida de quienes aún aguardaban la milagrosa liberación del reino. Fue en esta hora precisa y sonada que se cruzó en el camino del delfín una campesina que decía estar asistida por la voz de Dios que le ordenaba liberar a Francia y coronar como rey al desanimado delfín. Y este detalle trastornará el plan que los enemigos de Francia —Inglaterra, la Sorbona y los borgoñones— creían ya consumado. Y estos mismos enemigos la llevarán a la hoguera. No solo para perder su cuerpo, sino también su crédito. Pues desopinar a Juana era quitarse de encima a Carlos VII, cuyo acceso al trono se fundaba en la voluntad de Dios, quien, contrariando la calumnia materna, defendía la legitimidad del delfín.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Santa Juana de Arco - Virgen y Mártir (Año 1431) - Patrona de Francia - Fiesta Mayo 30

  



Historia


De todas las historias de los santos, la de Santa Juana de Arco es sin duda la más extraordinaria e increíble: una joven, campesina y sin estudios, a la cabeza de un ejército derrota a un aguerrido ejército, derriba fortalezas, corona a un rey y termina en la hoguera. Y todo en cuestión de dos años. Un acontecimiento unido a la historia de toda una Nación, coloreada con fuertes tintes patrióticos y místicos.

Esta santa a los 17 años llegó a ser heroína nacional y mártir de la religión. Juana de Arco nació en el año 1412 en Donrémy, Francia. Juana creció en el campo y nunca aprendió a leer ni a escribir. Pero su madre que era muy piadosa le infundió una gran confianza en el Padre Celestial y una tierna devoción hacia la Virgen María. Cada sábado la niña Juana recogía flores del campo para llevarlas al altar de Nuestra Señora. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado. Era tan buena y bondadosa que todos en el pueblo la querían.

Su patria, Francia, estaba en muy grave situación porque la habían invadido los ingleses, que se iban posesionando rápidamente de muchas ciudades y hacían grandes estragos. A los 14 años la niña Juana empezó a sentir unas voces que la llamaban. Al principio, no sabía de quién se trataba, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San MiguelSanta Catalina y Santa Margarita y le decían:




"Tú debes salvar
a la nación y al rey"


Por temor no contó a nadie nada al principio, pero después las voces fueron insistiéndole fuertemente en que ella, pobre niña campesina e ignorante, estaba destinada para salvar la nación y al rey, y entonces contó a sus familiares y vecinos. Las primeras veces las gentes no le creyeron, pero después ante la insistencia de las voces y los ruegos de la joven, un tío suyo se la llevó a donde el comandante del ejército de la ciudad vecina. Ella le dijo que Dios la enviaba para llevar un mensaje al rey. Pero el militar no le creyó y la despachó otra vez para su casa.

Sin embargo, unos meses después Juana volvió a presentarse ante el comandante, y éste ante la noticia de una derrota que la niña le había profetizado, la envió con una escolta a que fuera a ver al rey. Llegada a la ciudad pidió poder hablarle al rey. Éste, para engañarla se disfrazó de simple aldeano y colocó en su sitio a otro. La joven llegó al gran salón y en vez de dirigirse hacia donde estaba el reemplazo del rey, guiada por las "voces", que la dirigían se fue directamente a donde estaba el rey disfrazado y le habló, y le contó secretos que el rey no se imaginaba. Ésto hizo que el rey cambiara totalmente de opinión acerca de la joven campesina.

Ya no faltaba sino una ciudad importante para caer en manos de los ingleses. Era Orléans. Y estaba sitiada por un fuerte ejército inglés. El rey Carlos y sus militares ya creían perdida la guerra. Pero Juana le pide al monarca que le conceda a ella el mando sobre las tropas. Y el rey la nombra capitana. Juana manda hacer una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María, y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orléans. Animados por la joven capitana, los soldados franceses lucharon como héroes y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orléans. Luego se dirigieron a varias otras ciudades y las liberaron también.


Santa Juana de Arco
Patrona de Francia
y Doncella de Orléans


Juana no luchaba ni hería a nadie, pero al frente del ejército iba de grupo en grupo, animando a los combatientes e infundiéndoles entusiasmo y varias veces fue herida en las batallas. Después de sus resonantes victorias, obtuvo Santa Juana que el temeroso rey Carlos VII aceptara ser coronado como jefe de toda la nación. Y así se hizo con impresionante solemnidad en la ciudad de Reims.

Pero vinieron luego las envidias y entonces empezó para nuestra santa una época de sufrimiento y de traiciones contra ella. Hasta ahora había sido una heroína nacional. Ahora iba a llegar a ser una mártir. Muchos empleados de la corte del rey tenían celos de que ella llegara a ser demasiado importante y empezaron a hacerle la guerra. Faltaba algo muy importante en aquella guerra nacional:


Conquistar a París, la capital, que estaba en poder del enemigo.


Y hacia allá se dirigió Juana con sus valientes. Pero el rey Carlos VII, por envidias y por componendas con los enemigos, le retiró sus tropas y Juana fue herida en la batalla y hecha prisionera por los Borgoñones. Los franceses la habían abandonado, pero los ingleses estaban supremamente interesados en tenerla en la cárcel, y así pagaron más de mil monedas de oro a los de Borgoña, para que se la entregaran y la sentenciaron a cadena perpetua. Los ingleses la hicieron sufrir muchísimo en la cárcel. Las humillaciones y los insultos eran todos los días y a todas horas, hasta el punto que Juana llegó a exclamar:

 

"Esta cárcel ha sido para mí un martirio tan cruel, como nunca me había imaginado que pudiera serlo"


Pero seguía rezando con fe y proclamando que sí había oído las voces del cielo y que la campaña que había hecho por salvar a su patria, había sido por voluntad de Dios. En ese tiempo estaba muy de moda acusar de brujería a toda mujer que uno quisiera hacer desaparecer. Y así fue que los enemigos acusaron a Juana de brujería, diciendo que las victorias que había obtenido era porque les había hecho brujerías a los ingleses para poderlos derrotar. Ella apeló al Sumo Pontífice, pidiéndole que fuera el Papa de Roma el que la juzgara, pero nadie quiso llevarle al Santo Padre esta noticia, y el tribunal estuvo compuesto exclusivamente por enemigos de la santa. Y aunque Juana declaró muchas veces que nunca había empleado brujerías y que era totalmente creyente y buena católica, sin embargo, la sentenciaron a la más terrible de las muertes de ese entonces: ser quemada viva.




Encendieron una gran hoguera y la amarraron a un poste y la quemaron lentamente.


Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso le presentaba y encomendarse a Nuestro Señor.


Invocaba al Arcángel San Miguel, al cual siempre le había tenido gran devoción y pronunciando por tres veces el Nombre de JESÚS, entregó su espíritu.


Era el 29 de mayo del año 1431. Tenía apenas 19 años. Varios volvieron a sus casas diciendo:


"Hoy hemos quemado a una santa"


Veintitrés años después, su madre y sus hermanos pidieron que se reabriera otra vez aquel juicio que se había hecho contra ella. Y el Papa Calixto III nombró una comisión de juristas, los cuales declararon que la sentencia de Juana fue una injusticia. El rey de Francia la declaró inocente y el Papa Benedicto XV la proclamó santa en 1920 y la elevó al honor de los altares.




Juana de Arco:
Concédenos un gran amor
por nuestra patria


Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Santa Misa - Memoria de la Santísima Virgen María - Madre de la Iglesia Católica - Mayo 29 de 2023



Me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde a la Memoria de la bienaventurada Virgen María - Madre de la Iglesia - Lunes después de Pentecostés - Mayo 29 de 2023.






Igualmente, ofrezcamos el rezo del Santo Rosario y el Santo VíaCrucis a Dios, por intercesión de la Virgen María, por el fin de los fenómenos naturales y terribles acontecimientos a nivel mundial. También por las intenciones de todos y cada uno de ustedes:












Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.






Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.


Video tomado de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=t81e_L1Tk04


Fuente - Texto de la Comunión Espiritual tomada de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/recursos/comunion-espiritual-682

Memoria de la bienaventurada Virgen María - Madre de la Iglesia - Lunes después de Pentecostés - Mayo 29 de 2023




Memoria de la bienaventurada Virgen María, madre de la Iglesia, a quien Cristo encomendó sus discípulos para que, perseverando en la oración al Espíritu Santo, cooperaran en el anuncio del Evangelio.


Fuente - Texto tomado de DOMINICOS.ORG:






MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA




María es madre de la Iglesia y de cada uno de sus miembros por designio divino. Jesús, desde la cruz, nos dio a María como Madre:

"Jesús, habiendo visto a su Madre, le dice: Mujer, he ahí a tu hijo!. Luego dice al discípulo: He ahí a tu Madre!". Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn 19, 26-27)

Juan representa a todos los que, como él, desean ser el "discípulo amado" de Jesús. Como él, llevamos a María a nuestra casa.

María Santísima es verdaderamente madre nuestra. Ella nos engendra continuamente a la vida sobrenatural. Ella como madre intercede continuamente por nosotros ante su Hijo. Ella siempre nos indica el camino a Cristo y nos concede las gracias necesarias para andar.

La Virgen María fue solemnemente proclamada como "Madre de la Iglesia" en el Concilio Vaticano II el 21 de noviembre de 1964.

La Iglesia celebraba la festividad de la Presentación de la Santísima Virgen María. Era el día de la clausura de la tercera etapa del Concilio Vaticano II, y en esa ocasión se iban a promulgar tres Documentos Conciliares: el decreto sobre las Iglesias Orientales Católica; el decreto sobre el Ecumenismo; y sobre todo, la Constitución Dogmática sobre la Iglesia "Lumen Gentium". El estudio y la reflexión que el CVII hizo sobre el misterio de María en el plan de salvación, no fue promulgado en un documento propio y particular, sino que providencialmente, bajo la inspiración del Espíritu Santo, fue integrado como el último capítulo de la Constitución sobre la Iglesia.

Este capitulo VIII, cuyo título es:

"La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia" fue llamado por Pablo VI "vértice y corona" de esa Constitución. Fue la primera vez que un concilio Ecuménico presentó una "extensa síntesis de la doctrina católica sobre el puesto que María Santísima ocupa en el misterio de Cristo y de la Iglesia" (Pablo VI).

El propósito del Concilio fue manifestar el rostro de la Santa Iglesia, a la que María esta íntimamente unida, y de la cual ella es "la parte mayor, la parte mejor, la parte principal y más selecta" (S. Ruperto).

Pablo VI, a nombre de toda la Iglesia, expresó una profunda satisfacción al decir: "podemos afirmar que esta sesión se clausura como himno incomparable de alabanza en honor de María".


Texto de proclamación:


"En verdad la realidad de la Iglesia no se agota en su estructura jerárquica, en su liturgia, en sus sacramentos, ni en sus ordenanzas jurídicas. Su esencia íntima, la principal fuente de su eficacia santificadora, ha de buscarse en su mística unión con Cristo; unión que no podemos pensarla separada de Aquella, que es la Madre del Verbo Encarnado, y que Cristo mismo quiso tan íntimamente unida a si para nuestra salvación. Así ha de encuadrarse en la visión de la Iglesia la contemplación amorosa de las maravillas que Dios ha obrado en su Santa Madre. Y el conocimiento de la doctrina verdadera católica sobre María será siempre la llave de la exacta comprensión del misterio de Cristo y de la Iglesia. La reflexión sobre estas estrechas relaciones de María con la Iglesia, tan claramente establecidas por la actual Constitución Conciliar (LG), nos permite creer que es este el momento mas solemne y mas apropiado para dar satisfacción a un voto que han dado todos los padres conciliares, pidiendo insistentemente una declaración explícita durante este Concilio de la función maternal que la Virgen ejerce sobre el pueblo cristiano. Así pues, para GLORIA DE LA VIRGEN Y CONSUELO NUESTRO, PROCLAMAMOS A MARÍA SANTÍSIMA "MADRE DE LA IGLESIA", es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este GRATÍSIMO TITULO.
La divina maternidad es el fundamento de su especial relación con Cristo y de su presencia en la economía de la salvación operada por Cristo, y también constituye el fundamento principal de las relaciones de María con la Iglesia, por ser Madre de Aquel que, desde el primer instante de la encarnación en su seno virginal, se constituyó en cabeza de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. María, pues, como MADRE DE CRISTO, ES TAMBIÉN, MADRE DE LA IGLESIA. Juan XXIII: al iniciar el Concilio dijo: "hagamos todo con María, la madre de Jesús. Pablo VI, concluye el concilio proclamando: La maternidad espiritual de María, sobre la Iglesia entera. -María es la "raíz" del misterio de Cristo: pues es la Madre de Cristo. -María la "coronación del misterio de la Iglesia: es Madre de la Iglesia.

Notemos que el Sumo Pontífice hizo gran énfasis en su proclamación al referirse tres veces: "tanto de los fieles, como de los pastores". Recordemos que toda piedad y culto a la Virgen Santísima se desarrollan en subordinación armónica al culto de Cristo, gira alrededor de él y es su punto de referencia.

Esta proclamación sobre la doble misión de María se ha transformado en gozosa veneración a Ella y en adoración hacia el sabio designio de Dios, que ha colocado en su Familia -la Iglesia- como en todo hogar doméstico, la figura de una Mujer, que calladamente y en espíritu de servicio, vela por ella y protege benignamente su camino hacia la patria, hasta que llegue el día glorioso del Señor. Reflexión Teológica al declarar a María Madre de la Iglesia se esta afirmando una realidad, no es solamente un titulo. Corresponde a una real maternidad espiritual. María es Madre Espiritual perfecta de la Iglesia.

1- Porque es madre de Jesús y su más íntima compañera en la economía de la salvación. Participó con su Hijo del sacrificio de la Redención y por él fue proclamada madre no solo de su discípulo Juan sino de todo el género humano. "Ella continúa desde el Cielo cumpliendo su función maternal de cooperadora en el nacimiento y en el desarrollo de la vida divina en cada una de las almas de los hombres redimidos"

2- Como toda madre humana, María, no se limita a dar vida sino a alimentar y educar. ¿De qué modo coopera María en el incremento de los miembros del cuerpo Místico en la vida de la gracia? -Mediante su incesante intercesión inspirada por una ardiente caridad. Ella aunque está inmersa en la visión de la Trinidad no olvida a sus hijos desterrados -como ella un día- en la peregrinación de la fe. Mas aún contemplándolos en Dios y viendo sus necesidades, en comunión con Jesús siempre vivo para interceder por nosotros, se hace nuestra Abogada, Auxiliadora, Intercesora, Mediadora. (Esto se sabe desde los primeros siglos: bajo tu amparo) -Su intervención obtiene de la mediación de Cristo la propia fuerza y es una prueba luminosa de la fuerza de Cristo. Su intercesión es en virtud de Cristo.

3- María, modelo y ejemplo de virtud. Además de la intercesión, ella ejerce sobre los hombres redimidos otro influjo: el ejemplo. Su influjo es real e importantísimo, pues ella ha vivido perfectamente las virtudes de Cristo. Ella no sólo nos llama sino que su ejemplo nos mueve y nos anima a vivir una vida de perfección. Así como el Poderoso hizo grandes cosas en ella, así las puede hacer en nosotros si le permitimos. Además, conviene tener presente que la eminente santidad de María, no fue sólo un don singular de la generosidad divina; fue también el fruto de la continua y generosa correspondencia de su libre voluntad a las mociones internas del Espíritu Santo. Por su perfecta armonía entre la gracia divina y la actividad de su naturaleza humana, la Virgen dio suma gloria a la Santísima Trinidad y se convirtió en insigne decoro de la Iglesia. La Santidad de María mueve los fieles a levantar los ojos hacia ella pues brilla como modelo de virtud ante la comunidad de los elegidos (LG 65)

4- Virtudes de María que la Iglesia debe imitar:

- La fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios

- La obediencia generosa

- La humildad sencilla

- La caridad solícita

- La sabiduría reflexiva

- La piedad hacia Dios pronta al cumplimiento de los deberes religiosos

- La gratitud por los bienes recibidos; ofrece en el templo, en la comunidad apostólica

- Fortaleza en el destierro y en el dolor

- La pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor

- El vigilante cuidado del hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz

- Delicadeza provisora

- Pureza virginal

- Fuerte y casto amor esponsal

Jesús al pie de la cruz, nos da a María, como Madre espiritual no sólo del creyente pero de toda la comunidad de creyentes que es la Iglesia. Cuando la Encarnación, María acepta ser la madre del Mesías, o sea del Salvador, y a la vez, necesariamente madre de los salvados. Ella es la madre de la Cabeza, y en el orden de la gracia, se convierte también en madre del cuerpo místico. No se puede concebir a una cabeza sin cuerpo. María da a luz virginalmente a Jesús en Belén, y María nos da a luz a nosotros la Iglesia al pie de la Cruz, cuando tiene su otra anunciación y acepta ser madre de los creyentes. Darnos a luz, conllevó mucho dolor, no se desgarraron sus entrañas, pero sí su corazón. -SCTJM


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: