martes, 27 de septiembre de 2016

San Wenceslao de Bohemia - Mártir Año 935 - Patrono de la República Checa - Fiesta Septiembre 28



Historia

Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el año 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludmila, se encargó de la educación de su nieto en sabiduría divina y humana, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial.

Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró (bajo la influencia de la nobleza pagana) una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses. 

Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Fue severo consigo, pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres, redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser vendidos. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia. 


Martirio de San Wenceslao

Es el 28 de septiembre de 935. El príncipe checo Wenceslao se encuentra de visita en el castillo de su hermano Boleslao, adonde fue para celebrar el cumpleaños de su sobrino. Pero Boleslao desde hace tiempo odia a su hermano y alberga deseos de deshacerse de él. Le reprocha su estilo de vida, que considera propio de un monje, y su postura respecto al Sacro Imperio Romano, al que en su opinión Wenceslao se subordina demasiado.

Cuando Wenceslao por la mañana, después del banquete, acude a la iglesia, se encuentra por el camino a su hermano y algunos de sus hombres. Sus intenciones le son inmediatamente claras al príncipe, y de hecho trata de defenderse de sus asesinos. Cuando se da cuenta de que no tiene ninguna oportunidad intenta protegerse en la iglesia. El sacerdote está sin embargo compinchado con Boleslao e impide a Wenceslao que se proteja en el templo. Los asesinos alcanzan al príncipe y ante las puertas cerradas lo atraviesan con sus espadas.

La ciudad de Stará Boleslav,
Foto: Archivo de Radio Praga
Acaba así la vida terrenal de Wenceslao
Así es como se supone en el imaginario checo que se cometió este asesinato, situado en el mismo principio de la historia checa. El tiempo transcurrido es demasiado grande y las opiniones de los historiadores sobre el fratricidio cometido en la ciudad de Stará Boleslav han diferido y difieren con el paso de los años. Lo que sigue siendo un hecho es que San Wenceslao, de la familia de los Premislitas, se encuentra entre los santos más venerados de las Tierras Checas. Tiene además su lugar en el marco europeo, como explica el historiador del arte Jan Royt, de la Universidad Carolina de Praga.

“Wenceslao pertenece a una de las dinastías de santos más antiguas de Europa. Ya desde la Edad Media nos encontramos con que cada actividad y cada profesión tiene su representante celestial, y ese también es el caso de los señores y gobernantes. Y precisamente Wenceslao se encuentra entre los más antiguos, junto con el rey Esteban de Hungría y los gobernantes nórdicos como Knut u Olaf. Tenemos las pruebas más antiguas de que era un patrón dinástico ya en el siglo XI. Por ejemplo existe un hermoso evangelio de coronación procedente de Vyšehrad del año 1085 donde Wenceslao ya aparece en una forma representativa como patrón de la dinastía de los Premislitas. El famoso santo francés San Luis no se santifica hasta 1260, y por ejemplo San Leopoldo, de Austria, hasta el siglo XV. Así que podemos estar orgullosos de que Wenceslao, siendo más antiguo que ellos, se convierte en representante de este país, el eterno príncipe checo”.

El cráneo de San Wenceslao
Foto: Archivo de Radio Praga
A pesar de todos los impedimentos el culto a San Wenceslao se extendió. La gente le recordaba como un príncipe que fue justo con el pueblo, que derribaba horcas, liberaba presos de los calabozos y se negaba a condenar a muerte. Se decía que sobre su tumba ocurrían milagros y pronto se convirtió en la mente de los checos en una especie de gobernante eterno.

Como ya hemos mencionado, el culto a San Wenceslao empezó a extenderse por el país poco después de su muerte. Sus restos fueron trasladados de la tumba original en Stará Boleslav a Praga. El cráneo de San Wenceslao es hasta el día de hoy expuesto durante algunas festividades. Incluso se conservan lo que se dice que fueron su yelmo, espada y armadura.

Rasgos distintivos
de San Wenceslao
por Jan Royt

“Hay cierto desarrollo en sus atributos. En las representaciones más antiguas lleva consigo su lanza. Es un antiguo rasgo que caracterizaba a los emperadores bizantinos. La lanza representaba al gobernante como un protector simbólico de las reliquias, del mismo modo que lo fue la lanza de Longino o la de San Mauricio. La lanza que sostiene Wenceslao no es de guerra, es lo que se llama una lanza carolingia de carácter más bien ritual y se trata de un símbolo del gobernante. Después por supuesto Wenceslao es representado en forma de príncipe con una corona, que indica su carácter eterno. Y luego naturalmente el águila de San Wenceslao en la bandera o el escudo. Más tarde se empezó a representarlo en su armadura, como defensor, como guerrero. Además de los adornos de príncipe, puede tener la corona real en la cabeza. Se han conservado imágenes así por ejemplo en Alemania”.


La lanza de San Wenceslao, con la que derrotó en batalla a uno de sus enemigos, se convirtió en leyenda. Una de ellas fue recogida en el libro ‘Viejas Leyendas Checas’ (‘Staré pověsti české’) por el autor de novelas históricas Alois Jirásek. Se remonta a un acontecimiento histórico real. Una de las muchas batallas entre los checos y el Sacro Imperio Romano tuvo lugar en enero de 1126, cuando de nuevo irrumpieron en Bohemia los ejércitos enemigos:

“La mirada de los checos se dirigió hacia delante, donde permanecían en pie las tropas enemigas en una amplitud inconmensurable. Entonces sonó el tañido de una campana y un sacerdote, presa de la agitación, levantó su mirada a los cielos y rompió el total silencio exclamando:

‘¡Hermanos! ¡Dios está con nosotros! ¡Miren allá! Verán a San Wenceslao en un aura celestial, sentado sobre un caballo blanco, en una capa blanca, sosteniendo una lanza con una bandera, y lucha por nosotros. Se eleva sobre nosotros, en medio de una gran claridad. ¡San Wenceslao, herederos de la tierra checa!’
Todos se asombraron y alzaron sus ojos y brazos al cielo, algunos lloraron de alegría. Todos entonces, con un mismo pensamiento, arrancaron del corazón, en pleno éxtasis, una antigua canción:
‘Señor, ten piedad’
Una herencia de sus antepasados. Y en cuanto sonó, apuntó el príncipe Sobeslao su espada hacia delante y el ejército, cantando, con entusiasmo se lanzó a la batalla”.


La batalla de Chlumec.
Se trataba de la batalla de Chlumec
contra el emperador
romano-germánico Lotario III
Los checos consiguieron una aplastante victoria, que atribuyeron precisamente
a San Wenceslao y su protección

Dato curioso: San Wenceslao era venerado hasta por los no católicos. Conocemos el caso del rey Federico V del Palatinado, que en 1619 hizo limpiar la catedral de San Vito de imágenes y objetos religiosos. Pero no se atrevió a tocar la capilla de San Wenceslao, porque allí descansan los restos de nuestro predecesor. Era interesante que este culto permaneciera por encima de las confesiones. San Wenceslao era venerado también por los Habsburgo, que por otro lado no tienen fama de sentirse especialmente inclinados por los checos. Incluso en los tiempos de la Primera República Checoslovaca, cuando mucha gente se apartó de la Iglesia Católica, a la que se relacionaba de hecho con los Habsburgo, el milésimo aniversario de San Wenceslao despertó un gran interés, y en las celebraciones participaron hasta un millón de personas. Era un santo que unía en lugar de dividir.

Este ejemplarísimo príncipe cristiano anteponía sus deberes religiosos a los de soberano, hasta el punto de llegar tarde a una importante asamblea de Worms, convocada por el emperador Otón, porque estaba en Misa. No era raro ver al joven rey mezclado con los otros fieles, con los pies descalzos, durante las procesiones penitenciales. Impuso a su cuerpo la dura disciplina del cilicio y las diarias mortificaciones.

Fue considerado como un rey renunciatario por haber buscado la alianza con los poderosos francos limítrofes, pero el mismo hermano Boleslao, que le sucedió, después de haberlo mandado asesinar, comprendió esa política realistica y la siguió. Boleslao comprendió el error de valoración respecto de su hermano, hacia quien la devoción popular creció de día en día, por los prodigios que se obraban sobre la tumba del mártir, venerado inmediatamente como santo, el primero de los pueblos eslavos.

Oficio de Lectura (28 de septiembre)
Cuando un rey juzga lealmente
a los desvalidos, su trono
está siempre firme

De la Leyenda primera paleoslava (Edición M. Weingart - Praga 1934). Al morir su padre Bratislao, los habitantes de Bohemia eligieron por duque a Wenceslao. Por la gracia de Dios, era hombre de una fe íntegra. Auxiliaba a todos los pobres, vestía a los desnudos, alimentaba a los hambrientos, acogía a los peregrinos, conforme a las enseñanzas evangélicas. No toleraba que se cometiera injusticia alguna contra las viudas, amaba a todos los hombres, pobres y ricos, servía a los ministros de Dios, embellecía muchas iglesias.

Pero los hombres de Bohemia se ensoberbecieron y persuadieron a su hermano menor, Boleslao, diciéndole:
«Wenceslao conspira con su madre y con sus hombres para matarte»
Wenceslao acostumbraba ir a todas las ciudades para visitar sus iglesias en el día de la dedicación de cada una de ellas. Entró, pues, en la ciudad de Boleslavia, un domingo, coincidiendo con la fiesta de los santos Cosme y Damián. Después de oír misa, quería regresar a Praga, pero Boleslao lo retuvo pérfidamente, diciéndole:
«¿Por qué has de marcharte, hermano?»
A la mañana siguiente, las campanas tocaron para el oficio matutino. Wenceslao, al oír las campanas, dijo:
«Loado seas, Señor, que me has concedido vivir hasta la mañana de hoy»
Se levantó y se dirigió al oficio matutino. Al momento, Boleslao lo alcanzó en la puerta. Wenceslao lo miró y le dijo:
«Hermano, ayer nos trataste muy bien»
Pero el diablo, susurrando al oído de Boleslao, pervirtió su corazón; y, sacando la espada, Boleslao contestó a su hermano:
«Pues ahora quiero hacerlo aún mejor»
Dicho esto, lo hirió con la espada en la cabeza. Wenceslao, volviéndose a él, le dijo:
«¿Qué es lo que intentas hacer, hermano?»
Y, agarrándolo, lo hizo caer en tierra. Vino corriendo uno de los consejeros de Boleslao e hirió a Wenceslao en la mano. Éste, al recibir la herida, soltó a su hermano e intentó refugiarse en la iglesia, pero dos malvados lo mataron en la puerta. Otro, que vino corriendo, atravesó su costado con la espada.

Wenceslao expiró al momento, pronunciando aquellas palabras:
«A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu»
Oración

Señor, Dios nuestro,
que inspiraste a tu mártir
San Wenceslao preferir
el reino de los cielos
al reino de este mundo,
concédenos, por sus ruegos,
llegar a negarnos
a nosotros mismos
para seguirte a ti de todo corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: