lunes, 3 de septiembre de 2018

San Moisés - Libertador del Pueblo Elegido y Profeta del Antiguo Testamento - Fiesta Septiembre 4


La historia de Moisés se encuentra en el segundo libro de la S. Biblia, el Libro del Éxodo, uno de los libros más hermosos y emocionantes de toda la literatura universal. Ningún buen cristiano debería quedarse sin leer el Éxodo no sólo una vez sino muchas veces. Su lectura le hará un gran provecho a su alma.

Cuenta el libro del Éxodo que empezó a gobernar a Egipto un faraón que no quería a los israelitas y dio una ley, mandando que todo niño varón que naciera había que matarlo. Y un día nació un bellísimo niño de la tribu de Leví. Sus padres lo escondieron para que no lo fueran a matar los soldados del faraón, pero como el niño lloraba y podían oírlo desde la calle, dispuso entonces la madre echarlo entre un canasto, que ella había forrado con brea por fuera, y dejarlo flotando sobre las aguas del río Nilo.



Y sucedió que fue la hija del faraón a bañarse al río Nilo y al ver el canasto sobre el agua mandó un nadador a que lo sacara. Y allí encontró el hermoso niño que lloraba. Se compadeció de él y en ese momento llega la hermanita del niño, que estaba escondida entre los matorrales de la orilla observando, y le propuso que ella le podía conseguir una señora para que criara al niño. La hija del rey aceptó y fue llamada la mamá a quien la princesa le pagó para que criara al pequeño, al cual le puso por nombre MOISÉS, que significa salvado de las aguas.



La hija del faraón adoptó a Moisés como príncipe y lo hizo educar en el palacio del rey, donde se educaban los que iban a ser gobernantes de la nación. Esta educación tan esmerada le sirvió mucho después para saber gobernar muy bien al pueblo de Israel.


Cuando Moisés fue mayor, un día vio que un egipcio atormentaba a un israelita y por defender al israelita hirió gravemente al egipcio. Lo supo el rey y lo iba a mandar matar, y entonces Moisés salió huyendo hacia el desierto. En el desierto encontró a unas pastoras que no podían dar de beber a sus rebaños porque unos pastores asesinos se lo impedían. Como él era un buen luchador las defendió y les permitió dar de beber a sus ovejas. Las muchachas le contaron ésto a su padre y el buen hombre mandó llamar a Moisés y lo encargó de cuidar sus rebaños en el desierto. Allí estuvo por siete años, dedicado a la meditación y a la oración, y ese tiempo le fue muy útil porque pudo conocer muy bien el desierto por donde más tarde iba a conducir al pueblo de Israel. Moisés se casó con Séfora, la hija del dueño de las ovejas, y de ella tuvo dos hijos: Eliécer y Gerson.

Un día mientras cuidaba las ovejas en el desierto vio Moisés que un montón de espinas ardían entre llamaradas pero no se quemaban. Lleno de curiosidad se acercó para ver qué era lo que pasaba y una Voz le dijo:

"Moisés, Moisés, quítate las sandalias porque el sitio que estás pisando es sagrado"

Le preguntó:
"¿Quién eres Tú Señor?"
La Voz le respondió:
"Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He oído las lamentaciones de mi pueblo de Israel y he dispuesto bajar a ayudarlos. He dispuesto liberarlos de la esclavitud de Egipto y llevarlos a una tierra que mana leche y miel. Yo te enviaré al faraón para que los deje salir en libertad"
Moisés preguntó:
"¿Señor, y si me preguntan cuál es Tu Nombre, qué les diré?"
El Señor le respondió:
"Yo Soy Yavhé. Yo Soy el que Soy. Irás a los israelitas y les dirás: 'Yavhé, que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob me envía a vosotros'. Luego reunirás a los ancianos de Israel, y con ellos irás al faraón a pedirle que deje salir libre al pueblo. El faraón se negará pero Yo haré toda clase de prodigios para que los dejen salir"
Moisés dijo al Señor:
"¿Y qué demostración les voy a hacer para que sepan que sí voy de parte de Dios?"
El Señor le respondió:
"Echa al suelo tu vara de pastor"
Moisés lanzó al suelo su vara o bastón que se convirtió en serpiente. Dios le dijo:
"Toma la serpiente por la cola"
La agarró y se volvió otra vez bastón. Dios le dijo:
"Ésta será una de las señales con las cuales Yo te voy a apoyar para que te crean"
Moisés le dijo a Nuestro Señor:
"Yo tengo dificultad para hablar. ¿Por qué no mandas a otro?"
El Señor le dijo:
"Tu hermano Aarón, que sí tiene facilidad para hablar, te ayudará"
Moisés se volvió a Egipto y junto con su hermano Aarón reunió a los ancianos de Israel y les contó lo que le había mandado el Señor Dios. Y convirtió el bastón en serpiente para demostrarles que sí venía de parte de Dios. Se fueron donde el faraón a pedirle que dejara salir en libertad al pueblo de Israel, pero el faraón no quiso aceptar sino que más bien esclavizó más a los israelitas y les puso trabajos más pesados, haciendo ladrillos. El pueblo clamó a Dios y Dios los escuchó y mandó las terribles 10 plagas de Egipto.


La primera plaga consistió en que las aguas del Nilo se convirtieron en sangre, al ser tocadas por el bastón de Moisés. La segunda plaga fue una espantosa invasión de ranas por todas las casas. El faraón se asustó, pero apenas Moisés obtuvo que se acabara la plaga, ya no dejó salir al pueblo. La tercera, una nube inmensa de mosquitos que molestaban a todo el mundo. La cuarta, unos tábanos o abejones que picaban muy duro. La quinta plaga, una peste que mató el ganado. La sexta, úlceras por todo el cuerpo en la gente. La séptima plaga, una terrible granizada que destruyó los cultivos. La octava, las langostas que llegaron por millones y arrasaron con todo. La novena, tres días de tinieblas. Y la décima y más terrible, la muerte de todos los hijos mayores o primogénitos de las familias de Egipto. Ante esta calamidad, el faraón se asustó y dejó salir al pueblo de Israel.

Cuando el faraón asustado dio la orden de que los israelitas podían salir de Egipto donde estaban como esclavos, todos ellos se apresuraron a abandonar el país con sus animales y cuanto tenían dirigidos por Moisés. Pero al llegar al Mar Rojo vieron que el ejército egipcio venía a perseguirlos. Asustados clamaron a Dios y entonces el Señor mandó a Moisés que tocara con su bastón el mar. Inmediatamente se abrieron las aguas en dos grandes murallas y el pueblo pasó a pie por terreno seco hasta la otra orilla.



El ejército del faraón quiso pasar también, pero por orden de Dios, Moisés tocó otra vez con su bastón las aguas y éstas se cerraron y ahogaron a todo el ejército perseguidor. En ese día el pueblo aumentó su fe en Dios y creyó en Moisés su profeta.

En el desierto faltó el agua y el pueblo se moría de sed. Moisés, por orden del Señor, golpeó con su bastón una roca y de ella brotó una fuente de agua en la cual bebió todo el pueblo y bebieron sus ganados. La gente empezó a sufrir hambre y a protestar. Entonces Dios hizo llover del cielo un pan blanco y agradable. La gente al verlo decía:
"¿Maná?" (que en su idioma significa, ¿qué es ésto?)

Dios le dijo a Moisés:
"Éste es el pan con el cual los voy a alimentar mientras se encuentran en el desierto"
Y así durante 40 años el maná fue el alimento prodigioso que los libró de morirse de hambre. Moisés subió al Monte Sinaí y allí Dios le dio los Diez Mandamientos, escritos en dos tablas de piedra. Y prometió que quien los cumpla tendrá siempre sus bendiciones y su ayuda.



Moisés tuvo que sufrir mucho porque el pueblo era rebelde y muy inclinado al mal, pero Dios se le aparecía y hablaba con él como un amigo de mucha confianza. Inspirado por Nuestro Señor dio Moisés al pueblo unas leyes sumamente sabias, que fueron después muy útiles para conservarlos en las buenas costumbres y preservarlos en la fe. Cuando el pueblo pecaba y Dios se proponía castigarlo, Moisés oraba por el pueblo pecador y Dios los perdonaba. 

Cuando los enemigos venían a atacarlos, Moisés se iba al Monte a rezar. Mientras él rezaba con las manos levantadas triunfaba el ejército de Israel. Pero cuando Moisés dejaba de rezar, era derrotado el pueblo de Dios. Por eso entre dos hombres le tenían los brazos levantados para que no dejara de orar mientras duraba la batalla. Es que por ser tan amigo de Dios, conseguía de Él cuanto le pedía en la oración.



Dios lo hizo subir a un Monte desde donde pudo ver la Tierra Prometida. Y allí murió y lo enterraron los ángeles. Nunca más hubo otro hombre que hablara con Dios de tú a tú, como Moisés y que hiciera tantos milagros y prodigios. Hasta que llegó Nuestro Señor Jesucristo, nuevo Moisés, pero muchísimo más poderoso y santo que él, porque Jesús es a la vez Dios y hombre.

Memoria de San Moisés, profeta, a quien Dios eligió para liberar al pueblo oprimido en Egipto, y conducirlo a la tierra de promisión. También se le reveló en el monte Sinaí, diciéndole:
"Yo Soy el que Soy"
Y le propuso la ley para regir la vida del pueblo elegido. Murió lleno de días en el monte Nebo, en tierra de Moab, a las puertas de la tierra de promisión.

Moisés juntamente con Abraham son los dos personajes centrales del Antiguo Testamento. Es el libertador del pueblo elegido, y el mediador de la Alianza renovada en el Sinaí, y conforme a ella es el organizador de la teocracia hebrea. Los días del Éxodo habían quedado como los tiempos heroicos de la historia israelita, y el principal protagonista de las gestas, Moisés, quedó en la memoria de todas las generaciones como el amigo de Dios por excelencia.

Vida y milagros
de San Moisés Profeta


Salvado de las aguas. Criado junto al Faraón. Elegido para salvar a su pueblo. Instrumento de Dios en las plagas. Caudillo desde el Mar Rojo. Y ya en el desierto, el hombre de la Alianza: Amigo de Dios, padre del pueblo, legislador, juez, guerrero, libertador...

Es el hombre fuerte como un titán que se resiste a aceptar las debilidades de su pueblo. Dios permite su fracaso. Viendo ya la Tierra Prometida, muere con la esperanza incumplida de entrar en la tierra de Canaán.

El que extendió su mano en el mar y lo secó o hizo brotar agua de la roca en el desierto, o consiguió de Dios el maná y las codornices para quitar la hambruna, no disfruta su máximo proyecto humano: entrar en la Tierra de Promisión.

El sinsabor de la derrota humana es permitido por Dios para que reconozcamos nuestra flaqueza. El fracaso en lo humano marca la dependencia del Creador.


Los 10 Mandamientos
de la Ley de Dios

1° Amarás a Dios sobre todas las cosas. 
2° No tomarás el Nombre de Dios en vano. 
3° Santificarás el día del Señor. 
4° Honrarás a tu padre y a tu madre. 
5° No matarás. 
6° No cometerás actos impuros. 
7° No robarás. 
8° No levantarás falsos testimonios ni mentirás. 
9° No consentirás pensamientos ni deseos impuros. 
10° No codiciarás los bienes ajenos.



    Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
    http://www.ewtn.com/spanish/saints/Mois%C3%A9s.htm

    Fuente - Texto tomado de CATHOLIC.NET:

    Fuente - Texto tomado de SANTOPEDIA.COM: