jueves, 18 de septiembre de 2014

San Genaro - Obispo y Mártir - Fiesta Septiembre 19



Historia de San Genaro

San Genaro, Patrón de Nápoles, es famoso por el milagro que generalmente ocurre cada año desde hace siglos, el día de su fiesta, el 19 de septiembre. Su sangre, se licua ante la presencia de todos los testigos que deseen asistir.

San Genaro nació en el siglo III en Nápoles (Italia) y murió en el año 305 en Pozzuoli (Italia). Este santo, famoso por el prodigio de su sangre que se obra cada año en Nápoles (Italia), era obispo de esa ciudad cuando estalló la terrible persecución de Diocleciano.

Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli, por orden del gobernador de Campania, Sosso, diácono de Miseno, Próculo, diácono de Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio. El delito era haber públicamente confesado su fe. Cuando San Genaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus compañeros habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a visitarlos y a darles consuelo y aliento en la prisión. Como era de esperarse, sus visitas no pasaron inadvertidas, y los carceleros dieron cuenta a sus superiores de que un hombre de Benevento iba con frecuencia a hablar con los cristianos. El gobernador mandó que le aprehendieran y lo llevaran a su presencia. El obispo Genaro, Festo, su diácono y Desiderio, un lector de su iglesia, fueron detenidos dos días más tarde y conducidos a Nola, donde se hallaba el gobernador.

Fue hecho prisionero y encerrado en una oscura cárcel, junto con sus diáconos y colaboradores. Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a que fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a Pozzuoli y los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron forzados a caminar delante de su carro. En Pozzuoli fueron arrojados a la misma prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Estos últimos habían sido llevados al anfiteatro o coliseo para que fueran devorados por las fieras un día antes de la llegada de San Genaro y sus dos compañeros, pero las bestias no los atacaron. Los siete condenados fueron conducidos a la arena del anfiteatro y, para decepción del público, las fieras hambrientas y provocadas no hicieron otra cosa que rugir mansamente, sin acercarse siquiera a sus presuntas víctimas.

El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de la violencia, imputó a la magia la mansedumbre de las fieras ante los valientes cristianos y a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete confesores fueron condenados a morir decapitados. La sentencia se ejecutó cerca de Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados. Personas piadosas recogieron un poco de la sangre de San Genaro y la guardaron.


Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Genaro que, en el siglo V, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Genaro, vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al monasterio del Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Genaro como su patrono principal.


La fama universal de que goza San Genaro, se debe a un milagro que se obra todos los años en Nápoles. Este milagro se viene obrando desde hace 400 años, sin que lo hayan podido explicar ni los sabios ni los estudiosos o investigadores. Un sacerdote expone en el altar la ampolleta del tamaño de una pera, que contiene la sangre solidificada del santo. La coloca frente a la urna que contiene la cabeza del santo. Todos empiezan a rezar, y de un momento a otro la sangre que estaba sólida y negruzca se vuelve líquida y rojiza, y crece de tamaño dentro de la vasija de vidrio donde está. El pueblo estalla en cánticos de alegría bendiciendo a Dios.





La ciudad de Nápoles le tiene un gran cariño a San Genaro, porque además del prodigio de la liquefacción de la sangre, los ha librado varias veces de las temibles erupciones del volcán Vesubio. En 1631, millones de toneladas de lava se dirigían hacia la ciudad. El obispo llevó en procesión la sangre de San Genaro y la lava cambió de dirección y la ciudad se salvó.

Oración


Señor, por la sangre
de tus santos mártires,
concédenos la gracia
de perseverar toda nuestra vida
fieles a la religión católica
de librarnos de los estallidos
de nuestras pasiones



En Nápoles se ha repetido
el milagro de San Genaro

Roma, 20 de septiembre de 2013 (Zenit.org)

El prodigio se repitió a la misma hora en la capilla que conserva la piedra sobre la cual el mártir fue decapitado. 
El público se congregó desde la madrugada de ayer en la iglesia catedral de Nápoles para rezar ante la reliquia de San Gennaro o Jenario. Cuando se encontraba participando en la santa misa, algunos fieles que rezaban delante de la reliquia notaron la liquefacción de la sangre del santo y le avisaron al celebrante que dio el anuncio. En ese momento estalló un aplauso de alegría. Poco después la misa retomó con normalidad. En 1389 por primera vez se produjo el milagro: la sangre del mártir que se guarda y se ve en una ampolla dentro de una custodia, de improviso se licuó.



A la ceremonia toman parte las altezas reales de Bélgica, Alberto II y Paola, el alcalde de la ciudad, además del cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles y las autoridades eclesiásticas. Y siempre en Nápoles, a pocos kilómetros de la catedral, en el santuario de San Gennaro alla Sofatara di Pozzuoli, a la misma hora se repitió el enrojecimiento de la piedra manchada con la sangre del mártir, conservada en la capilla lateral.

La sangre solidificada se encuentra en una ampolla del tamaño de un vaso pequeño. En la fiesta de San Gennaro, ante la oración de los fieles, la sangre de color negruzco, se vuelve líquida y rojiza y aumenta su volumen. San Gennaro fue obispo de Benevento, en el sur de Italia en el siglo III. Fue condenado a muerte durante las persecuciones a los cristianos del emperador romano Diocleciano, la última antes de la paz de Constantino.

Los militares romanos le ofrecieron renegar a su fe para salvar la vida. Al no lograrlo la tradición cuenta que le encerraron en un horno del que salió indemne, y tras ser arrojado a las fieras junto con el diácono y otros cristianos, éstas no les atacan y se echan a sus pies. Entonces deciden decapitarlos con los demás cristianos y diáconos en la plaza Vulcana.

Tres veces al año la sangre es expuesta para la veneración: el sábado que precede al primer domingo de mayo (fiesta del traslado de San Gennaro), el 19 de septiembre (celebración que recuerda su martirio) y el 16 de diciembre (fiesta que lo celebra como patrono de la ciudad). La creencia popular considera mal presagio que no ocurra el milagro. Una de las fechas de la no liquefacción fue en 1944, antes de la Segunda Guerra Mundial.

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Video tomado de YOUTUBE: