1. Seis días antes de la Pascua volvió Jesús a Betania, donde Lázaro había muerto, a quien Jesús resucitó.
2. Aquí le dispusieron una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él.
3. Y María tomó una libra de ungüento o perfume de nardo puro, y de gran precio, y derramólo sobre los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y se llenó la casa de la fragancia del perfume.
4. Por lo cual, Judas Iscariote, uno de sus discípulos, aquel que le había de entregar, dijo:
5."¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios, para limosna de los pobres?"
6. Esto dijo, no porque él pasase algún cuidado por los pobres, sino porque era ladrón ratero, y teniendo la bolsa, llevaba o defraudaba el dinero que se echaba en ella.
7. Pero Jesús respondió:
"Dejadla que lo emplee para honrar de antemano el día de mi sepultura.
8. Pues en cuanto a los pobres, los tenéis siempre con vosotros; pero a Mí no me tenéis siempre"
9. Entretanto una gran multitud de judíos, luego que supieron que Jesús estaba allí, vinieron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
10. Por eso los príncipes de los sacerdotes deliberaron quitar también la vida a Lázaro.
11. Visto que muchos judíos por su causa se apartaban de ellos, y creían en Jesús.
"Vía Crucis" en latín o "Camino de la Cruz". También se le llama Estaciones de la Cruz y Vía Dolorosa. Se trata de un camino de oración que busca adentrarnos en la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de imágenes de la Pasión o "Estaciones" correspondientes a incidentes particulares que Jesús sufrió por nuestra salvación.
Las imágenes pueden ser pinturas o esculturas. Algunas representaciones son grandes obras de arte inspiradas por Dios para suscitar mayor comprensión del amor de Jesucristo y movernos a la conversión. Entre éstas se destacan las de la catedral de Antwerp en Bélgica y las del Santuario de Lourdes en Francia.
Las estaciones generalmente se colocan en intervalos en las paredes de la iglesia o en lugares reservados para la oración. Los santuarios, casas de retiros y otros lugares de oración suelen tener estaciones de la cruz en un terreno cercano. En los monasterios generalmente se encuentran en el claustro.
El uso de las Estaciones se generalizó al final del siglo XVII. Al principio el número de Estaciones variaba pero se estandarizó en las catorce arriba mencionadas.
La finalidad de las Estaciones es ayudarnos a unirnos a Nuestro Señor haciendo una peregrinación espiritual a la Tierra Santa, a los momentos mas señalados de su Pasión y muerte redentora. Pasamos de Estación en Estación meditando ciertas oraciones. Varios santos, entre ellos San Alfonso Ligorio, Doctor de la Iglesia, han escrito meditaciones para cada estación. También podemos añadir las nuestras. Es tradición, cuando las Estaciones se hacen en público, cantar una estrofa del "Stabat Mater" mientras se pasa de una estación a la otra.
La costumbre de rezar las Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén. Ciertos lugares de La Vía Dolorosa (aunque no se llamó así antes del siglo XVI), fueron reverentemente marcados desde los primeros siglos. Hacer allí las Estaciones de la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde la época del emperador Constantino (Siglo IV).
Según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales y el Padre de la Iglesia, San Jerónimo, nos habla ya de multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo. Sin embargo, no existe prueba de una forma fija para esta devoción en los primeros siglos.
Desde el siglo XII los peregrinos escriben sobre la "Vía Sacra", como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuándo surgieron las Estaciones según las conocemos hoy, ni cuándo se les comenzó a conceder indulgencias pero probablemente fueron los Franciscanos los primeros en establecer el Vía Crucis, ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia de los lugares mas preciados de Tierra Santa. Tampoco está claro en que dirección se recorrían ya que, según parece, hasta el siglo XV muchos lo hacían comenzando en el Monte Calvario y retrocediendo hasta la casa de Pilato.
Ferraris menciona las siguientes Estaciones con indulgencias:
1) El lugar donde Jesús se encuentra con su Madre.
2) Donde Jesús habló con las mujeres de Jerusalén.
3) Donde se encontró con Simón Cirineo.
4) Donde los soldados se sortean Sus vestiduras.
5) Donde fue crucificado.
6) La casa de Pilato.
7) El Santo Sepulcro.
Muchos peregrinos no podían ir a Tierra Santa ya sea por la distancia y difíciles comunicaciones, ya sea por las invasiones de los musulmanes que por siglos dominaron esas tierras y perseguían a los cristianos. Así creció la necesidad de representar la Tierra Santa en otros lugares más asequibles e ir a ellos en peregrinación. En varios lugares de Europa se construyeron representaciones de los más importantes santuarios de Jerusalén.
En los siglos XV y XVI se erigieron Estaciones en diferentes partes de Europa. El Beato Alvarez (m. 1420), que en su regreso de Tierra Santa, construyó una serie de pequeñas capillas en el convento dominico de Córdoba, en las que se pintaron las principales escenas de la Pasión en forma de estaciones. Por la misma época, la Beata Eustochia, clarisa, construyó Estaciones similares en su convento en Messina. Hay otros ejemplos. Sin embargo, la primera vez que se conoce el uso de la palabra "Estaciones" siendo utilizada en el sentido actual del Vía Crucis se encuentra en la narración del peregrino inglés Guillermo Wey sobre sus visitas a la Tierra Santa en 1458 y en 1462. Wey ya menciona catorce estaciones, pero solo cinco de ellas corresponden a las que se usan hoy día, mientras que siete solo remotamente se refieren a la Pasión.
Por la dificultad creciente de visitar la Tierra Santa bajo dominio musulmán, las Estaciones de la Cruz y diferentes manuales para rezar en ellas se difundieron por Europa. Las Estaciones tal como las conocemos hoy fueron aparentemente influenciadas por el libro "Jerusalén sicut Christi tempore floruit" escrito por un tal Adrichomius en 1584. En este libro el Vía Crucis tiene doce estaciones y estas corresponden exactamente a nuestras primeras doce. Parece entonces que Vía Crucis, como lo conocemos hoy surge de las representaciones procedentes de Europa.
Pocas de las Estaciones en los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga con la cruz) ni la décima (Jesús es despojado de sus vestiduras). Por otro lado algunas que hoy no aparecen eran antes más comunes. Entre estas, el balcón desde donde Pilato pronunció Ecce Homo (he aquí al hombre).
En el año 1837, la Sagrada Congregación para las Indulgencias precisó que aunque no había obligación, es más apropiado que las estaciones comiencen en el lado en que se proclama el Evangelio. Pero esto puede variar según la estructura de la iglesia y la posición de las imágenes en las Estaciones. La procesión debe seguir a Cristo mas bien que encontrarse de frente con Él.
Comprendiendo la dificultad de peregrinar a la Tierra Santa, el papa Inocente XI en 1686 concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y declaró que todas las indulgencias anteriormente obtenidas por devotamente visitar los lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa, las podían en adelante ganar los franciscanos y otros afiliados a la orden, haciendo las Estaciones de la Cruz en sus propias iglesias según la forma acostumbrada. Inocente XII confirmó este privilegio en 1694 y Benedicto XIII en 1726 lo extendió a todos los fieles. En 1731 Clemente XII lo extendió aún más permitiendo las indulgencias en todas las iglesias, siempre que las Estaciones fueran erigidas por un padre franciscano con la sanción del ordinario (obispo local). Al mismo tiempo definitivamente fijó en catorce el número de Estaciones. Benedicto XIV en 1742 exhortó a todos los sacerdotes a enriquecer sus iglesias con el rico tesoro de las Estaciones de la Cruz. En 1857 los obispos de Inglaterra recibieron facultades de la Santa Sede, para erigir ellos mismos las Estaciones con indulgencias cuando no hubiesen franciscanos. En 1862 se quitó esta última restricción y los obispos obtuvieron permiso para erigir las Estaciones, ya sea personalmente o por delegación siempre que fuese dentro de su diócesis.
INDULGENCIAS
Las instrucciones de la Sagrada Congregación, aprobadas por el papa Clemente XII en 1731, prohiben especificar qué o cuántas indulgencias pueden ganarse con las Estaciones de la Cruz. En 1773 Clemente XIV concedió la misma indulgencia, bajo ciertas circunstancias, a los crucifijos bendecidos para el rezo de las Estaciones, para el uso de los enfermos, los que están en el mar, en prisión u otros impedidos de hacer las Estaciones en la iglesia. La condición es que sostengan el crucifijo en sus manos mientras rezan el Padrenuestro, el Ave María y el Gloria un número determinado de veces. Estos crucifijos especiales no pueden venderse, prestarse ni regalarse sin perder las indulgencias ya que son propias para personas en situaciones especiales.
Regulaciones actuales sobre las indulgencias Publicadas en el Enchiridion Indulgentiarium Normae et Concessiones, Mayo de 1986, Librería Editrice Vaticana. (Traducción del inglés por el Padre Jordi Rivero).
Se concede indulgencia plenaria a los fieles cristianos que devotamente hacen las Estaciones de la Cruz
El ejercicio devoto de las Estaciones de la Cruz ayuda a renovar nuestro recuerdo de los sufrimientos de Cristo en su camino desde el praetorium de Pilato, donde fue condenado a muerte, hasta el Monte Calvario, donde por nuestra salvación murió en la cruz.
Las normas para obtener estas indulgencias plenarias son:
1. Deben hacerse ante Estaciones de la Cruz erigidas según la ley.
2. Deben haber catorce cruces. Para ayudar en la devoción estas cruces están normalmente adjuntas a catorce imágenes o tablas representando las estaciones de Jerusalén.
3. Las Estaciones consisten en catorce piadosas lecturas con oraciones vocales. Pero para hacer estos ejercicios solo se requiere que se medite devotamente la pasión y muerte del Señor. No se requiere la meditación de cada misterio de las estaciones.
4. El movimiento de una Estación a la otra. Si no es posible a todos los presentes hacer este movimiento sin causar desorden al hacerse las Estaciones públicamente, es suficiente que la persona que lo dirige se mueva de Estación a Estación mientras los otros permanecen en su lugar.
5. Las personas que están legítimamente impedidas de satisfacer los requisitos anteriormente indicados, pueden obtener indulgencias si al menos pasan algún tiempo, por ejemplo, quince minutos en la lectura devota y la meditación de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
6. Otros ejercicios de devoción son equivalentes a las Estaciones de la Cruz, aún en cuanto a indulgencias, si éstos nos recuerdan la Pasión y muerte del Señor y están aprobados por una autoridad competente.
7. Para otros ritos. Los patriarcas pueden establecer otros ejercicios devotos en memoria de la Pasión y muerte de nuestro Señor, en manera similar a las Estaciones de la Cruz.
Los requisitos de arriba son necesarios para obtener las indulgencias, pero siempre que se hacen las Estaciones con devoción en cualquier lugar, ya sea públicamente o en privado, se obtendrán muchas gracias. Claro que deben hacerse de corazón, con sincera intención de conversión.
Las Estaciones de la Cruz se pueden hacer con gran beneficio todo el año y son especialmente significativas durante la Cuaresma. Cada Viernes Santo, el Santo Padre dirige las Estaciones de la Cruz desde el Coliseo en Roma para recordar a los mártires y nuestro llamado a seguir sus pasos.
PROMESAS DE JESÚS PARA TODOS LOS DEVOTOS DEL SANTO VÍA CRUCIS
El director espiritual de San Estanislao de Kostka, le ordenó escribir todas las promesas transmitidas por Nuestro Señor Jesucristo:
Promesas para los devotos del Vía Crucis
1.- Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Vía Crucis.
2.- Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Vía Crucis.
3.- Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.
4.- Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al Vía Crucis. (Nota: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión).
5.- Los que acostumbran rezar el Vía crucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el cielo.
6.- Después de la muerte, si estos devotos llegasen al purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
7.- Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Vía Crucis; y mi bendición les acompañará en todas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
8.- A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así podrán reposar tranquilamente en Mis brazos.
9.- Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en derramar mi gracia.
10.- Fijaré la Mirada de Mis ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía Crucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11.- Así como Yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que Me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
12.- Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de Mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.
13.- En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del Vía Crucis.
14.- Para estos devotos del Vía Crucis, Mi alma será un escudo de protección que siempre les prestará auxilio cuando recurran a Mí.
La Semana Santa es uno de los momentos más importantes para los católicos. Sin embargo, no todos conocen cada detalle sobre este tiempo, como por qué se celebra o de qué se compone exactamente. Recogemos las 6 preguntas básicas para entender la Semana Santa.
1. ¿Qué es la Semana Santa?
La Semana Santa es el período en el que se prepara y conmemora la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Comienza con su entrada en Jerusalén y termina con su crucifixión.
2. ¿Cómo celebran los católicos la Semana Santa?
Hay cuatro ceremonias importantes durante la Semana Santa.
El Domingo de Ramos recuerda la llegada de Jesús a Jerusalén. Los católicos ese día organizan procesiones con ramas de olivo y palmas bendecidas.
El Jueves Santo se conmemora la traición de Judas y la Última Cena, donde Jesús instituyó la Eucaristía. Por la mañana, los obispos se reúnen con los sacerdotes de sus diócesis y bendicen los santos óleos. El lavatorio de los pies tiene lugar más tarde ese día durante la Misa de la Última Cena.
El Viernes Santo es el día más triste del año para los católicos. Rememora la agonía y el sufrimiento del prendimiento, el juicio y la muerte de Jesús. Ese día no hay Misa. Jesús ha muerto.
Al anochecer del Sábado Santo tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual. Se conmemora la Resurrección de Jesús.
3. ¿Por qué adornan las iglesias de esa manera?
Durante el Viernes y el Sábado Santo, las iglesias están adornadas de manera distinta que el resto del año. Muchas de ellas, utilizan el negro o el morado para la decoración. En Italia, cubren los crucifijos una semana antes de que comience la Semana Santa y durante el Viernes y el Sábado Santo, no hay Eucaristía ni Agua Bendita.
4. ¿Desde cuándo celebran los católicos la Semana Santa?
La Semana Santa se celebra desde los comienzos de la Iglesia. Hay documentos que datan que ya en el siglo IV, cristianos en Egipto, Palestina, y la actual Turquía y Armenia, conmemoraban la Pasión de Cristo. Es probable que estas celebraciones se llevaran a cabo durante algunos años antes. A Europa esta costumbre llegó en el siglo V.
5. ¿Cuándo se celebra la Semana Santa?
La Semana Santa es la última semana de Cuaresma. Comienza con el Domingo de Ramos y termina el Sábado Santo. Este año 2023, la Semana Santa dura desde el 2 al 9 de abril. Cada año se celebra en una fecha distinta, se fija el domingo siguiente de la primera luna llena de la primavera.
6. ¿Cuándo ocurrió verdaderamente la Semana Santa?
Se calcula que la Resurrección de Jesús se produjo el Domingo 9 de abril. De manera que el Jueves Santo tuvo lugar el 6 de abril.
Debido a la emergencia mundial por la pandemia del coronavirus, por la cuarentena obligatoria en la cual nos encontramos sometidos, y al lamentable cierre de los templos católicos en todo el mundo, me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al inicio de la Semana Santa con el Domingo de Ramos - Abril 2 de 2023.
Igualmente, ofrezcamos el rezo del Santo Rosarioyel Santo VíaCrucis a Dios, por intercesión de la Virgen María, por el fin de la pandemia del coronavirus, por los fenómenos naturales y terribles acontecimientos a nivel mundial. También por las intenciones de todos y cada uno de ustedes:
Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.
Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.
Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.
Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.
Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.
14. Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a verse con los príncipes de los sacerdotes, y les dijo:
15. "¿Qué queréis darme, y yo le pondré en vuestras manos?"
Y se convinieron con él en treinta monedas de plata.
16. Y desde entonces andaba buscando coyuntura favorable para hacer la traición.
17. Instando el primer día de los ázimos, acudieron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
"¿Dónde quieres que te dispongamos la cena de la Pascua?"
18. Jesús les respondió:
"Id a la ciudad en casa de tal persona, y dadle este recado:
El Maestro dice: Mi tiempo se acerca; voy a celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos".
19. Hicieron, pues, los discípulos lo que Jesús les ordenó, y prepararon lo necesario para la Pascua.
20. Al caer de la tarde, púsose a la mesa con sus doce discípulos.
21. Y estando ya comiendo, dijo:
"En verdad os digo que uno de vosotros me hará traición".
22. Y ellos, afligidos sobremanera, empezaron cada uno de por sí a preguntar:
"¡Señor!, ¿soy acaso yo?"
23. Y Él en respuesta dijo:
"El que mete conmigo su mano en el plato para mojar el pan, ése es el traidor.
24. En cuanto al Hijo del hombre, Él se marcha, conforme está escrito de Él, pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre será entregado; mejor le fuera al tal si no hubiese jamás nacido!"
25. Y tomando la palabra Judas, que era el que le entregaba, dijo:
"¿Soy quizá yo, Maestro?"
Y respondióle Jesús:
"Tú lo has dicho, tú eres".
26. Mientras estaban cenando, tomó Jesús el pan y lo bendijo y partió y dióselo a sus discípulos diciendo:
"Tomad y comed, éste es mi cuerpo".
27. Y tomando el cáliz dio gracias, le bendijo, y dióselo, diciendo:
"Bebed todos de él.
28. Porque esta es mi sangre, que será el sello del nuevo testamento, la cual será derramada por muchos para remisión de los pecados.
29. Y os declaro que no beberé ya más desde ahora de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con vosotros de el nuevo cáliz de delicias en el reino de mi Padre".
30. Y dicho el himno de acción de gracias, salieron hacia el monte de los Olivos.
31. Entonces díceles Jesús:
"Todos vosotros padeceréis escándalo por ocasión de mí esta noche, y me abandonaréis. Por cuanto está escrito: Heriré al Pastor, y se descarrilarán las ovejas del rebaño.
32. Mas en resucitando, Yo iré delante de vosotros a Galilea, donde volveré a reuniros".
33. Pedro, respondiendo, le dijo:
"Aún cuando todos se escandalizaren por tu causa, nunca jamás me escandalizaré yo, ni te abandonaré".
34. Replicóle Jesús:
"Pues Yo te aseguro con toda verdad, que esta misma noche, antes que cante el gallo, me has de negar tres veces".
35. A lo que dijo Pedro:
"Aunque me sea forzoso el morir contigo, yo no te negaré".
Eso mismo protestaron todos los discípulos.
36. Entretanto llegó Jesús con ellos a una granja llamada Getsemaní, y les dijo:
"Sentaos aquí, mientras Yo voy más allá y hago oración".
37. Y llevándose consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, empezó a entristecerse y angustiarse.
38. Y les dijo entonces:
"Mi alma siente angustias mortales; aguardad aquí y velad conmigo".
39. Y adelantándose algunos pasos, se postró en tierra, caído sobre su rostro, orando y diciendo:
"Padre mío, si es posible, no me hagas beber este cáliz; pero, no obstante, no se haga lo que Yo quiero, sino lo que Tú".
40. Volvió después a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:
"¿Es posible que no hayáis podido velar una hora conmigo?
41. Velad y orad para no caer en la tentación. Que si bien el espíritu está pronto, mas la carne es flaca".
42. Volvióse de nuevo por segunda vez, y oró diciendo:
"Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que Yo le beba, hágase tu voluntad".
43. Dio después otra vuelta, y encontrólos dormidos, porque sus ojos estaban cargados de sueño.
44. Y dejándolos, se retiró aún a orar por tercera vez, replicando las mismas palabras.
45. En seguida volvió a sus discípulos y les dijo:
"Dormid ahora y descansad; he aquí que llegó ya la hora, y el Hijo del hombre va luego a ser entregado en manos de los pecadores.
46. Ea, levantaos, vamos de aquí; ya llega aquel que me ha de entregar".
47. Aún no había acabado de decir esto, cuando llegó Judas, uno de los doce, seguido de gran multitud de gentes armadas con espadas y con palos, que venían enviadas por los príncipes y sacerdotes y ancianos o senadores del pueblo.
48. El traidor les había dado esta seña:
"Aquel a quien yo besare, ése es; aseguradle".
49. Arrimándose, pues, luego a Jesús, dijo:
"¡Dios te guarde, Maestro!", y le besó.
50. Díjole Jesús:
"¡Oh, amigo! ¿A qué has venido aquí?"
Llegáronse entonces los demás y echaron la mano a Jesús, y le prendieron.
51. Y he aquí que uno de los que estaban con Jesús, tirando de la espada, hirió a un criado del príncipe de los sacerdotes, cortándole una oreja.
52. Entonces Jesús le dijo:
"Vuelve tu espada a la vaina, porque todos los que se sirvieren de la espada por su propia autoridad, a espada morirán.
53. ¿Piensas que no puedo acudir a mi Padre, y pondrá en el momento a mi disposición más de doce legiones de ángeles?
54. Mas ¿cómo se cumplirán las Escrituras, según las cuales conviene que suceda así?"
55. En aquella hora dijo Jesús a aquel tropel de gentes:
"Como contra un ladrón o asesino habéis salido con espadas y con palos a prenderme; cada día estaba sentado entre vosotros enseñándoos en el templo, y nunca me prendistéis".
56. Verdad es que todo esto ha sucedido para que cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, abandonándole, se huyeron.
57. Y los que prendieron a Jesús le condujeron a casa de Caifás, que era sumo pontífice en aquel año, donde los escribas y los ancianos estaban congregados.
58. Y Pedro le iba siguiendo de lejos hasta llegar al palacio del sumo pontífice. Y habiendo entrado, se estaba sentado con los sirvientes para ver el paradero de todo esto.
59. Los príncipes, pues, de los sacerdotes, y todo el concilio andaban buscando algún falso testimonio contra Jesús para condenarle a muerte.
60. Y no le hallaban suficiente para esto como quiera que muchos falsos testimonios se hubiesen presentado. Por último aparecieron dos falsos testigos.
61. Y dijeron:
"Este dijo: Yo puedo destruir el templo de Dios y reedificarlo en tres días".
62. Entonces, poniéndose en pie el sumo sacerdote, le dijo:
"¿No respondes nada a lo que deponen contra ti?"
63. Pero Jesús permaneció en silencio. Y díjole el sumo sacerdote:
"Yo te conjuro de parte de Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo o Mesías, el Hijo de Dios".
64. Respondióle Jesús:
"Tú lo has dicho: Yo Soy. Y aún os declaro, que veréis después a este Hijo del hombre, que tenéis delante, sentado a la diestra de la majestad de Dios, venir sobre las nubes del cielo".
65. A tal respuesta, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
"Blasfemado ha: ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? Vosotros mismos acabáis de oír la blasfemia con que se hace Hijo de Dios.
66. ¿Qué os parece?"
A lo que respondieron ellos diciendo:
"Reo es de muerte".
67. Luego empezaron a escupirle en la cara y a maltratarle a puñadas; y otros, después de haberle vendado los ojos, le daban bofetadas.
68. Diciendo:
"Cristo, profetízanos, adivina ¿quién es el que te ha herido?"
69. Mientras tanto Pedro estaba sentado fuera en el atrio, y arrimándose a él una criada, le dijo:
"También tú andabas con Jesús el galileo".
70. Pero él lo negó en presencia de todos, diciendo:
"Yo no se de qué hablas".
71. Y saliendo él al pórtico, le miró otra criada, y dijo a los que allí estaban:
"Este también se hallaba con Jesús Nazareno".
72. Y negó segunda vez, afirmando con juramento:
"No conozco a tal hombre".
73. Poco después se acercaron los circundantes, y dijeron a Pedro:
"Seguramente eres tú también de ellos., porque tú misma habla de galileo te descubre".
74. Entonces empezó a echarse sobre sí imprecaciones y a jurar que no había conocido a tal hombre. Y al momento cantó el gallo.
75. Con lo que se acordó Pedro de la proposición que Jesús le había dicho:
"Antes de cantar el gallo renegarás de mí tres veces".
Y saliéndose fuera, lloró amargamente.
1. Venida la mañana, todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron consejo contra Jesús para hacerle morir.
2. Y declarándole reo de muerte, le condujeron atado y entregaron al presidente o gobernador, Poncio Pilato.
3. Entonces Judas, el que le había entregado, viendo a Jesús sentenciado, arrepentido de lo hecho, restituyó las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos.
4. Diciendo:
"Yo he pecado, pues he vendido la sangre inocente".
A lo que dijeron ellos:
"A nosotros ¿qué nos importa? Allá te las hayas".
5. Mas él, arrojando el dinero en el templo, se fue y echándose un lazo, desesperado, se ahorcó.
6. Pero los príncipes de los sacerdotes, recogidas las monedas, dijeron:
"No es lícito meterlas en el tesoro del templo siendo como son precio de sangre".
7. Y habiéndolo tratado en consejo, compraron con ellas el campo de un alfarero para sepultura de los extranjeros.
8. Por lo cual se llamó dicho campo HADÉLDAMA, esto es, CAMPO DE SANGRE, y así se llama hoy día.
9. Con lo que vino a cumplirse lo que predijo el profeta Jeremías, que dice:
"Recibido han las treinta monedas de plata, precio del puesto en venta, según que fue valuado por los hijos de Israel.
10. Y empleáronlas en la compra del campo de un alfarero, como me lo ordenó el Señor".
11. Fue, pues, Jesús presentado ante el presidente, y el presidente le interrogó diciendo:
"Eres tú el rey de los judíos?"
Respondióle Jesús:
"Tú lo dices, lo Soy".
12. Y por más que le acusaban los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, nada respondió.
13. Por lo que Pilato le dijo:
"¿No oyes de cuántas cosas te acusan?"
14. Pero Él a nada contestó de cuanto le dijo; por manera que el presidente quedó en extremo maravillado.
15. Acostumbraba el presidente conceder por razón de la fiesta de la Pascua, la libertad de un reo, a elección del pueblo.
16. Y teniendo a la sazón en la cárcel a uno muy famoso, llamado Barrabás.
17. Preguntó Pilato a los que habían concurrido:
"¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás, o a Jesús, que es llamado el Cristo, o Mesías?"
18. Porque sabía bien que se lo habían entregado los príncipes de los sacerdotes por envidia.
19. Y estando él sentado en su tribunal, le envió a decir su mujer:
"No te mezcles en las cosas de ese justo, porque son muchas las congojas que hoy he padecido en sueños por su causa".
20. Entretanto, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos indujeron al pueblo a que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
21. Así es que preguntándoles el presidente otra vez, y diciendo:
"¿A quién de los dos queréis que os suelte?"
Respondieron ellos:
"A Barrabás".
22. Replicóles Pilato:
"¿Pues qué he de hacer de Jesús, llamado el Cristo?"
23. Dicen todos:
"¡Sea crucificado!"
Y el presidente:
"Pero ¿qué mal ha hecho?"
Mas ellos comenzaron a gritar más, diciendo:
"¡Sea crucificado!"
24. Con lo que viendo Pilato que nada adelantaba, antes bien, que cada vez crecía el tumulto, mandando traer agua, se lavó las manos a la vista del pueblo, diciendo:
"Inocente soy yo de la sangre de este justo, allá os lo veáis vosotros".
25. A lo cual respondiendo todo el pueblo, dijo:
"Recaiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos".
26. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó en sus manos para que fuese crucificado.
27.En seguida los soldados del presidente, cogiendo a Jesús y poniéndolo en el pórtico del pretorio o palacio de Pilato, juntaron alrededor de Él la cohorte, o compañía, toda entera.
28. Y desnudándole, le cubrieron con un manto de grana.
29. Y entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y una caña por cetro en su mano derecha; y con la rodilla hincada en tierra le escarnecían diciendo:
"Dios te salve, Rey de los judíos".
30. Y escupiéndole, tomaban la caña y le herían en la cabeza.
31. Y después que así se mofaron de Él, le quitaron el manto, y habiéndole puesto otra vez sus propios vestidos le sacaron a crucificar.
32. Al salir de la ciudad encontraron un hombre natural de Cirene, llamado Simón, al cual obligaron a que cargase con la cruz de Jesús.
33. Y llegados al lugar que se llama Gólgota, esto es, lugar del Calvario, o de las calaveras.
34. Allí le dieron a beber vino mezclado con hiel; mas Él, habiéndolo probado, no quiso beberlo.
35. Después que le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Con esto se cumplió la profecía que dice:
"Repartieron entre sí mis vestidos, y sortearon mi túnica".
36. Y sentándose junto a Él, le guardaban.
37. Pusiéronle también sobre la cabeza estas palabras, que denotaban la causa de su condenación:
"ESTE ES JESÚS EL REY DE LOS JUDÍOS".
38. Al mismo tiempo fueron crucificados con Él dos ladrones, uno a la diestra y otro a la siniestra.
39. Y los que pasaban por allí le blasfemaban y escarnecían, meneando la cabeza y diciendo:
40. "¡Hola!, tú que derribas el templo de Dios y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz".
41. De la misma manera también los príncipes de los sacerdotes, a una con los escribas y los ancianos, insultándole, decían:
42. "A otros ha salvado, y no puede salvarse a si mismo; si es el rey de Israel, baje ahora de la cruz y creeremos en él".
43. Él pone su confianza en Dios, pues si Dios le ama tanto, líbrele ahora, ya que Él mismo decía:
"Yo soy el Hijo de Dios".
44. Y eso mismo le echaban en cara aún los ladrones que estaban crucificados en su compañía.
45. Mas desde la hora sexta hasta la hora de nona quedó toda la tierra cubierta de tinieblas.
46. Y cerca de la hora nona exclamó Jesús con una gran voz, diciendo:
"ELÍ, ELÍ, ¿LAMMA SABACTANI?"
Esto es:
"DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO?"
47. Lo que oyendo algunos de los circunstantes, decían:
"A Elías llama éste".
48. Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, empapóla en vinagre, y puesta en la punta de una caña, dábasela a chupar.
49. Los otros decían:
"Dejad, veamos si viene Elías a librarle".
50. Entonces Jesús, clamando de nuevo con una voz grande y sonora, entregó su espíritu.
51. Y al momento el velo del templo se rasgó en dos partes, de alto abajo, y la tierra tembló, y se partieron las piedras.
52. Y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían muerto resucitaron.
53. Y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de Jesús, vinieron a la ciudad santa, y se aparecieron a muchos.
54. Entretanto el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, visto el terremoto y las cosas que sucedían, se llenaron de grande temor, y decían:
"Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios".
55. Estaban también allí, a lo lejos, muchas mujeres, que habían seguido a Jesús desde Galilea para cuidar de su asistencia.
56. De las cuales eran María Magdalena, y María madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57. Siendo ya tarde, compareció un hombre rico, natural de Arimatea, llamado José, el cual era también discípulo de Jesús.
58. Éste se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, el cual mandó Pilato que se le entregase.
59. José, pues, tomando el cuerpo de Jesús, envolviólo en una sábana limpia.
60. Y lo colocó en un sepulcro suyo que había hecho abrir en una peña, y no había servido todavía; y arrimando una gran piedra, cerró la boca del sepulcro, y fuése.
61. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas enfrente del sepulcro.
62. Al día siguiente, que era el de después de la preparación del sábado, o el sábado mismo, acudieron junto a Pilato los príncipes de los sacerdotes y los fariseos.
63. Diciendo:
"Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando todavía en vida, dijo: Después de tres días resucitaré".
64. Manda, pues, que se guarde el sepulcro hasta el tercero día; porque no vayan quizás de noche sus discípulos y lo hurten, y digan a la plebe:
"Ha resucitado de entre los muertos; y sea el postrer engaño más pernicioso que el primero".
65. Respondióles Pilato:
"Ahí tenéis la guardia; id y ponedla como os parezca".
66. Con eso, yendo allá, aseguraron bien el sepulcro, sellando la piedra y poniendo guardas de vista.