domingo, 17 de abril de 2011

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 26, 14-75, 27, 1-66




14. Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a verse con los príncipes de los sacerdotes, y les dijo:
"15. ¿Qué queréis darme, y yo le pondré en vuestras manos?"
Y se convinieron con él en treinta monedas de plata.
16. Y desde entonces andaba buscando coyuntura favorable para hacer la traición.
17. Instando el primer día de los ázimos, acudieron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
"¿Dónde quieres que te dispongamos la cena de la Pascua?"
18. Jesús les respondió:
"Id a la ciudad en casa de tal persona, y dadle este recado:
El Maestro dice: Mi tiempo se acerca; voy a celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos".
19. Hicieron, pues, los discípulos lo que Jesús les ordenó, y prepararon lo necesario para la Pascua.
20. Al caer de la tarde, púsose a la mesa con sus doce discípulos.
21. Y estando ya comiendo, dijo:
"En verdad os digo que uno de vosotros me hará traición".
22. Y ellos, afligidos sobremanera, empezaron cada uno de por sí a preguntar:
"¡Señor!,  ¿soy acaso yo?"
23. Y Él en respuesta dijo:
"El que mete conmigo su mano en el plato para mojar el pan, ése es el traidor.
24. En cuanto al Hijo del hombre, Él se marcha, conforme está escrito de Él, pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre será entregado; mejor le fuera al tal si no hubiese jamás nacido!"
25. Y tomando la palabra Judas, que era el que le entregaba, dijo:
"¿Soy quizá yo, Maestro?"
Y respondióle Jesús:
"Tú lo has dicho, tú eres".
26. Mientras estaban cenando, tomó Jesús el pan y lo bendijo y partió y dióselo a sus discípulos diciendo:
"Tomad y comed, éste es mi cuerpo".
27. Y tomando el cáliz dio gracias, le bendijo, y dióselo, diciendo:
"Bebed todos de él.
28. Porque esta es mi sangre, que será el sello del nuevo testamento, la cual será derramada por muchos para remisión de los pecados.
29. Y os declaro que no beberé ya más desde ahora de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con vosotros de el nuevo cáliz de delicias en el reino de mi Padre".
30. Y dicho el himno de acción de gracias, salieron hacia el monte de los Olivos.
31. Entonces díceles Jesús:
"Todos vosotros padeceréis escándalo por ocasión de mí esta noche, y me abandonaréis. Por cuanto está escrito: Heriré al Pastor, y se descarrilarán las ovejas del rebaño.
32. Mas en resucitando, Yo iré delante de vosotros a Galilea, donde volveré a reuniros".
33. Pedro, respondiendo, le dijo:
"Aún cuando todos se escandalizaren por tu causa, nunca jamás me escandalizaré yo, ni te abandonaré".
34. Replicóle Jesús:
"Pues Yo te aseguro con toda verdad, que esta misma noche, antes que cante el gallo, me has de negar tres veces".
35. A lo que dijo Pedro:
"Aunque me sea forzoso el morir contigo, yo no te negaré".
Eso mismo protestaron todos los discípulos.
36. Entretanto llegó Jesús con ellos a una granja llamada Getsemaní, y les dijo:
"Sentaos aquí, mientras Yo voy más allá y hago oración".
37. Y llevándose consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, empezó a entristecerse y angustiarse.
38. Y les dijo entonces:
"Mi alma siente angustias mortales; aguardad aquí y velad conmigo".
39. Y adelantándose algunos pasos, se postró en tierra, caído sobre su rostro, orando y diciendo:
"Padre mío, si es posible, no me hagas beber este cáliz; pero, no obstante, no se haga lo que Yo quiero, sino lo que Tú".
40. Volvió después a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:
"¿Es posible que no hayáis podido velar una hora conmigo?.
41. Velad y orad para no caer en la tentación. Que si bien el espíritu está pronto, mas la carne es flaca".
42. Volvióse de nuevo por segunda vez, y oró diciendo:
"Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que Yo le beba, hágase tu voluntad".
43. Dio después otra vuelta, y encontrólos dormidos, porque sus ojos estaban cargados de sueño.
44. Y dejándolos, se retiró aún a orar por tercera vez, replicando las mismas palabras.
45. En seguida volvió a sus discípulos y les dijo:
"Dormid ahora y descansad; he aquí que llegó ya la hora, y el Hijo del hombre va luego a ser entregado en manos de los pecadores.
46. Ea, levantaos, vamos de aquí; ya llega aquel que me ha de entregar".
47. Aún no había acabado de decir esto, cuando llegó Judas, uno de los doce, seguido de gran multitud de gentes armadas con espadas y con palos, que venían enviadas por los príncipes y sacerdotes y ancianos o senadores del pueblo.
48. El traidor les había dado esta seña:
"Aquel a quien yo besare, ése es; aseguradle".
49. Arrimándose, pues, luego a Jesús, dijo:
"¡Dios te guarde, Maestro!", y le besó.
50. Díjole Jesús:
"¡Oh, amigo!  ¿a qué has venido aquí?"
Llegáronse entonces los demás y echaron la mano a Jesús, y le prendieron.
51. Y he aquí que uno de los que estaban con Jesús, tirando de la espada, hirió a un criado del príncipe de los sacerdotes, cortándole una oreja.
52. Entonces Jesús le dijo:
"Vuelve tu espada a la vaina, porque todos los que se sirvieren de la espada por su propia autoridad, a espada morirán.
53. ¿Piensas que no puedo acudir a mi Padre, y pondrá en el momento a mi disposición más de doce legiones de ángeles?
54. Mas ¿cómo se cumplirán las Escrituras, según las cuales conviene que suceda así?"
55. En aquella hora dijo Jesús a aquel tropel de gentes:
"Como contra un ladrón o asesino habéis salido con espadas y con palos a prenderme; cada día estaba sentado entre vosotros enseñándoos en el templo, y nunca me prendistéis".
56. Verdad es que todo esto ha sucedido para que cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, abandonándole, se huyeron.
57. Y los que prendieron a Jesús le condujeron a casa de Caifás, que era sumo pontífice en aquel año, donde los escribas y los ancianos estaban congregados.
58. Y Pedro le iba siguiendo de lejos hasta llegar al palacio del sumo pontífice. Y habiendo entrado, se estaba sentado con los sirvientes para ver el paradero de todo esto.
59. Los príncipes, pues, de los sacerdotes, y todo el concilio andaban buscando algún falso testimonio contra Jesús para condenarle a muerte.
60. Y no le hallaban suficiente para esto como quiera que muchos falsos testimonios se hubiesen presentado. Por último aparecieron dos falsos testigos.
61. Y dijeron:
"Este dijo: Yo puedo destruir el templo de Dios y reedificarlo en tres días".
62. Entonces, poniéndose en pie el sumo sacerdote, le dijo:
"¿No respondes nada a lo que deponen contra ti?"
63. Pero Jesús permaneció en silencio. Y díjole el sumo sacerdote:
"Yo te conjuro de parte de Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo o Mesías, el Hijo de Dios".
64. Respondióle Jesús:
"Tú lo has dicho: Yo Soy. Y aún os declaro, que veréis después a este Hijo del hombre, que tenéis delante, sentado a la diestra de la majestad de Dios, venir sobre las nubes del cielo".
65. A tal respuesta, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
"Blasfemado ha: ¿qué necesidad tenemos ya de testigos?  Vosotros mismos acabáis de oír la blasfemia con que se hace Hijo de Dios.
66. ¿Qué os parece?"
A lo que respondieron ellos diciendo:
"Reo es de muerte".
67. Luego empezaron a escupirle en la cara y a maltratarle a puñadas; y otros, después de haberle vendado los ojos, le daban bofetadas.
68. Diciendo:
"Cristo, profetízanos, adivina ¿quién es el que te ha herido?"
69. Mientras tanto Pedro estaba sentado fuera en el atrio, y arrimándose a él una criada, le dijo:
"También tú andabas con Jesús el galileo".
70. Pero él lo negó en presencia de todos, diciendo:
"Yo no se de qué hablas".
71. Y saliendo él al pórtico, le miró otra criada, y dijo a los que allí estaban:
"Este también se hallaba con Jesús Nazareno".
72. Y negó segunda vez, afirmando con juramento:
"No conozco a tal hombre".
73. Poco después se acercaron los circundantes, y dijeron a Pedro:
"Seguramente eres tú también de ellos., porque tú misma habla de galileo te descubre".
74. Entonces empezó a echarse sobre sí imprecaciones y a jurar que no había conocido a tal hombre. Y al momento cantó el gallo.
75. Con lo que se acordó Pedro de la proposición que Jesús le había dicho:
"Antes de cantar el gallo renegarás de mí tres veces".
Y saliéndose fuera, lloró amargamente.


1. Venida la mañana, todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron consejo contra Jesús para hacerle morir.
2. Y declarándole reo de muerte, le condujeron atado y entregaron al presidente o gobernador, Poncio Pilato.
3. Entonces Judas, el que le había entregado, viendo a Jesús sentenciado, arrepentido de lo hecho, restituyó las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos.
4. Diciendo:
"Yo he pecado, pues he vendido la sangre inocente".
A lo que dijeron ellos:
"A nosotros ¿qué nos importa?  Allá te las hayas".
5. Mas él, arrojando el dinero en el templo, se fue y echándose un lazo, desesperado, se ahorcó.
6. Pero los príncipes de los sacerdotes, recogidas las monedas, dijeron:
"No es lícito meterlas en el tesoro del templo siendo como son precio de sangre".
7. Y habiéndolo tratado en consejo, compraron con ellas el campo de un alfarero para sepultura de los extranjeros.
8. Por lo cual se llamó dicho campo HADÉLDAMA, esto es, CAMPO DE SANGRE, y así se llama hoy día.
9. Con lo que vino a cumplirse lo que predijo el profeta Jeremías, que dice:
"Recibido han las treinta monedas de plata, precio del puesto en venta, según que fue valuado por los hijos de Israel.
10. Y empleáronlas en la compra del campo de un alfarero, como me lo ordenó el Señor".
11. Fue, pues, Jesús presentado ante el presidente, y el presidente le interrogó diciendo:
"Eres tú el rey de los judíos?"
Respondióle Jesús:
"Tú lo dices, lo Soy".
12. Y por más que le acusaban los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, nada respondió.
13. Por lo que Pilato le dijo:
"¿No oyes de cuántas cosas te acusan?"
14. Pero Él a nada contestó de cuanto le dijo; por manera que el presidente quedó en extremo maravillado.
15. Acostumbraba el presidente conceder por razón de la fiesta de la Pascua, la libertad de un reo, a elección del pueblo.
16. Y teniendo a la sazón en la cárcel a uno muy famoso, llamado Barrabás.
17. Preguntó Pilato a los que habían concurrido:
"¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás, o a Jesús, que es llamado el Cristo, o Mesías?"
18. Porque sabía bien que se lo habían entregado los príncipes de los sacerdotes por envidia.
19. Y estando él sentado en su tribunal, le envió a decir su mujer:
"No te mezcles en las cosas de ese justo, porque son muchas las congojas que hoy he padecido en sueños por su causa".
20. Entretanto, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos indujeron al pueblo a que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
21. Así es que preguntándoles el presidente otra vez, y diciendo:
"¿A quién de los dos queréis que os suelte?"
Respondieron ellos:
"A Barrabás".
22. Replicóles Pilato:
"¿Pues qué he de hacer de Jesús, llamado el Cristo?"
23. Dicen todos:
"¡Sea crucificado!"
Y el presidente:
"Pero ¿qué mal ha hecho?"
Mas ellos comenzaron a gritar más, diciendo:
"¡Sea crucificado!"
24. Con lo que viendo Pilato que nada adelantaba, antes bien, que cada vez crecía el tumulto, mandando traer agua, se lavó las manos a la vista del pueblo, diciendo:
"Inocente soy yo de la sangre de este justo, allá os lo veáis vosotros".
25. A lo cual respondiendo todo el pueblo, dijo:
"Recaiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos".
26. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó en sus manos para que fuese crucificado.
27. En seguida los soldados del presidente, cogiendo a Jesús y poniéndolo en el pórtico del pretorio o palacio de Pilato, juntaron alrededor de Él la cohorte, o compañía, toda entera.
28. Y desnudándole, le cubrieron con un manto de grana.
29. Y entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y una caña por cetro en su mano derecha; y con la rodilla hincada en tierra le escarnecían diciendo:
"Dios te salve, Rey de los judíos".
30. Y escupiéndole, tomaban la caña y le herían en la cabeza.
31. Y después que así se mofaron de Él, le quitaron el manto, y habiéndole puesto otra vez sus propios vestidos le sacaron a crucificar.
32. Al salir de la ciudad encontraron un hombre natural de Cirene, llamado Simón, al cual obligaron a que cargase con la cruz de Jesús.
33. Y llegados al lugar que se llama Gólgota, esto es, lugar del Calvario, o de las calaveras.
34. Allí le dieron a beber vino mezclado con hiel; mas Él, habiéndolo probado, no quiso beberlo.
35. Después que le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Con esto se cumplió la profecía que dice:
"Repartieron entre sí mis vestidos, y sortearon mi túnica".
36. Y sentándose junto a Él, le guardaban.
37. Pusiéronle también sobre la cabeza estas palabras, que denotaban la causa de su condenación:
"ESTE ES JESÚS EL REY DE LOS JUDÍOS".
38. Al mismo tiempo fueron crucificados con Él dos ladrones, uno a la diestra y otro a la siniestra.
39. Y los que pasaban por allí le blasfemaban y escarnecían, meneando la cabeza y diciendo:
"40. ¡Hola!, tú que derribas el templo de Dios y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz".
41. De la misma manera también los príncipes de los sacerdotes, a una con los escribas y los ancianos, insultándole, decían:
"42. A otros ha salvado, y no puede salvarse a si mismo; si es el rey de Israel, baje ahora de la cruz y creeremos en él".
43. Él pone su confianza en Dios, pues si Dios le ama tanto, líbrele ahora, ya que Él mismo decía:
"Yo soy el Hijo de Dios".
44. Y eso mismo le echaban en cara aún los ladrones que estaban crucificados en su compañía.
45. Mas desde la hora sexta hasta la hora de nona quedó toda la tierra cubierta de tinieblas.
46. Y cerca de la hora nona exclamó Jesús con una gran voz, diciendo:
"ELÍ, ELÍ, ¿LAMMA SABACTANI?"
Esto es:
"DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO?"
47. Lo que oyendo algunos de los circunstantes, decían:
"A Elías llama éste".
48. Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, empapóla en vinagre, y puesta en la punta de una caña, dábasela a chupar.
49. Los otros decían:
"Dejad, veamos si viene Elías a librarle".
50. Entonces Jesús, clamando de nuevo con una voz grande y sonora, entregó su espíritu.
51. Y al momento el velo del templo se rasgó en dos partes, de alto abajo, y la tierra tembló, y se partieron las piedras.
52. Y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían muerto resucitaron.
53. Y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de Jesús, vinieron a la ciudad santa, y se aparecieron a muchos.
54. Entretanto el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, visto el terremoto y las cosas que sucedían, se llenaron de grande temor, y decían:
"Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios".
55. Estaban también allí, a lo lejos, muchas mujeres, que habían seguido a Jesús desde Galilea para cuidar de su asistencia.
56. De las cuales eran María Magdalena, y María madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57. Siendo ya tarde, compareció un hombre rico, natural de Arimatea, llamado José, el cual era también discípulo de Jesús.
58. Éste se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, el cual mandó Pilato que se le entregase.
59. José, pues, tomando el cuerpo de Jesús, envolviólo en una sábana limpia.
60. Y lo colocó en un sepulcro suyo que había hecho abrir en una peña, y no había servido todavía; y arrimando una gran piedra, cerró la boca del sepulcro, y fuése.
61. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas enfrente del sepulcro.
62. Al día siguiente, que era el de después de la preparación del sábado, o el sábado mismo, acudieron junto a Pilato los príncipes de los sacerdotes y los fariseos.
63. Diciendo:
"Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando todavía en vida, dijo: Después de tres días resucitaré".
64. Manda, pues, que se guarde el sepulcro hasta el tercero día; porque no vayan quizás de noche sus discípulos y lo hurten, y digan a la plebe:
"Ha resucitado de entre los muertos; y sea el postrer engaño más pernicioso que el primero".
65. Respondióles Pilato:
"Ahí tenéis la guardia; id y ponedla como os parezca".
66. Con eso, yendo allá, aseguraron bien el sepulcro, sellando la piedra y poniendo guardas de vista.


Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús