Juan Fisher nació en Beverley, Yorkshire, Inglaterra en 1469. Hijo de un mercader de telas que murió siendo Juan joven. San Juan Fisher entregó su corazón por entero al servicio de su Iglesia. Fue también un distinguido escolástico en Humanidades. Fue educado en Michaelhouse en Cambridge (más tarde unido a Trinity). Desde sus 14 años en adelante estuvo relacionado a la universidad. Fisher fue ordenado sacerdote a los 22 años, bajo dispensa especial. Alcanzó el doctorado y fue vicecanciller de Michaelhouse. Fisher fue el primero en enseñar griego y hebreo en Cambridge. En 1504, durante el reinado de Enrique VII, con sólo 35 años, Fisher es elegido canciller de la universidad. El mismo año es nombrado Obispo de Rochester. Llevó al mismo tiempo los dos cargos con asombrosa diligencia.
Fisher fue un pastor a imitación de Cristo, cuidaba a sus ovejas con valentía, entrega y gran amor. Hacía visitas frecuentes, administraba la confirmación, disciplinaba al clero, visitaba personalmente a los pobres y distribuía limosna a los pobres. En su vida personal era estricto consigo mismo y austero. Tenía una buena mesa para todos, excepto para él mismo. Dormía y comía poco. Mantenía una carabela frente a su puesto en las comidas para recordarse de su mortalidad.
Durante este tiempo, Fisher continuó escribiendo y estudiando. Comenzó a estudiar griego a los 48 años y hebreo a los 51. Fisher comprendía muy bien la necesidad de reformar la Iglesia, incluso en las altas esferas de la jerarquía, pero se oponía al tipo de reforma de los protestantes, y escribió cuatro libros contra ellos. Sin embargo prefería la oración y el ejemplo a la controversia. Él comprendía que la verdadera reforma requiere santidad de vida, pues no es sino vivir con coherencia la enseñanza de la misma Iglesia. Con gran valentía el Obispo Fisher censuró al clero en un sínodo por su corrupción, vanidad, relajamiento y amor a las ganancias. Él sabía que la mayoría del clero en posiciones altas había llegado allí por su servicio al estado o por intereses privados. Como miembro de la Cámara de los Lords, Fisher luchó vigorosamente por reformas que separaran al clero de las influencias del estado. Desde allí lanzó también una severa protesta, cuando se propuso en la asamblea aceptar que Enrique VIII fuese la cabeza de la iglesia de Inglaterra.
El rey quería anular su matrimonio con Catalina de Aragón para casarse de nuevo. Como el Papa no se lo concedía por no haber causa justa, el rey decidió hacerse con la autoridad suprema de la Iglesia en Inglaterra. El rey impuso la obligación de tomar el famoso "oath of supremacy" (Juramento de Supremacía), por el cual se le reconocía a él como cabeza de la iglesia de Inglaterra. El Obispo Fisher rehusó. Ni la amonestación de amigos y ni las amenazas de enemigos lograron hacerle ceder. El Obispo Fisher sabía, como San Pablo, en quién había puesto su confianza. Trataron de envenenarlo y en una ocasión le dispararon tratando de matarlo. Pero el Obispo se mantuvo fiel a su Señor.
Fisher fue llevado, a pesar de estar enfermo, a Lambeth para que jurase el "bill of succession". Él rehusó por ser éste en esencia un juramento a favor de la supremacía del rey sobre la Iglesia. En Rochester fue arrestado y de los alrededores vino la gente a despedirse. Tuvo la oportunidad de arreglar sus asuntos, de dar limosnas y de pasar por las calles bendiciendo al gentío. Al llegar a Londres fue confrontado por rehusar el juramento a lo que Fisher dijo:
"Mi respuesta es que, ya que mi propia conciencia no puede estar satisfecha, yo absolutamente rehuso el juramento. No condeno la conciencia de ningún otro. Sus conciencias podrán salvarles, y la mía debe salvarme"
En abril de 1534, el prelado de 66 años comenzó su prisión de 15 meses en la Torre de Londres. El rey envió un mensajero confidencial para ofrecerle libertad si asentía al juramento en secreto, "solo para los oídos del rey". Su negativa selló su martirio. Durante su prisión el Papa Pablo III nombró al Obispo Fisher Cardenal.
El rey enfurecido dijo:
El rey enfurecido dijo:
"Pues ese capelo se lo colgará de los hombros, porque no tendrá cabeza para llevarlo"
Lo llevó a juicio acusado de traición por negar la autoridad del rey sobre la Iglesia. Lo declararon culpable. Algunos jueces lloraban cuando lo condenaron a muerte el 17 de junio de 1535. Pocos días después el cardenal fue despertado a las 5:00 a.m., con la noticia de que ese día le iban a ejecutar. Él pidió que le dejasen descansar un poco más y durmió otras dos horas. Tan enfermo estaba que apenas podía pararse, por lo que le llevaron al lugar del martirio en una silla. Fue cortés con los guardias agradeciéndoles sus atenciones. Pedía a la gente que rezaran por él para que fuese valiente. Llevaba un pequeño Nuevo Testamento del cual leyó a la puerta de la Torre estas palabras:
"Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame Tú, junto a Ti, con la gloria que tenía a Tu lado antes que el mundo fuese" (Juan 17,3-5)
Cerrando el libro dijo:
"Aquí hay instrucción suficiente para el resto de mi vida"
Junto al verdugo dice:
"Voy a morir por Jesucristo y por la Iglesia Católica. Con mi muerte quiero dar testimonio del Papa como jefe único de la Iglesia. Hasta el Cielo... hijos..."
Sus últimas palabras fueron del Salmo 31:
"En Tí Señor, he puesto mi confianza"
Otros dicen que murió con las palabras del Te Deum en sus labios. Con total dominio de sí mismo y con gran paz se dispuso al martirio. Fue decapitado con un hacha. Era el 22 de junio de 1535. Su amigo Santo Tomás Moro, que compartió con él prisión y también murió mártir, escribió de San Juan Fisher:
"No conozco a ningún hombre que compare con él en sabiduría, conocimiento y virtud probada"
San Juan Fisher fue enterrado junto a la iglesia de All Hallows en Barking. Su cabeza fue exhibida en el Puente de Londres por dos semanas y después echada al río Thames. En 1935, 400 años después de su martirio, Juan Fisher fue canonizado por el Papa Pío XI.
Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: