jueves, 29 de agosto de 2013

Beato Tomás de Kempis - Fiesta Agosto 30


Nacido en Kempen, Diócesis de Colonia (Alemania), 1379 ó 1380; murió el 25 de julio de 1471 en Holanda. A la edad de 13 años Tomás fue a Deventer para entrar en la comunidad de los Hermanos de la Vida Común, fundada por el Diácono Gerardo Groote, inspirado predicador que suscitó un avivamiento espiritual en los países bajos. La comunidad era una fundación laica con una rama de sacerdotes. Aunque no tomaban votos, vivían en pobreza, castidad y obediencia en la medida que fuese posible según el estado de vida. Algunos vivían en sus casas y otros en comunidad. Tenían un fondo común en el que depositaban todas sus ganancias. La ambición de todos era imitar la vida y las virtudes de los primeros cristianos, especialmente en el amor a Dios y al prójimo, en sencillez, humildad y devoción. Ya su hermano mayor era miembro de la comunidad y lo recibió con gran amor. Florentius Radewyn era el general de la comunidad. Fue maestro espiritual y gran influencia en la vida del joven Tomás.



Kempis vivió como hermano ejemplar de la comunidad por 72 años. Se dedicaba a transcribir manuscritos. Copió los manuscritos de los Padres, especialmente San Bernardo, un Misal para la comunidad y la Biblia completa en cuatro grandes volúmenes. Ordenado sacerdote en 1413, después de haber tenido que esperar por años dado a la pobreza de su comunidad de Canónigos Regulares. Además de su gran obra "La Imitación de Cristo", escribió muchas otras, entre ellas: "Oratio de elevatione mentis in Deum" y la "Vida de Lydwine, Virgen" (editor).


El Libro que lo hizo famoso
La Imitación de Cristo



En sus ratos libres, Tomás de Kempis fue escribiendo un libro que lo iba a hacer célebre en todo el mundo. LA IMITACIÓN DE CRISTO. De esta obra dijo un autor: "Es el más hermoso libro salido de la mano de un hombre" (Dicen que Kempis pidió a Dios permanecer ignorado y no conocido. Por eso la publicación de su libro sólo se hizo al año siguiente de su muerte). No lo escribió todo de una vez, sino poco a poco, durante muchos años, a medida que su espíritu se iba volviendo más sabio y su santidad y su experiencia iban aumentando. Lo distribuyó en cuatro pequeños libros. Entre la redacción de un libro y la siguiente pasaron unos cuantos años.

La obra de Tomás de Kempis representa el misticismo de la escuela de Windesheim, de los Hermanos de la Vida Común. Está repleto de citas de las Sagradas Escrituras y escritos de los Padres, especialmente de San Agustín y San Bernardo. Este libro clásico de la espiritualidad está repleto de sabias enseñanzas y consejos.


El Libro Primero de la Imitación de Cristo



Narra cómo es la lucha activa que hay que librar para convertirse y reformarse y los obstáculos que se le presentan a quienes desean ser santos, entre los cuales está como principal: ser "la sirena" de este mundo, o sea la atracción, el deseo de darle gusto al propio egoísmo y de obtener honores, famas, altos puestos, riquezas y gozos sensuales y vida fácil y cómoda. Este primer libro es como el retrato de lo que Tomás tuvo que sufrir hasta sus 30 años de las luchas y peligros que se le presentaron.


El Libro Segundo de la Imitación de Cristo



Fue escrito por Kempis después de haber sufrido muchas tribulaciones, contradicciones, humillaciones y desengaños, especialmente en el orden afectivo. Destituido del cargo de ecónomo, abandonado por amigos que se había imaginado le iban a ser fieles; es entonces cuando descubre que hay una amistad que no defrauda nunca y es la amistad con Jesucristo, y que allí se encuentra la solución para todas las penas del alma. Este libro segundo de la imitación enseña cómo hay que comportarse en las tribulaciones y sufrimientos. Emplea mucho el nombre de Jesús indicando el afecto muy vivo y profundo que siente hacia el Redentor y que desea sientan sus lectores también.


El Libro Tercero de la Imitación de Cristo



Cuando redacta el Libro Tercero ya ha subido más alto en espiritualidad. Aquí ya a Cristo lo llama El Señor. Se ha dado cuenta que la santidad no depende solamente de nuestros esfuerzos sino sobre todo de la ayuda de Dios. Ha crecido en humildad y exclama:
"Cayeron los que eran como cedros del Líbano, y yo miserable, ¿qué podré esperar de mis solas fuerzas?"
Ahora ya no piensa en la muerte como algo miedoso, sino como una liberación del alma para ir a una Patria Feliz.


El Libro Cuarto de la Imitación de Cristo



Está dedicado a la Eucaristía y es uno de los más bellos tratados que se han escrito acerca del Santísimo Sacramento. Millones de personas en todos los continentes han leído este libro para prepararse o dar gracias cuando comulgan.


¿Un iluminado?

Muchos autores han pensado que probablemente Tomás de Kempis recibió del cielo luces muy especiales al escribir "La Imitación de Cristo". De otra manera no se podría explicar el éxito mundial que este libro ha tenido por más de cinco siglos, en todas las clases sociales. Este libro está hecho para personas que quieran sostener una lucha diaria y sin contemplaciones contra el amor propio y el deseo de sensualidad que se opone diametralmente al amor de Dios y a la paz del alma. Está redactado para quienes quieran independizarse de lo temporal y pasajero y dedicarse a conseguir lo eterno e inmortal.

La Imitación de Cristo
Libro Primero
Avisos provechosos para la vida espiritual
Capítulo 24
Del juicio y penas de los pecadores


  1. Mira el fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel juez justísimo, al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que juzgará justísimamente. ¿Por qué no te previenes para el día del juicio cuando no habrá quién defienda ni ruegue por otro, sino que cada uno tendrá bastante que hacer por sí? 
  2. Mejor es purgar ahora los pecados y cortar los vicios que dejar el purgarlos para lo venidero. Por cierto nos engañamos a nosotros mismos por el amor desordenado que tenemos a la carne. 
  3. ¿En qué otra cosa se cebará aquel fuego sino en tus pecados? Cuando más te perdonas ahora a ti mismo, y sigues a la carne, tanto más gravemente serás después atormentado, pues guardarás mayor materia para quemarte. En lo mismo que más peca el hombre, será más gravemente castigado. Allí los perezosos serán punzados con los aguijones ardientes, y los golosos serán atormentados con gravísima hambre y sed. Allí los lujuriosos y amadores de deleites, serán rociados con ardiente pez y hediondo azufre; y los envidiosos aullarán de dolor como rabiosos perros. 
  4. No hay vicio que no tenga su propio tormento. Allí los soberbios estarán llenos de confusión, y los avarientos serán oprimidos con miserable necesidad. Allí será más grave pasar una hora de pena, que aquí 100 años de penitencia amarga. Allí no hay sosiego ni consolación para los condenados; mas aquí cesan algunas veces los trabajos, y se goza del consuelo de los amigos. 
  5. Pues entonces estarán los justos con gran constancia contra los que les angustiaron y persiguieron. Entonces agradará toda tribulación sufrida con paciencia, y toda maldad no despegará los labios. Entonces se alegrarán todos los devotos, y se entristecerán todos los disolutos. Entonces se alegrará más la carne afligida, que la que siempre vivió en deleites. Entonces se estimará más el desprecio de las riquezas, que todo el tesoro de los ricos de la tierra. Entonces agradará más la vida estrecha y la rigurosa penitencia, que todos los deleites terrenos. 
  6. Aprende ahora a padecer en lo poco, para que entonces seas libre de lo muy grave. Si ahora no puedes padecer levemente, ¿cómo podrás después sufrir los tormentos eternos? Si ahora una pequeña penalidad te hace tan impaciente, ¿qué hará entonces el infierno? Porque los que aman a Dios de todo corazón, no temen la muerte, ni el tormento, ni el juicio, ni el infierno; pues el amor perfecto tiene segura entrada para Dios. Mas quien se deleita en pecar, no es maravilla que tema la muerte y el juicio. Bueno es no obstante que si el amor no nos desvía de lo malo, por lo menos el temor del infierno nos refrene. Pero el que pospone el temor de Dios, no puede durar mucho tiempo en el bien; sino que caerá muy presto en los lazos del demonio.
Fuente - Textos tomados de CATOLICO.ORG: