miércoles, 18 de enero de 2023

¿Por qué pagamos todos el pecado original?

  



El primer pecado que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad y que es origen de otros muchos.


Por: P. Jorge Loring, S.I. | Fuente: Para Salvarte 


Dios creó a nuestros primeros padres en estado de gracia. Dios en señal de su soberanía les dio un mandato para que ellos cumpliéndolo mostraran su aceptación. Ellos cediendo a la tentación del demonio desobedecieron. 


«Puesto que el fin propio del precepto era probar la obediencia, no podemos medir la gravedad de la culpa por la acción exterior en que se manifiesta»


«El hombre creado por Dios en la justicia, sin embargo, por instigación del demonio, en el mismo comienzo de la historia, abusó de su libertad, levantándose contra Dios»


Este pecado de desobediencia fue el pecado original, llamado así porque fue el primer pecado que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad, y es origen de otros muchos. El pecado original es la raíz de los demás pecados de los hombres. La realidad del pecado original es dogma de fe.

Con este pecado de desobediencia nuestros primeros padres perdieron la gracia para ellos y para nosotros sus hijos. Lo mismo que lo pierden todo los hijos del que se arruina en el juego de la ruleta. Si un monarca concede a una familia un titulo nobiliario con la condición de que el cabeza de familia no se haga indigno de semejante gracia, ¿quién puede protestar si después de una ingratitud de este cabeza de familia, el monarca retira el título a toda la familia? El Concilio de Trento el más trascendental de toda la Historia de la Iglesia define como de fe que el pecado original se transmite de generación, por herencia.

Nosotros no somos responsables del pecado original porque no es pecado personal nuestro; pero lo heredamos al nacer. Por eso el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", no "cometido"; es un estado, no un acto. En virtud de la ley de solidaridad de Adán con toda la humanidad, por ser su cabeza físico-jurídica, nos priva de los dones extraordinarios que Dios había concedido en un principio a Adán para que los comunicara a sus descendientes. «Del mismo modo que entre Adán y sus descendientes hubiera existido solidaridad si hubiera sido fiel, del mismo modo existe también solidaridad en su rebeldía». El gran desastre del pecado de Adán fue que arrastró consigo a toda la naturaleza humana. De igual manera que si Adán se hubiese suicidado antes de tener hijos, hubiera privado de la vida a todo el género humano, así con su pecado nos priva de la gracia. Fue un suicidio espiritual. No debemos protestar por sufrir nosotros las consecuencias del pecado de Adán. ¿Habríamos sabido nosotros conservar estos dones? ¿No son nuestros pecados personales una prueba de que también nosotros habríamos prevaricado?

El pecado original fue un pecado de soberbia. El pecado de Adán y Eva es un pecado muy frecuente hoy día. Hombres y mujeres autosuficientes, independientes, rebeldes a toda norma, orden o mandato. Para ellos sólo vale lo que ellos opinan, y lo que ellos quieren. No se someten a nadie. Quieren ser como dioses. Ése fue el pecado de Adán y Eva.




Antes de pecar, el demonio dijo a nuestros primeros padres que si pecaban serían como dioses. Ellos pecaron y se dieron cuenta del engaño del demonio. Con esto el demonio logró lo que pretendía: derribar a Adán de su estado de privilegio. El demonio es el padre de la mentira. Eva fue seducida por él. El que peca se entrega al espíritu de la mentira. En la medida que somos pecadores somos mentirosos, pues el pecado es el abandono de la verdad, que es Dios, por la mentira. El demonio también nos engaña a nosotros en las tentaciones presentándonos el pecado muy atractivo, y luego siempre quedamos desilusionados, con el alma vacía y con ganas de más. Porque el pecado nunca sacia. Pero el demonio logra lo suyo: encadenarnos al infierno.




El demonio nos tienta induciéndonos al mal, porque nos tiene envidia, porque podemos alcanzar el cielo que él perdió por su culpa. Todas las tentaciones del demonio se pueden vencer con la ayuda de Dios. El demonio es como un perro encadenado: puede ladrar, pero sólo puede morder al que se le acerca. En el estado de pecado original el hombre carece de la gracia y amistad de Dios, y su libertad está debilitada e inclinada al mal; no podemos ser totalmente dueños de nosotros mismos y de nuestros actos.




Esta vida de la gracia que empieza con el bautismo necesita respirar para no ahogarse. Lo mismo que la vida del cuerpo que, si no se tiene aire para respirar, también se ahoga. Dice San Agustín que la respiración de la vida del alma es la oración.



Recemos el Santo Rosario:




Favor leer estos artículos relacionados:


Sí, es perfectamente lícito criticar al Papa



Por Carlos Esteban | 17 de Enero de 2023


Podría decirse que los dos grandes personajes de la jerarquía católica desaparecidos estos últimos días -el Papa Benedicto y el cardenal australiano George Pell– se han ido a la casa del Padre con sendas críticas al pontificado de Francisco.

En un caso, es exactamente lo último que sabemos hizo antes de morir. El cardenal George Pell, horas antes de ingresar para la operación de la que no habría de salir con vida, envió al semanario británico The Spectator una aguda y brutal crítica al proyecto estrella del Santo Padre en estos momentos, el sínodo de la sinodalidad, que califica de “pesadilla tóxica”. A eso quizá, o quizá no, podemos sumar la andanada aún más general firmada hace un año por un tal Demos que, a decir del prestigioso vaticanista Sandro Magister, no sería otro que el propio Pell. En este incendiario documento, que circuló profusamente entre los cardenales, se calificaba directamente el pontificado de Francisco como “desastroso, una catástrofe”.

La crítica del más discreto y silente Benedicto no es verbal ni directa. Pero solo ahora hemos sabido por el libro de su secretario, monseñor Georg Gänswein, Nada más que la verdad, que la lectura del motu proprio de Francisco Traditionis custodes le rompió el corazón. Tampoco es una sorpresa, teniendo en cuenta que el TC viene a derogar un documento que el mismo Benedicto había promulgado solo catorce años antes.

Pero estos dos casos son solo los más llamativos de una corriente en la que, no lo ocultamos, se ha incluido también INFOVATICANA y en la que, desde luego, no hemos estado solos. Surge la pregunta: ¿Es lícito criticar a un Sumo Pontífice, al Vicario de Cristo, a aquel que no puede ser juzgado por nadie en esta tierra?

Dejemos que responda una fuente autorizada:

“Primero que nada las críticas siempre ayudan, siempre. Cuando uno recibe una crítica rápidamente se debe hacer autocrítica y decir esto es cierto, esto no, o ver hasta qué punto. Yo siempre en las críticas veo ventajas. A veces enojan, pero sí hay ventajas”.

Son palabras, como quizá hayan recordado, del propio Francisco en 2019, a la vuelta de su periplo africano. Y agregaba:

“La crítica es un elemento de construcción y si tu crítica no es certera prepárate a recibir la respuesta y a dialogar, a una discusión y llegar a un punto justo: esta es la dinámica de la verdadera crítica”.

Ya en el inicio de su pontificado, de hecho, Francisco animó a que le criticasen, argumentando que “criticar al Papa no es pecado”.

Siempre que sean respetuosas y que tengan como fin la corrección o la aclaración, las críticas pueden ser incluso necesarias. Puede leerse como crítica, por ejemplo, las dubia formales presentadas por cuatro cardenales en las que rogaba al Papa que aclarase determinados puntos confusos de su carta postsinodal Amoris laetitia. Y el hecho de que Francisco respondiese con el silencio, además de hacernos dudar de su deseo de ser criticado, subraya la principal razón por la que el Papa debe ser criticado: la tendencia a rodearse de sicofantes y cortesanos que le den en todo la razón, aislándole de esa voz del Pueblo de Dios que dice querer escuchar.

Si algo nos hace temer del desarrollo del sínodo criticado por Pell no es solo que su planteamiento sea frontalmente contrario a la doctrina católica, es decir, a lo que es siquiera lícito debatir, o que dé pie a una forma de entender la Iglesia, jerárquica por deseo de su Fundador, como una estructura ‘democrática, que también. Tememos, además, y no sin indicios más que razonables, que se convierta en una cámara de eco en la que se tome por “voz del Pueblo de Dios” la opinión de activistas heterodoxos seleccionados o autoseleccionados en un ‘proceso de escucha’ que, por ser suave, ha tenido poco de representativo.


Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:
https://infovaticana.com/2023/01/17/si-es-perfectamente-licito-criticar-al-papa/

Gänswein ve en la traición de Paolo Gabriele algo «diabólico» que le obligó a presentar su dimisión



Gänswein ve en la traición de Paolo Gabriele algo «diabólico» que le obligó a presentar su dimisión

El arzobispo Georg Gänswein, durante la entrevista de EWTN a la muerte de Benedicto XVI.


Carmelo López-Arias

13 de Enero de 2023 / 20:24


En los días posteriores a la muerte de Benedicto XVI, y antes de su entierro, la sorprendente presencia mediática de su secretario, Georg Gänswein (n. 1956) pudo hacer pensar que el libro que se anunciaba y que se puso a la venta este jueves en Italia, Nada más que la verdad. Mi vida a lado de Benedicto XVI (Piemme), era una desestabilizadora bomba informativa. Una bomba que habría estado agazapada en la imprenta a la espera de que la desaparición del Papa emérito actuase como espoleta de un terrible ajuste de cuentas.

Las memorias de quien sigue siendo formalmente prefecto de la Casa Pontificia, recibido por Francisco este mismo lunes, no son esa esperada bomba, aunque sí contienen informaciones de gran interés.

Gänswein, canonista que llevaba en la Curia desde 1995, y desde 1996 en la Congregación para la Doctrina de la Fe, se convirtió en secretario particular del cardenal Joseph Ratzinger en 2003, cuando quien lo había sido veinte años, Josef Clemens, fue nombrado subsecretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Han sido, pues, casi veinte años de convivencia continua en tres escalones distintos, durante los cuales, por su sentido innato del respeto, Benedicto XVI nunca le tuteó, aunque le llamaba afectuosamente Don Giorgio.

En esas dos décadas, confiesa Gänswein, ha podido conocer "el verdadero rostro de uno de los mayores protagonistas de la historia del siglo pasado, denigrado con demasiada frecuencia" por "convicciones que en realidad no hacían más que expresar su profunda fidelidad a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia y la defensa de la fe católica".




El primer tercio del libro relata hechos de la vida de Benedicto XVI y del pontificado de Karol Wojtyla a los que aporta ser una versión que cabe considerar contrastada por las propias conversaciones con Ratzinger.


El acto de Asís de 1986


Como las objeciones que éste puso al célebre encuentro interreligioso de 1986 en Asís, "en el cual el cardenal no consideró oportuno participar". Había expresado al Papa sus objeciones al formato y previsto la "confusión" que habría de producirse entre las diversas expresiones de culto de los 62 jefes religiosos presentes, y la sensación de "sincretismo" o "relativismo" que podía transmitirse, por lo cual no quiso que su presencia "pudiese ser interpretada equivocadamente como una valoración favorable".

El Papa se dio cuenta a posteriori de que "los temores expresados por el cardenal no eran del todo peregrinos", y para la segunda edición del encuentro en 2002 se cuidaron más "los detalles". Con todo, hasta el día antes de su celebración Ratzinger no estaba en la lista de participantes, aunque finalmente "consideró que podía intervenir tras una petición personal del Pontífice".


¿A quién votó? ¿Quién le votó?


En cuanto al cónclave de 2005, Gänswein comenta una curiosidad. ¿Por quién votó Benedicto XVI? A raíz de las indiscreciones de un cardenal sobre las votaciones, corrió la idea de que lo habría hecho insistentemente (siendo el único voto que recibió dicho candidato) por el cardenal Giacomo Biffi, a la sazón arzobispo emérito de Bolonia. Gänswein le da crédito, y en una ocasión lo dejó caer a ver si Ratzinger confirmaba el rumor, sin éxito.

¿Y quién promovió la candidatura del prefecto de la Fe y decano del colegio? Él piensa ("según mis sensaciones", dice) que "entre los más activos" por la candidatura ratzingeriana estuvieron el colombiano Alfonso López Trujillo, el chileno Jorge Medina Estévez, los españoles Julián Herranz y Antonio María Rouco Varela, el alemán Joachim Meisner (uno de los firmantes en 2016 de los Dubia sobre Amoris Laetitia), el austriaco Christoph Schönborn, el nigeriano Francis Arinze y el indio Ivan Dias.

Pero ni siquiera en los domingos de descanso de Benedicto como Papa en ejercicio, cuando veían alguna película antigua o un episodio de Don Matteo (la serie que emite la RAI desde el año 2000, en la que Terence Hill interpreta a un típico párroco italiano metido a resolver los pequeños o grandes crímenes locales), o bien escuchaban música clásica o la interpretaba el Pontífice al piano (sobre todo Schubert y Mozart), pudo Gänswein sonsacarle nada de lo protegido por el deber de secreto de los conclavistas.


Las polémicas


En los dos tercios restantes del libro, el secretario de Ratzinger aborda casi todas las cuestiones polémicas que han sido avanzadas en la promoción del libro realizada mientras se velaba el cuerpo del Papa.

-El nombramiento del cardenal Tarcisio Bertone como secretario de Estado fue "discutido y problemático". Gänswein sostiene que el nombramiento "parecía adecuado" pero que el Papa "durmió mal" con las tensiones que suscitó la designación.

Posteriormente, los numerosos viajes de Bertoni le apartaron "de la tarea fundamental de dirigir el trabajo de la Secretaría de Estado", y empezaron a recibirse quejas (el libro recoge varias) desde distintas instancias eclesiásticas, que, unidas a la gestión del Instituto para las Obras de Religión (el llamado 'banco vaticano') y la gestión de los hospitales vaticanos, acabaron estallando con las filtraciones de Vatileaks.

-A Benedicto, el nombramiento del cardenal Jorge Mario Bergoglio le resultó "inesperado": "Me pareció que sus pronósticos se dirigían hacia tres figuras", el italiano Angelo Scola, el canadiense Marc Ouellet y el brasileño Odilo Pedro Scherer, especifica Gänswein, quien señala el estricto alejamiento del Papa emérito respecto a cualquier preparación del cónclave o promoción de candidato alguno.

-Nada hay en el libro que alimente cualquier conflicto entre Francisco y Benedicto XVI, que quizá es lo que el morbo previo a la publicación aguardaba. Todo lo contrario. Más allá de que al Papa emérito pudiesen sorprenderle algunas decisiones de su predecesor -y se citan-, jamás exteriorizó desafección alguna, que habría desentonado respecto a la cordial relación que han mantenido. Las noticias de una supuesta contraposición entre Bergoglio y Ratzinger "siempre han entristecido" a este último.

-El relato sobre la publicación del libro Desde lo más hondo de nuestros corazones, que incluye colaboraciones del Papa emérito y del cardenal Robert Sarah en torno al sacerdocio, ratifica la versión aportada entonces por el propio Gänswein, que dejó descolocado al entones prefecto de la Congregación para el Culto Divino y a la que aporta algún documento más. La polémica se refería a la autoría, conjunta o separada, de las partes consideradas críticas hacia una hipotética cesión de Francisco en la cuestión del celibato.

-Gänswein sí cuenta sus propios desacuerdos con el nuevo Papa porque se le mantenía como prefecto de la Casa Pontificia al mismo tiempo que se le apartaba del ejercicio de sus funciones en beneficio de los nuevos colaboradores del Pontífice argentino. Él llegó a explicarle que "aquello hacía problemática la gestión de la tarea" y "disminuía [su] autoridad": "Además, a nivel personal me había sentido humillado, tanto porque no me había aclarado el motivo de su decisión, como porque había estado hablando en presencia de otras personas, con lo que el chisme se había difundido inmediatamente por el Vaticano, con interpretaciones de diverso tipo". El arzobispo alemán nunca consiguió su objetivo.

-En cuanto a Traditionis custodes, que derogó en 2021 el motu proprio Summorum Pontificum de 2007 que liberalizaba la misa tradicional, Benedicto "a nivel personal, lo consideró un error, porque ponía en peligro el intento de pacificación que se había realizado catorce años antes".


La traición de Paolo Gabriele


De las numerosas historias internas de la Curia vaticana que recoge Gänswein, reviste especial interés la narración de la traición de Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI, a quien "consideraba como un hijo". Gänswein describe cómo enseguida apuntaron a él todas sus sospechas (independientemente de lo que ya estaba investigando la Gendarmería Vaticana), que se clarificaron al filtrarse dos cartas a las que solamente Gänswein había tenido acceso, además de Gabriele, a quien le había pedido fotocopiarlas.

Al secretario del Papa le sorprendió cómo, al acusarle a la cara, Paolo "se hizo el ofendido" ante unas pruebas tan evidentes. Lo llamativo es que, poco después, cuando acudió a la capilla a rezar después de comer, se encontró al traidor allí también. Se acercó y hablaron del tema. Quizá por la presencia del Santísimo, Gabriele no siguió negando y reconoció haber pasado documentos a Gianluigi Nuzzi, uno de los periodistas que los publicaron. Sin embargo, cuando le comunicó al poco tiempo la suspensión cautelar de sus funciones, el mayordomo reaccionó afirmando con "frialdad" que, tras haber hablado con su director espiritual, se sentía "con la conciencia tranquila".

Tal vez por estos vaivenes inexplicables y por la personalidad de los involucrados, Gänswein considera que "la cantidad de acciones negativas que se llevaron a acabo [con los Vatileaks] fue indudablemente algo que se aproxima a lo diabólico".

El propio Benedicto XVI se adelantó a conmutar parte de la pena impuesta a Gabriele y se reunió con él. Gänswein no estuvo en la reunión: "No sé qué se dijeron, pero vi a Paolo muy afectado y tuve la sensación de que se había dado cuenta de cuánto daño había causado su iniciativa". En cuanto a las motivaciones, la investigación interna descartó un sabotaje de miembros de la Curia y Gänswein comparte esa idea, apuntando a una extraña combinación de intereses que, en el caso de Gabriele, habrían aprovechado su tendencia a los pensamientos persecutorios.

Para Gänswein fue, además, motivo de dimisión, que presentó a Benedicto XVI asumiendo su responsabilidad porque era el superior directo de Gabriele. El Papa no se la aceptó, y le reiteró su confianza elevándole al episcopado a finales de 2012, algo que normalmente no se hace con los secretarios papales mientras están en el cargo.

Gänswein vio a Gabriele pocos días antes de su fallecimiento, el 24 de noviembre de 2020, a los 54 años de edad. El ex mayordomo, gravemente enfermo, le mandó llamar porque quería morir reconciliado con él: "Hablamos confidencialmente mirándonos a los ojos, me pidió el Viático y luego rezamos junto a su esposa y sus tres hijos... Luego no dejamos de mandar alguna ayuda a la familia, con la discreción propia del caso".


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/vaticano/606498718/gaenswein-traicion-paolo-gabriele-diabolico-presentar-dimision.html?eti=8278##STAT_CONTROL_CODE_3_606498718##