domingo, 11 de mayo de 2014

Novena a Nuestra Señora de Fátima - Día Noveno


El Inmaculado Corazón de María




Comenzar con el ofrecimiento
y la oración preparatoria

Ofrecimiento para todos los días

¡Dios Mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

¡Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!, yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación por los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.


Oración Preparatoria

Oh Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz, confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.


¡Oh Santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios y como prenda suprema de salvación.

Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo pongamos en práctica siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.

Meditar
y rezar la Oración Final

Oración Final

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Texto tomado del Libro "Novena a Nuestra Señora de Fátima" - Caballeros de la Virgen

San Nereo - Aquileo y Pancracio - Mártires Siglo I - Fiesta Mayo 12


San Nereo y Aquileo
Siglo I
Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor.

Afirma San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe.

El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires:
"Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad". 


San Pancracio
Año 304

El 12 de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declararse creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo. Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño:
"Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre"
Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió:
"Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles:
'En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo'" (Hechos 6,41)
Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada:
"Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre"
Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. 

El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él:
"Que Jesús es el Redentor del mundo"
Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo. Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos porque le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.

San Pancracio: ruégale a Dios
por nuestra juventud
que tiene tantos peligros
de perder su fe  y sus buenas costumbres.

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Unidos salimos en defensa de la Iglesia Católica ante opiniones que atacan la canonización de San Juan Pablo II



Preocupación al leer
los planteamientos sobre
Juan Pablo II

Por P. José Mauricio Vélez García * 
Publicado en el periódico El Colombiano
8 de mayo de 2014

Sea la oportunidad para agradecerle a la Dirección del periódico El Colombiano y sus planteamientos en el editorial, los cuales me permiten una lectura actualizada de lo que está aconteciendo.

Como sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín llego a usted para manifestarle mi preocupación al leer en diferentes momentos los planteamientos de Yohir Akerman, que no dejan de ser opiniones, que en lugar de dar lectura de sociedad, generan indisposición y maltrato a la conciencia de personas de buena voluntad.

Tuve la gracia de trabajar muy cerca de Juan Pablo II y ver el pensamiento de Iglesia, de mundo y de sociedad que manejaba y cómo se gastó para que el mundo tuviera en sus raíces la gracia de Dios y los frutos de la esperanza, reflejados en servicio a la humanidad y en una doctrina social de la Iglesia capaz de hacer diferencia.

Reconozco que hay debilidades en algunos que sirven a la Iglesia. Sin embargo, los buenos somos más...

No me siento identificado con ese artículo del martes, "Un santo no tan santo", de Akerman. Lamentablemente, esa lectura parcializada pone en entredicho a la Iglesia, que en su rico humanismo, defiende principios, normas y valores y nos exhorta al bien, al respeto y la justicia.

Señora Directora, créame que vi maltratada mi vida sacerdotal y de servicio a la Iglesia con la necedad de un Akerman, a quien lo veo lleno de prejuicios y de una pluma feliz para despreciar una institución que ha hecho diferencia para bien de nuestra cultura, familia y sociedad.

Me despido con la esperanza de que artículos de opinión con esa característica no continúen opacando mi momento de lectura del periódico que usted representa. 

* Presbítero, Parroquia Nuestra Señora de Belén

Fuente - Texto tomado de ELCOLOMBIANO.COM: