martes, 9 de febrero de 2016

Santa Escolástica - Virgen - Hermana de San Benito de Nursia - Fiesta Febrero 10



Hermana gemela de San Benito, nació en el año 480 en Nursia, Italia. Desde muy joven se dedicó también ella a la vida religiosa y fue superiora de un convento de monjas. Su hermano dirigía un gran convento para hombres en el Monte Casino, y Escolástica fundó un convento para mujeres a los pies de ese mismo monte.

Aunque eran hermanos y se amaban mucho, sin embargo San Benito no iba a visitar a Escolástica sino una vez cada año, pues él era muy mortificado en hacer visitas. El día de la visita lo pasaban los dos hablando de temas espirituales.

Pocos días antes de la muerte de la santa fue su hermano a visitarla y después de haber pasado el día entero en charlas religiosas, el santo se despidió y se dispuso a volver al monasterio. Era el primer jueves de Cuaresma del año 547.

Escolástica le pidió a San Benito que se quedara aquella noche charlando con ella acerca del cielo y de Dios. Pero el santo le respondió:

¿Cómo se te ocurre hermana semejante petición? ¿No sabes que nuestros reglamentos nos prohiben pasar la noche fuera del convento? 

Entonces ella juntó sus manos y se quedó con la cabeza inclinada, orando a Dios. Y en seguida se desató una tormenta tan espantosa y un aguacero tan violento, que San Benito y los dos monjes que lo acompañaban no pudieron ni siquiera intentar volver aquella noche a su convento. Y la santa le dijo emocionada:
"¿Ves hermano? Te rogué a ti y no quisiste hacerme caso. Le rogué a Dios, y Él sí atendió mi petición"
Y pasaron toda aquella noche rezando y hablando de Dios y de la Vida Eterna. Benito volvió a su convento de Monte Casino y a los tres días, al asomarse a la ventana de su celda vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo. Entonces por inspiración divina supo que era el alma de su hermana que viajaba hacia la eternidad feliz. Envió a uno de sus monjes a que trajeran su cadáver, y lo hizo enterrar en la tumba que se había preparado para él mismo. Pocos días después murió también el santo. Así estos dos hermanos que vivieron toda la vida tan unidos espiritualmente, quedaron juntos en la tumba, mientras sus almas cantan eternamente las alabanzas a Dios en el cielo.

El trabajo ofrecido por Dios
es una gran oración
(San Benito)

Datos históricos


Lo que nos refiere San Gregorio, en los capítulos XXXIII y XXXIV del libro II de sus Diálogos, es lo único que con certeza podemos decir de Santa Escolástica. Ninguna otra fuente antigua vuelve a hablar de ella. Y de este breve texto hagiográfico sólo podemos espigar unos cuantos datos históricos:

Escolástica, hermana de Benito, había sido consagrada a Dios desde su infancia, acostumbraba a visitar a su hermano una vez al año, murió poco antes que él y fue enterrada en el sepulcro que su hermano tenía preparado para sí mismo. Es probable, pues, que fuera entregada por sus padres a un monasterio o grupo de vírgenes para ser educada por ellas y vivir en adelante como ellas. El mismo San Benito prevé en su Regla la presencia de niños en el monasterio, ofrecidos por sus padres, oblación que conllevaba los mismos compromisos que la profesión monástica de un adulto. Pero de ahí a decir que profesaba la Regla de su hermano va un gran trecho, aunque las benedictinas posteriores la han llamado siempre con el apelativo de "nuestra madre".

La leyenda se ha encargado de suplir lo que la historia no dice; así, siempre se la ha tenido por hermana gemela de San Benito, aunque esta tradición no remonta más allá del siglo VIII. En este caso, debió nacer en Nursia, al igual que su hermano, hacia el año 480. Nuevamente será la tradición la que nos dé el nombre de su abuelo Justiniano y de sus padres, Eupropio y Abundancia. Cabe decir lo mismo del lugar de su consagración, el monasterio de Piumarola, sólo que en este caso la tradición es aún más tardía, pues es recogida solamente por un monje casinense del siglo XI. Cuando murió fue enterrada en el mismo Montecassino; probablemente ésto sucedió entre los años 543-547, pero es casi seguro que el día de su muerte fuera el 10 de febrero, fecha en la que es recordada en todos los calendarios litúrgicos antiguos.

Jueves de Cuaresma año 547


En el último coloquio, que tuvo lugar talvés el primer jueves de Cuaresma del 547, Dios demostró que le agradaba más el gesto de afectuosa caridad que el cumplimiento riguroso de la Regla. En efecto, Escolástica le pidió al hermano que permaneciese con ella, como refiere San Gregorio:
"Para que toda la noche hasta el día siguiente pudieran hablar de la alegría de la vida celestial"
Ante el severo reproche de Benito, Escolástica juntó las manos y permaneció en oración.
"Pudo más ante Dios porque amó más"
Comenta San Gregorio Magno. Y efectivamente, pocos instantes después pareció que se abrían las cataratas del cielo; el aguacero y los truenos obligaron a San Benito a desistir de regresar al monasterio, pero le echó la culpa a la hermana que, cándidamente replicó:
"Pues bien, yo te lo pedí y no me quisiste escuchar, pedí al Señor y Él sí me escuchó; vete si puedes, y regresa al monasterio"
En el lugar del prodigio se construyó la llamada "Iglesia del coloquio", y en recuerdo de ese episodio se invoca a Santa Escolástica contra los rayos y para obtener la lluvia. A los tres días de ese maravilloso coloquio, San Benito, durante la oración, vio que el alma de Escolástica volaba al cielo en forma de paloma, y a los 40 días él la siguió para vivir eternamente "la alegría celestial".

Benito y Escolástica,
juntos en vida y en muerte


El monasterio de Montecassino fue destruido por los longobardos el año 577, permaneciendo abandonado hasta el año 717. Los nuevos monjes no abrigaron ninguna duda sobre la autenticidad de los huesos que reposaban bajo el altar mayor de su iglesia, pues consideraban que los sepulcros se habían mantenido inviolados durante los años de abandono. Pero no pensaban lo mismo los franceses, quienes afirmaban que, hacia el año 660, el abad de Fleury y el obispo de Le Mans habían robado los cuerpos de San Benito y Santa Escolástica para honrarlos, respectivamente, en su monasterio y catedral. Así, durante siglos, Montecassino disputó con Fleury y Le Mans sobre la autenticidad de las reliquias de ambos santos; sólo en época moderna, y no de forma unánime, los historiadores han llegado a la conclusión de que las verdaderas reliquias deben ser las de Montecassino, y las de Fleury el fruto de un piadoso fraude, mientras que Santa Escolástica nunca habría sido removida de su primitivo sepulcro. Sea de ello lo que fuere, Le Mans honró extraordinariamente a la santa como a su patrona y allí veneraron sus pretendidos restos hasta que fueron sacados de su preciosa urna y aventados el año 1792, durante la Revolución Francesa, conservándose sólo unos pocos restos que la piedad y valentía de algunos fieles pudo sustraer a la furia de los exaltados.

Los huesos de Montecassino tuvieron más suerte, pues incluso salieron incólumes del terrible bombardeo aliado que destruyó el monasterio el año 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, y pudieron ser reconocidos y exhaustivamente estudiados en 1950. Pero San Benito y Santa Escolástica dejaron algo más que unos huesos. La Regla de San Benito fue poco a poco implantándose por toda Europa y, aunque pensada y escrita para hombres, fue muy pronto aceptada por las comunidades monásticas femeninas. Éstas empezaron a considerar a Santa Escolástica como la primera monja benedictina, aunque, como ya hemos dicho, ésto no sea históricamente cierto y a tomarla como modelo. Los diferentes autores espirituales que han tratado sobre la santa le han aplicado toda clase de virtudes, pero es más justo reconocer que nada sabemos de su fisonomía espiritual, fuera de su entrega constante a Dios, su amor por las conversaciones santas y su fino sentido del humor. Y, sobre todo, su verdadera caridad, que la lleva a conseguir de Dios lo que no puede realizar del rigorismo de su hermano. Es lo único que se desprende del relato gregoriano, única fuente fiable. Y no es poco, para aquellos que, dentro y fuera del monasterio, pretenden vivir su cristianismo con generosidad, fidelidad y una buena dosis de alegría, que tanta falta nos hace.



Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de DOMINICOS.ORG:

Fuente - Texto tomado de CATHOLIC.NET:

Decálogo de Cuaresma - Guía para conseguir una especial preparación interior


El tiempo de Cuaresma es un momento de especial preparación interior. Este decálogo cuaresmal puede ser una buena guía para cumplir con este propósito.


1. Romperás de una vez por todas con lo que tú bien sabes que Dios no quiere, aunque te agrade mucho, aunque te cueste “horrores” dejarlo. Lo arrancarás sin compasión como un cáncer que te está matando.



¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?(Mc 8, 36)
2. Compartirás tu pan con el hambriento, tus ropas con el desnudo, tus palabras con el que vive en soledad, tu tiempo y consuelo con el que sufre en el cuerpo o en el alma, tu sonrisa con el triste, tu caridad con TODOS. Examinarás esto con cuidado cada noche.

En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis (Mt 25, 40)
3. Dedicarás un buen tiempo todos los días para estar a solas con Dios, para hablar con Él de corazón a Corazón. Será un tiempo de agradecer, de pedir perdón, de alabarle y adorarle, de suplicar por la salvación de TODOS. Este tiempo no es negociable.

“Sucedió que por aquellos días se fue Él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios” (Lc 6, 12)
4. Confiarás en Dios a pesar de tus pecados y miserias. Creerás que Dios es más fuerte que todo el mal del mundo. No permitirás que ni dolor, ni pesar alguno, ni “tu negra suerte”, ni las injusticias y traiciones sufridas te hagan dudar ni por un momento del amor infinito que Dios te tiene. Él ha muerto en cruz para salvarte de tus pecados.

“Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan” (Sal 23, 4)
5. Mirarás sólo a Dios y a tus hermanos. Mirarte tanto te hace daño, porque te envaneces viendo los dones que no son tuyos o te desalientas viendo sin humildad tus miserias. Mira a Jesús y habrá paz en tu corazón. Mira las necesidades de tus hermanos y ya no tendrás tiempo de pensar en ti; te harás más humano, más cristiano.

“Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra” (Col 3, 1-2)
6. Ayunarás de palabras vanas: serás benedicente. Ayunarás de malos pensamientos: serás puro de corazón. Ayunarás de acciones egoístas: serás una persona para los demás. Ayunarás de toda hipocresía: serás veraz. Ayunarás de lo superfluo: serás pobre de espíritu.

“¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo?” (Is 58, 6)
7. Perdonarás una y mil veces a quien te ha herido, con causa o sin ella, justa o injustamente, esté arrepentido o no. Un perdón que no será sólo tolerar o soportar sino que ha de brotar del amor sincero y sobrenatural. Los perdonarás uno por uno, primero en tu corazón y luego, si te es posible, también con tus palabras. No permitirás que el rencor ni el resentimiento envenenen tu corazón.

“Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34)
8. Ofrecerás sacrificios agradables al Señor. Los harás en silencio, sin que nadie se dé cuenta. Buscarás con ello reparar por tus pecados y los de TODOS los hombres. Querrás con ello desprenderte de las cosas materiales, que tanto te agradan, para poder hacerte más libre y ser un hijo para Dios. Pero sobre todo ejercerás el sacrificio de vivir con perfección la caridad en todo momento con TODOS tus hermanos.

“No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos son los sacrificios que agradan a Dios” (Heb 13, 16)
9. Amarás la humildad y procurarás vivirla de la siguiente manera: reconocerás tus pecados; considerarás a los demás mejores que tú; agradecerás las humillaciones sin dejarte arrastrar por el amor propio; no buscarás los honores, ni los puestos, ni el poder, ni la fama, que todo eso es de Dios; te harás servidor de todos.

“El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos” (Mc 10, 43-44)
10. Anunciarás a los hombres la verdad del Evangelio. Les dirás sin temor que Dios los ama, que se ha hecho hombre por ellos y ha muerto en la cruz para salvarlos. Les mostrarás que sólo Él los puede hacer plenamente felices. Les harás ver que la vida que tiene su origen en Dios, es muy corta, se pasa rápido y que Dios es su destino final; vivir por Dios, con Dios y en Dios es lo sensato y seguro.

“Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación»  (Mc 16, 15)
Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Miércoles de Ceniza - Febrero 10 de 2016


"Acuérdate de que eres polvo
y al polvo volverás.
Arrepiéntete y cree
en el Evangelio”
El uso litúrgico de las cenizas se originó en tiempos del Antiguo Testamento. Las cenizas simbolizaban luto, mortandad y penitencia. En el Libro de Ester, Mardoqueo se viste de tela de saco y se cubre de cenizas cuando supo del edicto del Rey Asuro que ordenaba el exterminio por la espada de los judíos, en todas las provincias de su reino (Est. 4:1). Job hace penitencia con polvo y cenizas (Job 42:6). Daniel, profetizando el desierto babilonio de Jerusalén, escribe: "Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria, en ayuno, saco y ceniza" (Dan. 9:3). En el Evangelio de San Mateo leemos que Jesús menciona el uso de las cenizas: "Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en ti, muchos ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia" (Mt. 11:21). En la Edad Media, los sacerdotes bendecían los moribundos con agua bendita, diciendo: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver".


La Iglesia adaptó el uso de las cenizas para señalar el comienzo de la temporada penitencial de Cuaresma, cuando recordamos nuestra mortandad y lamentamos nuestros pecados. En la presente liturgia para el Miércoles de Ceniza, utilizamos las cenizas sacadas de las palmas que habían servido el año anterior para la procesión del Domingo de Ramos. El sacerdote bendice las cenizas y las impone en la frente de los creyentes, haciendo la señal de la cruz y diciendo:
"Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás", o "Convertíos y creed en el Evangelio"
Al comenzar esta santa temporada de Cuaresma en preparación para la Pascua de Resurrección, debemos recordar el significado de las cenizas que hemos de recibir: Lamentamos y hacemos penitencia por nuestros pecados. Volvemos nuestros corazones nuevamente al Señor, que sufrió, murió y resucitó para nuestra salvación. Renovamos las promesas que hicimos en el bautismo, momento en el cual murió nuestra vida pasada y nacimos a una nueva vida en Cristo. Finalmente, conscientes que el reino de este mundo pasará, nos esforzamos en vivir el reino de Dios ahora y miramos con santa esperanza a su plenitud en el cielo. 

Tiempo de Cuaresma


"La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Dispuso el Concilio Vaticano II que:
Ha de tenerse como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aún extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo el Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu" (Sacrosanctum Concilium n. 110)

Días de observancia del ayuno
y abstinencia penitencial
durante el tiempo de Cuaresma:
  • Abstinencia: Todos los viernes de Cuaresma a no ser que coincidan con una solemnidad. Debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal.
  • Ayuno y Abstinencia (se observan ambos): El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
La ley eclesiástica obliga a guardar abstinencia a los que hayan cumplido 14 años de edad y a practicar el ayuno, a todos los mayores de edad (18 años), hasta que hayan cumplido 59 años. 


La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
  • “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
  • “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
  • “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”
Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.

Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval
al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.).

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la Cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nueva Orleans.

El ayuno y la abstinencia



El miércoles de ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración



La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

  • La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean, llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
  • La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
  • La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.
El sacrificio



Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar.
“Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y Tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará.” (Mt 6,6)
Conclusión



Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a dónde vamos, de analizar cómo es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.



  • El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
  • La confesión de nuestros pecados. El arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.
  • La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación.
  • La oración que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
  • Conversión que es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

Debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Beata Ana Catalina Emmerick - Mística Alemana y Estigmatizada - Fiesta Febrero 9


Beata Ana Catalina Emmerick
  • Mística alemana (1774-1824).
  • Religiosa agustina.
  • Alma víctima: ofreció enormes sufrimientos viviendo la Pasión de Nuestro Señor. Dios le concedió muchos dones místicos, entre ellos, visiones, estigmatización, locución, éxtasis, etc.
  • En los últimos años de su vida se sustentaba solamente de la Santa Eucaristía.
  • Fue exclaustrada a la fuerza por la invasión napoleónica. Inválida y estigmatizada, vivió la pasión de Jesucristo.
  • Sus revelaciones místicas eran tan detalladas que ayudaron a descubrir la Casa de la Virgen en Éfeso.
  • Escribió sobre la vida de Jesús. Algunos segmentos: Nacimiento de Jesús - La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo (libro que inspiró a Mel Gibson a filmar «La Pasión») - La Vida de la Santísima Virgen María y La Vida de Nuestro Señor - La Resurrección.
Bautizada el día de su nacimiento, el 8 de septiembre de 1774, en una granja del pueblo de Flamsche cerca de Coesfeld, diócesis de Münster, Westfalia, noroeste de Alemania. Desde los cuatro años de edad tuvo frecuentes visiones de la historia de la Salvación. Tras muchas dificultades causadas por la pobreza y oposición de su familia, ingresó a los 28 años de edad en el monasterio de Agnetenberg, en Dülmen. Suprimido el monasterio por las autoridades civiles, se trasladó a una casa particular. Desde 1813 en adelante, la enfermedad la obligó a la inmovilidad. 
«Llevó consigo los estigmas de la Pasión del Señor y recibió carismas extraordinarios que empleó para consuelo de numerosos visitantes. Desde el lecho desarrolló un gran y fructífero apostolado»
Constató el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins, al leer el decreto de reconocimiento del milagro ante Juan Pablo II. Desde ese mismo año no tuvo más alimento que la Comunión, y pasó por tres exhaustivas investigaciones de la diócesis, la policía bonapartista y las autoridades. Los últimos años de su vida experimentó místicamente la pasión de Jesucristo y trataba de describir en su dialecto bajo alemán las visiones cotidianas de lo sobrenatural que ella misma encontraba indecibles.

Un notable escritor alemán, Clemens Brentano, al tener noticia de ello, se convirtió y permaneció al pié de la cama de la enferma copiando los relatos de la vidente desde 1818 a 1824. Dos veces al día el escritor acudía a visitar a Ana Catalina para copiar en sus diarios los apuntes, y regresaba otra vez más para leérselos a la monja inválida y comprobar así la fidelidad de lo trascrito.

Muerte

El lunes 9 de febrero de 1824 murió en Dülmen consumada por las enfermedades y las penitencias. Al fallecer la religiosa, el escritor ordenó el material depositado en sus diarios. Preparó un índice de las visiones y la edición de «La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo». El libro fue un acontecimiento mundial.

El escritor alemán comenzó entonces a ordenar las visiones de la «Vida de María». Brentano murió dejando la tarea inacabada. En lo sucesivo, distintos especialistas editaron los «Diarios» y compilaron, cada uno a su modo, las visiones sobre la Iglesia, el Antiguo Testamento, la Vida pública de Jesús y la Iglesia naciente. 
«No hallé en su fisonomía ni en su persona el menor rastro de tensión ni exaltación», afirmó Brentano tras conocer a la religiosa. «Todo lo que dice es breve, simple, coherente, y a la vez lleno de profundidad, amor y vida»
El famoso director y actor de cine, Mel Gibson, queriendo hacer una película sobre la pasión del Señor, rezaba en su despacho cuando el libro de la Pasión de Catalina Emmerick se desprendió del librero y cayó sobre sus piernas. Esta experiencia asombrosa llevó al Sr. Gibson a inspirarse en este libro para hacer la película {«The Passion» «La Pasión»).


Declarada Venerable a finales del siglo XIX, su proceso de beatificación se reanudó en 1972. En el 2001 se declaró la heroicidad de sus virtudes. Beatificada el 3 de octubre de 2004 por el Santo Padre Juan Pablo II.

Sus escritos no son parte del Magisterio de la Iglesia ni sustituyen a la Revelación contenida en las Escrituras, aunque han sido frecuentemente utilizados como una narración piadosa que puede servir a muchos para entender el peso de nuestros pecados y la grandeza del sacrificio que hizo Jesús por nosotros.

Visión de la Dolorosa Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Extracto del libro

Jesús baja a los infiernos


Cuando Jesús, dando un grito, exhaló su alma santísima, yo la vi, como una forma luminosa, entrar en la tierra al pie de la cruz; muchos ángeles, entre los cuales estaba Gabriel, la acompañaban. Vi su divinidad estar unida con su alma y también con su cuerpo suspendido en la cruz: no puedo expresar cómo eso se efectuaba. El sitio donde entró el alma de Jesús estaba dividido en tres partes: eran como tres mundos. Parecióme observar que eran de forma redonda, y que cada uno de ellos tenía su esfera separada.

Delante del limbo había un lugar mas claro y más sereno; en él veo entrar las almas libres del purgatorio antes de ser conducidas al cielo. El limbo, donde estaban los que esperaban la redención, hallábase rodeado de una esfera parda y nebulosa, y dividido en muchos círculos. El Salvador, radiante de luz era conducido en triunfo por los ángeles entre los dos círculos; en el de la izquierda estaban los Patriarcas anteriores a Abrahan, en el de la derecha hallábanse las almas de los que habían vívido desde Abrahán hasta San Juan Bautista. Cuando Jesús pasó así, no lo conocieron; mas todo se llenó de gozo y de deseo y hubo como una dilatación en esos lugares estrechos donde estaban apretados. Jesús pasó entre ellos como el aire, como la luz, como el rocío de la redención, mas con la rapidez de un viento impetuoso. Penetró entre esos dos círculos hasta un sitio cubierto de niebla, donde estaban Adán y Eva; les habló, y ellos le adoraron con gozo indecible. El Señor, acompañado de los dos primeros seres humanos, entró a la izquierda en el circulo de los Patriarcas anteriores a Abrahán; era una especie de purgatorio. Entre ellos había malos espíritus, que atormentaban e inquietaban el alma de algunos. Los ángeles llamaron y mandaron abrir, pues había una especie de puerta que estaba cerrada; me pareció que los ángeles decían:
“Abrid las puertas”
Y Jesús entró en triunfo. Los malos espíritus se alejaron, gritando:
“¿Qué hay entre Tú y nosotros? ¿Qué vienes a hacer aquí? ¿Quieres crucificarnos?”
Los ángeles los encadenaron y los echaron delante. Las almas que estaban en ese lugar no tenían mas que un leve presentimiento y un conocimiento oscuro de Jesús. El Salvador se presentó a ellas, y cantaron sus alabanzas. El alma del Señor, hacia el limbo propiamente encontró el alma del buen ladrón conducida por los ángeles al seno de Abrahán, y a la del mal ladrón que los demonios llevaban a los infiernos.

El alma de Jesús, acompañada de los ángeles, de las almas libertadas y de los malos espíritus cautivos, entró en el seno de Abrahán. Ese lugar me pareció más elevado; como cuando se sube de una iglesia subterránea a la iglesia superior. Los demonios encadenados resistían, y no querían entrar; mas los ángeles les obligaron a ello. Allí se hallaban todos los santos israelitas, a la izquierda los Patriarcas, Moisés, los Jueces y los Reyes; a la derecha los Profetas, los antecesores de Jesús y sus parientes como Joaquín, Ana, José, Zacarías, Isabel y Juan. No había malos espíritus en ese lugar; la sola pena que en él se padecía era el deseo ardiente del cumplimiento de la promesa, el cual estaba satisfecho.

Una alegría y felicidad indecibles entraron en esas almas, que saludaron y adoraron al Redentor. Algunos de ellos fueron enviados sobre la tierra para tomar momentáneamente sus cuerpos y dar testimonio de Jesús. Entonces fue cuando tantos muertos se aparecieron en Jerusalén. Se me aparecían como cadáveres errantes, y depusieron otra vez sus cuerpos en la tierra, como un enviado de la justicia deja su capa de oficio cuando ha cumplido con la orden de sus superiores.

Después vi a Jesús, con su acompañamiento triunfal entrar en una esfera más profunda, donde se hallaban los paganos piadosos que habían tenido un presentimiento de la verdad y la desearon. Había entre ellos malos espíritus, pues tenían ídolos. Vi a los demonios obligados a confesar su fraude y esas almas adoraron al Señor con grande alegría. Los demonios fueron encadenados y llevados cautivos. Vi también a Jesús atravesar como Libertador muchos lugares donde había almas encerradas; pero mi triste estado no me permite contarlo todo.



En fin, vi a Jesús acercarse con rostro severo al centro del abismo. El infierno se me apareció bajo la forma de un edificio inmenso, tenebroso, alumbrado con una luz metálica; a su entrada había enormes puertas negras con cerraduras y cerrojos. Un aullido de horror se elevaba sin cesar; las puertas se hundieron, y apareció un mundo horrible de tinieblas.



La celestial Jerusalén se me parece ordinariamente como una ciudad donde las moradas de los bienaventurados se presentan bajo la forma de palacios y jardines llenos de flores y de frutos maravillosos, según su condición de beatitud; lo mismo aquí, creí ver un mundo entero, una reunión de edificios y de habitaciones muy complicadas. Pero en las moradas de los bienaventurados todo está formado bajo una ley de paz infinita, de armonía eterna: todo tiene por principio la beatitud, en lugar de que en el infierno todo tiene por principio la ira eterna, la discordia y la desesperación. En el cielo son edificios de gozo y de adoración, jardines llenos de frutos maravillosos que comunican la vida. En el infierno son prisiones y cavernas, desiertos y lagos llenos de todo lo que puede excitar el disgusto y el horror; la eterna y terrible discordia de los condenados; en el cielo todo es unión y beatitud de los Santos. Todas las raíces de la corrupción y del error producen en el infierno el dolor y el suplicio en número infinito de manifestaciones y de operaciones. Cada condenado tiene siempre presente este pensamiento: que los tormentos a que están entregados son el fruto natural y necesario de su crimen; pues todo lo que se ve y se siente de horrible en este lugar, no es más que la esencia, la forma interior del pecado descubierto, de esa serpiente que devora a los que la han mantenido en su seno. Todo esto se puede comprender cuando se ve; mas es casi imposible expresarlo con palabras.



Cuando los ángeles echaron las puertas abajo, fue como un mar de imprecaciones, de injurias, de aullidos y lamentos. Algunos ángeles arrojaron a ejércitos enteros de demonios. Todos tuvieron que reconocer y adorar a Jesús, y éste fue el mayor de sus suplicios. Muchos fueron encadenados en un círculo que rodeaba otros círculos concéntricos. En el medio del infierno había un abismo de tinieblas: Lucifer fue precipitado en él encadenado, y negros vapores se extendían sobre él. Todo esto se hizo según ciertos arcanos divinos. He sabido que Lucifer debe ser desencadenado por algún tiempo, cincuenta o sesenta años antes del año 2000 de Cristo, si no me equivoco. Otros muchos nombres de que no me acuerdo, fueron designados. Algunos demonios deben quedar sueltos antes para castigar y tentar al mundo. Algunos han sido desencadenados en nuestros días, otros lo serán pronto. Me es imposible contar todo lo que me ha sido mostrado; es demasiado para que yo pueda coordinarlo.

Además, estoy muy mala; y cuando hablo de esos objetos, se representan delante de mis ojos, y su vista podría hacerme morir. Vi multitud innumerable de almas rescatadas elevarse del purgatorio y del limbo detrás del alma de Jesús, hasta un lugar de delicias debajo de la Jerusalén celestial. Ahí he visto, hace poco tiempo, a uno de mis amigos que ha muerto. El alma del buen ladrón vino, y vio al Señor en el Paraíso, según su promesa. No puedo decir cuánto duró todo eso, y en qué tiempo; hay muchas cosas que yo no comprendo, hay otras que serían mal entendidas si las contara. He visto al Señor en diferentes puntos, sobre todo en el mar: parecía que santificaba y libertaba toda la creación: por todas partes los malos espíritus huían delante de Él y se precipitaban en el abismo. Vi también su alma en diferentes sitios de la tierra. La vi aparecer en el interior del sepulcro de Adán, debajo del Gólgota: las almas de Adán y de Eva vinieron con Él, y les habló. Lo vi visitar con ellas los sepulcros de muchos Profetas, cuyas almas vinieron a juntarse con Él sobre sus huesos. Después, con esas almas, entre las cuales estaba David, lo vi aparecerse en muchos sitios señalados con alguna circunstancia de su vida, explicándoles con amor inefable las figuras de la Ley antigua y su cumplimiento.

Esto es lo poco que puedo recordar de mis visiones sobre la bajada de Jesús a los infiernos y la libertad de las almas de los justos. Pero además de este acontecimiento cumplido en el tiempo, vi una figura eterna de la misericordia que ejerce hoy con las pobres almas. Cada aniversario de este día echa una mirada libertadora en el purgatorio: hoy mismo, en el momento en que he tenido esta visión, ha sacado del purgatorio las almas de algunas personas que habían pecado cuando su crucifixión. Hoy he visto la libertad de muchas almas conocidas y no conocidas, mas no las nombraré.

El descendimiento de Jesús a los infiernos es la plantación de un árbol de gracia destinado a comunicar sus méritos a las almas que padecen. La redención continua de esas almas es el fruto que da este árbol en el jardín espiritual de la Iglesia. La Iglesia militante debe cuidar ese árbol y recoger sus frutos para comunicarlos a la Iglesia paciente, que no puede hacer nada por sí misma. Lo mismo sucede con todos los méritos de Cristo; para participar de ellos hay que trabajar para Él. Debemos comer nuestro pan con el sudor de nuestra frente. Todo lo que Jesús ha hecho por nosotros en el tiempo, da frutos eternos: pero hay que cultivarlos y recogerlos en el tiempo; si no, no podríamos gozar de ellos en la eternidad. La Iglesia es un padre de familia; su año es el jardín completo de todos los frutos eternos en el tiempo. Hay en un año bastante de todo para todos. ¡Desgraciados los jardineros perezosos e infieles si dejan perder una gracia que hubiera podido curar a un enfermo, fortificar a un débil, satisfacer a un hambriento! Darán cuenta de la más insignificante hierbecita el día del juicio.

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Video tomado de YOUTUBE:
http://www.youtube.com/watch?v=Haj2FiMAxUI