domingo, 11 de septiembre de 2016

Santísimo Nombre de María - Fiesta Septiembre 12





El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad, instituida con el objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Santa Madre, las necesidades de la Iglesia, le den gracias por su omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María. Por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la Iglesia de occidente, como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena, y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia.

Nombre de salvación y de alegría


El nombre de María es un nombre salvador, sobre todo en los peligros de orden moral. ¡Cuántas tentaciones fueron vencidas, cuántos pecados evitados, cuántos corazones inmundos purificados, cuántas penosas confesiones extraídas de almas que se creían para siempre cerradas!

Es también un nombre de consolación y de alegría. Él disipa la tristeza en el alma que lo pronuncia. ¿Tienes miedo de Dios y de su juicio? Pensad en María e invocad su nombre: vuestra confianza en Dios renacerá. ¿Tienes miedo de los hombres, delante de los cuales te cubriste de vergüenza y perdiste la reputación? Pensad en María e invocad su nombre; y no tendréis más recelo de levantar los ojos delante de vuestros semejantes. ¿Os aplasta el peso de la humillación o del dolor físico? Pensad en María, invocad su nombre y seréis aliviados. ¿Temes a la muerte horrible que rompe y pone fin a todo? Pensad en María, invocad su nombre y tendréis el coraje de aceptar ese supremo sacrificio.


Nombre de fuerza


El nombre de María, en definitiva, es un nombre de fuerza. Cualesquiera que sean los enemigos que os amenazan, vengan ellos del infierno, como el demonio que os tienta; o vengan del mundo, como los adversarios que os persiguen, invocad el poderoso nombre de María y a todos venceréis.

Cualesquiera que sean vuestras propias flaquezas, provengan ellas del orgullo, de la envidia, de la sensualidad o de la pereza, confiad vuestro débil corazón a la solicitud de la Virgen, invocad el poderoso nombre de María y os venceréis a vosotros mismos.


Ha sido San Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a ser la Madre de Dios:

"Y su nombre era María"
El nombre de María, traducido del hebreo "Miriam", significa Doncella, Señora, Princesa
Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave Maris Stella. El nombre de María está relacionado con el mar, pues las tres letras de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume. Los Magos regalan mirra a María como ofrenda de adoración.
"Y entrando a la casa, encontraron al Niño con María, su Madre, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra"
María es el centro de unión de Dios con los hombres. Los lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos bellos y sugerentes.

El Nombre y la misión


En la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice:
"Tú, te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia"
María venía al mundo con la misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARÍA, el nombre que tenía, y cumple todos esos significados, pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones. MARÍA, joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava del Señor. Dulce mujer que recibe a su Niño en las condiciones más pobres, pero que con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. MARÍA, valiente que no teme huir a Egipto para salvar a su Hijo. Compañera del camino, firme en interceder ante su Hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo, y recibiendo en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con su maternidad abierta a toda la humanidad. MARÍA, humana. MARÍA, decidida y generosa. MARÍA, fiel y amiga. MARÍA, fuerte y confiada. MARÍA, Inmaculada, Madre, Estrella de la Evangelización.

San Antonio de Padua hace esta comparación:

"Así como antiguamente, según cuenta el libro de los Números, señaló Dios tres ciudades de refugio, a las cuales pudiera acogerse todo aquel que cometiese un homicidio involuntario, así ahora la Misericordia Divina provee de un refugio seguro, incluso para los homicidas voluntarios: el nombre de MARÍA. Torre fortísima es el nombre de Nuestra Señora. El pecador se refugiará en Ella y se salvará. Es nombre dulce, nombre que conforta, nombre de consoladora esperanza, nombre tesoro del alma. Nombre amable a los ángeles, terrible a los demonios, saludable a los pecadores y suave a los justos".

Que el sabroso nombre de Nuestra Madre, unido al de Jesús, selle nuestros labios en el instante supremo y ambos sean la contraseña que nos abra de par en par las puertas de la gloria. Mi doctrina es más dulce que la miel, y mi herencia más que la miel y el panal. Y el nombre de la Virgen era María. Mi recuerdo por todas las generaciones.

Precioso tesoro
de la Santísima Trinidad



Opiniones de los Doctores
sobre el nombre de María:

San Juan Eudes trae esta admirable síntesis: "El nombre de María, dice San Antonio de Padua, es júbilo para el corazón, miel para la boca y dulce melodía para los oídos".

San Buenaventura dijo: "Bienaventurado el que ama vuestro nombre, Oh María, porque este santo nombre es una fuente de gracias que refresca el alma sedienta y produce frutos de justicia. Oh Madre de Dios, qué glorioso y admirable es vuestro nombre. El que lo lleva en su corazón se verá libre del miedo de la muerte. Basta con pronunciarlo para hacer temblar a todo el infierno y expulsar a todos los demonios. Los que desean poseer la paz y la alegría en el corazón, que honren vuestro santo nombre".

San Pedro Crisólogo mencionó: "El nombre de María, es nombre de salvación para los regenerados, señal de todas las virtudes, honra de castidad; es el sacrificio agradable a Dios; es la virtud de la hospitalidad; es la escuela de santidad; es, por fin, un nombre completamente maternal".

San Abad Raimundo Jordán dijo: "Oh María, la Santísima Trinidad os dio un nombre que, después del de vuestro Hijo, está por encima de todos los nombres; nombre a cuya pronunciación deben doblar las rodillas todas las criaturas del Cielo, de la tierra y del infierno, y toda lengua confesar y honrar la gracia, la gloria y la virtud del santo nombre de María. Porque, después del nombre de vuestro Hijo, no hay quien sea tan poderoso para asistirnos en nuestras necesidades, ni de quien debamos esperar más ayuda de la que necesitamos para nuestra eterna salvación. Este nombre tiene más virtud que el de todos los nombres de los Santos para consolar a los débiles, curar a los enfermos, iluminar a los ciegos, ablandar corazones endurecidos, fortificar a los que combaten, animar a los cansados y derribar el poder de los demonios". 


Nombre terrible para los demonios



Palabras del venerable Tomás de KempisLos espíritus malignos tiemblan ante la Reina de los Cielos, y huyen como se corre del fuego, al escuchar su santo nombre. Les causa pavor el santo y terrible nombre de María, que para el cristiano es en extremo amable y es constantemente celebrado. No pueden los demonios comparecer ni pueden poner en juego sus artimañas donde ven resplandecer el nombre de María. Como el trueno que resuena en el cielo, así caen derribados al escuchar el nombre de Santa María. Y cuanto más a menudo se profiere este nombre y más fervorosamente se invoca, más rápido y más lejos se escapan.


Nombre que debe ser continuamente invocado



De otro lado, los Santos Ángeles y los espíritus de los justos se alegran y se regocijan con la devoción de los fieles, al ver con cuánto afecto y frecuencia celebran esta memoria de Santa María, cuyo glorioso nombre aparece en todas las iglesias de la tierra, especialmente en las consagradas en su alabanza. Y es justo y digno que encima de todos los Santos sea honrada en la tierra la Madre de Dios, a quien los Ángeles veneran todos a una sola voz, con sublimes cantos.

Sea por tanto el nombre de María venerado por todos los fieles, siempre amado por los devotos, vinculado a los religiosos, recomendado a los seglares, anunciado por los predicadores, infundido a los afligidos, invocado en todos los peligros.


Oración para invocar
el Nombre de María



¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu Nombre pero Tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso Nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! Haz que tu Nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar: ¡María!


Así espero hacerlo en la vida y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu Nombre amado: "¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!" ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en Ti!


Doy gracias a Nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este Nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu Nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con San Anselmo: "¡Oh Nombre de la Madre de Dios, Tú eres el amor mío!"


Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros Nombres adorados.


Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: "'Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía".


Fuente - Textos tomados de ACIPRENSA.COM:

Fuente - Texto tomado de Heraldos del Evangelio:
http://es.arautos.org/view/show/19372-el-santisimo-nombre-de-maria

Fuente - Texto tomado de CATOLICO.ORG:

Fuente - Texto tomado del Libro "Las Glorias de María" - San Alfonso María de Ligorio