domingo, 19 de julio de 2020

San Elías - Profeta - Año 850 A.C. - Fiesta Julio 20


San Elías - Profeta - Año 850 A.C.
Fiesta Julio 20

"Señor Dios:
Síguenos enviando muchos profetas que,
como Elías, anuncien tus mensajes
y luchen valientemente contra el pecado
y las falsas enseñanzas
de los enemigos de la religión"


En contraposición a un montón de falsas divinidades que el pueblo ignorantemente estaba adorando, suscitó Dios a un gran profeta para que recordara a su pueblo que sólo hay un Dios y que ese Dios es Yahvé (Éste es el nombre que Dios se dio a Sí Mismo cuando Moisés le preguntó:

"¿Cuál es tu Nombre?"

Y el Señor le respondió:

"Mi Nombre es Yahvé, que significa: Soy el que Soy. Yo hice a todos, y a Mí nadie me hizo" (Éxodo 3,14).

Ése fue el oficio de Elías: tratar de convencer a los israelitas de que sólo hay un Dios y que ese Dios es Yahvé, el Creador de cielos y tierra.


Historia del Profeta Elías


Reinaba en Israel Acab, un hombre de débil voluntad que se dejaba dominar por su esposa Jezabel, que era pagana y extranjera y deseaba imponer entre el pueblo la religión de los falsos dioses. Esta mujer perversa hizo asesinar a los profetas y sacerdotes del Dios verdadero, de los cuales solamente se salvaron de la muerte unos cien, a quienes escondió en cavernas Abdias, el mayordomo del rey, y los alimentó durante la época de máximo peligro. Elías se libró de la muerte huyendo a su tierra natal, al otro lado del Jordán, y yéndose después a una ciudad fenicia, llamada Sarepta. Pero cuando parecía que ya Jezabel iba a lograr destruir por completo la verdadera religión en Israel, entra en escena el gran campeón de la religiosidad, Elías, y empieza el combate total entre las fuerzas del bien y las del mal. Elías aparece de repente en pleno reinado de Acab, para anunciar, que como un castigo por haber abandonado la verdadera religión, vendrá sobre la nación un verano de tres años seguidos. Y en efecto deja de llover durante 36 meses y el hambre y la sed hacen estragos.






Por orden de Dios, Elías se retira a vivir a una cueva junto a una fuente de agua. Allá los cuervos le llevan pan por la mañana y carne por la tarde.






El profeta viste pobremente: una tosca piel de camello y una correa (así vestirá más tarde Juan Bautista). Cuando la fuente de agua se secó, Dios le ordenó que se fuera a vivir a una ciudad extranjera, llamada Sarepta. Al llegar a Sarepta se encuentra con una viuda que está recogiendo leña para cocinar. Él le dice:




"Por favor tráigame un poco de agua y un pan"

Ella le respondió:

"No tengo sino un poquito de harina y una migaja de aceite. Voy a hacer un pan para mi hijo y yo, y después nos moriremos de hambre"

Elías le dijo:

"Haga un pan para mí, y ya verá que la harina no se le acabará en su artesa, ni el aceite en su vasija, hasta el día en que vuelva a llover sobre la tierra"

La mujer hizo lo que el profeta le mandaba, y sucedió como le había anunciado: ni la harina se acabó en su artesa, ni el aceite se disminuyó en su vasija, durante todos esos meses de escasez. Y así pudo alimentar a su hijo y al profeta. El primer caso de un resucitado, que se narra en la S. Biblia, sucedió en tiempos del profeta Elías. El hijo de la viuda que lo hospedaba se enfermó gravemente y se murió. La pobre mujer desconsolada le reclamó al profeta el por qué le tenía qué suceder a ella tan grande desgracia. Elías se dedicó a rezar con toda fe junto al cadáver del niño y Dios resucitó al muerto. La madre del jovencito, al ver a su hijo vivo otra vez, exclamó:





"Ahora sé que eres un hombre de Dios y que en verdad Yahvé habla por tus labios"

Elías hizo que el rey Acab reuniera a todo el pueblo de Israel, junto al Monte Carmelo y también a los 450 profetas del falso dios Baal. Y estando todos allí reunidos les hizo este desafío:

"Vamos a poner dos altares. En el uno estarán los sacerdotes de Baal. Y en el otro estaré yo en nombre de Yahvé. Y ellos invocarán a Baal para que envíe fuego del cielo y queme sus ofrendas. Y yo invocaré a Yahvé. Y el que responda, ése es el verdadero Dios"



Y descendió fuego del cielo y consumió todo el sacrificio que él había colocado en el altar (y eso que el profeta había hecho inundar con mucha agua todos los alrededores de su altar, para que no fuera fácil allí quemar nada). El pueblo emocionado ante este milagro, acabó con todos los sacerdotes del falso dios Baal. Cuando la malvada reina Jezabel supo que habían acabado con los sacerdotes de su falso dios Baal, dio orden a la policía de que asesinara a Elías. Y éste tuvo que salir huyendo por el desierto, para salvar la vida. Y le sucedió que entonces tuvo una gran depresión de ánimo y deseó morirse.






Pero Dios le envió un ángel que le trajo un pan y una jarra de agua, y con este alimento tuvo fuerzas para andar 40 días por el desierto, hasta llegar al Monte Horeb o Sinaí y esconderse allí. Y estando allí en el Monte Santo sintió que Dios se le iba a aparecer. Y llegó un violento huracán, pero allí no iba Dios.





 Y sucedió un espantoso terremoto, pero ahí no estaba Dios. Y vino un fuego devorador, y allí tampoco llegaba Dios. Enseguida sintió una suave brisa, y ahí sí venía Dios. Y el Señor mandó a Elías que volviera otra vez a Israel y que consagrara a Eliseo como su sucesor, y a Jehú como nuevo rey. Y desde aquella aparición, aprendió el gran profeta a no ser violento (como el huracán), ni duro (como el terremoto), ni asustador (como el fuego), sino suave y amable (como la brisa).






El rey Acab deseaba conseguir una finca que le agradaba, pero Nabot, su dueño, no se la quería vender porque era la herencia muy amada de sus padres. Entonces la reina Jezabel hizo asesinar a Nabot y el rey se apoderó de la finca. Elías se presentó y le anunció que por haber cometido semejante crimen, todos los hijos varones del rey Acab serían asesinados, y que a Jezabel se la comerían los perros. Acab se asustó mucho y empezó a hacer penitencia. Entonces Dios le avisó a Elías que por esas demostraciones de arrepentimiento, los castigos no llegarían sino cuando el rey ya se hubiera muerto. Y así sucedió. Muerto Acab, fue nombrado rey un general llamado Jehú, el cual hizo asesinar a todos los hijos del difunto rey, y mandó echar desde un balcón hasta el piso de la calle a Jezabel, y allí la devoraron los perros.






El profeta nombró como su sucesor a Eliseo y fue avisado por Dios de que iba a ser llevado al cielo. En compañía de Eliseo llegó al río Jordán y lo tocó con su manto, y el río se abrió en dos y pasaron al otro lado sin mojarse los pies. Eliseo le pidió como último favor:

"Que me pase a mí lo más importante de tu espíritu (de tus poderes y de tus cualidades)"

Elías le dijo:

"Si me ves cuando suba al cielo se te concederá lo que has pedido"



Y llegó un carro de fuego y se llevó a Elías al cielo. Eliseo lo vio mientras subía por las nubes, y se le transmitieron a él las cualidades y los poderes de Elías, y empezó a hacer milagros.




Su espiritualidad y su mensaje


En cuanto precede ya va implícita y explícita su espiritualidad y su mensaje para el hombre de hoy, que no puede ser más actual. Todo él se resume en su doble espíritu, que siempre enarboló el Carmelo como fundamento de su espiritualidad. Éste era su lema en doble vertiente:


  1. Vida contemplativa, intimidad divina: "Vive el Señor, en cuya presencia yo vivo, yo estoy" (1 Re. 17,1).
  2. Vida apostólica, celo por la gloria de Dios y la justicia: "Me abraso de celo por el Señor, Dios de los ejércitos" (1 Re. 19,10).

Elías profeta es el CANTOR incansable del Dios vivo. Si a este doble espíritu se le añade el amor tierno y filial a MARÍA -a la que según la tradición él viera prefigurada en la célebre Nubecilla (1 Re. 19,44)- ya está completo el CARISMA DEL CARMELO.


Nos recordaba el Papa Juan Pablo II
(24 de septiembre de 1983):

"Vuestro carisma hunde sus raíces en el Antiguo Testamento y se centra en torno a la grandiosa figura del Profeta Elías, el Profeta del Nuevo Testamento. Él fue un hombre de Dios, Maestro testigo de oración. Como hijo del pueblo, es un ejemplo a seguir por vosotros de cómo tenéis que preocuparos de las necesidades del prójimo. Ello quiere decir que vosotros debéis ser hombres de Dios, testigos de la trascendencia divina, apóstoles de la Divina economía".

Resumen

  • Que prediquemos y vivamos al Dios único y verdadero.
  • Que demos muerte a los muchos ídolos que nos rodean.
  • Que vivamos siempre en la presencia del Señor.
  • Que contemplemos a María y tratemos de imitarla.

Su oración


Dios todopoderoso y eterno, que concediste a tu Profeta Elías, nuestro Padre, vivir en tu presencia y arder por el celo de tu gloria, concédenos buscar siempre tu rostro y ser en el mundo testigos de tu amor. Amén.


Fuente - Texto tomado de EWTN: